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Peter Hammill: Singularity
Van der Graaf Generator: Real Time – Royal Festival Hall

Peter Hammill: Singularity

Our Eyes Give it Shape, Event Horizon, Famous Last Words, Naked to the Flame, Meanwhile My Mother, Vainglorious Boy, Of Wire Of Wood, Friday Afternoon, White Dot

Músicos:
Peter Hammill: Todo

Fie!, 2006

Calificación: Sinuoso

Van der Graaf Generator: Real Time –  Royal Festival Hall

CD 1: The Undercover Man, Scorched Earth, Refugees, Every Bloody Emperor, Lemmings, (In the) Black Room, Nutter Alert, Darkness
CD 2: Masks, Childlike Faith In Childhood's End, The Sleepwalkers, Man-Erg, Killer, Wondering

Músicos:
Peter Hammill: voz, guitarras, teclados.
Guy Evans: batería
Hugh Banton: órgano
David Jackson: saxos y flauta

Fie!, 2007

Calificación: A la marosca

La máquina electrostática conocida como generador de Van der Graaf (algunos dicen Graaff), fue inventada por Robert Jamison Van der Graaf en 1929 (hay quienes sostienen que en 1931), con el objeto de generar voltajes elevados para experimentación en Física Nuclear.
O bien, se trata de un electróforo de funcionamiento continuo.
Se basa en los fenómenos de electrización por contacto y en la inducción de carga. Este efecto es creado por un campo intenso y se asocia a la alta densidad de carga en las puntas.
Desde su creación no sufrió modificaciones sustanciales.

GeneradorEstá claro entonces a qué remite el nombre de la agrupación Van der Graaf Generator.
El cuarteto ha marcado, desde 1968 y hasta 1977 (en realidad hasta enero de 1978) una marca indeleble en el rock. Iba a poner rock sinfónico o progresivo, pero a esta altura me parece una falta de respeto circunscribir a VdGG a un rótulo tan vilipendiado y castigado, en particular desde finales de los ‘70s.
Por supuesto que su derrotero los ubicó en las mismas bateas que Yes, ELP, Genesis y fundamentalmente King Crimson.
Pero (voy a hacer algunas afirmaciones incomprobables, pero el que avisa no es traidor), Van der Graaf Generator tuvo un valor agregado indisimulable: la pluma y la privilegiada garganta de Peter Hammill, su indiscutido líder.

Dicho esto, comencemos con la última entrega discográfica del querido Pedro.
Desde hace algunos años, los álbumes en estudio de PH no logran conformarme del todo. En cada uno hay gemas que luego, en concierto, toman dimensiones siderales. Pero desde Fireships (1991) y tal vez Roaring Forties (1994), Hammill parece estar en una constante transición. What, Now? de 2001 levantó y mucho la puntería; y además tuvimos sus discos en vivo, impecables tanto Typical (1999) como Veracious (2006).

Singularity es en estudio. Y lo hace todo Pedro, además: cantó, tocó, grabó, procesó y produjo.

No nos extenderemos demasiado. El optimismo (el del músico) se hace presente en el track de apertura, Our Eyes Give It Shape. El tema es potente, nada del otro mundo. Event Horizon es una típica balada hammilliana de las que he conocido mejores. Cierta experimentación sonora se hace presente en Famous Last Words, donde la historia hace hincapié en un artista que se despide de su audiencia. Buena letra, pero nuevamente el exceso de instrumentación juega en contra.

En Naked To the Flame aparece todo lo necesario para adivinarla dentro del repertorio en vivo. Cuánto mejor si a la guitarra acústica se la hubiera dejado solita y sola…

Dijimos que no nos extenderíamos demasiado, así que diremos que Vainglorious Boy es un tema tremendo, de lo mejor del disco. Friday Afternoon, con su simpleza, también es para anotarla en el “haber”. Y White Dot, enigmático y atrapante cierre del CD. En cambio Meanwhile My Mother y el breve instrumental Of Wire, Of Wood, poco aportan a la causa.

Singularity no es un mal disco.

Pero tampoco se sitúa entre el Top 10 Hammilliano.

 

Muy diferente es la historia con Real Time.

