David Bindman Ensemble: Sunset Park Polyphony

Disco 1: Shape One, Long Line Home, Sunset Park Polyphony, Robeson House Echoes

Disco 2: Landings Suite, The Transient, Icarus Flies Towards the Sun and Returns, Singing Bird Melody, Invisible Dance, Singing Bird Reprise, Recurring Dream, Unspoken, RH Reprise

Músicos:

David Bindman: saxo tenor, saxo soprano

Wes Brown: contrabajo

Royal Hartigan: batería

Art Hirahara: piano

Frank London: trompeta, fiscorno

Reut Regev: trombón

Sello y año: David Bindman, 2012

Calificación: Dame dos

Pinta tu aldea y pintarás el mundo (León Tolstoi)

La sólida trayectoria desarrollada por el saxofonista y compositor David Bindman está surcada por una multiplicidad de elementos artísticos que -aun haciendo centro en las nuevas tendencias de la libre improvisación- incluyen formas musicales arcaicas y de vanguardia, ciclos rítmicos y modalidades provenientes de África occidental, la India y otras tradiciones étnicas, complejas exploraciones melódicas en territorios poco frecuentados y una búsqueda –emparentada con el concepto de mímesis en la estética clásica- por integrar en planos sonoros cohesivos un ideario estético capaz de representar diversos ámbitos, sensibilidades, historias y acervos culturales.

Entre la gran variedad de ensambles y proyectos colectivos en los que David Bindman estuvo involucrado, se destacan el álbum Imaginings de 1997 junto a su trío integrado por Kevin Norton en batería y Joe Fonda en contrabajo, su sociedad con el saxofonista Fred Ho en el Brooklyn Sax Quartet testimoniada en los discos The Way of the Saxophone de 2000 (allí con Bindman en saxo tenor, Ho en barítono, Sam Furnace en alto y Chris Jonas en soprano) y Far Side of Here de 2005 (en este caso con Rudresh Mahanthappa y John O’Gallagher reemplazando a Furnace y Jonas, respectivamente), la colaboración con el poeta y artista visual Tyrone Henderson en Strawn Dance de 1994 (obra en la que también participaran Wadada Leo Smith en trompeta, Royal Hartigan en batería y Joe Fonda en contrabajo) y sus aportes en el Royal Hartigan Ensemble –junto al contrabajista Wes Brown y el pianista Art Hirahara– materializados en el álbum doble de 2008 Blood Drum Spirit: Live in China y junto a la Adam Lane’s Full Throttle Orchestra (Adam Lane, Nate Wooley, Taylor Ho Bynum, Avram Fefer, Matt Bauder, Reut Regev, Tim Vaughn e Igal Foni) en el impactante Ashcan Rantings de 2010.

Ahora -canalizado a través del David Bindman Ensemble- nos llega su proyecto más ambicioso: el álbum doble Sunset Park Polyphony.

Sunset Park -lugar en el que David Bindman reside desde 2006- es un barrio de la ciudad de Brooklyn, Nueva York, caracterizado tanto por su índole cosmopolita como por tratarse de uno de los distritos históricos más grandes de Estados Unidos. Sunset Park es un espacio alejado del turismo e integrado por diferentes comunidades. Allí, los judíos jasídicos conviven con los palestinos como buenos vecinos y uno puede encontrar carteles en idish o en árabe y comer carnes halal o comidas kosher; en sus principales arterias podemos hallar restaurantes de comida china de calidad sin la afluencia turística del Chinatown que se mezclan con negocios hispanos; en sus bulliciosas calles uno puede escuchar a gente hablando inglés, mandarín o español mientras que en sucesivos vecindarios también asoma la presencia de comunidades italianas, irlandesas, polacas, noruegas, afroamericanas, finlandesas, etc. En el paisaje espectral de Sunset Park –lugar en donde el afamado escritor Paul Auster ambientara su novela homónima de 2010- se distinguen los contornos de fábricas, almacenes y naves industriales, viejos edificios albergados por okupas, un puerto abandonado desde el que hay una vista espectacular de la ciudad de Manhattan y los fascinantes mausoleos de estilo egipcio y las tumbas góticas del renombrado cementerio Green-Wood. En definitiva, si tuviésemos que simbolizar el temperamento y la atmósfera de Sunset Park en términos de representación musical, la primera palabra que vendría a nuestra mente sería “polifonía” (vocablo cuya raíz etimológica deriva del griego polifónica que significa “muchas voces” o “muchos sonidos”).

Por todo ello, no sólo no sorprende que un residente de Sunset Park -como David Bindman- haya titulado su obra Sunset Park Polyphony sino que, además, la idea de plasmar la energía creativa en su entorno inmediato nos remite de lleno a la frase de León Tolstoi que encabeza este comentario, ya que el arte es siempre universal en la medida de su singularidad y tanto el proceso de observación y comprensión de ese contexto circundante como el afán por mezclar, combinar y unir diversas fuentes de inspiración, es lo que permite construir una identidad cultural universal e integradora.

