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Henry Threadgill Ensemble Double Up: Old Locks and Irregular Verbs

 

old locks and irregular verbsPart One, Part Two, Part Three, Part Four

 

Músicos:

Henry Threadgill: composición, conducción

Jason Moran: piano

David Virelles: piano

Roman Filiu: saxo alto

Curtis MacDonald: saxo alto

Christopher Hoffman: cello

Jose Davila: tuba

Craig Weinrib: batería

 

Sello y año: Pi Recordings, 2016

Calificación: A la marosca

 

Los recuerdos de nuestras vidas, de nuestras obras y nuestros actos continuarán en otros (Rosa Parks)

 

El imperativo emanado de la necesidad de trascendencia es producto de un natural deseo por superar los límites que definen nuestra condición básica como seres humanos.

Los hombres que trascienden siempre van más allá de sí mismos, de quienes los rodean y de las cosas que tienen o pueden acumular porque la trascendencia se asocia invariablemente al cumplimiento de metas sólidamente ancladas en la profundidad del ser. Tal vez por ello muy pocos llegan a trascender a su tiempo y espacio y sólo algunos elegidos tienen un lugar reservado en la historia o alcanzan a despertar el interés colectivo.

Desafortunadamente, la sociedad actual no ha erigido la idea de trascendencia como arquetipo de nuestro tiempo; muy por el contrario, parece estar empeñada en alentar un diseño social y cultural amparado en su antítesis: la mediocridad. Ese siniestro paradigma de la sociedad de consumo que hoy pretende digitar nuestras vidas, brega por la multiplicación exponencial de individuos conformistas e indiferentes, cuyo único destino es flotar en las mansas aguas de una oprobiosa comodidad y permanecer adormecidos en la banal sensación que ofrece el bienestar económico. En ese modelo se promueve la malévola entronización de un individuo mucho más preocupado por lo que puede llegar a “ser” –y tener- que por lo que auténticamente “es”.

Sin embargo, aun en ese contexto, hay muchas formas de trascender. Una persona trasciende cuando ayuda a los demás, cuando se compromete con sus ideales, cuando comparte conocimientos e información, cuando se rebela ante las injusticias -aunque la injusticia no lo afecte directamente– cuando crea en libertad, cuando su legado deja al mundo mejor que como lo recibió y, en definitiva, cuando en ese intento por buscar el sentido de la propia existencia logra trascender a un plano en el que la vida enseña lo más profundo de su verdadera esencia.

La noción de trascendencia asoma con inusitada fuerza en Old Locks and Irregular Verbs, el álbum de Henry Threadgill junto a su nueva agrupación Ensemble Double Up. No sólo porque el contenido del álbum es trascendente per se sino también porque se trata de una obra dedicada a la memoria de un músico y compositor que, sin lugar a dudas, está destinado a trascender en el tiempo: Lawrence D. “Butch” Morris.

La música de Henry Threadgill -a sus 72 años de edad– manifiesta una asombrosa vigencia y singular vitalidad creativa pero, además, en su trayecto reciente ha venido eslabonando una serie de –merecidos- reconocimientos y halagos. En los últimos dos años ha sido destinatario del prestigioso Doris Duke Impact Award, fue objeto en 2014 de una retrospectiva de toda su obra organizada por el pianista Jason Moran, editó junto a su banda Zooid el aclamado y esencial In for a Penny, In for a Pound en 2015, se erigió en una pieza central de la celebración del quincuagésimo aniversario de la legendaria AACM (materializada mediante sus participaciones en la reunión de la Muhal Richard Abrams Experimental Band durante el Chicago Jazz Festival 2015 y en el lanzamiento del álbum de Jack DeJohnette’s Made in Chicago) y realizó una invaluable contribución en el doble The Great Lakes Suites de 2014, proyecto discográfico en donde compartió créditos con otro ícono de la música contemporánea como es Wadada Leo Smith.

Old Locks and Irregular Verbs abre un nuevo y emocionante capítulo en la constante evolución artística de uno de los mayores compositores de la historia moderna. En este sentido homenaje al inolvidable “Butch” Morris afloran ideas, pensamientos y conceptos que dejan entrever el indisoluble e indiscutible enlace (musical y extra-musical) existente entre ambos. Morris y Threadgill compartieron créditos otrora en el octeto de David Murray, los dos son veteranos de la guerra de Vietnam, ambos fueron vecinos y cultivaron una estrecha amistad durante más de cuatro décadas y tanto uno como otro se caracterizó por desarrollar en sus respectivas carreras una inquebrantable vocación para transitar territorios creativos inexplorados.

