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Dan Weiss Trio: Timshel

Prelude, Stephanie, Always Be Closing, Frederic, Teental Song, Crackradar, Interlude, Florentino and Fermina, What Do You Want to Be When You Grow Up?, Timshel, Dream, Postlude

Músicos:
Dan Weiss: batería
Jacob Sacks: piano
Thomas Morgan: contrabajo

Sunnyside Records, 2010

Calificación: A la marosca

El destino es el resultado del ejercicio de tu libre albedrío. (Chandrashekhara Bharati Swaminah)

El libre albedrío es el principio fundacional de las doctrinas filosóficas que sostienen que los humanos tenemos el poder de elegir y tomar nuestras propias decisiones. La existencia del libre albedrío, en oposición al determinismo, ha sido un dilema capital a través de la historia por sus implicancias filosóficas, religiosas, éticas, científicas y psicológicas. En la filosofía hindú, por ejemplo, no hay conflicto entre el libre albedrío y el destino ya que ambas integran el karma del individuo mientras que en la teología cristiana la descripción de Dios como omnisciente y omnipotente supone que no sólo sabe las decisiones que cada uno tomará, sino que además ya ha determinado esas decisiones. En el judaísmo la creencia del libre albedrío es axiomática y está conectada con el concepto de premio y castigo contenido en la Torá; en tanto que en el Islam es la base sobre la cual seremos castigados o recompensados en una vida posterior.
De acuerdo a la lógica clásica el libre albedrío es sólo una ilusión, por cuanto nacimos de padres que no escogimos, en un tiempo que no elegimos y en un hábitat que no hicimos. Sin embargo, resulta incuestionable justificar la creencia en el libre albedrío porque al no estar sujetos al determinismo por el cual todos los eventos son resultados inevitables de causas previas, nos volvemos mucho más creativos.
Ergo, podemos inferir que si una creencia nos hace más creativos y el hecho de no creer en ella nos hace menos creativos, entonces estamos ante una evidencia científica de que la creencia es verdadera, o sea: dos más dos son… eh… quiero decir… si “a” es igual a “b” y “b” es igual a “c”… entonces “c” es igual a… La verdad: no “c”.

Resulta indudable colegir que estamos ante un dilema de extrema complejidad y difícil dilucidación. Por ejemplo, cierta vez le preguntaron al filósofo autodidacta Carlos Timoteo Williams si creía que “el libre albedrío existía como entidad ontológica generadora de comportamientos infinitos en la interacción de los parámetros finitos emergentes de los procesos deterministas”. Tras meditar unos instantes, con su habitual sabiduría, dijo: “¿Me repite la pregunta?”. Luego, a modo de reafirmación de conceptos, se dio media vuelta y se fue con su sabiduría a otra parte. Clarísimo.
Lo cierto es que el concepto de libre albedrío y su relación con el poder ingénito de cada individuo para el ejercicio de la creatividad, es un aspecto medular del ideario contenido en el nuevo álbum del Dan Weiss Trio: Timshel.

La relación intrínseca de esos principios se manifiesta en esta obra de manera explícita, tácita y subliminal. Explícita, por cuanto en las liner notes el propio Weiss afirma que: “Somos libres de elegir nuestro propio destino, eso nos otorga el poder innato para crear y ser creativo”. Tácita, en virtud a la analogía entre las aspiraciones estéticas contenidas en este trabajo y los resultados obtenidos; y subliminal debido a las connotaciones implícitas en el título del disco.
Timshel es un término en hebreo al que, según asegura Weiss, se vio expuesto tras la lectura de la novela de John Steinbeck Al Este del Edén. Obra cuya trama, al revivir a través de dos de sus personajes (los gemelos Aarón y Caleb) el relato bíblico de Caín y Abel, parece estar al servicio de profundizar un tema de interés universal como es la libertad del hombre en su obrar moral. El término hebreo timshel, allí aludido, manifiesta que el hombre es libre para elegir su camino a pesar de las huellas del pecado original y de las circunstancias externas que pudieran condicionar su destino.

En el álbum de Dan Weiss, esa noción de libertad creativa toma cuerpo desde su base estructural por cuanto su estética, pese a provenir de un formato recurrente como es el piano-trío de jazz, consigue eludir los convencionalismos tradicionales con ideas renovadoras, originales, refinadas y profundas. Cada una de las doce piezas contenidas en Timshel se basa en fuentes de inspiración diversa; pero al sujetarse a los principios de ilación narrativa y entrelazarse entre sí sin pausas, logran configuran un cuerpo orgánico de trabajo que permite que la obra sea escuchada como una sola pieza y haciendo que cada segmento actúe a las órdenes de un propósito mayor como si se tratara de una suite. Timshel está lleno de desafíos, imágenes, sensaciones e ideas que van revelándose al oyente a través de sucesivas audiciones; pero, además, la alquimia que emerge de esa reincidencia auditiva acrecienta el interés por descubrir su contenido. El álbum dibuja una plástica intercultural en la que confluyen la abstracción y lo mundano, la sensibilidad del jazz y el detalle de orfebrería clasicista, la empatía de la improvisación y la espiritualidad de la música de la India, la sutileza interpretativa y el talento colectivo. En el Dan Weiss Trio, la obtención de esos objetivos se ve facilitada por las incuestionables cualidades de sus jóvenes integrantes.