En Sunset Park Polyphony, el significado académico del concepto polifónico –cuya simultaneidad de sonidos, en oposición a la idea de monofonía, aplica al género en el cual las partes que intervienen tienen un valor melódico propio e independiente- se entrelaza vagamente con el pensamiento dado cierta vez desde el campo literario por Milán Kundera cuando planteara la estrecha vinculación entre la música y estructuración de la novela al asegurar que “la existencia de varias situaciones que se intercalan sin que una de éstas sea dominante establece una sensación de polifonía”.

Desde la apertura del álbum con Shape One, esa yuxtaposición de voces y sonidos se traduce en una amplia gama de matices de expresión con marcados contrastes dramáticos. La compleja estructura de esta pieza dedicada al recientemente fallecido Tyrone Henderson (reconocido poeta y activista con el que Bindman trabajara en el álbum Strawn Dance de 1994), se funda sobre múltiples capas de tiempo en donde la armonía predomina por sobre el elemento melódico -sin que este último llegue a diluirse del todo- sobre las que se van deslizando, con propiedad y encomiable precisión, los coloridos aportes percusivos que construye la batería de Royal Hartigan, las abrasivas resoluciones en contrapunto del saxo tenor de David Bindman y la trompeta de Frank London y una luminosa intervención de Art Hirahara en piano.

Un preludio, a cargo del contrabajo de Wes Brown, da pie a la introspectiva evanescencia melódica de Long Line Home. Tema que, además de evocar la infancia de Bindman en Englewood (condado de Bergen, estado de Nueva Jersey), se basa -de igual manera que en la composición inicial- en un ciclo de quince pulsos aquí expresados en unidades rítmicas deliberadamente aletargadas.

El epicentro de Sunset Park Polyphony, composición que da título al álbum, se apoya en intervalos de tiempos correspondientes a la modalidad de la música devocional hindú conocida –según la clasificación de Shri Govindacharya – como raga Pantuvarali. A partir de ese andamiaje, la pieza progresa en esquemas melódicos simultáneos que finalmente convergen en un solo de batería pleno de matices por parte de Royal Hartigan. Las referencias asociadas a la música carnática también se prolongan y acentúan en las partes asignadas a los solistas; mientras el solo de David Bindman en saxo tenor gira en derredor de un ciclo rítmico derivado del tala timpugar, los fraseos del piano de Art Hirahara son una adaptación métrica de un tala misra capu, en tanto que las improvisaciones del trombón de Reut Regev y la trompeta de Frank London se aposentan sobre un raga con kala o pulso rítmico lento.

Robeson House Echoes es una pieza dedicada al inolvidable trompetista, compositor y educador estadounidense Bill Dixon. El título de la pieza alude a la Paul Robeson House del Bennigton College de Vermont, lugar al que muchos músicos acudieran –entre ellos David Bindman– para tomar clases y participar en diferentes ensambles bajo la dirección de Dixon. El primigenio enunciado melódico –sin medida de tiempo- que emerge del saxo tenor, se expande con el ingreso del resto de los instrumentos hasta dibujar un plano sonoro en el que van asomando notables intervenciones solistas de Frank London en trompeta y Reut Regev en trombón. En el final, todos los instrumentos convergen en un espontáneo, vaporoso y sincronizado remate colectivo que invoca elípticamente a las formas, las tonalidades y los matices del motivo original.

Las ocho piezas incluidas en el segundo disco forman parte de la espléndida Landings Suite, obra que -además de su pretendido simbolismo humanista- recorre diversos territorios musicales y atraviesa diferentes humores, climas e influencias étnicas. En Transient, la línea melódica se mueve independientemente en un ciclo de treinta y un pulsos a partir del cual afloran distintas combinaciones instrumentales; primero entre la trompeta de Frank London y el saxo de David Bindman, luego con este último y la batería de Royal Hartigan y finalmente entre el trombón de Reut Regev y el contrabajo de Wes Brown. Tras el canon de la breve Icarus Flies Toward the Sun and Returns, se suceden la melancólica Singing Bird Melody (tema que evoca tangencialmente a la novela Billy Budd de Herman Melville) y las exploraciones sonoras de su secuela Singing Bird Reprise. En Invisible Dance aflora el temperamento de la música étnica Ewe de la Republica de Ghana, mientras que en Recurring Dream confluyen el reggae y el Adzohu (danza típica de los Fon de Togo y Benín, África). Por último, luego de la nostálgica melodía del exquisito Unspoken, el álbum concluye con la agitada improvisación -sobre frases extractadas del tema Robeson House Echoes- de RH Reprise.

El acto creador, en todas sus manifestaciones, es una necesidad latente -consciente o inconsciente- que espera ser descubierta; y esa capacidad sólo puede desarrollarse a partir de la curiosidad del artista hacia el mundo que lo rodea. Y David Bindman completa aquí un exitoso círculo creativo nacido de su curiosidad por entender el mundo.

A los niños no hace falta enseñarles a ser curiosos pero a los adultos habría que enseñarles a no perder la curiosidad (Abraham Marlowe)

Sergio Piccirilli