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Todd Sickafoose’s Tiny Resistors: El último refugio

 

band1Blue Whale – Los Angeles, California (USA)

Jueves 20 de junio de 2013 – 21:00 hs.

 

En la placentera intimidad del Blue Whale de la ciudad de Los Angeles se presentó Todd Sickafoose’s Tiny Resistors, banda que en esta ocasión alineó -además de su líder en contrabajo- a Timothy Young en guitarra, Erik Deutsch en piano, Allison Miller en batería, John Daversa en trompeta y Phil O’Connor en clarinete y clarinete bajo.

Todd Sickafoose es un contrabajista de técnica depurada e indisimulable buen gusto; y esas cualidades han quedado debidamente documentadas en sus recientes participaciones como miembro de Jenny Scheinman’s Mischief & Mayhemy y Allison Miller’s Boom Tic Boom pero también en una lista infinita de colaboraciones realizadas otrora a favor de Ani Di Franco, Jessica Lurie, Nels Cline, Adam Levy, Bobby Previte, Ron Miles, Myra Melford, John Zorn, Don Byron y Andrew Bird, entre muchos otros.

Aunque su producción discográfica solista es escasa (al día de hoy, apenas lleva editados tres álbumes: Dogs Outside de 2000, Blood Orange en 2006 y el unánimemente elogiado Tiny Resistors de 2008), Sickafoose ha sabido mantener una profusa actividad escénica como líder de banda y es merecido acreedor de innumerables halagos por su labor compositiva.

El temperamento musical que lo distingue concentra infrecuentes virtudes, ya que sus partituras siempre sobresalen por el relajado lirismo melódico, el sutil despliegue de texturas y cadencias, las dinámicas espaciosas y una sorprendente capacidad para permitir la convergencia de jazz moderno, folk estadounidense, libre improvisación, pop alternativo, americana, blues y atisbos de mininimalismo; todo ello, sin perder un ápice de su personalidad autoral.

 

OLYMPUS DIGITAL CAMERALa fortaleza de esas partituras ha posibilitado que –desde 2008 a la fecha- la labor en escena de Todd Sickafoose’s Tiny Resistors se manifestara con inalterable solvencia pese a que dicho ensamble se caracteriza por una permanente rotación de integrantes, cambios de formato y frecuentes modificaciones en su alineación tímbrica.

Aquellos que hemos asistido a algunas de las diferentes encarnaciones escénicas de la banda (varios de cuyos conciertos han sido reseñados en este sitio oportunamente), podemos afirmar que esas presentaciones se distinguieron siempre por la calidad expresiva, la facultad para incorporar diferentes personalidades musicales sin alterar su identidad estética y, muy especialmente, por la inequívoca sensación de placer que provocaron cada una de sus entregas.

El placer suele asociarse a la diversión y el entretenimiento pero, también, conlleva un carácter subjetivo y mucho más profundo que se emparenta con el disfrute espiritual o la satisfacción producida por la realización de algo que nos complace. Está claro que existen placeres físicos (que, por pudor, no enumeraremos ahora) pero los más perdurables son aquellos enlazados al placer psíquico –definido por Platón como “el mayor de todos” debido a que abarca los placeres mentales causados al percibir o crear la cultura y el arte-, el placer intelectual que nace al ampliar los conocimientos, el placer estético que deriva del intransferible disfrute personal de la belleza y el placer emocional que proviene de la empatía y el sentimiento de aceptación.

La invariable sensación de placer que adjudicamos a cada una de las actuaciones de Todd Sickafoose’s Tiny Resistors, además de integrar buena parte de lo mencionado en el párrafo anterior, parece aproximarse vagamente a la ideas concebidas por Epicuro cuando pregonaba un enlace entre la felicidad y el logro de un placer equilibrado en todas sus formas, capaz de contener lo físico, lo intelectual, lo emocional y lo filosófico.

