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Kihnoua: The Sybil’s Whisper

Flutter, Grip Bone, Erase the Sky, …in progress…

 

Músicos:

 

Larry Ochs: saxo tenor, saxo sopranino

Dohee Lee: voz, hand drum

Wilbert DeJoode: contrabajo

Scott Amendola: batería, electrónicos

 

Sello y año: Metalanguage, 2012

Calificación: Dame dos

 

En un bosque se bifurcaron dos caminos y yo tomé el menos transitado. Esto marcó toda la diferencia (Robert Lee Frost)

 

La diferencia es “la cualidad o accidente por el cual algo se distingue de otra cosa”. El término diferencia además puede referirse a la variedad entre cosas de una misma especie y se aplica para describir la controversia, disensión u oposición de dos o más personas entre sí. La diferencia oficia como fundamento en el campo de la psicología para demarcar el estilo cognitivo denominado “diferenciación conceptual” y también es la base del principio de “diferencia de potencial” en el ámbito dela física. En términos matemáticos y sociales, la diferencia es lo contrario de la igualdad del mismo modo que en lógica o filosofía determina lo opuesto ala identidad. Asimismo, la noción de diferencia, ha sido el núcleo fundacional de una cosmovisión moderna asentada en la división de la realidad en opuestos o falsas dicotomías que impulsan –mediante una engañosa simplificación del mundo- la perversa pretensión de parcelar a la sociedad en dualidades, antagonismos y contrapuestos irreductibles.

Esa forma de pensamiento dualista puede entrenarnos para distinguir entre el bien y el mal, el orden y el caos o el cuerpo y la mente; pero también conlleva a que la sociedad termine siendo acorralada por un sinfín de valores antagónicos que van dividiendo a la humanidad en bandos cuyas respectivas naturalezas resultan incompatibles e irreconciliables. En ese contexto asistimos –cuasi indefensos y sin poder reaccionar- al enfrentamiento entre creacionistas y ateos, capitalistas y socialistas, ciudadanos legales e inmigrantes ilegales, ricos y pobres… así, hasta desembocar (léase “involucionar”) en una especie de fundamentalismo mesiánico que sólo ambiciona dividir al mundo en héroes o villanos, buenos o malos, amigos o enemigos; es decir, “nosotros” o “ellos”.

Sin embargo, la falacia de ese pensamiento dualista -generador de enconos, odios y resentimientos- no debe hacernos olvidar la existencia de otro camino posible, un camino integrador de realidades y sin falsas opciones. Un caminocomo afirma el pensamiento de Robert Lee Frost que principia este comentario- quizás “menos transitado” pero que “marca toda la diferencia”; la auténtica diferencia, la que existe entre aquellos que se ven obligados a optar por ubicarse a un lado u otro de esas fronteras inexistentes y los que abogan por la unidad de los opuestos.

 

Desde el vamos le aclaro que estos pensamientos no son producto de una noche de alcohol o lujuria desenfrenada ni un descubrimiento de último momento. Es obvio que mis palabras no podrían ser la resultante de una ingesta alcohólica nocturna porque sólo bebo de madrugada (y en ayunas) ni pueden ser el efecto indeseado de una noche de excesos y lascivia porque eso lo hago sólo cuando la ocasión se presenta. Aclaración: no quise decir que cuando la ocasión se presenta lo hago “solo” sino que “solamente” lo hago cuando la ocasión se presenta (y, desafortunadamente, cada vez se presenta con menos frecuencia).

Tampoco el camino de la integración y la unidad de los opuestos hallados en el pensamiento paradojal – expresado como antítesis del pensamiento dualista- son descubrimientos de último momento, ya que esos principios han estado entre nosotros desde tiempos inmemoriales.

Los místicos orientales concebían “un mundo infinito e indivisible, de una sola pieza” y experimentaban la realidad como “manifestaciones de una unidad básica” del mismo modo que la esencia del Tao describe a las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias que se encuentran en todas las cosas como el yin y el yang; en tanto que los textos sagrados hindúes del Bhagavad-guitá aconsejan “morar en la eterna verdad, más allá de los opuestos terrenos” de igual manera que el budismo impulsa a tomar conciencia de que todos los opuestos son polares y, por consiguiente, forman una unidad.

