Por Los Codos

Adrián Iaies

Otra; si bien lo hiciste en concierto en algún momento, ¿está lejos la chance de hacer algo a dos pianos? Porque tampoco nunca grabaste con otro pianista.

La verdad, debo ser franco: yo no escuché disco alguno, salvo un par de honrosas excepciones, a dos pianos que me guste…

Hay ahí un terreno fértil, entonces…

No… porque no es que no me gusten esos discos porque sean malos, se trata simplemente de que es un sonido que no me llama la atención. Lo que escuché y me gustó es lo de Hank Jones con Tommy Flanagan o con John Lewis. Sí me gustaron otras cosas, el Corea – Burton…

Ya que mencionás un vibrafonista, cuesta encontrar en tus discos (y no me vengas con el bandoneón) instrumentos que sospecho que en algún momento van a aparecer como un cello, arpa… recuerdo haberte comentado una vez que te veía componiendo algo para un cuarteto de cuerdas y me mandaste al infierno…

Bueno… puede pasar… es que uno crece… (carcajadas)

También dijiste “jamás me voy a meter con Piazzolla”

No… pará… un momento… (risas). Desglosemos. Lo que yo dije es que no me gustan los discos con orquestas de cuerdas. Que es distinto a un cuarteto, como lo que hizo Abbey Lincoln, que es básicamente cello y violín. Pero Piazzolla… ¿con qué me metí de Piazzolla? Con lo que “no” es Piazzolla… Chiquilín de Bachín o Años de Soledad no es Piazzolla. Decarísimo… ahí puede ser… es como el “límite” de Piazzolla…

¿El límite de qué?

Digo… (poniendo cara de “hoy se vino molesto”); ¿vos creés que Chiquilín de Bachín es Piazzolla?

PiazzollaPero hombre, ni hablar, vos sabés a qué me refiero…

A ver… Años de soledad… la verdad que cuando la grabé estaba más con Mulligan que con Piazzolla en mi cabeza. Y después, lo único que está cercano a Piazzolla es Decarísimo. Pero con lo que creo, y digo “creo” porque con vos hay que tener cuidado y con el tiempo nunca se sabe (risas), con lo que no me metería es con el Piazzolla de Las cuatro estaciones, o Libertango…

Yo creo que Libertango da para jugar y mucho

Probablemente, pero a mí no me llama la atención.

Esto viene a cuento de que quería preguntarte con quién no te vas a meter, así ya sé a quién vas a grabar en el futuro… (risas)

No sé… la ventaja de volverte más viejo… es que aprendés a no ruborizarte cuando borrás con el codo lo que escribiste… siempre y cuando no seas un veleta.

Las cosas tienen movimiento…

Claro, claro… es eso… ahora, ¿con quién no me metería? No sé… hay un montón de música y músicos que me gustan… qué sé yo Morales… yo escucho mucha música clásica, bastante más que antes; uno va cambiando y también te influyen los tipos con los que tocás. También pasa, por suerte, que tocaste con alguien que te provoca escribir algo para tocarlo con él…

La música electrónica no te interesa, ¿verdad’

No… (y le faltó hacer los cuernitos como Mostaza Merlo)

Ni el tango electrónico… (madura el Knock Out)

No… tampoco…

¿Y por qué participaste entonces del Bajofondo Tango Club (gol)?

(Por suerte, sonríe) Porque me convocó (Gustavo) Santaolalla.

Y si te llama para que…

Gustavo SantaolallaEsperá. Yo tengo un gran respeto por Santaolalla como productor. Entonces yo sabía que no iba a llamarme para una chantada. Además, una cosa es que a mí me interese algo o no y otra muy distinta es que yo piense que eso sea malo o no. No sé si entiende la diferencia. Yo tenía la seguridad de que si Santaolalla requería algo de mí, lo iba a utilizar para algo bueno. Algo con determinado valor. La verdad que me regalaron el disco y no recuerdo si llegué a escucharlo completo. No es una música que me divierta, pero nada de todo eso me divierte. No puedo afirmar que sea malo; simplemente no me divierte como tampoco lo hace un concierto para violín y orquesta. No puedo escuchar tanto violín, llega un momento en el que empiezo a odiarlo. Pero eso no quiere decir que no tenga sus valores. Para nada. Y si me llama Santaolalla yo voy con los ojos cerrados, como fui… y para mí fue una gran experiencia. Además, si en tu cabeza está la idea de producir a otros, la chance de compartir un rato con él… es impagable. Lo que yo aprendí esa tarde charlando… y en un día complicado porque había problemas con las máquinas y ver cómo el tipo mantenía el buen humor y cuidaba a su equipo de trabajo… y a la hora de grabar me dio dos indicaciones puntuales. Nada más. Dos. Agradezco haber grabado con él. Es de esos tipos que te enseñan. Lo mismo me pasó con (Carlos) Melero a la hora de grabar el solo piano. Cuando toqué el Retrato de John Lewis, Melero me hizo un par de indicaciones. Lo volví a tocar siguiendo esas indicaciones y funcionó fenómeno…

