Brevario

De Perfil: Andrew Rathbun

El joven saxofonista y compositor canadiense Andrew Rathbun, en su corta pero prolífica trayectoria, logró posicionarse como una de las identidades musicales más promisorias de la escena del jazz contemporáneo. Su fecunda producción discográfica, aun cuando se ha manifestado permeable a fuentes de inspiración diversas y con inusual capacidad para expresar intereses multidimensionales, confluye en un cuerpo orgánico de trabajo signado por el desarrollo de su fértil imaginación musical y la invariable fidelidad a principios estéticos que privilegian la sobriedad por sobre la retórica.
En los fundamentos de su propuesta artística se destacan la libertad formal de sus improvisaciones, el cálido lirismo de su alegato melódico, la autoridad en el dominio de complejas armonías y su ascética preferencia por la sugestión en lugar de la exposición detallada.
Su rigurosa etapa formativa incluye la obtención de un master con distinción y honores otorgado por el New England Conservatory de Boston en Performance Musical y estudios con pedagogos del calibre de Jerry Bergonzi, Pat LaBarbera, Jimmy Giuffre, George Russell, Jim McNeely, Lewis Spratlan y George Garzone.

Andrew Rathbun, entre otras distinciones, ha recibido becas del Ontario Council of the Arts y el Canada Council and the American Music Center, desempeñó labores como residente en el Banff Center for the Arts y en la MacDowell Colony y ofició como instructor facultativo en instrumentos de viento en la Universidad de Maine. En la actualidad, Rathbun dicta clases en el Kingsborough College de Brooklyn y ejerce su doctorado en Artes de Jazz en el Manhattan School of Music.
Las dotes técnicas y su pulido vocabulario en saxo tenor y saxo soprano y su versatilidad como multi-instrumentista (clarinete, piano, teclados, etc.) le han permitido constituirse en uno de los sesionistas más requeridos del circuito de jazz de New York, ciudad en la que se encuentra radicado desde hace varios años. A lo largo de su carrera ha colaborado en giras y grabaciones con Eddie Gómez, John Abercrombie, Luciana Souza, Ingrid Jensen, Kenny Wheeler, Reggie Workman, Jerry Bergonzi y Jay Anderson, entre muchos otros.
Andrew Rathbun, además de su intensa actividad como sesionista y líder de banda, ha compuesto una importante cantidad de piezas orquestales y música de cámara, tanto como obras comisionadas especialmente por la Danish Radio Jazz Orchestra, la Dave Liebman Big Band, la Fresh Sound New Talent Jazz Orchestra, The Metropole Orchestra y la Brussels Jazz Orchestra.

La producción discográfica solista de Andrew Rathbun tuvo su auspicioso debut en 1999 con Scatter Some Stones, álbum en el que participaron, además de su líder en saxo soprano y tenor, el trompetista Taylor Haskins, John Herbert en contrabajo, el pianista George Colligan y Jeff Hirshfield en batería. Sus ocho composiciones originales y la versión ofrecida del clásico de John Coltrane Lazybird brindan una sobria y respetuosa relectura de los principios anclados en la tradición de los grandes quintetos de jazz vistos desde una perspectiva contemporánea.
Al año siguiente editaría el ambicioso Jade. Trabajo que compendia un ciclo de canciones con música de Rathbun y textos de la poeta Cathy Song extractados de su obra Lost Sister; para un octeto integrado por Luciana Souza en voces, Taylor Haskins en trompeta, Helen Richman en flauta, Chris Komer en fliscorno, el pianista John Stetch, Ben Street en contrabajo y el baterista George Schuller. Una arriesgada propuesta que integra la poética visión del desarraigo a través de los ojos de dos generaciones de mujeres chinas surgido del texto, con una reflexiva ilustración musical que orilla los contornos del jazz de cámara.
Esa comunión entre música y poesía se extendería también al álbum siguiente: True Stories de 2001, trabajo en el cual Andrew Rathbun recurrió a textos de la afamada novelista y poetisa canadiense Margaret Atwood (autora de Handmaid’s Tale, Cat’s Eye y The Blind Assasin, entre otras destacadas obras). En este compacto Rathbun convoca nuevamente a la vocalista Luciana Souza y vuelve a reunir al quinteto de su álbum debut pero incorporando piano eléctrico a la paleta de sonidos para delinear una propuesta que conjuga cuidadas melodías, sutiles texturas cromáticas y la impronta armónica del jazz tradicional.