Desde este site confesamos que no nos resultaba agradable la idea de la reunión de Van der Graaf a casi 30 (¡treinta!) años de lo que era su separación definitiva. El Generador reapareció en el 2005, con disco doble en estudio y giras que no los han traído por estas tierras.

El álbum en cuestión, Present, fue reseñado en su momento. No obstante, luego de ver la presentación en el Rockpalast recurrí a mis conocimientos de filosofía para exclamar: “¡qué lo parió!”.

Pero la vida en VdGG es tumultuosa. El saxofonista y flautista David Jackson se alejó de la banda que, por razones obvias, se redujo a un trío.

Y Real Time es un disco doble que refleja el comienzo de la gira del grupo en el 2005.

El tíitulo del álbum tiene su explicación: si bien, a decir del propio Hammill, luego habría shows mucho mejores que éste, la idea fue no retocar lo interpretado sobre el escenario independientemente de los errores (que los hay… y muchos).

Y si algo hay que reconocerle a Hammill es su generosidad o, al menos, la delicadeza. Cuando se presentó por primera vez en la Argentina, hace unos 15 años, brindó dos espectáculos en los que el repertorio fue totalmente diferente. Al preguntarle el por qué de la decisión, nos contestó: “supuse que muchos irían a los dos shows, así que me pareció atinado no brindar dos conciertos similares”.

Y Real Time no tiene ningún tema que figure en Vital, del ’78. Porque si bien interpretan The Sleepwalkers en ambos, en Vital está incluido en un medley. Y el disco Maida Vale no cuenta ya que es material interpretado en los estudios de la BBC para su difusión radial.

Nota a la rodilla (para el pie falta): tanto Vital como Maida Vale son absolutamente recomendables… y diferentes.

 

En el álbum que nos ocupa hay para todos los gustos. Temas de The Least We Can Do Is Wave to Each Other (Darkness y Refugees, 1970), H to He Who Am the Only One (Killer, 1970), Pawn Hearts (Lemmings, Man-Erg, 1971), Godbluff (The Undercover Man, Scorched Earth, The Sleepwalkers, 1975), Still Life (Childlike Faith In Childhood’s End, 1976), World Record (Masks, Wondering, 1976) y Present (Every Bloody Emperor,  Nutter Alert, 2005).

Hay un tema de la carrera solista de Hammill: (In the) Black Room, de Chameleon In the Shadow Of the Night, 1972. Y no fueron de la partida The Aerosol Grey Machine (1968) y The Quite Zone, the Pleasure Dome (1977), curiosamente primer y último álbum de la banda. Es más, hay quienes dicen que The Quiet Zone… fue más un disco solista del cantante que uno del grupo. Y la verdad… puede ser.

 

El primero de los compactos comienza con The Undercover Man, un canto a la amistad, pero siempre desde su elevada escritura, claro está. ¿O pensaban encontrárselo a Bucay? Gran comienzo. Pero gran comienzo gran. Están enterísimos. No parece cierto que la voz de Pedro tenga, a la fecha del concierto, 57 años. Sigue siendo el mejor cantante de rock de la historia. Por supuesto que esta afirmación me pertenece.

Y me peleo con cualquiera.

Al igual que en Godbluff, pegan Scorched Earth. La elección de estos dos temas para la apertura no parece casual, ya que Godbluff fue el disco que marcó el regreso de la banda en 1975 luego de su separación en el ’71. Aquí Evans entra a destiempo y lo soluciona de tal manera que cambia el tempo del tema y todos se acoplan. De a poco el caos se va apoderando del disco. Banton sostiene todo desde el órgano mientras Evans y Jackson juegan a los terroristas. Hacia el final, la contundencia del cuarteto es… contundente.

Pongámonos de pie. Llega el himno: Refugees y las primeras palabras de un Hammill emocionado. El comienzo, a dúo entre Banton y Jackson en flauta es el caldo de cultivo justo y la prueba de fuego para ver, realmente, cómo anda Pedro de la gola.

Está impecable.

Y arriesga.

Y gana.

Por goleada.

Sólida intervención de Evans que, solito con Banton, se bancan una buena parte del tema.

 

Llega el primero de los dos temas de Present, Every Bloody Emperor, feroz crítica a ¿ciertos? gobernantes que tienen en sus manos nuestros destinos… y algo más. Muy buena versión.

