El Ojo Tuerto

Festival Buenos Aires Jazz 2010: La sana costumbre

Lunes 6
Dos clínicas en Café Vinilo: las 11:00 hs., de batería a cargo de Kim Plainfield; y a las 13:00 hs., de bajo, por Lincoln Goines. A las 15:00 hs., en Notorious, clínica de guitarra flamenca dictada por Kiko Ruiz. A la misma hora, en Samsung Studio, Master Class del contrabajista Renaud García-Fons.
En el Patio del Aljibe del CCR, a las 17:00 hs., la actuación del quinteto del saxofonista Alejandro Chiabrando (acompañado por Mariano Loiácono, Luciano Ruggieri, Carlos Álvarez y Alan Zimmerman). A las 18:00 hs., el Alejandro Moro – Marta Bellomo Cuarteto (con Sebastián Casaccio y Ezequiel Piazza); y a las 19:00 hs., el turno de La Cornetita (Pablo Puntoriero; Sergio Lamas, Pablo Vázquez y Lulo Isod, más el aporte como invitado de Enrique Norris).
En La Terraza del CCR: a las 18:00 hs., Nave Camaleón Trío (Germán Boco, Julián Montauti y Adrián Mastrocola); a las 19:00 hs., el Roberto Catarineu Trío (Catarineu, “Negro” González y Tomás Fraga); a las 20:00 hs., la cantante Belén Pérez Muñiz, acompañada por Leo Álvarez,, Paul Dourge, Fabián Miodownik, Fernando Lerman, Gustavo Cámara y Alfredo de Souza; y, a las 21:00 hs., el cuarteto del trompetista Juan Cruz de Urquiza (junto con Carto Brandán, Carlos Álvarez y Hernán jacinto).
También en el CCR se proyectó Hardcore Chambermusic, del director Peter Liechti.

Cruces: en Notorious, a las 22:00 hs., los chilenos Lautaro Quevedo, Eduardo Peña y Félix Lecaros, junto con los argentinos Marcelo Gutfraind y Carlos Michelini. A la misma hora, en Café Vinilo, el Francisco Lo Vuolo Trío (con Cristian Bórtoli y Eloy Michelini), acompañados por Sebastián Jordán y Agustín Moya (Chile).
En La Trastienda, a las 20:30 hs., dentro de la sección “Repatriados”, el quinteto del pianista Emilio Teubal (con Franco Pinna, Pablo Motta, Nicolás Said y Andrés Reboratti) y El Eco (Guillermo Nojechowicz, Fernando Huergo, Kim Nazarian y Helio Alves). Y en el mismo sitio, a las 23:30 hs., The Avengers (Lincoln Goines, Adam Holzman, Beledo y Kim Plainfield), más la jam session liderada por el trompetista Gillespi.

En esta ocasión nos apersonamos en el Samsung Studio. A las 21:00 hs. comenzó la actuación del guitarrista Armando Alonso, acompañado por Rodrigo Cagnone en bajo y Agustín Barbieri en batería. Alonso, maestro de muchos de los músicos que descollan en la actualidad, estuvo alejado de los escenarios porteños por varios años, por lo que estábamos frente a una suerte de regreso de quien supo andar haciendo de las suyas con Dino Saluzzi, Enrico Rava, Javier y Walter Malosetti, Arto Tuncboyaciyan, Pepi Taveira, Hernán Merlo, Carlos Lastra, etc.
Alonso interpretó ocho composiciones originales; ya en la inicial, Los Reyes Magos, apeló a un recurso con la voz, distorsionándola y actuando en sincronía con su instrumento que pareció innecesario. A medida que se sucedían los temas (La otra parte de la madriguera, Mambo, El duelo, Autopista, Estás tomando mate tranquilo…, Es necesario sacar al lagarto), quedaban en claro las buenas intenciones pero poco más. Con reminiscencias a los transitados trabajos de guitarristas como Wayne Krantz, John Abercrombie, Ralph Towner y algunos otros, la propuesta sonó, por momentos, atractiva. Pero poco hubo que no se hubiera escuchado antes.

