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Gunnelpumpers: Tritonium

Sir Circus, Eschatonus, McGroover

 

Músicos:

 

John Meyer: guitarra eléctrica

Douglas Johnson: bajo Clevinger

Michael Hovnanian: contrabajo

Tom Mendel: bajo eléctrico

Randy Farr: congas, percusión

Bob Garrett: batería, percusión

 

Sello y año: Spiritflake, 2012

Calificación: Está muy bien

 

El universo no sólo es más raro de lo que suponemos, es más raro de lo que podemos suponer (John Burdon Sanderson Haldane)

 

El tritonium –como todos sabemos- es una especie de caracol marino perteneciente a la familia de los moluscos gasterópodos.

En el supuesto caso de que usted sea un experto en biología marina u oceanógrafo o un infatigable estudioso del ecosistema marino o que incluso tenga entre sus mascotas favoritas algún molusco univalvo, una littorina litorea o –porque no- una charonia tritonis del tipo sorbeoconcha cenogasterópoda (¡?), no necesitará mayores aclaraciones ni datos aleatorios sobre el tema en cuestión. En cambio si no integra ninguno de esos vastos sectores de la sociedad –que según mis cálculos ascienden a un 112% de la población mundial- podría resultarle de suma utilidad saber que los gasterópodos presentan un área cefálica, un pie musculoso ventral y una concha dorsal formada por una pieza asimétrica enrollada en espiral hacia arriba (*).

 

(*) Aclaración: Si la concha de su molusco apunta hacia abajo es porque está al revés. Se recomienda colocarlo en la posición correcta.

 

Me parece oportuno consignar que el tritonium no es un molusco gasterópodo del montón… ¡qué va! De hecho, aunque su nombre aparece mencionado (según la clasificación biológica de O.F. Miller) como un subgénero del denominado buccinum undatum y en el antiguo tratado de Cossman como una forma poco frecuente del llamado murex tritonis, ninguno de estos nombres y categorizaciones es dada científicamente por válida. Inclusive en la base de datos de World Register of Marine Species el tritonium, en consideración a su rareza genérica, ha sido agrupado entre las especies “inquirenda” o de identidad dudosa, recomendando estudios más profundos para su definitiva clasificación.

En definitiva, se puede afirmar que las características del tritonium lo convierte en una de las especies más raras e infrecuentes del inconmensurable universo marino; por ende, el tema seguirá dando lugar a futuras investigaciones científicas, estudios del hábitat marino y relevamientos oceánicos y continuará siendo motivo principal de acalorados debates en reuniones familiares, cumpleaños o festejos navideños. Así es la vida…

Mientras todo eso sucede, le aviso que la banda Gunnelpumpers tiene un nuevo álbum que, coincidentemente, se titula Tritonium.

 

A decir verdad no sorprende en lo mas mínimo que este grupo originario de la ciudad de Chicago haya escogido ese nombre para su nueva producción discográfica, ya que las inusuales, extrañas e ignoradas características del molusco llamado tritonium parecen oficiar como una especie de alegoría destinada a identificar algunos de los elementos distintivos contenidos en el alegato estético de Gunnelpumpers.

Este grupo, fundado en 2002 por el bajista Douglas Johnson y el percusionista Randy Farr y que ya cuenta con dos álbumes previos en su haber (The Nth Wave y Symphonie Improvise, ambos editados en 2010), impulsa una inclasificable oferta musical que, al conjuro de los principios más radicales de la música libremente improvisada y mediante una infrecuente alineación timbrica (tres bajos, guitarra, batería y percusión), deja aflorar el efervescente lirismo del rock psicodélico, ciertos modos impresionistas provenientes de la música progresiva y la autonomía sonora del free jazz. Intuimos que mantener –y consolidar- una banda de estas características a través de los años, no debe haber sido una tarea sencilla. Y, de algún modo, ese permanente “remar” contra la corriente en pos del objetivo trazado, también parece estar indirectamente implícito en el nombre que los identifica ya que, en inglés, el verbo “gunnelpumping” se utiliza para describir el acto de propulsar un bote desde la popa usando sólo las piernas.

 

La música incluida en Tritonium es completamente improvisada; pero en ningún momento manifiesta la mera aspiración de alcanzar invenciones instrumentales más o menos interesantes ni se entrega a exploraciones sin destino aparente, sino que privilegia el concepto de improvisación como una fuerza creativa de poder incalculable. Sabido es que las características de la música improvisada libremente están determinadas por la identidad de los sonidos musicales de los ejecutantes y en ese sentido, a la luz de los resultados obtenidos por Gunnelpumpers, podemos deducir que el firme temperamento estético exhibido por la banda deriva de una fuerte comunión de intereses, sensibilidades y objetivos entre sus miembros.

La definida personalidad musical del sexteto no solamente asoma con precisión desde la apertura con Sir Circus sino que, además, alcanza para ahuyentar el fantasma de la indulgencia –y posterior desemboque en la monotonía- en la que suelen recaer algunos proyectos fundados enla improvisación. Los espacios, en muchas ocasiones destinados a abrumadoras apariciones solistas o arrestos de virtuosismo interpretativo, aquí están ocupados por la exploración de las relaciones entre los ejecutantes, el aprovechamiento grupal de los materiales tímbricos, la entronización de las texturas (principalmente heterofónicas) y un permanente abandono a la exploración colectiva. En ese contexto, el tema va enlazando -sin desmayos- elementos provenientes del rock psicodélico, algunos modos fundacionales del jazz eléctrico y un enfoque sonoro muy próximo a las improvisaciones escénicas que caracterizaban al King Crimson de principios de los setenta.

 

En Eschatonus -tal vez la pieza más emblemática del sonido que distingue a Gunnelpumpers– la banda reitera cualidades, aproximaciones estéticas y deja en evidencia la importancia que tiene cada uno de los instrumentos en la construcción colectiva. En su empaque sonoro lucen integrados los imaginativos climas que va edificando la guitarra eléctrica de John Meyer, las coloridas incursiones percusivas de Randy Farr, la solidez que emerge de la batería de Bob Garrett y, fundamentalmente, la sorprendente complementación existente entre el bajo eléctrico de Tom Mendel y los contrabajos de Douglas Johnson y de Michael Hovnanian.

El cierre, con el extenso McGroover -sin alejarse en demasía del núcleo de su alegato musical-, atraviesa diversos climas, otorga mayor preeminencia a los aspectos rítmicos y se permite un crescendo dinámico rematado con un final sorprendentemente ascético e introspectivo.

 

Las elevadas dosis de libertad, fuerza, tensión e intensidad que despliega Gunnelpumpers en Tritonium, pueden deparar diversas valoraciones estéticas, generar contrariedad y sorpresa o resultar extraña y desafiante; pero nunca hará que el oyente permanezca indiferente.

Y quizás, en las sensaciones que provoca, se encuentre su principal virtud.

 

Si no te ha sorprendido nada extraño durante el día, es que no ha habido día (John Archibald)

 

Sergio Piccirilli

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