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Darren Johnston-The Edge of the Forest

Be the Frog; Foggy, Cabin 5, Broken, Apples, The Edge of the Forest, Sippin' With Lou.

Darren Johnston: trompeta
Ben Goldberg: clarinete
Sheldon Brown: saxo tenor, clarinete bajo
Devin Hoff: contrabajo
Smith Dobson V: batería
Rob Reich: acordeón

Clean Feed, 2009

Calificación: Dame dos

Si uno no sabe historia, no sabe nada: es como ser una hoja y no saber que forma parte del árbol. (Michael Crichton)

El joven trompetista canadiense Darren Johnston es una de las figuras más prometedoras de la nueva escena del jazz. En su corta pero fructífera trayectoria, ha colaborado con el ROVA Saxophone Quartet, Myra Melford, Ben Goldberg, la Marcus Shelby Orchestra, The Nice Guy Trio y The Transit Collective. Como líder de banda debutó en 2003 encabezando la United Brassworkers Front, ensamble que desde la perspectiva del avant-garde abarca estilos tan diversos y contrastantes como el free-jazz, corales de Bach, música de Brass Band Mexicana y canciones de protesta angoleñas. En 2007 integró, junto a Larry Ochs, Fred Frith. Devin Hoff y Ches Smith, un proyecto cooperativo que luego se materializaría en el álbum Reasons for Moving.
Destacadas compañías de danza de San Francisco como la Robert Mose’s Kim y Amy Seiwert’s Im’ij-re comisionaron a Johnston para que escribiera la música de algunas de sus obras. Lo propio hizo el Jazz Commissioning Program y la compañía de video-juegos Electronic Arts.
Darren Johnston ha recibido becas, premios y recientemente la revista Down Beat lo incluyó en la lista de los 25 trompetistas del futuro. Nosotros redoblaremos la apuesta y de puro guapos vamos a incluirlo en la lista de trompetistas del presente. El día que la confeccionemos y/o cuando seamos guapos, en ese orden por supuesto.

Por el momento nos dedicaremos a ilustrar al soberano con datos e información poco conocida a la que arribamos tras una ardua investigación. En primer lugar lo sorprenderemos diciendo que la trompeta es un instrumento musical (así como lo oye) y que quien la ejecuta recibe el nombre de trompetista, lo que a nuestro parecer tiene cierta lógica. El sonido de la trompeta se produce gracias a la vibración de los labios del intérprete pero no en cualquier lado, sino en una parte denominada boquilla a partir de la cual se encauza el flujo del aire. La trompeta comúnmente esta afinada en Si Bemol, es decir un tono por debajo de la afinación real; pero también hay trompetas afinadas en Fa, en Do, en La, en Mi Bemol y en el suyo también. Para no cometer errores preferimos citar textualmente al celebérrimo musicólogo N.N. Lier quien, al respecto de la afinación del instrumento en su ensayo Aprenda a Besar tocando trompeta, dice: “En Mi opinión La trompeta debe estar afinada en Si.
Lier entendió que ese axioma, aun cuando era indiscutible, se prestaba a confusión; así que en la segunda edición de la obra hizo la siguiente corrección: “En yo opinión el trompeta debe estar afinada afirmativamente.”
En todo caso, está claro que si la trompeta no hubiese sido inventada, el mundo estaría plagado de trompetistas pululando sin saber qué hacer o soplando en el vacío.
La historia de la trompeta se remonta a los orígenes de la historia de la humanidad y es casi tan antigua como la flauta. Las primeras trompetas fueron fabricadas con cuernos de animales cocidos, cañas de bambú, tubos vegetales ahuecados o conchas de moluscos y eran empleadas por los hombres primitivos en entierros, rituales para ahuyentar a los malos espíritus, para la caza o transmitir señales. Desde aquel entonces a la fecha, las cosas han cambiado drásticamente; sobre todo porque ya casi ningún músico quiere tener en su banda a un hombre primitivo y mucho menos soplando animales, cañas, vegetales o conchas. Salvo excepciones.

Tanto la corneta como la trompeta son derivados de una trompa de caza a la que se le ponía un cuerno de buey. Esta costumbre cayó en desuso ya que los bueyes se negaron a que siguieran poniéndole los cuernos en cualquier lado.
Los escandinavos desarrollaron un tipo de trompeta a la que denominaban luur que estaba construida con colmillos de mamut. Se desconocen las causas por las cuales dicho instrumento no prosperó, aunque ciertos historiadores suponen que convencer a un mamut para que se deje sacar un colmillo no debe haber sido tarea sencilla.
Los egipcios utilizaron, en paradas militares, trompetas que recibían el nombre de Sneb. Entre los pueblos hebreos se conocía una especie de trompeta llamada hazozra o chatzotzrah que era tocada únicamente por sacerdotes. Los griegos las utilizaron en los Juegos Olímpicos bajo la denominación de salpnix. En el Imperio Romano aparecieron varios tipos de trompetas hechas en plata y bronce como la buccina, el cornus, la aduba, el lituus y la tubesta.
Y así continuó la evolución de la trompeta hasta que la Down Beat incluyó a Darren Johnston entre los 25 trompetistas del futuro. Para abreviar un poco, ¿vio?

