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Jacob Garchik – The Heavens: The Atheist Gospel Trombone Album

Creation’s Creation, The Problem of Suffering, Optimism, Dialogue with my Great-Grandfather, Digression on the History of Jews and Black Music, This Song is the Center of the Universe, The Heavens, Glory/Infinity/Nothing, Be Good

 

Músico:

Jacob Garchik: trombón, sousafono, bombardino barítono, trompeta de varas, trompa alto

 

Sello y año: Yestereve Records, 2012

Calificación: Dame dos

 

Yo aún soy ateo, gracias a Dios (Luis Buñuel)

 

La aporía es un enunciado que expresa o que confiere una inviabilidad de orden racional. La raíz etimológica del vocablo aporía proviene del griego πορία (“dificultad para el paso”) y deriva, a su vez, del término πορον, cuyo significado original servía para describir todo aquello que era difícil de entender o interpretar. Los filósofos dela Antigua Grecia –especialmente los academicistas- solían recurrir a dicho concepto para responder a preguntas que no tenían respuesta, otorgándole así un significado equivalente a las frases “no concibo esto” o “esto no puede ser aclarado”. Durante ese período hicieron uso de las aporías los sofistas, la Escuela de Euclides de Megara, Platón, Zenón de Elea (a través de sus célebres paradojas), los estoicos e, inclusive, la fase de la mayéutica de Sócrates tendiente a liberar al conocimiento del “falso saber” también recibió el nombre de aporía.

Está claro que para los antiguos griegos las aporías eran un tema cotidiano de conversación en bares, locales bailables (principalmente de música disco), centros comerciales (del tipo Fashion Mall y Community Centers), Spa-Resorts y redes sociales. Es muy probable que en aquellos tiempos los videos de Sócrates y Platón sobre aporías hayan sido dos de los más visitados en Youtube o que gente como Euclides, Zenón y Parménides fuesen algunas de las personas que más seguidores tenían en Twitter y Facebook. La verdad es que no estoy seguro de la veracidad de estos datos pero, como nunca encontré a un antiguo griego que haya dicho lo contrario, me animaría a afirmar que fue más o menos así. Tal vez si Sócrates saliera del impenetrable silencio en el que se ha mantenido durante los últimos años o si Platón abandonara el bajo perfil que adoptó desde su muerte hasta nuestros días, todo quedaría definitivamente aclarado… o no.

 

En definitiva, la aporía refiere a los razonamientos en los cuales surgen contradicciones o paradojas irresolubles o que se presentan como una dificultad lógica, por lo general, de índole especulativa. Debe observarse que muchas especulaciones que en su momento fueron interpretadas como aporías –es decir, paradojas irresolubles- luego han sido zanjadas merced a los progresos cognitivos o a los cambios de paradigma, espíteme o cosmovisión. (*)

(*) Aclaración: paradigma, espíteme y cosmovisión no son tres canales de cable sino palabras cuya sola mención nos hace parecer más inteligentes y agudos aun cuando no sepamos de qué se tratan.

 

En la actualidad, las aporías siguen apareciendo en el campo de la filosofía, las matemáticas y también en los comentarios de algunos discos (como usted puede ver aquí), pero ya no tienen la vigencia de otrora. De hecho, ayer probé diciendo en público a viva voz que tenía una aporía y dos personas me preguntaron si me dolía o si había ido al médico; uno me recomendó que dejara de tomar porquerías, otro me dijo que prefería comer algo más liviano y no faltó el que se retiró ofendido.

Lo cierto es que la frase del inolvidable e incomparable Luis Buñuel que encabeza este artículo, es una aporía –ser ateo gracias a Dios es inviable desde lo racional- tanto como lo es el título (y hasta el concepto) del nuevo trabajo de Jacob Garchik: The Heavens: The Atheist Gospel Trombone Album.

La idea de un “góspel ateo” ofrece un aspecto paradojal y hasta un cierto grado de dificultad lógica. De hecho, el concepto de ateo –entendido como aquel “que niega la existencia de Dios’– a primera vista no parece ser compatible con la palabra góspel, tanto por su acepción en el idioma inglés como sinónimo de evangelio como por su aplicación universal para describir a “la música religiosa de las comunidades afronorteamericanas”. Y en ese sentido, el sesgo paradójico que expresa el título del álbum de Garchik parece acercarse –por lo menos simbólicamente- al carácter irresoluble contenido en toda aporía.