SampayoLo mismo te había pasado en España, ¿no?

Exacto, con (Carlos) Sampayo. Un tipo que es escritor. Cuando grabé en el Tango Reflections la versión de La última curda, se me sentó al lado del piano, charlamos un rato y me dijo lo que le parecía; al toque grabé otra versión a la que, durando dos minutos menos, no le falta nada de lo que tenía la anterior. Yo me saco el sombrero ante esa gente. Alguien que saca algo bueno de vos que o no sabías que lo tenías o que estaba disperso. ¿Y cuánto vale eso?

Ya hablamos de música, de cine, hiciste tus relaciones futboleras… ¿qué es lo que hoy te está preocupando? ¿A qué estás atento?

Hummm… (piensa y se toma su tiempo). Un lunes a la noche yo volvía del estudio de Vitale y me llamó mi mejor amigo, el único que me queda de la adolescencia para decirme que tiene cáncer. Yo ya lo viví con Viviana (su ex esposa) y con otra gente muy cercana. Las balas pican cerca siempre. Desde que nacés. Pero hay momentos en que te das más cuenta. 
Hay que estar atento a no caer en tomarse a uno mismo demasiado en serio.
Eso son muchas cosas a la vez. No creerse eso del "compromiso artístico con la realidad"; el famoso "estar a tono con los tiempos que corren" no caer en hablar todo el tiempo de "mi arte", "mi importancia dentro de la escena actual del jazz", no creerse todo lo que se escribe en los medios sobre uno. Saber que la adjetivaciòn profusa es una herramienta de trabajo de los periodistas (los buenos y los malos), saber que si disfrutás el privilegio de subirte a un escenario, también tenés que tener en claro que eso conlleva la posibilidad permanente de recibir una crítica, sea justa o injusta. Y te la tenés que fumar con humor y tratar que te chupe un huevo. Tanto si te pusieron una estrella como cinco.
Y aprendes que atrás de una crítica, aun de ésas que tienen mucha mala leche, suele haber algo de verdad a lo que uno puede sacarle el jugo.
En fin, cuidarse de esas cosas que tenemos los que laburamos en algo artístico que es la sensación, consciente o no, de que el mundo nos debe algo. Saber que lo que hacemos no es un apostolado, ni en pedo.
Es decir, estar atento a no convertirse en un pelotudo mayúsculo.

Estoy atento… a no descuidar aquello que para mí es lo más importante. Tengo una linda mujer, inteligente, divertida y con la que me gusta estar y tres hijos increíbles. Yo estoy atento a eso. Después… la competencia de quién gana el premio de lo que sea… todo eso me importa tres carajos. Es parte de mi trabajo y le doy la importancia que tiene; te puede ayudar a una nota más o a vender algún disco más. Pero sólo eso.
Quiero hacer un trabajo que me divierta. Estoy atento a sacarle rédito a lo que amo, pero rédito… a ver… yo hice la música de una película y eso me permitió pasar buenos momentos, comenzando por participar desde algún lugar del arte que más me emociona y moviliza que es el cine.  Y aprender y disfrutar del talento, de la elegancia y de la ironía de un tipo como Sergio Renán. Y tuve la chance de estar un tiempo largo charlando con (la actriz) Mónica Ayos, que resultó ser una mina fenómena  y muy divertida. Y la posibilidad de compartir momentos con (el montajista) César D'Angiolillo, un tipo exquisito; y la suerte de conocer al sonidista y… todo eso, cuando te pagan, no figura en el recibo. Y todo eso es ganancia. Y a eso hay que estar atento y te alegra la vida. Porque un lunes a la noche volvés de un estudio y te encontrás con la noticia de que alguien muy querido tiene algo… o que uno tiene algo.

