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Ben Allison: Think Free

Fred, Platypus, Broke, Kramer vs. Kramer vs. Godzilla, Sleeping Giant, Peace Pipe, vs. Godzilla, Green Al


Músicos:
Ben Allison: contrabajo
Rudy Royston: batería
Steve Cardenas: guitarra
Shane Endsley. trompeta
Jenny Scheinman: violín

Palmetto, 2009

Calificación: Dame dos

Un artista puede ser talentoso, ínclito, preclaro, genial. Estas cualidades no siempre van de la mano con una palabra que, en los hechos, está en desuso: coherencia, que se define (simplificando) como "una actitud logica y consecunte con una posición anterior". Este simple enunciado puede llevarnos a múltiples interpretaciones y la verdad que, en este caso, optaremos por no ser coherentes y trataremos de no complicar(nos/le) la existencia.

No sé a usted, pero a mí me resulta bastante complicado, la mayoría de las veces, explicar con palabras lo que uno, aparentemente, sabe. Éste es otro de esos casos. Porque me es fácil comprender lo que significa "coherencia artística", pero explicarlo…
Porque hasta la definición habilita las dudas. "… con una posición anterior". O sea… una ópera prima, ¿no puede ser coherente? Aquí es donde debemos recurrir a otra definición posible: "conexión, relación o unión de unas cosas con otras". Ahora sí nos acomodamos mejor. Una obra puede ser coherente en sí misma. Incluso una frase. O no. Si yo le digo "saqué a pasear a mi perro y le ladró a todos los autos que vio", es una frase lógica. Pero si le digo "salí a pasear a mi perro y el incendio fue esta mañana", hay algo que no encaja o un eslabón perdido. He aquí una frase incoherente, inconexa, absurda, como mucho de lo que usted lee en estas páginas…

Se toma a la coherencia como una gran virtud. Pero no faltan los molestadores profesionales como el escultor Carlos Armiño, quien sostiene: "Critico mucho el exceso de coherencia artística, cuando realmente lo que hay es limitación, incapacidad. La coherencia esclaviza y limita al artista y le termina quemando; machaca a la obra y al artista. Por todo esto soy un artista incoherente" (fuente: www.portallatino.com).
Es un punto de vista respetable… depende de qué lado se lo mire. Porque la coherencia no implica limitación ni mucho menos. Un artista puede mutar en sus propuestas y estilos, sin dejar de lado la coherencia. Que puede manifestarse de varias maneras, pero ahí entraríamos en el terreno de lo subjetivo (¿alguna vez estuvimos afuera?) y la historia sería de nunca acabar.

Por otro lado, situaciones que aisladamente pueden parecer incoherentes, no lo son. Si usted hubiera visto a mi vecino cómo destrozó tres botellas de vino hace dos horas, le habría parecido una incoherencia. Pero para quienes conocemos su torpeza y su desequilibrio motriz, resultó un acto de lo más coherente… con su historia.

Yo simplemente quería comentarle que más allá de sus logros y de mi gusto personal, priorizo y valorizo al artista coherente con su línea de pensamiento, aunque no sea la mía (la "línea de"). Hay que tratar, eso sí, de diferenciar las propias preferencias con las propuestas para poder, así y desde este lugar al menos, ser lo más ecuánimes posibles.
Pero, sin dudas, hay casos en que la concordancia es absoluta. Es lo que me ocurre habitualmente con el contrabajista y compositor Ben Allison, sin dudas talentoso y, también, coherente.
Nacido en 1966, fundó, a los 25 años, la Jazz Composers Collective, entidad sin fines de lucro con base en el Museo de Arte Moderno de New York y dedicada a apoyar el desarrollo creativo de la música por canales no convencionales. En su rol de Director Artístico, produjo y organizó más de cien conciertos y eventos. Ha hecho música para cine, radio y televisión y, como docente, participó en numerosas clínicas y residencias en Carolina del Norte, Boston, New York, Oxford, Iowa, Copenhague, etc. Como líder, debutó discográficamente en 1996 con Seven Arrows. Ha tocado y grabado con infinidad de músicos. Lideró Man Size Safe, Peace Pipe, Medicine Wheel, Ben Allison Quintet y New Quartet, además de co-liderar con el pianista Frank Kimbrough, el Herbie Nichols Project. Y por supuesto que ha recibido una gran cantidad de premios y menciones por sus discos, su labor como instrumentista y también como compositor.

