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Agusti Fernández & Barry Guy: Some Other Place

Annalisa, Barnard’s Loop, How to Go Into a Room You Are Already in, Rosette, Blueshift (for M.H.), Boomerang Nebula, Crab Nebula, Some Other Place, Dark Energy, The Helix

Músicos
Agusti Fernández: piano
Barry Guy: contrabajo

Maya, 2010

Calificación: Dame dos

No salgas de ti mismo, en tu interior habita la verdad (San Agustín)

La brutal y acelerada expansión del modelo neoliberal de fines del siglo XX fue emplazando paulatinamente en nuestra sociedad una cultura de individualismo y chatura intelectual. En ese contexto, donde todo transcurre al ritmo de lo fugaz y la frivolidad pasajera, no parecen existir espacios confortables para vivir más allá de la inmediatez; lo cual implica, además, el desarrollo paralelo de una devastadora tendencia a inmovilizar el pensamiento crítico. Esa entronización de lo inmediato y la inmovilidad en detrimento de la búsqueda de trascendencia y la acción creadora, no sólo pretenden impedir el proceso histórico que nos conduzca hacia formas más dignas de vivir en sociedad sino que también involucra un alarmante aumento del cercenamiento en la capacidad para imaginar y soñar con futuros distintos.
Por cierto, no es pretensión de este comentario usar la retórica para delinear una argumentación apocalíptica o dibujar un laberinto sin salida, sino que se trata apenas de un humilde intento tendiente a reanimar la lucha por la recuperación de los horizontes perdidos. Sabido es que hay muchas alternativas posibles para escapar a la banalidad. Está claro que no todo en la vida es un reality show o un programa de televisión con bloopers y cámaras ocultas. También están American Idol o similares, las competencias de baile con gente de la farándula y programas de concursos telefónicos en donde uno puede ganar importantes premios con sólo acertar cuántos dedos tiene el conductor en su mano derecha. Inclusive en caso de responder mal, además de hacer el ridículo ante millones de televidentes en forma gratuita, le regalan una calculadora.

Me animaría a decir que lo más saludable es eludir las actitudes irreflexivas, la falta de compromiso con nuestro propio destino y evitar reaccionar ante esa realidad como si fuésemos autómatas. Y sobre todo porque comportarse como un autómata equivale a suicidarse intelectualmente debido a que, como todos sabemos, un suicida es una persona que se auto-mata.
En definitiva, nuestra propia inacción contribuye a fijar un ideal de la cultura de la intrascendencia y el divertimento, llevándonos a vivir fuera de nosotros mismos, haciéndonos olvidar los intereses más profundos que habitan en el ser humano y cerrándonos al misterio de la trascendencia.
Ese credo del “aquí y ahora” que sedujo a nuestra sociedad no debe precipitarnos en el vacío de la desesperanza, ya que ese “aquí y ahora” es una unidad espacio-temporal y, por ende, puesto en perspectiva se relaciona y asemeja con los conceptos de futuro y lejanía.
La motivación de querer estar en otro tiempo y lugar o de ir lejos y adelante, se construye con acciones intermedias que nacen en el “aquí y ahora”.
Ergo, debemos convenir que su génesis está en un tiempo que aún nos pertenece pero que su raíz no se halla en el terreno de la fugacidad y en lo trivial sino en algún otro lugar.
Justamente, Some Other Place (“Algún otro lugar”) es el nombre del álbum que reunió a dos de los más brillantes improvisadores de jazz de nuestro tiempo: el pianista español Agusti Fernández y el contrabajista británico Barry Guy.