Iaies - MeleroEsto te lo da la experiencia. No me desespera ser el mejor músico; si me dan un premio está fenómeno, si me nominan también, si vendo más discos otro tanto y si todo el mundo que labura conmigo gana mejor… todo eso está muy bien.
Ojo, entiendo que a un músico más joven o con menos camino hecho, esas cosas le importen más. Y que aprenda a lidiar con esa ansiedad y la necesidad de ser reconocido lo hará mejor músico y, seguramente, hará más auténtica su música, más honesta.
Pero trato de estar atento a otras cosa. Tengo una linda casa, una buena familia, a los 46 años estoy criando de nuevo a una hija, de dos años, que es la luz de mis ojos. Tengo amigos, la suerte de trabajar con ellos. Fijate quiénes están en el disco. Las fotos las hizo Horacio (Sbaraglia), un amigo del alma. Con (Alejandro) Varela, el único tipo de la industria del disco por el que yo pongo las manos en el fuego. Está (Carlos) Melero que para mí es una gloria. O sea… el man que vino a ponerle los micrófonos al piano cuando grabé, es el mismo que se los puso a Bill Evans, Count Basie, Ellington, Stan Getz, Billy Harper, Dexter Gordon, el Cuchi Leguizamón, Jarret,… ese tipo viene con su humildad y su bonhomía para después llamarme desde la casa y decirme que está feliz con lo que suena.
Y nunca nadie puso siquiera su fotito en los booklets de los discos.

Estoy atento a esas cosas porque es lo único que tenemos. Lo demás, es gilada.
Estoy atento a ser justo con los músicos que tocan conmigo. Cuando alguien de la talla artistica de Pepi Taveira sacrifica, distrae algo de su tiempo para ensayar o tocar o grabar, trato de pagarle bien, de atenderlo bien, que se sienta bien, que toque una música donde él pueda encontrar que tiene un espacio, donde pueda mostrar algo de lo propio.
La de músico es una profesión que, en la Argentina al menos, siempre ha estado tan al borde de la malaria y de los escasos espacios para demasiados postulantes, que la generosidad, la elegancia y el respeto y consideración por el tiempo y la energía ajena se han convertido en la excepción.
Por no hablar de la transparencia…
Yo mismo me puse en el difícil e incómodo lugar de director artístico de un sello. Me encanta el proyecto, ya te lo dije.  Eso ha tenido la ventaja de ayudar a artistas a los que admiro y respeto y, en general, quiero mucho. Pero también decirle que no a otra gente igualmente valiosa. Y siempre me preocupé de no caretearle nada a nadie, no hacerle perder el tiempo a nadie ni de vender humo y puse la jeta siempre que hizo falta. Aun en situaciones en las que yo no tenía control sobre las decisiones o el manejo de las cosas.

A eso quiero estar siempre atento.
Es la edad y que te pasen ciertas cosas.
Cuando vos perdiste a tu mujer antes de tiempo; y a tu viejo. Y después de todo eso de pronto encontrás otra mujer y te encontrás criando a otra persona y que tenés que volver a pensar en cosas como el jardín de infantes… si todo eso no te formatea de otro modo… estás listo. Quiere decir entonces que sos un pelotudo sin remedio
“Es una injusticia llegar a viejo sin llegar a ser sabio”, dicen, ¿no?
Yo, en general, me llevo bien con los músicos y con la gente con la que trabajo, conservo mis pasiones como el fútbol (arte mayor), hacer asado para los amigos (my main job…) y esas cosas.
Ojo… no estoy haciendo una apología de Los Campanelli. Lejos de eso. Cuando trabajo soy muy riguroso conmigo mismo y perfeccionista y ya ves… hace años que no saco un disco nuevo, cuando otros tratan de sacar dos o tres por año.

Ahora siento que tengo algo nuevo para decir. Soy muy riguroso y exigente y perfeccionista.
Pero eso es trabajo.
La vida es otra cosa.

www.adrianiaies.com.ar

Marcelo Morales

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