Ahora es tiempo de sumergirnos en la noche angelina para comprobar si esas sensaciones siguen vigentes, han desaparecido o toman otra forma.erik

 

El concierto abre con un elegante y sugestivo dueto entre el piano de Erik Deutsch y el contrabajo de Todd Sickafoose que oficia a manera de obertura para una sutil readaptación de Serpentine -tema cuya versión original formara parte del álbum Blood Orange de 2006- ya con el sexteto en escena. La banda exhibe aquí un acabado sonoro de orfebrería acentuado por los exquisitos adornos que provee la sección de vientos, un sentido muy desarrollado del color y una delicada sensibilidad que no debemos confundir con fragilidad ni afectación. Una apertura de concierto decididamente inmejorable.

A continuación sobreviene el primer inédito de la noche: Reversal of Fortune. Una pieza -con el sello indeleble de su autor- de gran riqueza melódica, encantadoras cadencias y elaborada orquestación; que arranca en cuarteto de piano, guitarra, contrabajo y batería para luego evolucionar con el ingreso de los vientos hasta alcanzar su clímax en un aquilatado solo de Phil O’Connor en clarinete.

Queda claro que el placer no se repite de manera infinita ni permanece inalterable a través del tiempo debido a que, tanto la fuente que lo provoca como sus receptores, no son elementos estáticos; sin embargo, en este caso en particular ambos aspectos parecen –misteriosamente- haberse adaptado entre sí para reciclar el ritual de la satisfacción y el goce estético.

john timAhora es el turno de otro estreno: Turntables. Una composición de gran factura estructurada sobre un pertinaz leitmotiv y patrones rítmicos resueltos con un ostinato de inequívocos aires latinos. Finalmente todo se corona en un vibrante crescendo que, tras el minucioso solo de trompeta a cargo de John Daversa, regresa lentamente al motivo central de la partitura hasta desvanecerse.

A la manera de un interludio le sigue luego una evanescente e inasible improvisación a dúo entre la –siempre imaginativa- guitarra de Timothy Young y el clarinete de Phil O’Connor que se encadena con naturalidad al inédito Ceiling Fan in a Spoon. Los coloridos ornamentos, la comunión estética de jazz, música folk y americana, una dinámica ascendente de notable resolución, el alto nivel interpretativo de los solistas –aquí con especial destaque de Erik Deutsch en piano- y su línea melódica de extraña belleza, van en camino de convertir a esta pieza en un clásico del repertorio de la banda.

El primer segmento de la actuación cerrará con una impecable lectura de Bye Bye Bees del álbum Tiny Resistors de 2008 en donde sobresalen –además de las cualidades implícitas en la partitura- las fenomenales aportaciones de Allison Miller en batería y John Daversa en trompeta.

alison miller

A regreso del intermedio, el concierto reabre con un hipnótico dueto de guitarra y piano que oficia de preludio para una formidable reinterpretación de Everyone is Going –también proveniente de Tiny Resistors– en donde se yuxtaponen lirismo, nocturnidad y una imaginación sin frenos sobre la que se van deslizando las exquisitas intervenciones de Phil O’Connor en clarinete bajo, Todd Sickafoose en contrabajo y Timothy Young en guitarra y un soberbio y avasallante solo de batería a cargo de la implacable Allison Miller.

Seguidamente se suceden la cálida y noble impronta de los aires de americana contenidos en el aterciopelado Whistle, una improvisación a trío entre la trompeta de John Daversa, el contrabajo de Todd Sickafoose y la batería de Allison Miller y una descomunal versión de Paper Trombones en la que se conjugan –hasta construir una arquitectura sonora de implícita modernidad- una melodía de innegable plasticidad y elegancia, seductoras cadencias que orillan los contornos del blues, ornamentos plenos de fantasía y las memorables apariciones solistas de Phil O’Connor en clarinete y Erik Deutsch en piano.

tim allison todd 1La –ya inolvidable- presentación de Todd Sickafoose’s Tiny Resistors concluye en la apacible mansedumbre del inédito Blues for Dan Morris. Final.

 

Nos vamos sin haber dilucidado por qué podemos hallar placer en la mágica sencillez de una actuación como la ofrecida esta noche.

El incomparable Oscar Wilde decía que “los placeres sencillos son el último refugio de los hombres complicados”.

Tal vez Wilde tenga razón y sólo seamos hombres complicados intentando encontrar en el placer el camino que nos conduzca a… El último refugio.

Sergio Piccirilli

Agradecemos el aporte fotográfico realizado por Kio Griffith y David Schwartz

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