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Paul Motian: Garden Of Eden

Pithecanthropus Erectus, Goodbye Pork Pie Hat, Etude, Mesmer, Mumbo Jumbo, Desert Dream, Balata, Bill, Endless, Prelude 2 Narcissus, Garden Of Eden, Manhatan Melodrama, Evidence, Cheryl.

Músicos:
Paul Motian: batería
Jerome Harris: bajo
Chris Cheek y Tony Malaby: saxos
Steve Cardenas, Ben Monder y Jakob Bro: guitarras

ECM, 2006

Calificación: Buena gente

Según la Biblia, en el Jardín del Edén Dios colocó dos árboles: el de la ciencia del bien y del mal y el árbol de la vida. También allí hizo retozar alegremente a Adán y Eva. Todo iba sobre rieles hasta que apareció la serpiente, la manzana y así quedamos.
Si bien no hay certezas de que dicho jardín haya existido (no existen actualmente testigos presenciales, lamentablemente) se dice que se hallaría en Oriente Medio, al este de Israel.
Algo similar se menciona en el Corán aunque han exagerado un poquito, ya que se habla de siete jardines y uno de ellos, justamente el jardín del Edén islámico, parecería ser el homónimo del Paraíso Terrenal cristiano.
Para sumar confusión, el canadiense Henry de Roos afirma que muchos irakíes aseguran que el renombrado jardín existió en sus tierras.
Mirá vos.

La cuestión es que Garden of Eden es el título del nuevo trabajo del baterista Paul Motian.
Con una formación que recuerda a su Electric Be-Bop Band, el septeto abre el álbum con dos temas de Mingus: Pithecanthropus Erectus entusiasma con su atmósfera relajada e intrincada pero carente de exabruptos sonoros: en cambio Goodbye Pork Pie Hat conoció versiones mucho más arriesgadas, originales y, digámoslo, mejores.
Notamos que de ahí en más, en los 12 temas restantes, ninguno de ellos va más allá de los 4 minutos y medio.
Nuevo entusiasmo: la tan añorada síntesis lograda con un septeto en el que no importa si hay solos o lucimientos personales en detrimento del contenido global de la obra.
Y esto se da en Etude, con su inicio “arrastrado”, marca de fábrica del gran Motian (¿el pelado más famoso?). También en Mesmer. Y en Mumbo Jumbo. Las tres, compuestas por el baterista.
Al llegar a Desert Dream, de Chris Cheek, nos da la sensación de que esto ya lo hemos escuchado. Son cosas mías, parece… aunque otro tanto ocurre con Balata, de Steve Cardenas… y Bill (de Jerome Kern) vuelve a comenzar con ese sutil tintineo de platillos para desembocar en una balada que, seguro, ya escuchamos muchas veces.

Vuelven las composiciones de Motian y algo pasa… o mi compactera está en “random” y va repitiendo los temas en forma aleatoria o el disco es una reiteración de ideas. Bien tocadas, sí, pero sin lugar a la menor sorpresa.
En Evidence, de Monk, hay un poquito de swing y de locura. No… no es Song X pero a como veníamos, no es poco. A los 30 segundos, solo de batería que no puede durar mucho, ya que la versión dura 3 minutos y medio. Motian le da a los parches hasta los 2 minutos 50 segundos. El final es… y la versión es…
A ver qué ocurre en el cierre: Cheryl, de Charlie Parker.
Como en cámara lenta; el solo de Cheek es… y el ataque de Malaby es…
Cosa rara.
Los músicos son tremendos. Todos.
Pero algo (me) ocurrió y algo no (me) ocurrió.
Me ha pasado que pensé estar escuchando una versión ampliada y desmejorada del trío del propio Motian junto con Joe Lovano y Bill Frisell.
Y no me pasaron muchas cosas: sorpresa, exaltación, emoción, inquietud…
Ahora entiendo por qué al comenzar este comentario me fui por los Jardines.
¿Será que los muchachos comieron de “aquella” manzana?
¡Qué veneno!

Marcelo Morales

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