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Salif Keita: Papa

Bolon; Mama; Ananamin (It’s Been So Long); Sada; Tolon wilile (The Party Is On); Tomorrow (Sadio); Abédé; Papa; Together (Gnokon Fe).

Salif KeitaMúsicos (sesiones en Bamako): Salif Keita, guitarra, voz; Toumani Diabate, cora; Souleymane Doumbia, percusiones; Mohamed Kouyate, talking drum; Adama Coulibaly, m’simby; Kaletigui Diabate, balafon; Ousmane Kouyate, guitarra; Eric Bono, programador.

Músicos (sesiones en New York): John Medeski, órgano; Henry Schroy, bajo; Curtis Watts, Ben Perowsky, batería; Monica Wilson, violonchelo; Natalie Jackson, voz y coros; Bemshi Shearer Jones; Johnny Kemp Jr., Djene Doumbouya, M; coros.
Invitados: Grace Jones, voz; Vernon Reid, guitarra

Músicos (sesiones en París): Jean-Philippe Rykiel, teclados; Sydney Thiam, percusiones; Djanka Diabate, Isabel Gonzalez, P. Kameni-Kamga, voces de apoyo en “Tolon wilile”
Metro Blue, 1999.

Calificación: Está Bien

Un Albino Con Clase

“Si fuera maniqueísta diría que África es corazón y Occidente cerebro pero no se debe ser tan simple. En África el sentimiento se manifiesta en todo, incluso en la manera de hablar. Cada sílaba es un tono musical y mientras realizan cualquier actividad, desde trabajar hasta realizar la comida, siempre están cantando”
Mariá Guim, “El Grito de Africa”, Revista Ajoblanco Nº 66- 9/94, pag. 48-

Nunca fueron fáciles las cosas para Salif Keita, cantante y compositor oriundo de Bamako, República de Mali, Africa Occidental. Sus facciones africanas, con el rostro blanco y la condición de albino –socialmente un signo de mala suerte- han sido en su tierra una auténtica adversidad. Vivió la burla y el rechazo desde la niñez y sus problemas en la vista le impidieron el acceso a una educación formal. Ante tales dificultades, abandonó los privilegios del peso imperial de su apellido (su antepasado, Sundjata Keita fue rey y creador del imperio de Mali en el año 1240) y del grupo social de su familia.

Sus inquietudes artísticas y su voz portentosa de tintes islámicos le permitieron abrirse camino poco a poco en Mali, dando allí sus primeros pasos en la música y a la vez trabajando para el Estado. Tiempo después la intolerancia ideológica lo expulsó de su país, exiliándose primero en Costa de Marfil y finalmente en París, Francia.

A modo de aproximación podemos decir que la música de Keita es una amalgama de música tradicional de Mali, con fuerte influencia de los sonidos de Guinea, de la Costa de Marfil, Senegal y Portugal. A su vez, sobre todo a partir de su paulatino acercamiento a músicos occidentales como Joe Zawinul, Carlos Santana, Wayne Shorter y ahora Vernon Reid, también contiene elementos de jazz, funk, soul y rock.
Afirmar que su música es excitante, sin fisuras y con un alto grado de sensibilidad, es pintar su arte de cuerpo entero.

Sus discos como líder han sido casi siempre obras maestras cargadas de dulzura y sensibilidad. Papa no abandona esa senda en lo más mínimo y es el primer disco en el sello norteamericano Metro Blue, luego de años de editar en el sello Mango.

El comienzo presagia una alta dosis de energía, que se diluye gradualmente a lo largo del disco. Lamentablemente. Ese comienzo es Bolon, una canción cuya letra conjuga la admiración por Dios y el dolor de la soledad, con el ritmo repetitivo de una suerte de funk en cámara semi lenta, junto a la portentosa y única voz de Keita.

Hay músicos occidentales invitados como el talentoso tecladista John Medeski (del trío Medeski, Martin & Wood); el explosivo Vernon Reid (guitarrista de Living Colour) y la ex diva pop Grace Jones, que hacen sentir su presencia.

Los músicos africanos invitados no se quedan atrás y son dignos de mención: el “mago” de la kora (arpa de 21 cuerdas) Toumani Diabate, el patriarca del balafón (xilofón de madera) Kelitigui Diabate y el gran guitarrista Ousmane Kouyate, un viejo colaborador.

Unos y otros contribuyen para que Keita cante sus letras, profundamente inspiradas por la historia y la leyenda de Sundjata Keita, por su tierra y por el amor a su familia (Mama y Papa, son una clara muestra de ello).

Si bien Papa tiene un par de canciones casi bailables (Tolon Wilile, Gnokon Fe, con un solo paralizante de guitarra eléctrica de Vernon Reid), la placa tiene un tono general marcado por la melancolía. Ello no es necesariamente una falta de mérito (la balada Ananamin es de una dulzura hipnótica), pero se extrañan sobremanera los instrumentos de viento -marca de fábrica de su sonido- y la potente vena rítmica de discos anteriores como “Soro”, “Amen” y “Folon: the Past…”, por citar algunos.

El sonido del compacto es estupendo. El librito de 12 páginas trae todas las letras, afortunadamente traducidas al inglés y al francés para los que no hablamos el idioma de Mali. Hay fotos hermosas y queribles de Keita y su gente en Bamako. La información con los datos técnicos de la grabación es completísima.

Hugo Linares.

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