Dan Weiss es uno de los bateristas más prominentes de su generación y un eximio ejecutante de tabla. Además de liderar su trío, integra el Dan Weiss/Ari Hoenig Duo, comparte créditos con Rudresh Mahanthappa y Rez Abbasi en Indo-Pak Coalition y ha colaborado con Joel Harrison, David Binney, Eivind Opsvik’s Overseas, Carl Maguire’s Floriculture, Chris Tarry, Jen Shyu y Miles Okazaki. En tanto que el notable contrabajista Thomas Morgan ha logrado constituirse en uno de los sesionistas más requeridos de la actualidad y, pese a su juventud, ya acredita participaciones en el Sylvie Courvoisier/Marc Feldman Quartet, el John Abercrombie Quartet, en el Paul Motian Trio 2000+2, el Scott Dubois Quintet, Steve Coleman & Five Elements, el Samuel Blaser Quartet y el trío de Tyshawn Sorey, entre otros. Por su parte, el pianista Jacob Sacks se erigió en una de las figuras más promisorias de la nueva escena del jazz neoyorquino, merced a sus proyectos como líder (Jacob Sacks’ Plaid Fantasy, Jacob Sacks’ Saloon, Jacob Sacks Quintet) y en sus participaciones en el Ohad Talmor’s NewsReel, el Eivind Opsvik’s Overseas y el Ben Gernstein’s Collective.

Timshel abre con el breve y sugestivo Prelude, pieza que instaura un introspectivo y espacioso motif que reaparecerá en distintos pasajes del álbum a la manera de un mantra. Este fragmento se enlaza con la refinada dulzura de Stephanie, una sofisticada construcción armónica en donde la línea de la melodía parece testimoniarse a través de la pausa deliberada, el gesto cromático incorpóreo y la insinuación de texturas.
Con Always Be Closing llega uno de los picos creativos del disco. Allí incorporan una cinta extractada del film de James Foley sobre textos de la pieza teatral de David Mammet Glengarry Glen Ross, obra que reflexionara sobre la salvaje competitividad a las que nos somete el consumismo extremo del sistema capitalista. El trío incorpora un parlamente entre dos de los personajes centrales de la película (Shelley Levene y Ricky Roma, interpretados respectivamente por Jack Lemmon y Al Pacino) como si se tratara de un instrumento más y edifica a partir del ritmo de ese diálogo un desarrollo colectivo de impiadosa precisión e innegable originalidad. Finalmente, el tema se desvanece en un etéreo fraseo en piano que desemboca en Frederic, pieza que por sus modulaciones, adornos, sutiles cromatismos y pureza romántica, nos permite deducir que el título es una mirada a Chopin desde la oblicua perspectiva del post-bop.

En Teental Song hallamos un laberíntico y envolvente ciclo de compases que utiliza una escala de siete sonidos distanciados entre ellos a un cuarto de tono a la manera del sistema musical hindú. Mientras el piano de Jacob Sacks elabora una sucesiva reexposición de motivos con variaciones que contienen el mismo patrón armónico, Dan Weiss dicta una cátedra percusiva asociada al tala de la India con acentuaciones inhabituales para la música de occidente y, finalmente, el contrabajo de Thomas Morgan asume la responsabilidad solista con una impecable intervención en la que cada nota parece ser elegida por una justa razón. Las alusiones a la música carnática en comunión con el jazz y la música clásica se extienden a Chakradar #4, composición en donde recurren al arte de la percusión vocal en sílabas conocido como Konnakol. Esta sección, tras el puente temático que propicia el breve Interlude, deriva en Florentino and Fermina. Una elegante balada jazz inspirada en Fermina Daza y Florentino Ariza, dos de los personajes protagónicos de la novela de Gabriel García Márquez El Amor en los tiempos del cólera. La notable cohesión estética del álbum se nutre luego de los cambiantes humores manifestados en el reposado fresco de What Do You Want to Be When You Grow Up?, la extrovertida exposición de Timshel y el reflexivo alegato de Dream. El epilogo con Postlude, tras atravesar un clímax dramático, nos deposita plácidamente en el motif esbozado al comienzo del disco.
En la espesa oscuridad de una sociedad que parece ceder a lo superficial, Dan Weiss nos recuerda que en nuestro mundo interior hay suficiente luz para crear en libertad.

Hay suficiente luz para quienes quieren ver y suficiente oscuridad para los que no quieren ver (Blaise Pascal)

Sergio Piccirilli

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