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Davka: Davka Live

Road To Seat, Bactrian, MNT II, Darka, Zehngut Doina and Behusher Khosidl, Needle Of Light, Yo Semite, Horahved, Jumping On theFive/SevenCorners Country, Kinda Vulgar Bulgar, MNT I.
Davka

Músicos:
Daniel Hoffman: violín.
Moses Sedler: cello.
Paul Hanson: fagot.
Kevin Mummey: dumbek, zarb, cajón.

Tzadik, 2005.

Calificación
: A la marosca.

Davka significa algo así como "inesperado" o bien "contrario a lo esperado", que es más o menos lo mismo.
Esta banda, creada y liderada en 1992 por el violinista Daniel Hoffman y el cellista Moses Sedler (junto con el percusionista Adam Levenson, quien sería reemplazado tiempo después), debutó discográficamente dos años después con Eponymous; a éste le siguieron Lavy's Dream (reeditado por el sello Tzadik en el 2001), Judith y la musicalización para la proyección de la película muda The Golem (1920), algo similar a lo hecho varios años atrás por Bill Frisell con los films de Buster Keaton.
Davka es una agrupación enrolada en la denominada "nueva música judía"; su particular formación brinda un sonido distintivo en el que se entremezcla la música tradicional judaica, el jazz, la música clásica y también cohabitan elementos del pop, del medio oriente y Europa del este.
Explicado así, suena a pastiche o a pretensión desmedida. Pues nada de eso. La música fluye naturalmente, como si fuera fácil… aunque los interesantísimos arreglos y las complejidades rítmicas parezcan no darnos la razón.
Hoffman aparece como el líder natural, bien secundado de cerca por Sedler; ambos tienen una extensa trayectoria y un reconocimiento unánime en… en… en el ambiente que frecuentan.
La irrupción de Paul Hanson en fagot es, decididamente, un acierto. Éste tocó con todos; al menos, con todos los que necesitaban un fagotista: Medeski, Martin and Wood, bela Fleck, Ray Charles, Peter Erskine y Dave Binney por citar a unos pocos.
Y para celebrar es la aparición de Kevin Mummey, quien no sólo se codea con el klezmer, sino que también ha sabido incursionar en el rock, el jazz, la música hindú, el flamenco y la música árabe.
Esta nueva entrega de Davka es, a pesar de haber sido grabado en vivo en diversas actuaciones realizadas en California, un disco en el que presentan casi en su totalidad material nuevo; y si bien el público aparece sólo en dos oportunidades a lo largo de todo el álbum, el clima o tal vez el excelente sonido, nos los trae más cerca, más a mano… y hasta dan ganas de invitarlos a una(s) copa(s).
No nos dispersemos. El comienzo del disco es, como corresponde, con la presencia de los históricos Sedler y Hoffman; a los 30 segundos aparece Mummey para meternos en el corazón de Marruecos; y al minuto nomás, el cello -utilizado en este caso como un contrabajo- da pie a la aparición contrastante, aunque no disonante, del fagot de Hanson.
La sensación es que estamos ante algo grande. Bactrian confirma lo antedicho de manera sublime. Los temas, los arreglos, las complejidades, el humor, el virtuosismo acotado y la poesía, se suceden de manera casi mágica. Todo parece fácil. Pero de pronto, con los auriculares donde corresponde, volvés a los créditos porque… ¿hay tres instrumentos de cuerdas… o Hanson vino al mundo para confundirnos?
Bienvenida la confusión si ésta da paso a una notable participación de Hoffman.
En MNT II parece faltar sólo la voz de Björk para estar inmersos en Vespertine… pero a no confundirse: de pronto, gran labor de Mummey en dumbek, les/me/te/nos gana un ritmo frenético donde nuevamente los instrumentos mutan y andá a adivinar quién hace qué cosa.
Hoffman nuevamente toma la batuta para el reflexivo al principio, festivo después Zehngut Doina and Behusher Khosidl; algo similar ocurre en Needle Of Light (che… ¿los estaría filmando Kusturica?)
El nivel no decae; muy por el contrario. La versión de Yo Semite (originalmente incluida en Judith, así que no crean ciegamente en los artículos o notas de prensa que aparecen por la internet) suena fresca y con aroma a mega-hit rocker (!?).
De ahí hasta el final es yapa. ¡Y la yapa paga, señores!
Davka Live pasó, sin escalas, a figurar entre uno de los discos más recomendables del 2005.
Si bien las entregas anteriores del grupo han sido siempre interesantes, con este álbum no hay quien los baje del podio. Sedler y Hoffman saben muy, pero muy bien lo que quieren.
Y no sólo quieren mucho, sino que además lo comparten.
Y yo brindo por ello.
Y por ellos.

Marcelo Morales.

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