The Edge of the Forest, álbum que marca el debut solista de Johnston, compendia algunas de las composiciones comisionadas para danza que mencionamos anteriormente. Pero ese aspecto funcional de la composición no obstruyó el desarrollo de sólidos conceptos creativos que revelan un fino equilibrio entre la belleza melódica y el intrincado ejercicio rítmico y entre el lenguaje básico de la improvisación y la elusión de estructuras convencionales a favor de un enfoque más narrativo.
Be the Frog es una cabal exposición del ideario de Johnston. Una refinada combinación vanguardista que abreva en las fuentes embrionarias del jazz tradicional y la música improvisada europea. Una sutil observación desde la íntima perspectiva de un pequeño ensamble en la que se descubren conceptos de dimensión orquestal. Sobre un ominoso y embriagante riff inicial, se desliza el clarinete en contrapunto hasta dibujar una parábola armónica que se funde en el implacable ensamble de los vientos. El curso de la melodía es interceptado por un vibrante y expresivo solo de trompeta montado sobre la pared sonora que levanta el tándem rítmico. Luego, la estructura sufre intensas mutaciones que van del ejercicio contrapuntístico a una sucesión de solos superpuestos, hasta que finalmente asoma el contrabajo con autoridad y nos conduce de regreso al leit motiv de la composición. Foggy es un repaso al jazz arcaico medido con la vara de la nueva música creativa. La batería y el contrabajo son la piedra fundacional de una sólida construcción en la que el clarinete y la trompeta se disputan el eje melódico. Una danza de colores cambiantes que pasan por los estratégicos acentos del acordeón, un sorprendente dueto de clarinete bajo y contrabajo, el luminoso discurso de la trompeta y un poderoso ostinato del que emerge un pasaje en batería que privilegia el matiz y la sutileza en detrimento del ejercicio pirotécnico. Detrás de la engañosa simplicidad estructural de Cabin 5 se esconden inaprensibles complejidades armónicas. La deliberada ingenuidad de la melodía se entremezcla con sinuosas líneas en swing hasta dibujar una superficie en cuyos vértices hallamos un solo de clarinete con garantía marca Ben Goldberg, el implacable pulso del contrabajo de Devin Hoff y la atrapante sonoridad del clarinete bajo de Sheldon Brown.

El adictivo Broken da inicio con la trompeta haciendo uso de técnicas extendidas en un breve preludio que actúa como llamado a un pertinaz ostinato liderado por el contrabajo. A partir del hipnótico eje gravitatorio de la composición, se despliegan en cascada una serie de líneas que irradian audaces tonalidades que nunca dejan de orbitar el núcleo de la estructura melódica. Ese poderoso armazón sonoro con epicentro en el bebop y el funk, propicia un feroz solo de Johnston, un intenso duelo entre el saxo tenor de Sheldon y la batería de Smith Dobson y otra brillante exposición del clarinete de Goldberg que se corona en un aplastante unísono de los vientos. En los contornos de Apples se distinguen líneas afincadas en el acervo del post-bop. Sobre una base agitada pero de perfiles sólidos y claros, se desliza un elocuente solo de saxo posteriormente interceptado por el fragmentado discurso de la trompeta de Johnston y el sofisticado vocabulario del clarinete de Goldberg. En el introspectivo lirismo de The Edge of the Forest se intuyen las siluetas del blues. El sutil dialogo de trompeta y contrabajo inicial da pie a una estructura circular en la que se produce una sucesiva rotación del instrumento solista. El clarinete expone un fuerte alegato de impronta monkiana, la trompeta evoca en términos de estilo a Dave Douglas y el ejemplar contrabajo de Hoff traza una bisectriz tan equidistante del tradicional rol de apoyo asignado a su instrumento, como de la egolatría que suele caracterizar al virtuosismo exacerbado. Sippin' With Lou ofrece un cierre ondulante plagado de líneas angulares, cambios de tempo y una frenética improvisación colectiva que se desvanece con parsimonia en un clima de ensueño.

Algunas de las composiciones de The Edge of the Forest son introspectivas y de configuración meditativa. Otras son elocuentes explosiones de energía. Algunas veneran la tradición y otras asumen el riesgo vanguardista. Pero todas expresan idéntica autenticidad, verdadera convicción e innegable frescura.

El deseo del hombre por encontrar algo tradicional, algo original, algo nuevo, puede ser satisfecho en el conocimiento de la verdad
(Hazrat Inayat Khan, de The Mysticism of Sound and Music.)

Sergio Piccirilli

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