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Irene Schweizer/Fred Anderson/Hamid Drake: Live at Willisau & Taktlos

A Former Dialogue, Trinity, Schwandrake, Willisau

Músicos:
Irene Schweizer: piano
Fred Anderson: saxo
Hamid Drake: batería, percusión

Intakt, 2007

Calificación: Dame dos

El hombre siempre esta dispuesto a negar aquello que no comprende (Luigi Pirandello)

Cierta vez invité a un compañero de trabajo a ver una película de Andrei Tarkovsky. El sujeto rechazó el convite respondiendo: “a mí, Tarkovsky no me gusta”. Cuando lo interrogué acerca de sus conocimientos sobre la filmografía del genial cineasta ruso, comenzó a emitir indescifrables sonidos guturales. En un primer momento pensé que estaba citando los títulos en el idioma natal de su creador, pero no tardé demasiado en arribar a la conclusión que su desconocimiento oscilaba entre lo total y lo absoluto. Haciendo aflorar la parte más cruel de mi personalidad, pensé en extirparle la lengua para luego dejar que se desangre en la puerta del cine (Cosmos, para más datos). Sin embargo la razón se impuso y termine adoptando una actitud más comprensiva y tolerante.
Así fue que, antes de proceder a la amputación, le hice un torniquete en el cuello para evitar la hemorragia. La idea era que sobreviviera lo suficiente para… ver todas las películas de Tarkovsky.
Aun cuando pueda cuestionarse la veracidad del relato, su moraleja es irreducible. La diversidad de gustos no molesta, lo que resulta inaceptable es que se funde en la ignorancia y en la falta de un mínimo criterio que la cimiente.
Cuento todo esto para… ¿para qué? Ah! sí…
Para referirme a Live at Willisau & Taktlos del trío de música improvisada integrado por Irene Schweizer, Fred Anderson y Hamid Drake.

Si para usted la música improvisada es como chupar un limón o simplemente prefiere los sabores dulces, amargos o salados… ¡muy bien! Adelante… ¡chupe, nomás! Pero si se escuda en la simplicidad del “no me gusta” sin haber probado lo suficiente, aténgase a las consecuencias. No se imagina lo poco placentera que puede resultar la vida sin lengua, que por otra parte es la herramienta adecuada para… reconocer los sabores (pensó que iba a decir chupar, ¿no?).
La música improvisada suele relacionarse con conceptos como azar o aleatorio, pero no son la misma cosa.
En los inicios del jazz, la improvisación era una habilidad dirigida puramente por el oído; pero a través de los años evolucionó a punto tal, que hoy en día resulta imposible improvisar sin un amplio conocimiento de acordes y progresiones del acorde y de la escala.
La improvisación es la composición inmediata, la creación instantánea de una nueva melodía. Comparado con el arte pictórico, podríamos decir que la melodía representa lo que las formas a la pintura; los acordes, los colores que la llenan y rodean esas formas. Y las gamas de colores que utiliza el pintor son las escalas y los recursos por los cuales se seleccionan las notas de la melodía y los tonos del acorde.

En la improvisación hay que tener cuidado de no confundir música con pintura porque todo puede terminar en un enchastre. En un principio, la improvisación en el jazz fue un adorno de la melodía, pero gradualmente pasó a centrarse en los tonos del acorde, así hasta la llegada del bebop en donde la improvisación golpeó en el lugar más profundo: la progresión de la escala. En la libre improvisación, el ejecutante suele adquirir la técnica tradicional de su instrumento, pero ése sólo es el punto de partida. Es un proceso recíproco recursivo en el que la concepción musical y las posibilidades más extendidas de su instrumento se nutren entre sí. La música improvisada es inseparable del instrumento. Es la libertad creativa frente a la rigurosidad de los conocimientos adquiridos sobre técnicas, armonía, contrapunto, etc.
No es un acto físico de memoria muscular. La improvisación es una mentalidad colectiva en el ejercicio de la creación en donde cada músico aporta sus gustos y conocimientos, pero cuyo resultado es el encuentro de los mismos y una recontextualización que hace mutar el discurso individual por otro de carácter cooperativo.

Live at Willisau & Taktlos registra dos actuaciones del trío conformado por Schweizer, Anderson y Drake. Una, llevada a cabo el 28 de agosto de 2004 durante el Jazz Festival Willisau y otra durante el Taktlos Festival de Zurich el 28 de marzo de 1998.
A Former Dialogue es un extenso dueto entre el piano de Schweizer y la batería de Hamid Drake. Una fenomenal excursión desde la primera nota en donde el vocabulario de ambos resulta un claro exponente de la herencia africana en el jazz, albergando la riqueza rítmica y la elasticidad de la música afro-negra pero combinada con la sofisticación proveniente de la tradición clásica europea. Schweizer y Drake alcanzan un impecable nivel de comunicación y obtienen en el ejercicio de su creatividad colectiva una elegante interacción. La tendencia percusiva en el discurso pianístico de Schweizer y el fluido, flexible y a la vez poderoso despliegue de Drake, se manifiestan en un lenguaje común conectado a las raíces africanas, en cuyas fuentes abrevan. Otro factor que sorprende es la similitud en el vigor expresivo, pese a que las edades de ambos músicos están separadas por más de tres décadas.
Muy pocos tienen la valentía de asumir el paso de los años. Sin ir más lejos, hace tiempo que sólo festejo mis cumpleaños… bisiestos. Schweizer, con sus 67 años, tiene una vitalidad conmovedora. Lo que comprueba, además, aquella teoría que indica que las mujeres viven más que los hombres… especialmente las viudas.

En Trinity se suma el saxo de Fred Anderson. En sus casi treinta minutos de duración nos encontramos con un poderoso torrente de expresividad que parece apelar más a lo abstracto que a la emoción directa. Con la incorporación de Anderson, la interacción dinámica se intensifica sin alterar su esencia. Un viaje intrigante, oscuro, espacioso, denso y penetrante en el que la audiencia supera con firmeza la sensación inicial de sorpresa hasta alcanzar un estado de éxtasis colectivo.
En Schwandrake, Anderson desarrolla líneas modales, Schweizer incorpora motivos sudafricanos y estructuras del bebop derivadas de Monk, una métrica disonante y libre experimentación polirrítmica, a lo que Drake brinda un adecuado marco sensitivo. Una improvisación interactiva que realza la espontaneidad del discurso.

El disco cierra con Willisau, tema que conserva una fuente anárquica con variaciones de nivel dinámico y un juicioso empleo del silencio. Con un esqueleto armónico especifico y estructuras rítmicas que admiten alteraciones y sustituciones dentro de un marco definido, en donde la inventiva de los fraseos no tiene un carácter meramente procesal sino que son utilizados para generar sorpresa y expresividad sin alejarse demasiado del oyente. En la improvisación existe un factor social, ya que es la experiencia de cada músico expresada en un mismo momento y lugar. El que escucha podrá concentrarse en un músico u otro (preferentemente el solista) pero la mejor forma de entender lo que está pasando en una improvisación es apreciar la interacción dinámica.
Es una representación de la relación entre el hombre y su propia conciencia. Un océano simbólico de cuyas profundidades se obtiene aquello que es más importante para establecer contacto…
Ése es el concepto argumental de… Solaris, la película de Tarkovsky. Porque de eso hablábamos, ¿no? Al fin y al cabo, tanto en la creación cinematográfica como en la musical, debe tenerse en cuenta la frase de Evan Parker incluida en el booklet de este disco: No es suficiente llegar a la mesa con hambre. Además, debes tener algo para comer.

Sergio Piccirilli

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