Sergio Piccirilli lo entrevistó en 2006. Un extracto de esa nota:

Piccirilli: En una sociedad que asocia el éxito con el dinero y el poder… ¿Qué lugar ocupa el arte? 

Allison: Es verdad que el arte y el comercio están próximos entre sí y se interrelacionan. Pero pienso que hasta cierto punto siempre fue así. Mucha de la primitiva música europea fue financiada por la iglesia. Bach y Mozart necesitaron tener patrones para hacer sus obras. Para cualquier músico la clave es encontrar la forma de poder hacer lo que quiere de su vida. Pero cuanto más te comprometas con el sistema, más pronto vas a sentirte con temor de seguir tu propia visión artística; y cuanto mayor sea el miedo, más rápido se extinguirá tu creatividad. Algunos músicos se ven a sí mismos como comerciantes… son expertos en una forma de arte y venden el producto de su capacidad creativa como lo podría hacer un plomero o un abogado. Se sienten con el derecho de hacerlo y están orgullosos de ello. Otros están en la búsqueda de una forma más elevada de expresión creativa y se obligan a evitar cualquier cosa que atente con eso…

Piccirilli: ¿Y vos en dónde te ubicarías?

Allison.: Conjeturo que caigo en alguna parte cerca del centro…

Think Free es el noveno álbum en la carrera del contrabajista; que parece cerrar una suerte de trilogía iniciada en Cowboy Justice (2006) y luego continuada en Little Things Run the World (2008). Ben Allison ha decidido incorporar progresivamente nuevos elementos a su propuesta que podríamos definir como jazz camarístico (y que en Buzz, de 2004, alcanzara probablemnte su esplendor). Estilos como el pop y el rock, que han tomado en Think Free una mayor relevancia y presencia, sin que esto desarticule, desvirtúe o corrompa el ideario musical del contrabajista.
Para este emprendimiento, la banda es distinta. Aquí lo acompañan Steve Cardenas en guitarra (integrante de Charlie Haden Liberation Music Orchestra y Paul Motian Sextet), Shane Endsley en trompeta (Kneebody, Ani DiFranco), el baterista Rudy Royston (Ron Miles’ Orange/Bloosom, Bill Frisell) y la violinista Jenny Scheinman (Madeleine Peyroux, Nels Cline, Marc Ribot). Todos músicos impecables, claro está.
Y hay que decir que Ben Allison ha sabido elegir y muy bien su compañía. El título del álbum ("Pensá libremente") es todo un alegato que se condice con, por ejemplo, el Cowboy Justice en el que hizo una clara referencia a George Bush. Su música es instrumental, pero el líder logra que un mensaje en principio etéreo se corporice y con fuerza. Con el título (y con su propuesta), Allison sienta posición a pesar de haber declarado en su momento (en la misma nota que mencionamos anteriormente) "en términos de políticas gubernamentales o estatales trato de conservar separadas mi concepción musical y la política". Pero por decisión propia o inconcientemente, Ben Allison vuelve a ratificar una línea de pensamiento (libre), en total concordancia con lo que ofrece musicalmente.

El comienzo, con Fred, marca claramente las intenciones del contrabajista. Cómodo en la retaguardia y sin deseos ni necesidades de imponer su liderazgo a partir de su instrumento, marca el camino con una línea que apuesta más a la efectividad que al efectismo, bien acompañado por Rudy Royston en batería y Steve Cardenas en guitarra y cediendo el protagonismo primero al trompetista Shane Endsley, encargado de llevar adelante la melodía de manera soberbia y luego a la gran intervención en violín de Jenny Scheinman que hace recordar a aquellos buenos tiempos de Frisell (¿recuerdan Quartet?). A ver cómo se lo explico mejor… Fred es uno de esos temas pop que uno adoraría escuchar en un descapotable a todo volumen. Y que aquí, además, está tocado y arreglado de manera inmejorable.

