Por Los Codos

Ernesto Jodos

¿Y cómo surge eso de tomar elementos que no forman parte del jazz?

Porque son elementos que forman parte de mí. De lo que yo escuché, escucho, estudié, estudio…

¿Cuándo se para de estudiar?

Algunos paran; otros… no. Es difícil responder a eso.

Y además de cuestiones económicas… ¿por qué se enseña?

Yo enseño porque me parece que para mi personalidad es un trabajo que me hace mucho más feliz que estar tocando en un hotel, por ejemplo; y ése sería un buen trabajo… Hay peores… podría estar tocando con (el grupo) Miranda… desde el vamos, es un trabajo que a mí me viene mejor. Y parece ser que soy bueno enseñando; esto es que, insisto, parece que puedo comunicar con claridad ciertos conceptos y que puedo darle ganas a la gente de seguir estudiando. También está el tema de que mientras más músicos haya, mejor… hay más competencia y si esa competencia es sana, hace que la escena musical sea mejor.

¿Y qué aprendés de la enseñanza?

A aclarar conceptos musicales.

¿Qué te produce que algunos alumnos tuyos ya sean músicos establecidos, sacando discos…?

Yo lo que espero es que toquen de una manera distinta a la mía, porque cuando hablo de sana competencia, hablo de que mejor es distinto. Por supuesto que uno viene de algún lado, pero hay que saber hacer una interpretación personal de eso que recibís (piensa) Uno tira muchas semillas y es bueno ver que algunas caen en personas que además tienen la energía, no sólo para tocar sino para sobrevivir en esto… que no es fácil.

¿Cuánto hay de real y cuánto de ficticio en este, digamos, “boom” del jazz argentino?

Bueno… la realidad es lo que escuchás en los discos o en los clubes. Eso es lo real. Es distinto y mejor que antes, que hace 20 años. Tenemos muchas falencias como músicos, cuestiones técnicas que hay que tratar de que las generaciones que vienen no las tengan. La otra cuestión es que a pesar de la presencia en los medios, de los conciertos y de los festivales, el Gobierno de la Ciudad insiste en cerrar los lugares en donde los músicos de jazz trabajamos. Eso también forma parte del “boom”.

¿Y por qué creés que el Gobierno de la Ciudad tiene esa intención?

Porque no tienen idea. No tienen idea ni ideas. Entonces…

Vos me decías que desde afuera se tiene la idea de que algo se está gestando. Desde adentro, ¿cómo se ve?

Igual en un punto; distinto en el hecho de que tenemos la realidad de cuán activo se puede ser… faltan lugares para tocar, festivales, no hay un circuito armado por el interior del país para poder ir una vez por año, al menos, a una ciudad. Si nosotros pudiéramos hacer eso, no tendríamos la necesidad de tocar todos los fines de semana en Buenos Aires.

¿Se puede vivir de los conciertos?

Depende de los meses y de cuánto toques. Yo, salvo casos muy específicos, no toco como sideman; entonces… Pero ahora se cerró un boliche y eso implica que se cerró otra fuente de trabajo. Pasa ahora que muchos alumnos que terminan de estudiar, se tienen que ir del país para poder tocar; muchos emigran a España, que también tiene sus problemas pero está mejor que acá.

¿Por qué creés que a vos te editaron este año un disco en España?

Ah… ¡qué sé yo! (risas). Alguien mordió el anzuelo… imagino que mínimamente, al dueño del sello, le gustó la música.

¿Y qué te produce eso?

Y… prácticamente te asegura ir una vez por año a tocar.

¿Vos hubieses elegido ese disco?

Ése o Perspectivas. Musicalmente creo que está bien, pero como carta de presentación me parece que hubiese sido mejor el disco con el grupo.

Dos cosas: ¿te escuchás en tu casa? Y ¿cuál de tus CD’s te conforma más?

A veces me escucho; y de mis discos, siempre elijo el último. Siempre.

La charla amenaza con no terminar jamás. Queremos aprovechar el momento y por eso nos abusamos del pianista que de manera poco disimulada se encarga de demostrarnos la tremenda congestión en la que está inmerso. No tenemos aspirinas encima ni somos médicos autorizados (y no autorizados tampoco), así que decidimos seguir hasta que la campana decrete el KOT o que el propio Jodos nos duerma de un piñazo.
Y nos metimos en el terreno de las artes ¿ajenas? a la música y así comienzan a aflorar las predilecciones de don Ernesto:

Me entusiasma mucho más la literatura que el cine. Leo ficción.

Si me decías “la Biblia” me levantaba y me iba… (risas).

Casi te digo libros de economía (más risas). Narrativa también. A ver… me gusta mucho Saer, McEwan, Samuel Delaney… variadito…

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