A continuación, siendo las 21:55 hs., se adueña del escenario Renaud García-Fons & La línea del Sur. Bastó que el contrabajista saludara para recibir una verdadera ovación (¡!). La larga apertura con Aqa Jan, solo, y con el arco percutiendo las cuerdas y extrayendo sonoridades flamencas con depuradísima técnica y gran inventiva, fue una delicia que desembocó en Veré, con el cuarteto, completado por Pascal Rollando en percusión, David Benitucci en acordeón y Kiko Ruiz en guitarra flamenca, sumándose con vigor. Comienzan a entrelazarse diferentes estilos, ciudades y culturas: París, las Balcanes, Buenos Aires, etc. Una gran intervención de García-Fons es sucedida por un pasaje en trío (sin acordeón) liderado por Kiko Ruiz; porque no parece que se tratara de solos sino de momentos de liderazgo que van fluctuando según y acorde a las necesidades. Cante del Barco brinda en su inicio una exquisita intro a cargo del contrabajista (con arco) y Benitucci en acordeón. Ya con el cuarteto a pleno, se suceden dos intervenciones sobrias, sentidas y ubicuas de ambos, a caballo de una furiosa base sostenida por Kiko Ruiz y Pascal Rollando.

En La línea del Sur (el tema) queda expuesto aquello de las “pequeñas sociedades” tan utilizado en el fútbol. Y este cuarteto juega de taquito, pero hacia adelante. Luego de un furibundo mix de flamenco y rock, finalizan abruptamente. Pero le sucede una coda en trío, sin percusión, que devuelve la calma y nos mantiene en el asombro.
La introducción de Kiko Ruiz en El agua de la vida es formidable, sin alardes ni estridencias, pero magnífico. Se suma García-Fons con el arco y todo es un lamento. Luego el liderazgo pasa a los hábiles dedos de David Benitucci, que precede otra soñada intervención del líder, apoyado sutilmente por Rollando en percusión. La complicidad entre los cuatro músicos es extrema, casi como para empezar a sospechar…
Oryssa nos traslada (imaginemos, que por ahora es gratis) a Marruecos, merced a los buenos oficios de Pascal Rollando. Ah… le cuento que verlo tocar a Renaud García-Fons es cosa seria (listo, no quería olvidarme de comentárselo). Sucesión de pasajes complejos, cortos, intrincados y… perfectos. El postre fue por duplicado, con sendas entregas de David Benitucci en acordeón y Kiko Ruiz en guitarra flamenca. La portentosa Caballerade mi amor pone a prueba no sólo a los músicos sino también a los presentes. A pesar de que sus tres compañeros pretenden desviarlo, García-Fons sigue en la suya, como si no le importara nada. El resultado es un empate técnico y todos felices.

Inesperadamente, los bises fueron tres: en Valsería (a decir de RGF, en perfecto español: “le pusimos así porque no es un vals ni una bulería”) la intro en acordeón y guitarra ya justifica unas cuantas cosas. Notable precisión y sutilezas al por mayor. La segunda entrega, anunciado como Great Gift, fue un solo exquisito de García-Fons. Pero aún había más: como para bajar los decibeles de tanto éxtasis (propio y ajeno, imaginamos) y como si fuera un hechizo de características balsámicas, Gare Saint Charles dejó en claro que ya estaba, que no era necesario más, que la presentación de Renaud García-Fons & La línea del Sur había superado las expectativas de todos, con una propuesta clara, creíble, generosa, trabajada, pensada y con conocimiento de causa.
El cuarteto deja en claro la inteligencia y capacidad de liderazgo del contrabajista, quien ha sabido reunirse de músicos que comparten su talento, virtuosismo, generosidad, lirismo, sensibilidad, seriedad, altruismo y emoción. Una maravilla.

Martes 7
Día de zozobras. Debido a un conflicto gremial, varias actividades debieron suspenderse y otras reprogramarse. Y si bien hubo rapidez de reflejos por parte de los organizadores, los cambios de día, lugares y horarios provocaron ciertas incomodidades, en especial con el público imposibilitado de asistir a determinados conciertos. A nosotros nos ocurrió algo similar, pero vayamos a lo acontecido.
A las 14:00 hs., clínica de batería a cargo de Barry Altschul en Café Vinilo; a las 17:00 hs., workshop de canto dictado por Christine Correa en el Teatro 25 de Mayo.
Los “cruces”, ambos a las 22:00 hs. En Café Vinilo se presentó un quinteto conformado por Helio Alves (Brasil), Mauro Beggio y Luca Bulgarelli (Italia) y los argentinos Mariano LoiáconoRicardo Cavalli. En tanto que en Notorious, la cantante estadounidense Kim Nazarian (fundadora de New York Voices), estuvo acompañada por el trío del pianista Manuel Ochoa (con Cristian Bórtoli y Sebastián Groshaus).
La Trastienda albergó a Enrico Pieranunzi para su solo piano a las 18:00 hs. También, a partir de las 20:30 hs., a los “Repatriados” Diego Urcola (trompeta) y Federico Lechner (piano). El primero lo hizo junto a Abel Rogantini, Eloy Michelini y Arturo Puertas. En tanto que el pianista contó con el aporte de Guillermo Delgado, Fernando Martínez y, como invitado, el armoniquista Franco Luciani.
Y finalmente a las 22:45 hs. (antes de la Jam SessionGillespiana), el Sebastián Jordán Quinteto (Chile). Al trompetista lo secundaron Agustín Moya, Félix Lecaros, Eduardo Peña y Lautaro Quevedo.