 

La variada gama de estilos y roles musicales desplegados por el trombonista y compositor estadounidense Jacob Garchik lo han convertido en una parte vital de la escena del downtown neoyorquino. Su trayectoria incluye participaciones como miembro del John Hollenbeck Large Ensemble, el Lee Konitz Nonet, Slavic Soul Party!, Four Bags y el Ohad Talmor/Steve Swallow Sextet, además de colaboraciones para auténticas luminarias del avant-garde como Anthony Braxton, Don Byron, George Lewis, Josh Roseman, Mary Halvorson, Steve Lehman, Anthony Coleman, Joe Maneri y Frank London, entre muchos otros, sin dejar de mencionar sus tareas como arreglista en el álbum Floodplain del afamado Kronos Quartet. En tanto que su producción discográfica solista está integrada por los álbumes –siempre en compañía del trío que completan Dan Weiss en batería y Jacob Sacks en piano- Abstracts de 2006, Romance en 2008 (aquí con el agregado de Judith Berkson en voz) y At Play de 2010.

 

En The Heavens: The Atheist Gospel Trombone Album lo paradojal excede al título del álbum, ya que aquí Jacob Garchik elabora desde una perspectiva racionalista –o al menos no apegada a lo religioso- una obra inspirada en el góspel y la música religiosa en general; pero además asume el riesgo de abordar un estilo musical emparentado con el fervor colectivo mediante un formato en solitario y con la única ayuda de un elaborado doblaje en el que se van yuxtaponiendo, con estratégica precisión, un arsenal de instrumentos de viento que incluye –entre otros- a un coro de trombones, dos bombardinos barítonos, dos sousafones, una trompa alto y la breve aparición de una trompeta a varas.

La música góspel (la palabra góspel deriva del término anglosajón godspell que significa “palabra de Dios”), la música espiritual o evangélica surgió en las postrimerías del siglo XVIII en las iglesias afroamericanas como un derivado de los “espirituales negros” (estilo arraigado en el sufrimiento de los esclavos negros que fueron arrancados de su tierra natal para ser deportados a América); pero recién alcanzó popularidad en Estados Unidos a partir de la década de 1930 con el advenimiento de la cantante, guitarrista y compositora Rosetta Tharpe (también conocida con Sister Rosetta Tharpe o The Original Soul Sister) quien fuera la encargada de trasladar el góspel de las iglesias a los locales nocturnos y las salas de concierto, derribando así las fronteras existentes hasta ese entonces entre la música sagrada y la música laica.

Jacob Garchik, en The Heavens: The Atheist Gospel Trombone Album abreva, justamente, en las fuentes del góspel –también derribando fronteras entre lo sagrado y lo laico- pero haciéndolo en sus propios términos, permitiéndose una sincera permeabilidad a elementos provenientes del blues y el jazz y logrando –a pesar de la trabajosa elaboración que presupone un álbum fundado exclusivamente en sobre-grabaciones- una obra signada por su naturalidad, frescura, encanto y sostenido interés.

 

El álbum se estructura en una especie de suite en nueve movimientos que va entretejiendo un tapiz narrativo con imaginación, sobriedad y sin caer en la gratuidad. Laobra –aun recorriendo distintos climas y humores que oscilan entre tradición y modernidad- ofrece una sensación de continuidad que permite enlazar con fluidez la breve pieza de apertura en do menor Creation’s Creation con los ritmos rápidos apoyados en un bajo continuo de The Problem of Suffering, el jubilo esperanzador de Optimism con el espiritual lirismo de Dialogue with my Great-Grandfather.

Luego se van sucediendo la sorprendente conexión entre el acerbo cultural judío y la música góspel en blues manifestados en Digression on the History of Jews and Black Music,  los modos de góspel tradicional exhibidos en This Song is the Center of the Universe, la lánguida balada en blues de The Heavens y el tono perspicaz e ingenioso –con lejanos aires de góspel sureño- de Glory/Infinity/Nothing para, finalmente, concluir en los aromas populares del exquisito Be Good.

 

La exigua duración del álbum (apenas 30 minutos) y las escasas variantes que presupone un trabajo en solitario con instrumentos de vientos superpuestos en la etapa de posproducción, puede llevar a plantear dudas sobre la adquisición de este material. Sin embargo, a la luz de los resultados obtenidos, esos reparos y prejuicios resultan en este caso completamente infundados, ya que muy pocas veces una obra de estas características ha sonado más evocadora, deleitosa, elegante e ilustrativa.

En síntesis: Del mismo modo que el conocimiento adquirido permite resolver aquello que se consideraba en origen una aporía o una paradoja irresoluble, la atenta escucha de The Heavens: The Atheist Gospel Trombone Album de Jacob Garchik hace que las paradojas contenidas en su título se resuelvan –merced al trabajo y la inspiración de su autor- con asombrosa naturalidad y precisión.

 

Cuando uno se inspira en algo bueno, la música nace con fluidez (Franz Schubert)

 

Sergio Piccirilli

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