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Daniel Sadownick: There Will Be a Day

Dedication, Softly as in a Morning Sunrise, Bronx Bop, A Kiss that Whispers, Urban Scene, There Will Be a Day, Paths, The Moon Has Flown, Steady

Músicos:
Daniel Sadownick: percusión, bajo fretless
Michael Karn: saxo tenor
David Binney: saxo alto
Joe Magnarelli: trompeta
Rob Bargad: piano
Scott Colley: bajo
Daniel Freeman: batería
Kenny Wollesen: percusión
Keve Wilson: obo
Morley: voz

In time records, 2008

Calificación: Está bien

El secreto de una vida plena es tener más comienzos que finales (Dave Weinbaum)

El álbum There Will Be a Day marca el debut como solista del sobresaliente percusionista Daniel Sadownick. Inicio que se intuye tardío en consideración a su extensa y destacada trayectoria como sesionista, que incluye grabaciones y giras con Screaming Headless Torsos, Al Green, The Roots, Michael Brecker, Billy Idol, Pat Martino, Nicholas Payton, Raúl Midon, Dennis Chambers y Christian McBride.
Los cambios son procesos que toman su tiempo ya que implican un ajuste, una crisis y una adaptación. De todas maneras, manejar o dominar la natural resistencia al cambio es la única forma de seguir creciendo. Seguramente, para un músico como Sadownick -habituado al rol de secundar a otros- el asumir la responsabilidad de la exposición que representa un liderazgo no debe haber sido tarea sencilla.
El acostumbramiento a la contención siempre maximiza las dificultades para la aceptación de un cambio. Cuando la vida nos enfrenta a la disyuntiva del cambio, es muy probable que nuestra primera percepción ante éste sea preocupación por la posible pérdida de seguridad que dicho cambio puede representar.
Algunos especialistas en el tema afirman que el único cambio que el ser humano disfruta es el del pañal. Es cierto, yo lo disfruté plenamente hasta que mi mamá se opuso a continuar con ese placentero ritual cuando cumplí dieciocho años.
Jamás se lo perdoné. Todavía me cuesta aceptar la idea de que ella ya no me cambie los pañales y que… otras mujeres tengan que hacerlo ocupando su lugar.
En todo cambio hay un duelo y una secuencia evolutiva que inicia con la negación a asumir que las cosas han cambiado y continúa en una etapa de cólera en la que exteriorizamos la forma de lidiar con una realidad que ya no podemos negar. Luego progresamos hasta la “negociación” en la que nos quejamos internamente como una incipiente forma de asimilación al cambio. Más tarde desembocamos en una depresión transitoria en la que se materializa el cambio, para finalmente devenir en un estado de aceptación y crecimiento en el cual empezamos a experimentar cierta tranquilidad con el cambio, que expresa una auténtica conciliación con nosotros mismos. La verdad es que no sé por qué me pregunta todo esto, pero ya que estamos le digo que el cambio de sesionista a líder llevado a cabo por Sadownick fue mucho menos traumático.
O todo lo contrario, fue más traumático. Para qué le voy a mentir… no lo sé…

En esta nueva etapa de su carrera, Sadownick optó por eludir la experimentación extrema y la pretensión desmedida para seguir el camino del conocimiento asimilado y el de las seguridades adquiridas. Conocimientos y seguridades que le permitieron observar, desde la perspectiva del percusionista, que su instrumento aplicado al jazz estaba limitado a géneros y estilos específicos.
En tal sentido, There Will Be a Day compendia las, a entender de Sadownick, ilimitadas posibilidades de la percusión para adaptarse a contextos diversos.
No obstante, esa especie de relegamiento o limitación sufrida por la percusión registra antecedentes históricos que no sólo se circunscriben al jazz. Siendo la percusión una de las herramientas relacionadas con las músicas más antiguas que existen, llama la atención que hasta el siglo XVIII la única percusión incluida a nivel orquestal fueran los timbales. Recién a raíz de la llegada a Europa de la moda Turca, fue que las orquestas introdujeron instrumentos percusivos como triángulos, cajas, bombos y platillos. Retrocediendo aún mas en el tiempo hasta ubicarnos en los albores de la historia, hallamos constancias de que nuestros ancestros hacían percusión golpeando huesos, piedras y maderas en sus juegos y rituales religiosos o simplemente para divertirse o para acompañar cantos rudimentarios en los que se emitían gemidos, gritos y sonidos guturales. Tal vez, quienes golpeaban piedras y maderas lo hacían sobre los que cantaban, de allí los gemidos, gritos, etc. En definitiva la percusión, victima de otro relegamiento histórico, no cuenta con registros y reseñas confiables de ese inmemorial y estrecho acercamiento entre el hombre y los instrumentos percusivos.