Miércoles 8
Nuestra intención era asistir el lunes 7 a las 21:00 hs. al Teatro 25 de Mayo para una doble entrega que incluía a los quintetos de Sebastián Jordán (Chile) y de Frank Carlberg. Los cambios nos llevaron hacia el martes 8 a las 15:30 hs. al CCR a ver al segundo de los nombrados.
Pero antes le contamos que a las 16:00 hs. se proyectó Escape al silencio, de Diego Pequeño y a las 18:00 hs. El soplo, de Martín Bidau. También en el CCR, pero en el Patio del Aljibe, se sucedieron los siguientes conciertos: a las 17:00 hs., el cuarteto liderado por Hugo Pierre & Ricardo Lew y completado por Wálter Rinavera y Fernando Botti. Una hora después fue el turno de Ricardo Nolé Templando (acompañaron al pianista: Fernando Lerman, Sergio Wagner, Juan Presas, Damián Vernis, Facundo Ferreira y Javier “Turco” Mokdad). Y, a las 19:00 hs., el de Trío Índigo (Pablo Raposso, Claudio Risso, Pablo Carmona), con el aporte del guitarrista Leo Álvarez.

En La Terraza del CCR, a las 15:45 hs., comenzó la actuación de Frank Carlberg Quinteto. El pianista nacido en Finlandia estuvo acompañado por el contrabajista John Hebert, la cantante Christine Correa y dos argentinos: el saxofonista Carlos Michelini y el baterista Pepi Taveira. La propuesta versa en la musicalización de textos del siglo XX de escritores como Robert Creeley, Anselm Hollo y Jack Kerouac, entre otros.
Sobre un straight ahead convencional, muy bien comandado por el tándem conformado por John Hebert y Pepi Taveira, Christine Correa se arriesga, en We Get Crazy, a un registro agudo que no parece sentarle bien. Carlberg brinda un solo en piano apenas correcto y otro tanto ocurre con el saxofonista Carlos Michelini. Una suerte de salmo a capella marca el inicio de Incredible Urge; los músicos se acoplan ascéticamente primero, con mayor contundencia luego. La voz no fluye naturalmente, como si se sintiera incómoda. Hay un muy buen pasaje en trío (sin saxo), con una sobria entrega del pianista y Hebert y Taveira que, desde la retaguardia, se hacen un festín de notas escasas y golpes sutiles. El solo del contrabajista no aportó demasiado. Instrumentalmente, It Was All About levanta el sport con su aire funky, la justeza de la base rítmica y el traspaso de Michelini al soprano. Correa sigue cantando todo igual, con un llamativo grado de inexpresividad. In the Land of Art es un tango jazzeado “alla Valentino”; salvo por el muy buen solo en tenor de Carlos Michelini, sigue sin pasarme nada. Nada bueno…

Sentencesavanza con una intro en contrabajo de John Hebert, que puede apreciarse a pesar de la insistente presencia de un helicóptero sobrevolando la zona (el concierto es al aire libre). Se va el helicóptero pero es reemplazado por una ruidosa bandada de gaviotas; tal vez por esto, el cuarteto se acerca al free. La performance de Correa aquí, incluso, es muy buena. Pero no produce emoción, ni sacude, ni bronca da… Un buen dueto a cargo de Frank Carlberg y Pepi Taveira al que luego se suma John Hebert, se transforma en un interesante pasaje, una cortada diría o una diagonal. Michelini aporta un solo en tenor excesivamente melódico para la ocasión y la vida siguió su curso.
Para This is the Gallows se conformó un coro integrado por 5 de los asistentes a los workshops dictados por Christine Correa, más el aporte de Roxana Amed. Sin dudas fue lo mejor de la calurosa tarde, un sentido réquiem que incluyó una buena intervención de Michelini en soprano y un final instrumental desquiciado que a esta altura hacía mucha falta. Notable Pepi Taveira.

