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Kihnoua: Unauthorized Caprices

Slat, Nothing Stopped but a Future, DeeHyak, Weightless, Less than a Wind

Músicos:
Larry Ochs: saxo sopranino, saxo tenor
Dohee Lee: voz
Scott Amendola: batería, electrónicos
Liz Allbee: trompeta, electrónicos en “Slat”, “Nothing Stopped but a Future” y “Less than a Wind”
Fred Frith: guitarra en “Nothing Stopped but a Future”
Joan Jeanrenaud: cello en “Nothing Stopped but a Future” y “Less than a Wind”

Not Two Records, 2010

Calificación: Está muy bien

La falta de curiosidad o inapetencia por las culturas ajenas, a mi entender, es un índice de decadencia y pasividad (Juan Goytisolo)

En sus orígenes, el concepto de diversidad cultural fue utilizado para describir la variación y la coexistencia de diferentes identidades culturales. A menudo, esa multiplicidad era entendida como una pluralidad cultural en abierta oposición a las nociones de homogeneidad y uniformidad. Sin embargo, en tiempos recientes, la visión de diversidad como algo contrario a la noción de lo homogéneo ha dejado su lugar a la interpretación de que su opuesto natural es la disparidad. Ese cambio no es sólo un artilugio semántico sino un paso firme en dirección a la integración, la búsqueda de valores compartidos y el sondeo de una perspectiva sistémica en donde cada cultura se desarrolla y evoluciona en contacto con las otras culturas.
Los estamentos de poder, al amparo de la globalización, no han hecho otra cosa que intentar diluir esa diversidad a través del fortalecimiento de las fronteras geopolíticas, la defensa de los grandes intereses económicos, la desigualdad distributiva, la marginación social y, sobre todo, tratando de mantener en las sombras a aquellas culturas que no forman parte del sistema imperante.
Afortunadamente, el arte siempre está presente para recordarnos que la diversidad cultural se inscribe en la lógica de que existen otras maneras de pensar y de vivir fundadas en el respeto, en la aceptación de las diferencias, en la interrelación de identidades diversas y en la unidad de los opuestos.
Todo esto guarda relación, tanto en continente como en contenido, con el trío Kihnoua y su álbum debut Unauthorized Caprices.
Este proyecto, que comanda el saxofonista Larry Ochs en compañía de la vocalista Dohee Lee y Scott Amendola en batería y electrónicos, unifica el empaque sonoro y la nomenclatura estructural de la música improvisada occidental con formas ancestrales de la música folclórica coreana como el canto tradicional denominado P’ansori y los modos de improvisación contenidos en el Sinawi. Esa integración de contrarios aparentes se encuentra aludida de manera explícita en el nombre del trío, ya que Kihnoua en griego antiguo significa “diferencia” y que, por extensión del término en su aplicación dialéctica, expresa “la unidad de los opuestos”.