There Will Be a Day abre con Dedication, un agitado solo de percusión interceptado por efectos y una cinta pregrabada que incorpora el tema de Chano Pozo Rumba en swing (si no tiene swing) en la interpretación de Machito and his Afro Cubans.
Sigue con una sentida relectura del clásico de Sigmund Romberg y Oscar Hammerstein Softly as in a Morning Sunrise. Un enfoque apegado a la ortodoxia del latin-jazz que opta deliberadamente por la precisión en detrimento de la exploración innovadora. El contrabajo de Colley y el piano de Bargad se enlazan en un pesado ostinato que sustenta el ingreso de los vientos. Estos evolucionan hasta configurar la línea melódica principal sobre la que se deslizan atinados solos de saxo y trompeta a cargo de Karn y Magnarelli, respectivamente. Buen aporte de Freeman en batería y un impecable Sadownick manifestando su capacidad para adjudicarle a la percusión un rol protagónico sin que llegue a ser invasivo en términos armónicos. Una versión sobria, clara y precisa. Bronx Bop ofrece una dosificada utilización de tempos rápidos provenientes de la música antillana, en la que confluyen en perfecto equilibrio solos en forma de riffs y una suerte de falsa polirritmia que testimonia una clara influencia de ritmos afrocubanos. Así, hasta constituirse en una aggiornada revisión de los conceptos del bop en comunión con el latin-jazz.

El término latin-jazz es por demás explicito, basta acudir al diccionario para entender sus características esenciales. La palabra “jazz” describe a un género de música derivado de ritmos y melodías afroamericanos, en tanto que “latín” es…
es una lengua hablada por los antiguos romanos de la cual derivan las actuales lenguas romances, o sea que podríamos deducir que latin-jazz es un romance entre los antiguos romanos y los afroamericanos que empezó con música y siguió con la lengua… ¡Pero no! ¡Nada que ver! Y digo esto sin subestimar la habilidad de la lengua de los antiguos romanos y mucho menos ignorar el enorme tamaño de las aptitudes que distinguen a los afroamericanos. Dicen… no me consta. Lo aclaro porque después la gente comenta y se corre el rumor de que en El Intruso le andamos midiendo las aptitudes a los afroamericanos… y a otros… y que nos gusta hacerlo.
Usted sabe, la gente se va por las ramas y empieza a decir cualquier cosa… estee…
El latin-jazz es una rama del jazz que se nutre de ritmos africanos y caribeños originados a finales de los años cuarenta cuando Dizzy Gillespie y Stanton Kenton comenzaron a combinar el ritmo y la estructura de la música afro-cubana, ejemplificada por Machito y sus Afro-Cubans, con instrumentos de jazz.

A Kiss that Whispers construye una exótica atmósfera de pausados movimientos y sutiles contornos melódicos, acentuados por la inclusión en la paleta de sonidos del oboe de Keve Wilson, el aporte percusivo digno de un orfebre a cargo de Sadownick y los sutiles fraseos del piano de Bargad. Todo coronado en una coda de contornos difusos. La afable Urban Scene dibuja un crescendo melódico que evita intencionalmente explotar al desvanecerse en un extemporáneo fade. There Will Be a Day enuncia un postulado estético asociado al mainstream que propicia una especie de deja vu armónico. Las atrapantes cadencias de Path manifiestan un cabal conocimiento de los códigos inherentes al latin-jazz, mientras que The Moon Has Flown reitera fórmulas pero permitiéndose una transmutación en blues, que admite lejano parentesco con ciertos aspectos de la música de John Coltrane. El álbum cierra con Steady, un dueto entre la percusión de Sadownick y la sugestiva voz de Morley Kamen unificado en una imaginaria danza tribal que orbita sobre el poema A prayer for within.

Los estudiosos del tema aseguran que todo proceso de cambio nos expone al denominado Síndrome del Titanic. Fenómeno que describe la tendencia a fracasar no por debilidad sino por la propia inercia que impide alterar el rumbo con la rapidez necesaria. No fue el caso de Sadownick, quien en su debut como líder manifestó objetivos claros y precisos. Como si fuese el experimentado capitán de un navío, dirigió su embarcación a puerto seguro a través de la ruta más conveniente y directa.

No hay ningún viento favorable para quien no sabe a qué puerto se dirige (Arthur Schopenhauer)

Sergio Piccirilli

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