El final fue con Lunatics. Lo novedoso fue una serie de efectos vocales disparados desde los pedales. Fin de la novedad… Pero hacia el final se activa cierta pirotecnia, otro acercamiento al free, incendiario solo de Michelini y un Taveira todo terreno. Ambos protagonizaron un dueto que resultó de lo mejor de la jornada. Mientras tanto Carlberg, Hebert y Correa… bien, gracias… ¿y usted?
Y eso fue todo…
Y la verdad… una lástima; porque estábamos entusiasmados con la propuesta original, la de musicalizar textos de poetas contemporáneos como los citados previamente. Pero, al menos en la actuación presenciada, la concreción distó de ser óptima. No solamente porque musicalmente la propuesta no ofreció ribetes de excelencia, sino además porque Christine Correa no pareció sentirse cómoda casi nunca durante el concierto y se la notó inexpresiva, distante e interpretando de manera poco convincente textos de por sí potentes. Tal vez haya sido un mal día… pero es lo que presenciamos.

A continuación, sobre el mismo escenario, se produjo la actuación de Fernando Tarrés Sexteto presentando Todo Buenos Aires, la música de Ástor Piazzolla. Acompañaron al guitarrista Carto Brandán, Jerónimo Carmona, Damián Bolotín, Rodrigo Domínguez y Juan Pablo Arredondo. Luego, a las 18:00 hs., el turno de Andrés Beeuwsaert Cuarteto: Fernando Silva, Víctor Carrión y Juan Pablo di Leone completaron el grupo liderado por el tecladista. A las 19:00 hs., el uruguayo Leo Maslíah & Amigos, esto es: Gustavo Etchenique, Lucía Gatti, Nicolás Mora y Juan Pablo di Leone. A posteriori, a las 20:00 hs., la Paula Shocron Orquesta, liderada por la pianista rosarina e integrada además por Luis Nacht, Ingrid Feniger, Juan Méndez, Pablo Pesci, Fernando Isaia, Gabriel Sainz, Joaquín de Francisco, Francisco Salgado, Ezequiel Dutil, Luciano Ruggeri y Marcelo Gutfraind. Finalmente, a las 21:00 hs., el trompetista Gillespi, acompañado por Arturo Puertas, Pablo Raposo y Luciano Ruggieri.

El cierre del Festival se llevó a cabo en el Teatro Coliseo. Allí, a las 21:00 hs., se presentó el Enrico Pieranunzi Quinteto (el trío anteriormente mencionado más los aportes de Ramiro Flores y Diego Urcola), interpretando Fellini Jazz, un recorrido por las bandas sonoras del genial cineasta italiano.

El Festival Internacional Buenos Aires Jazz 2010 convocó, en su tercera edición, a 35.000 personas durante los seis días que duró el evento, que contó con la presencia de 150 artistas en escena y en el que se realizaron unos 60 conciertos. Muchos de ellos con entrada gratuita; y otros, a valores realmente populares. Nuevamente se concretó el debut de varios artistas internacionales; pudo finalmente darse a conocer en un ámbito más que adecuado el proyecto Real Book Argentina y, resumiendo, el jazz (y algunos aledaños) estuvo representado en varias de sus formas.
No en todas, claro está…

Cada uno tiene sus deseos y preferencias, por supuesto; y probablemente en sucesivas ediciones podamos tener acceso a otro tipo de expresiones jazzísticas un tanto más riesgosas, innovadoras, incisivas e, incluso, perturbadoras para el oyente medio. Esto, sin ir en desmedro de lo obtenido. No es usual ni poca cosa que una situación utópica se convierta en un derecho adquirido. Más aún cuando por parte de los organizadores y el Director Artístico se apuesta a una diversidad que permite la confluencia, en un Festival de Jazz, de referencias a la música brasilera, latinoamericana, el tango y el folclore contemporáneo. De paso recalcar que la organización fue excelente y que ante el conflicto laboral previamente mencionado se actuó con una rapidez de reflejos inusual.
En definitiva y mucho más allá de los avatares, afinidades (o no), gustos (o no), es indudable que el Festival Internacional Buenos Aires Jazz llegó para quedarse.
Habiéndose transformado, así, en una sana costumbre.

Marcelo Morales

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