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Panza: La madre de todos los picantes

CD1: Lo mejor y lo peor, Electroshock, Despiértame, Mundo Rock, Nadie baila solo en Bali, El amor y las tormentas, Big Bang, Bienvenidos al infierno, Almohada, Si estás aquí, Sopa de letras
CD2: Corrientes y Pueyrredón, Bacterias, Asunto escabroso, ¿Querés bailar conmigo?, Que me vengan a buscar, La gente detrás de las paredes, El final feliz, Escalofríos, La sociedad del espectáculo, Cementerio de hormigas, La hora del té, Amnesia
CD3: Las naciones sin industria sólo pueden permitirse cantautores, Intolerancia a la lactosa, Pequeña muestra de las 120 posibles combinaciones de 5 elementos diferentes, El día que el invierno se adueñó de nuestros corazones, Exposición desconocida, Lulú, Primera reunión de la Asociación de Mutantes Porteños, Señor PC, Epifanías en el subte, La máscara de la muerte roja, Segunda reunión de la Asociación de Mutantes Porteños, Vamos a la playa, Ionizador de Edgardos, Visite Argentina: un malentendido con lindos paisajes, La creciente llama interior, Tercera reunión de la Asociación de Mutantes Porteños: elección de autoridades, Xenocronía, La conquista de lo inútil, Cada día problemas, 3113, Gracias por todo: son un público maravilloso

Músicos:
Mariana Bianchini: voz, locución, vocales, gritos
Sergio Álvarez: guitarras, vocales, gritos
Franco Barroso: bajo, Moog
Pablo Contursi: batería
Invitado CD2:
Terry Langer: coros en Amnesia
Invitados CD 3:
Martín Pantyrer: saxo barítono y soprano, clarón, clarinete
Wenchi Lazo: locución, vocales, gritos, solo de guitarra eléctrica en Exposición desconocida y Visite Argentina: un malentendido con lindos paisajes
Mariano Bertollini: pocket trumpet, locución, vocales, gritos
Leo Paganini y Cosme Tarantino: saxo tenor, vocales, gritos
Natasha Sterjman: voz, locución, vocales, gritos
Lulo Isod: batería y percusión
Franco Fontanarrosa: percusión, vocales, gritos
Santiago Schroeder: vocales, gritos

Epsa, 2010

Calificación: A la marosca

Sin pretender caer en alguno de esos lugares de los que no se vuelve (o sí, pero de manera lamentable), permítame decirle que solito y sin ayuda me metí en lo que los entendidos denominan, con absoluto rigor científico, embrollo, confusión, lío, enredo; es decir, “una situación embarazosa o un conflicto del cual no se sabe cómo salir”. Entonces es el momento (o la necesidad) de intentar encontrar un rumbo clarificador, una punta de ovillo, el Norte en una brújula, un letrero luminoso… algo que sirva o ayude para desenredar la maraña.
Entonces aparecen (o se inventan) las alternativas… poco claras o conducentes habida cuenta de las pocas luces de este escriba. Si usted no sabe aún el por qué de lo antedicho es porque no le está poniendo mucha garra… yo no le pido que me ayude, pero al menos no me la complique más de la cuenta. Igualmente me siento en la obligación de explicarle a usted y “a todos los como usted” (esto dicho en tono cuasi socarrón, moviendo la cabeza de manera nerviosa y moviendo enérgicamente el dedo índice de la mano derecha en clara actitud acusatoria) que el origen del meollo está en la edición del nuevo álbum de Panza, editado recientemente por el sello Epsa y que lleva por título La madre de todos los picantes.

Para comenzar y ponerlo en autos, le cuento que estamos frente a un disco triple, con 44 (cuarenta y cuatro) composiciones originales y una duración cercana a las tres horas. Que el primero de los CD’s lleva como ¿sub? título Caramelo, el segundo Pomelo y el tercero Ají. Que en los dos primeros la banda no tiene compañía alguna (salvo los coros de Terry Langer en Amnesia), en tanto que Ají cuenta con el aporte de varios colegas, muchos de ellos compañeros de ruta en otros proyectos. Y además se trata de un disco (triple, recordamos) ¡de rock!

