Ernesto Snajer
Y ojo con el billar femenino…
Eso sí que parece tener un atractivo… (risas). Lo que me apasiona a morir es el básquet. Todavía juego. Mal, pero juego; incluso fui entrenador ad honorem por un tiempo en el Scholem Aleijem. Y además es un club en el que a la tarde los viejos se juntan a jugar al dominó.
Pero el deporte no te inspira para componer… no es que termina un partido de básquet y…
No sé… (risas) No creas… Con el cine no funciono de esa manera; sí creo que cuando sos receptivo a lo que pasa a tu alrededor te armás un cóctel en la cabeza que te lleva a algún lado. Además, no me imagino a alguien tan apasionado por el deporte como yo haciendo una música introspectiva. Me costaría ver a la misma persona. Se puede decir que uno es en la vida como toca y como juega.
¿Vos coincidís con eso?
Sí, totalmente. Aunque no creo que sea algo a rajatabla. Pero en general creo que hay mucho de eso.
¿Musicalmente sos bilardista o menottista?
Ninguno de los dos… a mí me gusta Bielsa. Me gusta ese concepto de tener la pelota cerca del arco de ellos. Por eso no me gusta Pekerman. A Bielsa lo banco.
Y cuando ves cine, ¿le prestás atención a la banda sonora?
Siempre; y cuando miro televisión, también.
¿Y te pica componer para cine?
Sí… hice la música de una pero casi de casualidad; una que se llama “Fotos del alma”, de un director que ahora vive en Madrid y que se llama Diego Musiak. Pero era muy pibe… me gustaría tener más trabajo de eso. Lo que sí hice bastante y que me gusta es música para televisión. De lo que está ahora en el aire, la música de los cortos de Telefe la hice yo. Había hecho la de Hechizada. Y hago también música incidental, música de “situaciones”, que no es el trabajo más grato que pueda tener un compositor pero me da una buena gimnasia; y los límites son tan precisos y tan claros, que te ponen en una situación totalmente opuesta a la de un concierto, por ejemplo, donde nadie te va a venir a decir cómo tenés que tocar tu música. Tanta libertad te puede llevar a la inmovilidad, porque no todo el mundo compone. Me encantan los opuestos. El tocar lo tuyo con total libertad o el “haceme diez segundos de una persecución en auto… y para mañana”.
¿Y cómo funcionás mejor, con libertad o bajo presión?
Bajo presión. No me refiero a una cuestión de calidad. Obviamente que me gusta más la música que hago para mí mismo. Me representa y es lo que me gusta tocar. Lo otro no es tan artístico. Es más que nada un desafío.
O sea… si te dicen “para el 30 de diciembre necesito que me entregues los diez segundos”…
Lo hago.
¿Pero es factible que te sientes el 29?
Y el 30 también… Pero porque el trabajo para televisión no es muy organizado que digamos. Hay períodos de sequía y otros de laburo infernal que te puede agarrar de gira o hasta las manos con lo tuyo. Pero es así…
El trío con Verónica Condomí… ¿es de la Condomí?
Ahora sí. Es su proyecto. Al principio yo la acompañaba. Luego se sumó Facundo Guevara. Y ahí pasó a ser un trío. Luego de tocar varios años y de hacer dos discos, Facundo dio un paso al costado y en ese momento pusimos un reemplazo. Luego yo le dije a Verónica que la cuestión pase a ser de ella. Como para que tenga libertad de poder ir con otros músicos si se superponen las fechas.
¿Cómo pinta la serie “Toque Argentino”?
Eso lo voy a saber recién hacia fin de año. Porque voy a tener en la calle seis títulos.
Pero todo surge a partir de un disco tuyo que se llama así…
Yo hice un disco que se llama “Toque Argentino” a principios de 2004. Cuando me junté con la gente del sello MDR con la idea de hacer una serie, no dábamos pie con bola con cómo llamarla. Y lo que tenía a mano era “Toque Argentino” y les gustó y quedó. Mi idea originalmente era no participar de la serie. Yo quería ser solamente el productor o curador o como se lo quiera llamar. Pero uno de los dos proyectos que íbamos a editar se cayó y para no postergar la cuestión (yo conservo esa paranoia de que acá mañana nunca se sabe), grabé un disco en vivo con mi grupo. Y con el de Alejandro Devries, ya tenía como para arrancar. Para el 2007 la cosa es distinta. Ya salió el disco de Willy González; y de acá a fin de año salen el dúo de Cardozo – Quintero, el nuevo de Verónica Condomí y un solo bajo de César Franov, que ya está listo y está bárbaro. En marzo del año que viene, con seis títulos en la calle, haremos una evaluación.
