Deep Purple: Los Viejos Se Divierten
Estadio Pepsi Music –al aire libre-
Jueves 07 de Diciembre de 2006 – 21:00 hs.
Primero, entiéndase por estadio Pepsi Music al aire libre a nada más ni nada menos que los fondos desocupados del Club Ciudad de Buenos Aires. Segundo, no me gustan los shows al aire libre. Tercero, el tráfico en Buenos Aires, debido a que se trataba de la víspera del último feriado del año antes de las fiestas, era un verdadero caos.
Descripto el cuadro de situación, debo ser sincero y decir que a pesar de todo la pasé bien. Deep Purple es una de esas bandas que cumplen y que manejan muy bien las circunstancias de cualquier tipo de show, ya sea en un teatro, al aire libre o en un estadio cerrado. El lenguaje cambia, hay que ser más directo y muy efectivo; el público está alejado del artista y nunca hay volumen que alcance si la banda no es contundente en su performance.
El show pautado a las 21:00hs, comenzó a las 21:30hs. con la mitad de la gente que completaría el lugar durante los siguientes quince minutos… para un lleno total.
Antes de entrar en el show propiamente dicho, debo decir que lo más flojo fue el sonido. Tampoco se puede decir que fuera malo, pero no estaba a la altura de las circunstancias y no ayudó a una banda que ya no tiene el training que tenía en estadios abiertos. Yo estaba del centro del campo a treinta metros del escenario y a quince del mangrullo de sonido y la calidad no era buena. No es que no se escuchara, el volumen era el correcto; pero la potencia no alcanzaba para brindarle calidad a ese volumen Definitivamente, le faltaba brillo. Esto afectó en parte la actuación de Steve Morse, quien estuvo menos técnico que de costumbre y mucho más efectista. Por el tipo de sonido que normalmente utiliza el guitarrista, necesita que éste sea óptimo, sino gran parte de su arsenal simplemente se convierte en una bola de ruido y creo que Morse se percató de esta falencia. Igualmente movió a las masas con autoridad y experiencia.
La actuación se basó en clásicos de la banda y algunas canciones de su último y muy buen disco Rapture of the Deep, con el agregado de los consabidos solo de guitarra, teclados, bajo y batería. El hecho de que el sonido no estuviera a la altura de los exigentes estándares actuales me sirvió para entender algunas cositas. Los temas más viejos sonaron realmente bien a pesar de todo y creo que se debió a que estaban pensados para estas circunstancias; también ahora entiendo la estridencia y ataque de la guitarra de Ritchie Blackmore, la cual sin esta característica hubiera sido enterrada por el resto de la banda, como en algún momento del show le pasó a Morse. También confirmé por qué el mini-moog sigue siendo utilizado, no importa qué tan deficiente pueda ser el sonido, ese aparato siempre se impone por encima de los más modernos sintetizadores, lo cual también pasa, aunque en menor medida, con el órgano Hammond.
El oficio de Deep Purple pasa siempre por sobreponerse a las circunstancias y ofrecer un show de calidad manteniendo al público entretenido. Obviamente, esto incluye siempre un poco de varieté, por el cual siempre han sido criticadas las bandas inglesas de los setenta. Esta vez se trató de un pequeño show de tango a cargo del veterano tecladista Don Airey, quien desde hace unos años vino en reemplazo del mítico Jon Lord. Este show incluyó una pareja de bailarines y fue tan solo simpático, una suerte de interludio con música de Piazzolla, quien no creo que hubiera estado muy conforme con la presentación. De todas maneras, esto siempre es preferible a que se pongan la camiseta argentina y pateen pelotas de fútbol.
Steve Morse hizo un medley muy interesante y reconocible para el público asistente. Pasó por Hendrix, Guns & Roses, Zeppelín, etc, etc… Simpático, nada más.
En general la banda sigue potente, aunque se nota que ya sin tanta energía como en su mejor momento. Justo es recordar que todos rondan los cincuenta y algo de años y hasta hay algún sexagenario. Ian Gillan está en forma, pero ya no grita (por suerte) con lo cual no hubo el clásico festival de alaridos en Space Truckin’. No es que su gusto haya cambiado precisamente, sino que simplemente no le da la garganta para gritar, pero sí para cantar y lo sigue haciendo muy bien.
Momentos altos del show de casi dos horas fueron Perfect Strangers, Hush, Rapture of the Deep, Fireball (en una versión sensiblemente más lenta pero efectiva), Space Truckin’, Lazy y Black Night, coreado por todo el público.
Ojalá uno pudiera tener acceso a este tipo de shows más seguido que, aunque sin brillar, siempre cumplen con sobrada prestancia y oficio, logrando que el público se divierta… que uno se divierta. El profesionalismo de este grupo no es para nada un tema menor y creo que en parte es lo que los hace ser quienes son y los diferencia. No se trata de sólo tocar bien, se trata de transmitir y saber cómo hacerlo.
Federico Larroca