Las buenas siguen con Flatypus, una pieza de mayor complejidad y que recuerda a ciertas excursiones del rock setentista. Pero, de pronto, la trompeta asordinada de Endsley nos sumerge en el rock alternativo de los '90; Cardenas demuestra con pocas y exactas notas cuán bueno es mientras la base se prodiga en una suerte de prolongada coda que Royston va forzando desde un in crescendo personal que termina envolviendo a todos. A los que escuchamos también.
Broke es una balada repleta de espacios gracias a un sutil trabajo de Allison y Royston; los encargados de ir llenando esos espacios lo hacen de perlas y sin estridencias. Primero es Cardenas, con un sonido prístino, casi acústico; le sucede Endsley con una intervención que tiene mucho de sostén melódico y permitiendo que Scheinman se le sume paulatinamente. El final nos encuentra acercando el oído al parlante; o el parlante al oído. No vaya a ser que nos perdamos alguna de las tantas sutilezas que afloran…

Muchos recordarán la película Kramer vs. Kramer, que dirigiera en 1979 Robert Benton y protagonizaran Dustin Hoffman y Meryl Streep. Al drama del film, Allison le adosa al monstruo Godzilla para complicar aún más los ya de por sí existentes problemas maritales. Kramer vs. Kramer vs. Godzilla (notable título) muestra ese dolor, ese temor, esa búsqueda, ese sortear-todos-los-inconvenientes-todos, aunque se inmiscuya en la historia ese bicho ideado por los nipones, ficticio sí, pero que mete miedo igual. Esta suerte de dramático blues incorpora, gracias en gran parte a las intervenciones hipnóticas de Cardenas y Scheinman, elementos que tranquilamente pueden asociarse al trip hop. Pero en su epicidad también hallamos elementos del Van der Graaf más lírico o bien al período en el que Graham Smith formara parte del inmaculado combo inglés. La tensión se sostiene a lo largo del tema con vaivenes en el liderazgo pero sin que nadie intente sobresalir. Y tal vez sea por eso que sobresalen, ¿me explico?

Sleeping Giant parece tener varios puntos de contacto con R&B Fantasy, composición de Allison incluida en Buzz (2004). Con elementos que van desde el free del inicio al avant garde, con la trompeta asordinada de Endsley regalando momentos inmaculados, con Scheinman apareciendo y desapareciendo a piacere, con una base no exenta de complejidades en la que Cardenas no escatima sutilezas, Sleeping Giant ofrece también elementos povenientes de un rock elaborado que alguna vez supimos conseguir.
Peace Pipe es una revisión de un viejo tema del contrabajista que, originalmente, fuera compuesto para ser interpretado por ese instrumento de 21 cuerdas denominado kora. Aquí la tarea de reemplazarlo recae en Cardenas y Scheinman quienes, gracias a un arreglo notable, sobrellevan la faena con eficacia y lirismo. Allison y Royston son los encargados de una base pop que libera a Endsley quien, con su trompeta, modifica sonidos y humores a discreción. El rock se hace presente hacia el final con una notable intrevención del guitarrista que demuestra que no sólo de jazz vive el hombre. La breve vs. Godzilla es una suerte de coda minimalista, esta vez sin el matrimonio Kramer, ni el divorcio, ni Hoffman ni Streep.
El cierre es con Green Al, originalmente aparecida en Buzz. Primera intervención solista de Ben Allison, otro gran aporte de Scheinman en violín y una manera sutil, elegante y criteriosa de cerrar un álbum.

El contrabajista y compositor Ben Allison, en su noveno álbum como líder, ha dado otra muestra de coherencia. Y por partida doble. Porque además de que Think Free, a pesar de sus múltiples vertientes, ofrece esa "conexión, relación o unión de unas cosas con otras", es absolutamente coherente con los postulados que el contrabajista viene ofreciendo y defendiendo desde su debut, hace ya 13 años.
Ben Allison se ha consolidado como uno de los principales referentes de la actual música creativa en base a su talento, búsqueda y capacidad, pero también por ser consecuente aun en la diversidad de sus entregas.

Marcelo Morales

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