Old Locks and Irregular Verbs se constituye en la primera vez en quince años que Threadgill graba con una nueva alineación -el Ensemble Double Up- y también permite la materialización de un viejo anhelo de su líder: contar con una banda en donde no tenga que tocar y en la que pueda dedicarse a componer y “esculpir” el sonido. No caben dudas que esto último expresa una implícita relación con la singular forma de conducir y liderar improvisaciones colectivas para grandes ensambles, que “Butch” Morris englobó en la técnica de su autoría denominada “conduction”.

Henry Threadgill describe al Ensemble Double Up como una extensión de su banda Zooid. No obstante, el álbum manifiesta inocultables diferencias entre ambos proyectos ya que el personal sistema de improvisación basado en intervalos que distingue la obra previa de Threadgill, parece abrir ahora más espacios para que los músicos puedan moverse libremente, otorga una mayor densidad al carácter polifónico de su música y aquí -aunque se mantienen las formas complejas fundadas en contrapuntos superpuestos y el uso de convoluciones rítmicas que distinguen a Zooid– se observa la construcción de una paleta tonal y armónica mucho más amplia en colores y texturas (devenida de una alineación instrumental poco ortodoxa en donde sobresale la incorporación de dos pianos y dos saxos alto) y el deliberado desarrollo de un laberíntico paisaje sonoro enhebrado mediante meticulosos arreglos.

El álbum Old Locks and Irregular Verbs incluye la composición del mismo nombre -desarrollada en un único movimiento- pero que ha sido indexada en cuatro partes a modo de referencia orientativa.

Part One abre con un espacioso dueto de pianos sobre el que se irán aposentando los pilares de una estrategia composicional que amalgama el acabado ejercicio contrapuntístico, marcado desapego a la transformación temática del leitmotiv, un planteamiento tímbrico con dobles instrumentos, una magistral distribución de texturas polifónicas y la construcción de un sólido andamiaje estructural que posibilita la asignación de amplios espacios para que los miembros del ensamble interactúen libremente. En un contexto sonoro de dinámica sostenida, se sucederán el aquilatado aporte solista de Jose Davila en tuba, un encendido contrapunto protagonizado por los pianos de David Virelles y Jason Moran, sendos solos en saxo alto por parte de Roman Filiu y Curtis MacDonald (que en ambos casos parecen invocar el carácter epigramático que distingue a Threadgill) y el imaginativo dueto entre la tuba de Jose Davila y el cello de Christopher Hoffman con el que se cierra este fragmento y también da inicio el breve Part Two. El sucinto relato de la segunda parte de la obra estará subrayado en su faz resolutiva por un solo de Craig Weinrib en batería que conjuga austeridad, variedad de matices y precisión.

La notable Part Three ofrece una hipnótica explosión de colores e ideas musicales desde donde emergerán la perspicaz contribución de Christopher Hoffman en cello, un fascinante solo de piano a cargo de Jason Moran rematado en contrapunto con el piano de David Virelles, las apariciones solistas de los saxos de Roman Filiu y Curtis Mac Donald -en ese orden– y un pasaje final con epicentro en la exposición de diferentes formatos a trío, primero entre el saxo de MacDonald, el piano de Moran y el cello de Hoffman y luego con la batería de Weinrib, el piano de Virelles y el saxo alto de Filiu.

La obra tendrá un glorioso final por intermedio de Part Four. Aquí Threadgill se aparta de su sistema de composición habitual para entregarnos una pieza procesional de carácter elegiaco, que oficia a manera de acompañamiento musical para un cortejo fúnebre. Un cierre profundamente emotivo, melancólico y triste, pero de sobrecogedora e inquietante belleza.

Henry Threadgill Ensemble Double Up, en Old Locks and Irregular Verbs, entrega un álbum sublime y deslumbrante. Una obra monumental que su autor describe -con encomiable humildad- como “una emoción y un pensamiento sobre Butch Morris que conservo en la memoria”.

De algún modo, esa definición parece llevarnos de regreso a la noción de trascendencia que esbozamos al comienzo, ya que trascender también es una forma de vencer a la muerte permaneciendo en el recuerdo de los demás.

 

La muerte no existe, la gente muere cuando la olvidan (Isabel Allende)

 

Sergio Piccirilli

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