Según parece, en ninguna lengua viva hay una palabra que pueda al mismo tiempo describir los significados de “diferencia” y “unidad de los opuestos”; pero sí existió un vocablo en el griego antiguo que era utilizado indistintamente para expresar ambos conceptos: la palabra kihnoua.

 

Lo cierto es que esa ambivalencia en los significados del término “kihnoua” también identifica –apropiadamente- a la banda del mismo nombre que integran el saxofonista Larry Ochs (ROVA Saxophone Quartet, Larry Ochs Sax and Drumming Core, Maybe Monday, Jones Jones, etc.), el baterista Scott Amendola (Scott Amendola Trio & Quartet, Nels Cline Singers, Amendola vs. Blade), la vocalista –y bailarina- coreana Dohee Lee (fundadora del emprendimiento multidisciplinario PURI Project y una de las exponentes más destacadas de las artes y la cultura asiático-estadounidense) y el contrabajista holandés Wilbert DeJoode (Eric Boeren 4tet, Ig Henneman Sextet, Trio BraamDeJoodeVatcher).

La propuesta musical de Kihnoua expresa un cabal entendimiento tanto de la aceptación de las diferencias como de unidad de los opuestos. En su estética se funden los ancestrales impulsos del p’ansori coreano y las expresiones punteras de la música creativa del siglo XXI, los modos de improvisación contenidos en el sinawi coreano y el temperamento de la música improvisada occidental y se entrecruzan los atávicos sonidos del folclore africano y asiático con las formas primigenias del blues estadounidense. Esos fundamentos -ya expresados por Kihnoua en su álbum debut Unauthorized Caprices de 2010 – ahora se prolongan, consolidan y profundizan en el sobresaliente The Sybil’s Whisper.

Desde la apertura, con Flutter, el cuarteto declara su intención por enhebrar un alegato musical que elude los esquemas trillados, unifica los contrastes implícitos en las diferentes fuentes de inspiración en donde abreva y se manifiesta invariablemente proclive a escoger el “camino menos transitado”. A partir de un dueto entre el contrabajo de Wilbert DeJoode y el saxo sopranino de Larry Ochs, la pieza va evolucionando hacia un clima introspectivo y de extraña belleza, acentuado por el carácter narrativo que le adosa la voz de Dohee Lee y las exploraciones ornamentales que imparten los electrónicos de Amendola.

Grip Bone, acaso la pieza más extrema del álbum, se presenta como un colosal ensambe de piezas y bruscos arrestos sonoros, cuya suma de colores e intensidades dinámicas logran alcanzar sucesivos clímax en las avasallantes intervenciones de Larry Ochs en saxo tenor y Scott Amendola en batería.

Erase the Sky asocia exóticas sonoridades y cadencias de temperamento tribal sobre las que los solistas se mueven con absoluta libertad e incluso adoptando diferentes formatos a dúo, siempre con eje en los instrumentos de percusión y con un particular destaque del contrabajo de Wilbert DeJoode.

El cierre del álbum con …in progress… -con descollantes aportes vocales de Dohee Lee– parece descifrar los códigos encriptados de la improvisación libre y los empalma con los rituales chamanísticos que rodean a las formas folclóricas del sinawi coreano, para elaborar una estética en donde se traza una bisectriz imaginaria entre lo experimental y la tradición, lo ancestral y la innovación, lo sagrado y lo profano, la realidad y la abstracción.

No sé si lo ofrecido por Kihnoua alcance para que nuestra sociedad consagre la aceptación de las diferencias y la unidad de los opuestos como un bien supremo, pero quizás sirva para recordarnos que esos valores son inmanentes al arte.

 

El arte es una especie de innata unidad que se apodera de un ser humano y lo convierte en su instrumento (Carl Jung)

 

Sergio Piccirilli

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