La propuesta de Kihnoua parece hacer honor al enunciado de la Ley de Faraday que afirma que “los polos opuestos se atraen”, toda vez que el centro de su alegato estético se funda en la inesperada afinidad existente entre la tradición oral de la música étnica y la espontaneidad de la música improvisada asociada al nuevo milenio. En esa búsqueda, el trío logra trazar una bisectriz entre la creatividad englobada en los límites de la composición escrita y la comprendida en la exploración del concepto de composición instantánea, esforzándose por hallar el punto exacto de intersección entre el pasado y el futuro, lo profano y lo sagrado, entre lo atávico y lo experimental.
El carácter exploratorio manifestado por Kihnoua se ve facilitado por las cualidades y aptitudes reunidas en su estelar integración. El amplio rango de los intereses musicales y el inquebrantable compromiso creativo de su líder, el saxofonista Larry Ochs, se ha venido expresando con idéntica autoridad en años recientes en una amplia gama de proyectos que incluyen al legendario Rova Saxophone Quartet, Maybe Monday, What We Live, el trío (ahora devenido en quinteto) Larry Ochs Sax and Drumming Core y el ensamble Ochs/Masaoka/Lee, entre otros. Por su parte Scott Amendola, en su versátil recorrida por distintos horizontes musicales, además de vincularse con Ochs en Kihnoua y Larry Ochs Sax and Drumming Core, integra algunos de los emprendimientos colectivos más significativos de la actualidad, tales como The Nels Cline Singers, Plays Monk, Amendola vs Blade, el Ben Goldberg’s Go Home, Comedies for the Young y su propio ensamble: la Scott Amendola Band.
En tanto que la vocalista coreana Dohee Lee, además de ser una de las exponentes más sobresalientes de las artes y la cultura asiático-estadounidense, ha sido fundadora de PURI Project (propuesta multidisciplinaria que nuclea elementos de música, danza y artes visuales); colaboró con diversas compañías de danza contemporánea como Kunst-Soft y Shinichi Iova Koga’s Inkboat y ha contribuido con el célebre Kronos Quartet, las cellistas Okkyung Lee y Theresa Wong, el pianista Jon Jang y el bajista Tatsu Aoki, entre muchos otros.
Al trío base, en Unathorized Caprices, se agregan como invitados la notable trompetista Liz Albee (Walter Weasel Septet, Anthony Braxton Tentet, Neung Phak, etc.), el legendario guitarrista británico Fred Frith (Cosa Brava, Keep the Dog, Massacre, etc.) y la cellista del Kronos Quartet Joan Jeanrenaud.

La apertura del álbum, con la extensa Slat, nos permite ingresar a un infrecuente universo sonoro en donde confluyen las manifestaciones punteras de la música improvisada del siglo XXI con los efluvios ancestrales del P’ansori; canto narrativo coreano que en su modo original suele estar representado por un cantante en compañía de un gosu que ejecuta un tambor en forma de barril. Esa yuxtaposición cultural se impone aquí como una experiencia auditiva inusitada, extraña y asombrosa, en donde la voz de Dohee Lee hace las veces de narradora sobre la base percusiva que construye Scott Amendola, mientras el saxo tenor de Larry Ochs oficia como un intermediario a la manera de un coro en el teatro griego. Los certeros aportes de Amendola y Liz Albee en electrónicos le insuflan al entramado armónico un hálito futurista en contraposición con los vestigios idiomáticos del jazz tradicional que deja entrever el saxo tenor, en tanto que las estratégicas texturas en trompeta permiten tender un puente entre ambos mundos musicales. En la inquietante Nothing Stopped but a Future se incorporan a la alineación tímbrica el cello de Joan Jeanrenaud y la guitarra de Fred Frith para configurar, en conjunto, una especie de organización sistemática de la espontaneidad musical que empalma los códigos de la libre improvisación con los rituales chamanísticos incluidos en las formas de improvisación del Sinawi coreano. DeeHyak es un subyugante dueto de voz y saxo que sirve tanto para ratificar el dominio técnico y la calidad expresiva de Larry Ochs (aquí alternando tenor y sopranino) como para comprobar en la voz de Dohee Lee las innegables coincidencias existentes entre los patrones recitativos de la ópera coreana y las improvisaciones vocales del scat en el jazz.

Weightless recala nuevamente en los fundamentos del P’ansori con la voz de Lee asumiendo un rol narrativo protagónico bajo la escolta de la batería de Amendola y con el saxo sopranino de Ochs ofreciendo esporádicos acentos.
En la calma pastoral de Less than a Wind regresan el cello de Jeanrenaud y la trompeta de Albee para, en formato de quinteto, transportarnos a un universo sonoro desconocido, distinto, triste, melancólico y de extraña belleza. Final.
Kihnoua es una acción artística a favor de la diversidad cultural y, aunque para algunos no resulte razonable, esa acción se funda en la unidad de los opuestos.

El hombre razonable se adapta al mundo, el hombre no razonable se obstina en intentar adaptar el mundo a sí mismo. Todo progreso depende, pues, del hombre no razonable (George Bernard Shaw)

Sergio Piccirilli

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