Y créame que hay mucho, pero mucho para contar acerca de la edición de La madre de todos los picantes. Que fue (y esto sí que no es poca cosa) financiado por el público del grupo comprándolo por adelantado a través de una convocatoria realizada por Internet.

Por si usted no tiene mucha idea de quién estamos hablando, le cuento que Panza es un cuarteto conformado en diciembre de 1998. Que su debut discográfico se produjo en el año 2000 con Sonrisas de plastilina, al que le sucedieron El marajá de San Telmo (EP con temas en vivo y rarezas, 2002), Infanticidio (2003), Nada es rosa (2005) y Pequeños Fracasos v 2.0 (2007). También fueron convocados para los álbumes tributo a Charly García (Cerca de la revolución, 1999), Luis Alberto Spinetta (Al Flaco… dale gracias, 2007) y Massacre (Bienvenido al mundo de los conflictuaditos, 2009). En la actualidad, la banda la integran Mariana Bianchini (voz), Sergio Álvarez (guitarras), Franco Barroso (bajo, Moog) y Pablo Contursi (batería). Que con excepción del bajista (que ingresó a Panza en 2005 sucediendo a Martín Delahaye y Javier González), no sufrió cambios en su formación. Que las letras son responsabilidad de Mariana Bianchini (que además tiene dos álbumes como solista en su haber e integra el cuarteto Orquesta de señoritas) y las músicas del guitarrista Sergio Álvarez (productor, arreglador, docente y aledaños que aporta lo suyo en Porco, Datrebil, La Mujer Barbuda y la Orquesta Ruido Negro).

Quiero que sepa que realizar un comentario sobre un álbum nunca me ha resultado tarea fácil; imagine entonces esa misma tarea por triplicado. No pretenderá que realicemos un análisis tema por tema (le recuerdo, son 44, que en la jerga quinielera representa la cárcel), no lo imagino tan cruel, ni tan paciente, ni tan optimista. Pero va siendo hora de hablar del álbum en cuestión, que cuenta con una presentación impecable, con un booklet en el que además de toda la información inherente a lo musical (incluidas las letras), viene con instrucciones para que usted, yo o cualquiera pueda realizar una “reseña instantánea” (de éste o cualquier otro disco); otro instructivo para que usted pueda entender qué es (y qué no es) Panza y un imperdible Rock Test 2010 “para saber cuánto te gusta el rock and roll (y si te vas a morir joven)”. Y también un segmento titulado “Gracias a vos”, dedicado “a quienes hicieron posible el presente disco” con más de una sorpresa.

Pero así como el cine es imagen, la música es sonido (generalmente, al menos). El primero de los CD’s está dedicado, según el grupo, “al tipo de canción habitual en la banda” mencionando armonías tonales y modales, polirritmias, superposición de claves, cambios abruptos de dinámica, etc. Correcto. Pero lo que hace a Caramelo subyugante, adictivo y extraordinario es la combinación de lo antedicho basado en una base rítmica apabullante donde se destacan la solidez en el bajo de Franco Barroso y los inagotables recursos del baterista Pablo Contursi, Mariana Bianchini que se mete de lleno en cada una de las composiciones vociferando o susurrando según corresponda (pero siempre afinando) y la pericia de Sergio Álvarez que a esta altura sorprende por seguir sorprendiendo.
Desde el inicio, con Lo mejor y lo peor, el cuarteto expone ya varias de las bondades, que no son pocas, y que serán una constante a lo largo del CD, a caballo de una pulcra contundencia no exenta de desborde, métricas irregulares en desuso en el rock desde hace vaya uno a saber cuándo, letras exentas de vacuidad (a pesar de cierta reiteración en sus temáticas), una cantante con autoridad y presencia y un soporte instrumental que no escatima recursos, sonoridades, detalles, sutilezas y complejidades rítmicas (por momentos imperceptibles) como hace mucho, pero mucho tiempo que no se escuchaba por estas tierras. ¿Quiere tener motivos para tildarme de injusto? Se los voy a dar. Panza por supuesto que tiene sus influencias. O similitudes. O paralelismos. Y es probable que a usted, al escuchar este disco, le vengan a su mente elementos de Pearl Jam, Nirvana, The Police, PJ Harvey, Living Colour y David Bowie. Pero también de King Crimson, Kashmir, Adrian Belew, Sunday All Over the World, Nels Cline, Allan Holdsworth, Yosi Piamenta…
Y usted, que anda inquisidor, se preguntará: “¿y cuál es el mérito?”
Que Panza suena increíblemente auténtico y que a lo que más se parece es a… Panza. Discúlpeme pero es que estoy muy entusiasmado con el primer CD de La madre de todos los picantes. Tanto que hasta tengo miedito de pasar al segundo. Si cree que exagero… no disfrutará de un Sergio Álvarez en estado de gracia y de temas con destino de clásicos (al menos para uno) como Big Bang, Electroshock, Nadie baila solo en Bali o la imbatible El amor y las tormentas.