En 2002 llegaría el elogiado Sculptures, álbum que hurga convincentemente en una estética a medio camino entre el mainstream y el modalismo hard bop experimentado por Miles Davis en los sesenta. Aquí Andrew Rathbun (saxo tenor, saxo soprano) lidera un quinteto que incluye a dos de sus más frecuentes colaboradores (John Herbert en contrabajo y Jeff Hirschfield en batería) e incorpora a Frank Carlberg en piano y al legendario Kenny Wheeler en trompeta y fliscorno. La sociedad entre Rathbun y Wheeler se prolongaría después durante una gira del ensamble extendido comandado por este último cuyo repertorio, además de algunos clásicos de Wheeler, incluía nuevas composiciones de Rathbun como Power Politics Suite.
Un año después unió fuerzas con el compositor y baterista Owen Howard en el Rathbun-Howard Quintet. Eso se tradujo en el álbum Days Before and After, propuesta en la que ambos comparten créditos en el liderazgo de un ensamble conformado por los guitarristas Ben Monder y Geoff Young y el bajista John Herbert, en tanto que Owen se hizo cargo de la batería y Rathbun aportó saxo tenor, saxo soprano, voz y piano.

El 2006 sería para Rathbun un año particularmente productivo en términos discográficos, merced a sus dos nuevos lanzamientos. El primero de ellos, Renderings: The Art of the Duo en sociedad con el pianista George Colligan, ofrece una equilibrada plástica entre jazz y música clásica vista desde la íntima perspectiva del dúo de piano y saxo, integrando en un mismo plano sonoro composiciones originales de ambos músicos e inquietantes versiones del Menuet sur le nom du Haydn de Maurice Ravel y de Música Callada de Federico Mompou. El segundo trabajo de 2006, Shadows Forms, reúne a un cuarteto compuesto por Andrew Rathbun en saxos, clarinete y teclados, George Garzone en saxo tenor, Scott Lee en contrabajo y al baterista Jeff Hirshfield, para edificar una propuesta que recala en la tradición del jazz con sobriedad y prestancia. En este compacto Rathbun, además de compartir la responsabilidad composicional con Scott Lee, también entrega respetuosas lecturas de Street Talk de Joe Lovano y Onmo de Kenny Wheeler, sin por ello perder cohesión testimonial.

Los intereses extra-musicales, ya declarados en su acercamiento a la poesía con los álbumes Jade y True Stories, se expresarán en otro contexto pero con similar intensidad en el álbum de 2007: Affairs of State. Las piezas contenidas en este ambicioso proyecto, tal vez el más logrado de la trayectoria de Rathbun, brindan una melancólica y dolorida visión del declive sufrido por la sociedad estadounidense durante los últimos años de la administración del presidente Bush. Eso se tradujo en una idea musical de introspectivo lirismo, más cercana a la resistencia que a la ira y más próxima a la reflexión que a la denuncia, realzada por una estelar integración que, además de Rathbun en saxos, incluye a Michael Sarin en batería, John Hebert en contrabajo, Taylor Haskins en trompeta y Gary Versace en piano.

En 2009 edita, en compañía del pianista George Colligan, Nate Radley en guitarra, John Weidenmuller en bajo y el legendario baterista Billy Hart, Where are We Now, álbum que sintetiza algunos de los intereses compositivos manifestados por Rathbun en su obra previa pero potenciados por las cualidades inherentes a un músico que parece haber alcanzado aquí su madurez artística.
En los próximos días se producirá el lanzamiento de su nuevo trabajo: The Idea of the North, grabación en la que participaron Frank Carlberg en piano acústico y eléctrico, Jay Anderson en bajo, Taylor Haskins en trompeta, Nate Radley en guitarra y Mike Sarin en batería.
Ése, seguramente, será otro escalón en la ascendente trayectoria de Andrew Rathbun. Trayecto que, más allá de las valoraciones que podamos hacer de su contenido estético, no parece tener límites a la vista.

Sergio Piccirilli

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