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Chick Corea & Béla Fleck: The Enchantment

Señorita, Spectacle, Joban Dna Nopia, Mountain, Children’s Song #6, A Strange Romance, Menagerie, Waltse For Abby, Brazil, The Enchantment, Sunset Road

Músicos:
Chick Corea: piano
Béla Fleck: banjo

Concord, 2007

Calificación: Está más que bien

Durante un tiempo largo, tenía una camiseta impregnada en la piel que decía “Corea”.
No es que estuviera fanatizado con el país asiático. No señor. Simplemente que desde que escuché Romantic Warrior (Return to Forever, 1974), el pianista Chick Corea se transformó en un referente de las teclas. Luego vino el impacto ochentoso de la Elektric Band y el cable a tierra de la Akoustic. Entregas en solo piano, intentos de regreso a las fuentes, homenajes, la alianza con Gary Burton, infinitas colaboraciones, decisiones acertadas y de las otras.
Algo hay en el sonido acústico de Corea que (me) encanta.
Oro tanto me sucede con Béla Fleck y su banjo. Al Béla lo descubrí bastante después, cuando la tapa de Flight of the Cosmic Hippo (junto a los Flecktones) llamó poderosamente mi atención. Más aún al enterarme de que la banda (¿de jazz?) era liderada por un banjoísta.
A principios de la década del ’90, Fleck invitó a Corea a participar en un par de sus discos. El pianista retribuyó la gentileza (una década y media después) convocándolo a participar en Rendezvous in New York.
Es decir… se conocen.
Bastante.

Debemos aclarar que The Enchantment es realmente un disco hecho a dúo. No hay sobregrabaciones, ni pistas, ni nada que no sean los dos instrumentos. Afortunadamente, cada uno se dedica al suyo.
El pianista aporta 4 composiciones y Fleck seis. La restante es una versión de Brazil, de Ary Barroso y Sidney Russell.
También quiero comentarles que no esperaba uno de esos discos en los que se inventara nada. Imaginé un álbum en el que dos tipos que se respetan y mucho entre sí, se juntarían a tocar por placer. Y por algunos dineros también. Pero a priori la unión, que hace la fuerza, no parece aquí forzada.
Ambos son músicos prestigiosos, virtuosos, exitosos. Y en estos casos también cabe esperarse lo peor.
O la gloria.

Sin mirar los créditos, es fácilmente reconocible la pluma del pianista en Señorita. Hasta los yeites se le notan. Pero es un buen indicativo de hacia dónde apunta el álbum. De la misma manera, Spectacle es un “casi western” veloz comandado por su autor, el Béla, donde Corea no omite alguna cita… ¡al tema anterior! El último minuto es de gran belleza sin dejar de lado el jolgorio.
Joban Dna Nopia es, después de una generosa intro, una clara muestra de agilidad contenida entre dos virtuosos. Un gran momento llega con Mountain, con su aire “oriental” (una obviedad tratándose de Corea, perdón…). Una melodía que, les parecerá bizarro, pero me recuerda a Stevie’s Spanking, aquel tema de Frank Zappa dedicado a Steve Vai en Them or Us (aquél que traía “Be in my Video”, ¿recuerdan?). No obstante, y con las comparaciones arbitrarias de lado, el tema es bellísimo y de más está decir que ejecutado de perlas. Un momentazo. Casi un hit single. Bueno… se entiende, ¿no?
Seguimos en ascenso con la versión del clásico del pianista, Children’s Song #6 donde, además, se cita a sí mismo. Y está bien. Fleck se compromete, Corea se libera y siento que hay un compromiso real en ambos músicos.
A Strange Romance remite a una danza de Europa del Este. Pero es una composición del banjoísta. Con idas, venidas, marchas, contramarchas, aceleraciones y frenadas. Y si bien el camino lo indica Béla Fleck, el pianista se apropia de la canción y la hace momentáneamente suya.
En Menagerie salen a buscar el partido apoyados en la gran defensa que suele ser la mano izquierda de Corea. Acá sí que hacen gala de todo virtuosismo todo. El pianista realiza otra gran intervención y se adivina una bienvenida complicidad entre ambos.
La calma llega con Waltse for Abby. Que, de tan agradable y naif, bien podría no haber estado.
En Brazil aparece cierta tendencia “demostrativa” que no molesta pero poco aporta.
The Enchantment (el tema) brinda uno de los momentos más reflexivos del álbum. Pero no uno de los más interesantes. Pasa. Sin pena, sin gloria, sin dolor, sin éxtasis. Pasa.
El último tema es un clasicazo de Béla Fleck, Sunset Road, que apareciera en el álbum debut de los Flecktones (1990) y en el doble en vivo Live Art. Desestructurado desde el mismo inicio, la melodía es más sugerida que interpretada. Una suerte de libre variación. Es un muy buen cierre para un disco que suena honesto, independientemente de aciertos y desaciertos.
Sin dudas que entre ellos se respetan. Mucho.
Pero, lo más importante, es que nos han respetado a nosotros.

Marcelo Morales

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