¿Qué te produce esto de aceptar, seleccionar y tal vez rechazar cosas de colegas’
A mí me gusta…
Pero debe haber situaciones ingratas…
Sí… siempre es ingrato seleccionar. A mí me ha pasado muchas veces eso de ir a pelear por un trabajo y quedar afuera; son reglas del juego que están aceptadas. Me pasó de escuchar cosas que estaban muy bien pero que no encajaban para la serie. Estoy intentando darle una identidad y entonces no puedo decirle que sí a cualquier cosa o a cualquier estilo. Me han acercado mucho material y he conocido gente a la que ni de nombre. Y ninguna fue una porquería. Pero hay cosas que van y cosas que no.
¿Entendés más ahora a aquellos que en algún momento te dijeron “no”?
Depende… porque yo tengo el compromiso conmigo mismo de escuchar absolutamente todo lo que me mandan. Tampoco soy Sony/BMG, pero todo lo que me acercan, lo escucho. Porque a veces te queda la sensación de que entregás un material que termina en un cajón. Por eso… “depende”. La falta de voluntad, de atención y de respeto no las voy a aceptar ni a entender nunca. Porque estando “del otro lado”, me doy cuenta de que es una cuestión de voluntad. Porque nadie se va a morir por escuchar dos discos en un día. Tampoco es que te traen dos mil. Y además se trata de gente que está para eso… Si a uno le llevan 15 en una semana… los tiene que escuchar… Entiendo igualmente que mi rol es ínfimo, porque puedo sacar 4 discos en un año y eso lo aclaro e antemano. Lo que sí tengo pensado es ir organizando las cosas como para que dentro de la colección haya “sub-colecciones”. Una podría ser acerca de compositoras mujeres. Puede sonar medio machista pero es solamente un mote comercial, ¿se entiende? O gente que saca su primer CD. Pero estoy recién comenzando y en principio la idea es asentarla, darle un poco de peso y que tenga continuidad.
¿Te sentís un artesano?
A veces, sí. Pero no por la música sino por la manera de organizar todo. A veces son tantas las cosas con las que hay que lidiar “artesanalmente” que sí…
¿Y cuándo te sentís un artista?
A la hora de componer y de tocar. Ésos son los momentos impagables. Todo lo demás, es igual que cualquier oficio.
¿Sí?
Por supuesto… ¿qué diferencia hay entre un tipo que vende pan y otro que vende discos? Me refiero al producto… Puedo parecer frío, pero cuando te estoy vendiendo algo… porque organizar la parte comercial de la mejor manera posible, trae un primer beneficio que es el artístico. Y esto me lo enseñó Gismonti, no es algo que se me ocurrió a mí. Se traduce en un mayor tiempo para mejorar el producto. Y el desorden implica que tal vez no toques más. La intención de organizar las cosas lo mejor posible (y que conste que lo que tengo no es ni una PyME), es para tener el mayor tiempo posible para dedicarme a lo que más me gusta, que es componer, tocar, experimentar. ¿Por qué experimentaba más a los 18 años que a los 40? Porque tenía más tiempo… y otras responsabilidades, por supuesto.
Vos vas a un lado, a otro, tocás con unos, con otros… pero la sensación es que, hagas lo que hagas, terminás siempre recurriendo a músicos de jazz. ¿Por qué?
(Piensa… mucho) Se dan dos cosas a la vez (sigue pensando). Es muy cierto lo que decís. Por un lado, necesito gente que toque bien. Lo que también creo es que, a esta altura, se desdibujó un poco lo que es un músico de jazz o uno de folclore en la ciudad de Buenos Aires. Un ejemplo de esto es (el pianista) Andrés Beeuwsaert. Porque su formación es la de un músico de jazz; pero no dedica su vida a tocar jazz. Como Jorge Navarro o Walter Malosetti. Para Andrés, tocar folclore es lo más natural del mundo. Entonces, los músicos con los que me junto son de la generación de Andrés. Como me pasa a mí también. Los límites se han hecho difusos. En otro plano… Spinetta. A mí siempre me encantó, pero… ¿se puede decir que es rock? Para mí es “música Spinetta”. Creo que hay una generación a la que no podés limitarla a un estilo. Hay músicos de jazz, pero que también son de folclore o de tango.
Hay entonces una música argentina?
¿Vos decís más allá del tango y del folclore?
Sí.
Y… yo creo que sí. Muy de a poco. Pero sí. Da para discusiones, palabreríos y esas bobadas. Pero por ejemplo… en Juan Quintero ves como un abanico de influencias pero cuya resultante es la “música Juan Quintero”. Otro caso es el Negro Aguirre. Te hablo de gente a la que admiro. Hay otros que lo intentan y no con tanta suerte en los resultados. Incluso creo que con el tiempo van a ir mutando andá a saber hacia dónde. Pero ya están influyendo a otra gente.
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