El segundo disco, Pomelo, poco tiene que ver con el notable personaje creado por Diego Capusotto y Pedro Saborido. La breve Corrientes y Pueyrredón parece traer una calma inédita hasta aquí pero no tarda en demonizarse (y bien). No obstante, ya deja en claro (más aún cuando comienza el segundo track Bacteria) que un Pomelo no es un Caramelo. Afortunadamente. Menos visceral, más reflexivo, con pasajes acústicos por momentos oficiando de preludios a exorcismos sonoros, con composiciones más oscuras y complejas desde lo instrumental y, siempre, una buena dosis de (ácido) humor. Y a pesar de las diferencias notorias con el primer CD, Panza sigue sonando a Panza. Pero con la certeza de que por algo cada disco contiene lo que contiene y que el orden y la elección no han sido azarosos. En lo personal, Amnesia se lleva las (o al menos mis) palmas en sus casi nueve minutos que parecen oficiar de acabado resumen de este Pomelo.

Y llegamos a Ají. Donde el cuarteto deja de ser tal para darle cabida a trompetas, saxos, percusiones y locuciones. Sí, locuciones (o recitados, con una gran dosis de delirio y sarcasmo). De esta manera se abre Ají, hasta que la banda estalla. Pero rápidamente comienzan a distinguirse elementos provenientes del jazz, el blues, la libre improvisación, alaridos que remiten a Diamanda Galas y ciertos coqueteos con la clásica contemporánea que ayudan a “liberar la forma”. La canción (entendiendo por “canción”: composición en verso que se canta) está ausente aquí. Éste es sin dudas el CD más arriesgado de los que componen La madre de todos los pecados, donde las libertades se ensanchan, los límites se angostan y el rock se nutre de otras formas para enriquecerse deformándose. Con Mariana Bianchini relegada a locuciones y gritos, el protagonismo recae en Franco Barroso, Pablo Contursi y, por supuesto Sergio Álvarez. Y no sólo asumen dicho protagonismo con autoridad y pericia sino que además cuentan con magníficos aportes de los invitados, especialmente de Martín Pantyrer en saxos y clarinetes y Mariano Bertollini en pocket trumpet. Pero no sería justo no mencionar los buenos oficios de los saxofonistas Cosme Tarantino y Leo Paganini y los dos solos del guitarrista Wenchi Lazo, especialmente en Visite Argentina: un malentendido con lindos paisajes.Y mención especial para varios de los títulos que componen Ají.

Panza ha editado un magnífico álbum triple (recuerde: 44 temas, cerca de tres horas) notablemente presentado y grabado y que, si bien a priori puede tomarse como un exceso, se justifica plenamente. Permítame simplemente confesarle que, en lo personal, se trata de una de las mejores ediciones del año 2010. Y no hablo solamente del rubro “rock”. Y si usted, al escuchar El amor y las tormentas (donde Bianchini enérgicamente declama “Nada, no necesito nada más…”), no siente un cosquilleo en su Panza, es porque su sensibilidad es muy diferente a la mía.
Y, espero, a la de muchos otros.

Marcelo Morales

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