El Ojo Tuerto

Javier y Walter Malosetti: Moderna Tradición

La Trastienda – Buenos Aires
Jueves 27 de Septiembre de 2007 – 21:00 hs.

Al ingresar al recinto nos aclaran “parado, atrás de las mesas”. Oooops… esto implicaba, en principio, dos cosas: que La Trastienda estaba repleta de gente y que se nos iba a complicar tomar apuntes. Los como-uno no somos generalmente bien vistos por el público. Para la gran mayoría, vamos “de garrón” y no a trabajar. Convengamos que muchas (demasiadas) veces… es cierto. Pero como no podemos ir con el apabullante currículum de nuestras bondades bajo el brazo… porque no lo tenemos… pensamos en apelar (¿apelar… fuimos declarados culpables?) a la solidaridad de algún asistente o a la buena fortuna.
Porque se presentaban padre e hijo. Y, de alguna manera, quienes se acercaron al reducto de la calle Balcarce sabían esto. Y el comportamiento, la predisposición, la actitud… ¿no se verían afectadas para bien ante el evento?
Duda sempiterna.

Lo cierto es que en principio me sentí como un leñador de bonsai; o, si prefieren, chichón del piso (tengo más: inspector de zócalos, Acquaman de pecera, rodilla de Pulgarcito y así…). De pronto, divisamos una silla de las altas, desocupada, arrimada a una mesa. Nos acercamos y respetuosamente preguntamos si estaba ocupada o reservada o algo. Gentilmente (¿no les dije?) cedieron el taburete con respaldo y lo retiramos unos dos metros, pegándonos a una de las paredes laterales (porque uno es un intruso pero nunca un metiche). Y nos sentamos.

Ya eran las 21:15 hs. y seguía entrando gente. De pronto, una señorita entrada en flanes que había, vaya uno a saber por qué, prestado atención a la escena de la silla, me dice que no, que no la use, que si viene la persona… bla bla bla…
Intentamos (intenté) un diálogo pero la niña parecía dura de entendederas, por lo que procedimos a negociar. Yo la uso, pero si viene el fulano o fulana, reintegraba el asiento a su posición anterior. La idea no le gustó, parece, porque al llegar su propio acompañante propio, ninguno de ambos dejó de mirarme de soslayo durante un buen rato como si fuera (yo) Bin Laden.
En eso, la turbamulta que sigue su victorioso ingreso. Me felicité. La silla hubiera sido secuestrada de cualquier manera. Sí. De cualquier manera. Pero Murphy no descansa. Tres señoritas muy bien parecidas (¿serían trillizas? se pararon justo delante de un servidor. Entre las tres medían seis metros quince, o sea… más de dos metros per cápita. Afortunadamente se pusieron hombro contra hombro, así que con una interesante y esforzada rotación del cuello (unos 28º, aproximadamente) podía ver… algo.
Cuando Las Tres Niñas me vieron cuaderno en mano, solidarizáronse corriéndose hacia la pared, por lo que mi campo visual y auditivo quedó en condiciones óptimas para la faena.

A las 21:45 hs. ingresan los intérpretes. Se hacen mimos, pero don Walter se hace el arisco. Cada vez que Javier Malosetti (durante toda la noche, bajo eléctrico) actuó como invitado de papá Walter (durante… eso…, guitarra eléctrica), se sucedieron buenos momentos. Pero estamos ante otra cosa: un show montado por ambos y para ambos, con el compromiso de grabar las funciones para la posterior edición de un álbum.
Toma la delantera Walter; a los pocos minutos, los roles se invierten. Ambos, sentados al centro del escenario, cómplices y chicaneándose permanentemente desde el vamos. La apertura fue con Some of These Days, de Shelton Brooks (esto último “soplado” por el guitarrista).
Primera de las amenas y por momentos inspiradas intervenciones locutorias de Javier para mofarse de los que tomamos apuntes. Decenas de pares de ojos (me parece que) apuntan sobre este escriba. Intenté devolverles la mirada a todos a riesgo de quedar mimetizado con el presidente K, pero ya habían comenzado con Blue Monk. Walter la gasta; Javier lo sigue respetuoso, extasiado, orgulloso, embobado. Y lo invita a cabalgar a papá. Papá acepta y encara. Javier hace de eco. Dialogan. La pasan bien. Yo también.

El bajista se acompaña tarareando en el comienzo de How About You; maneja los tiempos y Walter acata esperando su turno. Mucha complicidad. Pero mucha.
Cuarto y último tema de este primer segmento. All of Me debe ser uno de los temas que más tocó Walter sobre un escenario. Uno de sus discos lleva ese título; pero cuando quieren presentarlo, ninguno acierta con el autor; Javier se sincera y dice “no nos acordamos del autor, pero empieza con un arreglo que agarrate…” Y es cierto nomás. Walter toma nuevamente la delantera y la versión no tiene desperdicio. Ah… el tema fue compuesto por Gerald Marks y Seymour Simons. Y en el disco All of Me, de don Walter, hay registro de una grabación del tema ejecutada por padre e hijo.

Primer invitado de la noche, “un bomboncito espectacular”, el baterista Oscar Giunta. Avanzan con Neco Blues (incluido en Relax, otro de los discos del guitarrista). Aquí por supuesto la historia es muy otra. La base rítmica se divierte mientras que Walter sigue haciéndole caso a nadie. O sea… está en la suya. Y está bien. Giunta se muestra preciso, sobrio y maduro. Continúan con Relax (el tema), con el guitarrista como gracioso maestro de ceremonias. Promediando la versión, Javier intercala unos versos de (creemos) I Can’t Give You Anything But Love.
G-Blues, de Joe Pass se transforma en una potente y festejada versión, con el baterista echando el resto intercambiando complicidades gestuales y musicales con los Malosetti.

Quedó el guitarrista solo; y si el buey solo bien se lame, el Walter solo bien la gasta. Hay una rara poesía en esos dedos.
Entra Javier que, se sabe, puede hacerlas todas; pero prima la mesura mientras canta A Quiet Place. Hay una rara energía en esos dedos.

Llegó el momento del segundo invitado, el también baterista Pepi Taveira, casi uno más de la familia. Se nota fácil y claramente, no sólo por las chicanas que le tiran sino por cómo se acopla al dúo. On the Sunny Side of the Street brinda otro gran solo de Javier y notables sutilezas de Taveira. Swing a pleno en There Will Never Be Another You, otro highlight de la noche en veloz versión y con gran performance del baterista.
El cierre oficial es en dúo con Blues for Walter, tema que Jim Hall le escribiera al Malosetti mayor, que lleva la voz cantante mientras Javier no oculta (ni le importa hacerlo) su emoción y orgullo.


El bis reservado fue Shine, tema de Lew Brown y Ford Dabney, con Walter “alla” Charlie Christian y Javier “alla” Jaco Pastorius.
A dos horas del comienzo, final con larga y merecida ovación.
La verdad sea dicha: íbamos con ciertas expectativas de que íbamos a pasarla bien. Pero de verdad que hemos sido sorprendidos más que gratamente. Los Malosetti han demostrado ser dos músicos que se encuentran en gran forma y que se potencian. Porque en esta oportunidad, el resultado final fue mayor a la sumatoria de las partes.
Y además… se divierten.
Afortunadamente, nosotros también.

Marcelo Morales

Notas relacionadas:
El Ojo Tuerto: Javier Malosetti – Buenosetti

Por Los Codos: Javier Malosetti

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *