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Stefano Pastor x 2

Stefano Pastor: Songs

I Got Rhythm, Beatriz, Quem è você, You Go To My Head, Purple Haze, Duke Ellington’s Sound of Love

 

Músico:

Stefano Pastor: violín, voz

 

Sello y año: Slam Productions, 2012

Calificación: Está muy bien

 

 

 

Stefano Pastor, Erika Dagnino, Steve Waterman & George Haslam: Narcéte

Chant I, Chant II, Chant III, Chant IV, Chant V, Chant VI, Chant VII, Chant VIII, Chant IX, Chant X

 

Músicos:

Stefano Pastor: violín, contrabajo

Erika Dagnino: poesía, voz

Steve Waterman: trompeta

George Haslam: saxo barítono, tarogato

 

Sello y año: Slam Productions, 2012

Calificación: Dame dos

 

Conócete. Acéptate. Supérate (San Agustín)

 

El violinista italiano Stefano Pastor, merced a su vasta y prolífica trayectoria musical, ha logrado posicionarse en años recientes como una de las identidades más sobresalientes de la escena jazzística europea. En los fundamentos de su propuesta estética confluyen una inusual capacidad para expresar intereses multidimensionales, un inquebrantable apego por explorar los nuevos horizontes de la improvisación y la invariable fidelidad con el desarrollo de un sonido propio y ajeno a todo cliché que -aun transitando contextos musicales diversos- le ha conferido el reconocimiento del público y la crítica internacional como una las voces más personales y originales en su instrumento.

La fecunda producción discográfica y escénica desplegada por Stefano Pastor a través de los años, da cuenta tanto de su versatilidad como de la amplitud de los intereses artísticos que lo impulsan. Luego de un temprano acercamiento a la música clásica –etapa en la que compartió escenario con artistas del calibre de José Carreras, Cecilia Gasdia, Daniele Gatti y Massimo De Bernart y ofició como primer violinista del Cuarteto Alberti– y de una fugaz pero intensa aproximación al Art-rock –acompañando al cantautor Paolo Conte e integrando el célebre grupo de rock progresivo Picchio del Pozzo-, la carrera de Pastor hizo centro definitivo en las tendencias punteras del jazz. En ese campo –además de estrechas colaboraciones con Harry Beckett, Dominic Duval, Ken Filiano, George Haslam, Joe Morris, Satoshi Takeishi y Harris Eisenstadt, entre otros- se abocó a desarrollar una fructífera labor como líder y sesionista; protagonizó diversos proyectos musicales, tales como Chet Moods (junto al pianista Carlo Morena), The Stefano Pastor Jazz-Poetry Connection (con Erika Dagnino, Steve Waterman, George Haslam y Ken Filiano), Easy Clan (en compañía de George Haslam, Steve Kershaw y Carlo Sezzi) e integró sendos dúos con el contrabajista Furio Di Castri, el pianista Borah Bergman y el cellista Kash Killion. Las indiscutibles cualidades de su obra se encuentran debidamente documentadas en una variopinta discografía que incluye a los álbumes Una Notte in Italia de 2004, Transmutations en 2006, Cycles, Uncrying SkyHolywell Session – Live in Oxford y Helios Suite de 2007, Forgiving July – Live at Novara Jazz, Live at Tortona y Chants en 2009, Freedom y Bows de 2010 y North South Dial en 2011. Todo esto sin dejar de mencionar sus proyectos multimedios -junto al artista visual Roberto Masotti y los poetas Steve Dalanchinsky, Anthony Barnett, Mark Weber y Erika Dagnino– y las labores desplegadas en el campo pedagógico como profesor del afamado Conservatorio Verdi de Milán y asistente en el prestigioso Seminari di Siena Jazz.

Lo cierto es que el derrotero artístico desplegado por Stefano Pastor habla a las claras de un marcado conocimiento de su mundo interior, una decidida aceptación de su propia identidad musical y un permanente afán de superación. Esas cualidades –de las que su obra da pleno testimonio- hacen parecer a la máxima de San Agustín que encabeza este comentario como el norte en la brújula del camino transitado por Pastor en relación al arte.

A esa vibrante producción deben agregarse ahora sus dos trabajos más recientes: el álbum en solitario Songs y el ensamble multidisciplinario Narcéte.

 

Songs parece ser la continuación natural de la impronta iniciada por Stefano Pastor en 2009 con su álbum Chants; es decir, una exploración en solitario del formato canción a través del violín y la voz. A tal fin, el intérprete ofrece aquí una lectura muy personal de un heterogéneo programa de canciones pertenecientes a diferentes autores e integrando en un mismo cuerpo de trabajo géneros tan diversos entre sí como el rock clásico, la música brasilera y el jazz tradicional.

En el cumplimiento de esa empresa, Pastor va nutriendo a la obra con la particular identidad sonora de su violín –aquí potenciado mediante el imaginativo uso de violín acústico amplificado y un acotado arsenal de efectos tales como modulación a través de phaser, saturación de la señal sonora, retraso modulado mediante un pedal de delay y mezcla de señales con chorus effect-, sumado a la utilización de su voz desde una perspectiva más proclive a la exploración física del canto que a la rigidez estructural de las técnicas vocales de interpretación.

 

El álbum abre con I Got Rhythm, pieza que los hermanos George y Ira Gershwin compusieran en los años treinta para el musical Girl Crazy y que tiempo después –tanto por su inusual progresión de acordes (fue el primer tema en usar los denominados rhythm changes) como por la popularidad obtenida al integrar la banda sonora del film Un Americano en París- terminaría transformándose en un estándar de jazz. La lectura ofrecida aquí por Stefano Pastor es mayormente instrumental (los segmentos vocales sólo aparecen al principio y al final de la versión, “ocultos” tras un efecto que asemeja la “fritura” de un vinilo) y con el violín en el centro de la escena, posibilitando así el cabal lucimiento de un intérprete capaz de mancomunar sofisticación técnica, energía e imaginación.

Luego se suceden dos temas del Brazilian Songbook (ambos cantados por Stefano Pastor en portugués): el clásico de Edu Lobo y Chico Buarque Beatriz y la pieza de Luiz Avellar y Lyle Mays Quem è você. El primero de ellos recibe un tratamiento pleno de contrastes, con una sección inaugural que privilegia la cálida y ascética interpretación vocal de Pastor y un capítulo final -excluyentemente instrumental- en donde la figura del violín se agiganta para dar rienda suelta a un discurso alucinado, magnético e hiperbólico. En tanto que en el segundo de los casos la versión discurre sobre una impronta más sutil y contenida que va enhebrando etéreos ornamentos, un estratégico uso de elementos tonales –que establecen un puente entre la partitura original y las formas de improvisación libre aquí incorporadas- y una voz que opta por susurrar la letra para acentuar su temperamento intimista. A la mesurada recreación del clásico de James Lamont “Haven” Gillespie y John Frederick Coots You Go to My Head de 1938, le sobreviene una efervescente versión del tema de Jimi Hendrix Purple Haze (en origen incluido en el álbum Are You Experienced? de 1967) en donde los brillos instrumentales que emergen del imaginativo y arrollador violín de Stefano Pastor parecen contrastar con la idea –quizás no demasiado feliz- de emular la voz de Hendrix mediante una cámara de eco. Finalmente el álbum cierra con una exquisita interpretación de la pieza instrumental perteneciente a Charles Mingus Duke Ellington’s Sound of Love de 1974.

Songs es un trabajo que -aun con los lógicos desniveles que impone el repertorio elegido y las variaciones en el tratamiento del mismo- luce en todo momento interesante, honesto, creíble y, especialmente, muy “físico”, muy humano.