Se viene Lemmings con sus toques jazzísticos rayanos en el free hasta que la guitarra de PH marca el rumbo… y el caos. Y el descontrol. Y los desajustes, que ya los estábamos extrañando. Parece mentira que entre los cuatro sumen, aproximadamente, 240 años.

Esto es Rock, señores.

 

La tónica se sostiene en (In the) Black Room. La complejidad de las composiciones, si bien se prestan a cierta desincronización, se resuelve de una manera tan natural que asombra. Con Nutter Alert, los ya-no-tan-muchachos se relajan… pero no mucho, no vaya a creer. Y el primero de los CD’s se cierra con un patadón ahí donde usted sabe: Darkness.

Banton comanda la nave desde los pedales de su órgano. La calma inicial estalla y conmociona escucharlo gritar (sí, gritar) a Hammill: “Bless the baby born today, flying in pitch, flying on fear”. La remata Jackson con un tremendo solo en saxo tenor. No sea irrespetuoso y póngase de pie usted también. Sí, de nuevo.

Estoy exhausto y recién voy por la mitad. No sé si me explico.

 

El segundo de los CD’s comienza con Masks, del que fuera el único LP (Long Play, Larga Duración, vinilo, etc.) de Van der Graaf editado en la Argentina. Gran versión, muy superior a la original, Con Jackson en gran forma aunque a decir verdad, el clima que aporta Banton es “el” tema. Y la voz de Pedro, claro…

Chidlike Faith In Childhood’s End fue siempre, y desde su título, un tema que siempre llamó mi atención. Uno de esos favoritos personales que no son clásicos del rock, ni del grupo… de ésos que hasta es difícil encontrar en los bootlegs. La expectativa me superó y en una primera escucha necesité algo mejor. Por ejemplo, escucharlo nuevamente. Probablemente no sea de lo mejor del álbum y hay versiones mejores; pero el tema es tan, pero tan bueno, que resiste los desajustes y los pifies (en especial de Evans, quien parece sufrir un brote de suprema excitación). Porque no empieza bien, pero cuando engranan…

Dicho está: para los puristas no será de lo mejor del álbum. Pero con lo antedicho, es uno de mis favoritos. Y tal vez uno de los temas más “VanderGraafianos” del grupo.

La ovación que le sigue al finalizar el tema, juega en mi favor. Calenchu.

Y al toque… otro de esos temas indestructibles: The Sleepwalkers. Acá la gastan todos, pero Jackson parece particularmente inspirado. El largo y épico final invita a marchar con los sonámbulos revoleando remeras al grito de “Peter IS the Power”.

Porque… ¿se puede cantar así?

¿Se puede?

Mortales todos, tengo malas noticias para ustedes: Pedro puede.

 

Hammill vuelve a dirigirse al público y, emocionado hasta los tuétanos, dice “estamos muy agradecidos de que crean en esto”.

Otro palazo: Man-Erg.

Y se hace difícil no reiterar conceptos. Me cuesta creer esto del Real Time. No paro de asombrarme ante la potencia y expresividad de “la” voz.

Y no hay paz… llega Killer.

Hammill andaba por los 20 cuando tiró estas líneas: “Así que vivís en el fondo del mar y matás todo lo que se te acerca. Pero estás muy solo, porque los demás peces te temen (…) Ahora yo, realmente, soy como vos, porque asesiné todo el amor que tenía”.

Y Banton que entrega su mejor faceta en una versión aceleradísima e increíble. Y Jackson (te vamos a extrañar…) que vuelve a enloquecer. Y Evans que los apura a todos. Y Pedro

Una más: la preciosa Wondering, cuya letra pareció haber sido escrita no para un álbum de 1976, sino para esta inesperada reunión.

He escrito mucho, lo sé.

Y he dejado cosas afuera.

Y probablemente usted, lector, no comparta los conceptos aquí vertidos.

Pero… ¿sabe qué?

He escuchado varias veces Real Time y no dejo de conmocionarme.

Si a usted le pasa algo parecido coincidirá conmigo en que, musicalmente hablando, pocas cosas pueden acercarnos tanto, pero tanto, a eso que llaman felicidad.

 

Marcelo Morales

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