Por Los Codos

Joe Lovano

Joe LovanoVerlo sobre el escenario es una experiencia fascinante.
No sólo por lo que es capaz de tocar, sino por su expresividad (gesticula y parece actuar o interpretar cada nota pero lejos del chauvinismo o de la pose para la foto) y por su envergadura física.
Es potente como los sonidos que le(s) saca a su(s) instrumento(s).

En ocasión del Festival de Jazz que se realizara en Buenos Aires durante el mes de marzo, el saxofonista (resumiendo) Joe Lovano, que de él se trata, se presentó por primera vez en la Argentina. Vino a ofrecer un par de conciertos junto al quinteto que conformara para la ocasión el trompetista argentino Gustavo Bergalli.

Parece ser que se trataba de una deuda pendiente que, desagio e inflación mediantes, llevaba más de una década de existencia. Ante la prolongación ad infinitum de esta deuda, con los correspondientes punitorios, el posible reverdecer de la Ley 1050 y un (aparentemente falso) rumor de un nuevo Rodrigazo, hicieron que Don Gustavo y Don Joe se pusieran de acuerdo y decidieran saldarla “juntitos juntitos” (lo que cierra, después de todo: en el escenario había Cinco Latinos, sólo que en lugar de Estela Raval estaba uno de los principales referentes del movimiento jazzístico mundial).

Familia LovanoJoseph Salvatore Lovano nació en Cleveland, Ohio, el 29 de diciembre de 1952. Su padre poseía una doble vida. Durante el día era Tony, el peluquero; pero vaya uno a saber qué sustancias lo transformaban por las noches en un saxofonista tenor que se hacía llamar Big T.
Su madre, Josephine, no sufría este acceso de doble personalidad.
El niño Joseph se prendió al saxo alto a los 5 años; al poco tiempo, se pasó al tenor y cuando tenía 16 ya trabajaba profesionalmente y ayudaba a su padre a pagarle al afilador de navajas y tijeras.

Joe y PapaLuego pasó por Berklee, aunque nunca dejó de tocar para, entre otras cosas, pagarse sus estudios y alimentar su cuerpito con algo más que un par de bifes a la plancha.

Una vez finalizado su período en la Berklee, estuvo de gira durante 6 semanas como integrante de la banda de Tom Jones; en 1974, el organista Lonnie Smith lo reclutó para una gira y grabó además el disco Afrodesia en 1975.

AfrodesiaLuego de un período de 6 meses en la banda de Brother John McDuff, lo que le brindó la posibilidad de tocar en lugares míticos como el Carnegie Hall, se mudó a Manhattan. Seguramente no fue a causa de una gran estrategia de marketing que terminara tocando con… Chet Baker.

Pero parece que New York tira y fue allí donde se unió a la Woody Herman’s 40th. Anniversary Tour. Esto le permitió compartir escenarios y tocar con algunos nenes como Stan Getz, Zoot Sims, Al Cohn, Flip Phillips y Jimmy Giuffre.

Tres años duró la experiencia “Woodyana” y en 1980 se sumó a la Mel Lewis Orchestra (con la dirección musical de Bob Brookmeyer). Todos los lunes y durante once años, se presentaron en el Village Vanguard. Eso es constancia…

Y es durante este período en el cual Joseph Salvatore comienza con sus actuaciones y giras como líder; en 1985 debuta con Tones, Shapes and Colors, un registro en vivo en el Jazz Coalition Center de New York.

Tones Shapes ColorsEn los ratos libres se las arregló para tocar con Carla Bley, Bob Brookmeyer, Gunther Schuller y la Charlie Haden’s Liberation Orchestra.

En 1981, además, comenzó la increíble aventura del trío con el baterista Paul Motian y el guitarrista Bill Frisell.

El hecho de que su disco debut haya sido editado por el sello italiano Soul Note, le brindó la posibilidad no sólo de tocar en el viejo continente, sino que además varios de sus discos solistas fueron lanzados por otros sellos europeos como Enja, Owl, Label Bleu y Jazz Club.

En 1989 se une al cuarteto de John Scofield: otro patadón de burro similar al del trío con Motian/Frisell. La unión (que brindó discos insuperables como Time On My Hands y Meant To Be) duró hasta 1993.

En su currículum vitae siguieron apareciendo algunos compañeritos de ruta: Herbie Hancock, Elvin Jones, Bobby Hutcherson, Dave Brubeck, Billy Higgins, Dave Holland, Ed Blackwell, Michel Petrucciani, Lee Konitz, Abbey Lincoln, Tom Harrell, McCoy Tyner, Jim Hall… estamos tratando de resumir al máximo (aunque parezca una contradicción).

From the Soul

El hijo del barbero llega a Blue Note (¿me animo a decir que From the Soul, de 1991, es su mejor disco? No… mejor no…). Pero su espíritu inquieto no se detiene; entonces siguen apareciendo las firmas: Joey Baron, Billy Drewes, Luciana Souza, Pablo Ziegler, Dewey Redman… y por supuesto que no hay que olvidarse de su esposa, la cantante y compositora Judi Silvano.

Quartets LiveSu discografía como solista abarca más de 20 discos (Landmarks, Rush Hour, Celebrating Sinatra, Trio Fascination Edition One and Two, Quartets Live at the Village Vanguard, Tenor Legacy, Universal Language, Viva Caruso y su último disco con Hank Jones, George Mraz y Paul Motian, Joyous Encounter, por citar sólo algunos), unos quince con Paul Motian, el ScoLoHoFo (Scofield, Lovano, Holland, Foster), álbumes con Judi Silvano, Tom Harrell, Jim Hall, Mel Lewis, Woody Herman, Petrucciani, Bob Belden, Don Grolnick, Abercrombie, Abbey Lincoln, Sonny Fortune, Tim Hagans, Steve Swallow, George Garzone, Danilo Pérez, Vince Mendoza, Pablo Ziegler, James Emery, Rubalcaba, Greg Osby, Charlie Haden…

Joyous EncounterSí… la introducción ha sido un poco larga y esto no sólo nos pone en sintonía con el personaje, sino que multiplica el agradecimiento para con Gustavo Bergalli quien, de manera desinteresada y poniéndole una garra desmedida pero entendible para alguien que conoce las bondades y otras yerbas del glorioso Partido de General San Martín en la Provincia de Buenos Aires, oficiara de nexo y puente sin peaje para poder acceder a uno de los referentes ineludibles de la música contemporánea: Joe Lovano.

Joe LovanoQue si tiene su presencia arriba del escenario, abajo, cara a cara (bueno… es un decir… cara a pecho en mi caso) hay que rogarle a Pugliese, al Gauchito Gil y al Chango Cárdenas que no se nos enoje.

Las plegarias no hicieron falta: sumamente cordial, demostrativo, por momentos ampuloso en sus gestos y preocupándose por comprender lo preguntado y que se comprenda lo respondido, nos regaló un momento inolvidable en el hall del Ateneo, minutos después de la última prueba de sonido.

Y de movida quisimos saber por qué la decisión de venir a la Argentina a tocar una suerte de “tango fusión”

¿Por qué? Porque la música es una bendición. Y es fantástico para mí tocar distintos tipos de música esté donde esté. Es muy agradable para mí estar aquí, con Gustavo y su banda; además, experimentar el hecho de crear música con otra gente, siempre da como resultado nueva música.

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