 

Narcéte muestra a Stefano Pastor involucrado –como ya lo hiciera, por ejemplo, en el álbum Cycles de 2007- en una propuesta que hermana música y poesía. Este proyecto es propulsado por el ensamble anglo-italiano que completan la eximia poetisa Erika Dagnino (quien además de los textos que dan vida a este álbum es autora, entre otras publicaciones, de Il canto del cuore viandante, I Canti dell’Occhio Motions Walls, Signs), el experimentado saxofonista George Haslam (líder de The George Haslam Quartet; otrora integrante de Meldow y British Saxophone Quartet, fundador del sello discográfico SLAM y uno de los actores protagónicos de la vanguardia musical británica) y el renombrado trompetista Steve Waterman (Steve Waterman Jazz Orchestra, Steve Waterman Trio & Quintet y Waterman/Hooper Band).

La estética diseñada aquí por el cuarteto explota el estrecho vínculo existente entre la poesía y la música, tanto en la relación rítmica y en su consonancia implícita como en la creación de espacios sonoros capaces de ser significativos.

En Narcéte se observa una cuidada sucesión de palabras, sonidos y silencios en donde ninguna de las dos disciplinas artísticas que nutren la obra –música y poesía- parece someterse a la otra para, de ese modo, entronizar la consagración de un cuerpo orgánico de trabajo signado por su libertad creativa.

El álbum – de inmanente carácter conceptual- propicia una mezcla de significados simultáneos sin importar que estos provengan de palabras o notas musicales, de una metáfora o de un acorde de jazz y haciendo que la espontaneidad de la improvisación y la elusión de estructuras preestablecidas compartan rasgos con el pensamiento en la escritura y la poesía en su plenitud.

Del mismo modo que las notas musicales –dependiendo de quién y cómo las ejecute -tienen atributos relativos; las palabras que emergen de un poema adquieren significados que están sujetos al temperamento y el grado de comprensión del lector. En consecuencia Narcéte, al contar aquí con la presencia de tres eximios improvisadores y con la voz de la autora de los textos, adquiere un inusual grado de verosimilitud creativa y una innegable autoridad expresiva.

El álbum transita climas y humores diversos permitiendo que en ciertos pasajes la música adorne los poemas, en otros segmentos estos últimos parecen verbalizar los sonidos y también, por momentos, haciendo que ambos evolucionen a la par.

Los motivos musicales, ya sea aposentándose vagamente en el blues –como en Chant I, Chant III y Chant VI– o adoptando una ruta más exploratoria –como ocurre en Chant II, Chant IV, Chant VIII y Chant X-, asumiendo un temperamento introspectivo –como sucede en Chant V- o un tono camerístico –tal como en Chant VII y Chant IX– y los sobresalientes aportes interpretativos de Stefano Pastor en violín y contrabajo, Steve Wasterman en trompeta y George Haslam en saxo barítono y tarogato, se van enlazando a la poesía pergeñada por Erika Dagnino. Textos en donde las abundantes referencias a lo onírico y el mundo subliminal de los sueños o las aisladas menciones a íconos de la mitología griega (Narciso en Chant III y Hermafrodita en Chant V) terminan mancomunándose a la música para oficiar como una episteme de la vida misma.

Narcéte es una expresión puntera del arte multidisciplinario. Un trabajo que, más allá de las valoraciones estéticas circunstanciales, está destinado a convertirse en cita obligada para quienes -en las épocas por venir- hurguen en la historia de la unión entre el jazz y la poesía de nuestro tiempo.

 

En síntesis: Stefano Pastor, tanto en Songs como en Narcéte, exhibe sus consabidas cualidades interpretativas, reafirma la variedad de sus intereses estéticos y -sobre todo- manifiesta fidelidad y convicción para seguir apegado a la construcción de una identidad artística propia.

 

Sé tú mismo, los demás puestos están ocupados (Oscar Wilde)

 

Sergio Piccirilli

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