Este trabajo, en el que abunda la sutileza interpretativa, el rigor exploratorio y una transparente espiritualidad, parece imaginar ese “algún otro lugar” como un paisaje musical de sobrecogedora belleza gobernada por la profundidad reflexiva y la exquisitez conceptual. El acceso a esos territorios no siempre implica emprender extenuantes recorridos o ir demasiado lejos; en ocasiones basta con ceñirse a unificar la distancia que separa el mundo interior del artista con la materialización de su obra. Some Other Place es uno de esos privilegiados casos.
En la apertura, con Annalisa, hallamos un cuerpo armónico principal de pastoral elegancia e íntimo lirismo interceptado, estratégicamente, por un segmento de libre improvisación. Barry Guy alcanza un espectro dinámico superlativo en su instrumento, ofreciendo una lectura imaginativa, sensible y vital, ya sea en pizzicato o con arco; en tanto que Agusti Fernández aporta una lógica y pureza de sentido que le otorgan veracidad y carnadura a sus virtuosos fraseos.
Las osadas e intrincadas formas musicales que recorre Barnard’s Loop nacen en los espaciosos pliegues de la exploración abstracta. Luego, el entretejido armónico evoluciona hasta alcanzar un clímax dramático en el que ambos músicos utilizan las capacidades sonoras de sus respectivos instrumentos para confluir en un plano de infrecuente sinergia y sincronización.

En el despejado ascetismo y la meditativa lejanía de How to Go Into a Room You Are Already in confluyen la amplitud de frases y dibujos de una sola nota que emergen del piano de Agusti Fernández con un inexpugnable dominio técnico de Barry Guy que le permite obtener en el contrabajo cualidades tímbricas propias de una guitarra o un cello. Un cautivador paisaje musical laqueado por una pátinade oscuro lirismo y melancólica intimidad.
La breve Rosette es un explosivo ejercicio de disonancias y técnicas extendidas caracterizado por la emoción, el virtuosismo y la experimentación anclada en las profundidades idiomáticas de la libre improvisación.
Luego, en abierto contraste de temperamento, llega la etérea belleza de Blueshift (for M.H.), balada que Barry Guy compuso para su esposa, la afamada violinista suiza Maya Homburger (de allí el “for M.H.” aludido en el título). Una introspectiva excursión melódica con vestigios de impresionistas como Ravel e influencias provenientes del romanticismo alemán de Schumann y Brahms, realzada por la imaginativa y delicada lectura de la partitura ofrecida por el dúo.

Con su empírica densidad, las piezas Boomerang Nebula y Crab Nebula integran un bloque musical uniforme conformado por un vasto mundo de masas sonoras que parece abrevar (incluso por las alusiones astronómicas de sus títulos) en los conceptos de la música estocástica de Iannis Xenakis. Hecho que no sorprende, ya que Agusti Fernández, a fines de los setenta, estudió con el genial compositor rumano.
El álbum resulta exquisito de principio a fin; pero si hay una pieza que expresa cabalmente el implícito mestizaje de géneros y la mixtura de influencias y estilos es el tema Some Other Place. Un vibrante encuentro entre los dos universos cardinales que rigen este trabajo: el de la introspección melódica asociada al jazz y el del furioso arrebato de la música improvisada europea.
El avasallante Dark Energy está plagado de contratiempos y fracturas rítmicas. Mientras Barry Guy sostiene un pulso sombrío e inquietante, Agusti Fernández manifiesta una envidiable soltura para recorrer distintas escalas sobre compases poco usuales, a la vez que maximiza las posibilidades del pedal de resonancia y, todo esto, sin caer en extravagancias acrobáticas e innecesarias.
El cierre, con The Helix, elude cualquier atisbo de complacencia para sumergirse de lleno en la construcción de un mapa sonoro que progresa al conjuro de recursos que brotan directamente desde el arpa cromática del piano o a partir del uso de técnicas extendidas en el contrabajo con arco.
Some Other Place demuestra que, en el “aquí y ahora”, hay otros lugares en donde la inmediatez y la fugacidad dejan su lugar a lo eterno y la trascendencia.
No llega antes el que va más rápido sino el que sabe dónde va (Seneca)

Sergio Piccirilli

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