a-Links PrincipalesEl Ojo Tuerto

Festival Buenos Aires Jazz 2011: Ir a más

Del martes 01 al domingo 06 de noviembre de 2011

Escenarios y horarios varios – Buenos Aires

“Siente libertad, busca la energia de ir a más” (Miguel Abuelo)

Que en la Argentina haya un Festival de Jazz, que se lleve a cabo por cuarto año consecutivo, que en la edición 2011 haya convocado a unos 250 músicos (el 20% de ellos –aproximadamente- extranjeros), con la mayoría de los conciertos con entrada libre y gratuita y los que no, con entradas a valores muy accesibles, con una amplia oferta y diversidad artística, con clínicas, workshops, jam sessions, cruces entre músicos “de acá y de allá”, proyección de películas, una muestra de fotografía y varias cosas más, parecía una quimera hasta no hace mucho tiempo.

 

Con una organización (al menos en lo que nos ha tocado presenciar) impecable, el jazz (y aledaños) se apoderó de teatros, clubes, centros culturales, bares… con eventos bajo techo o al aire libre y con una interesante cantidad de público asistente (más de 50.000 personas repartidas en los 70 conciertos realizados).

 

Se entiende como “festival” a una fiesta, a un conjunto de representaciones dedicadas a un artista o a un arte. Pero antes de seguir, permita que me copie a mí mismo. En la reseña que realizáramos sobre la edición 2010, decíamos:

“Cada uno tiene sus deseos y preferencias, por supuesto; y probablemente en sucesivas ediciones podamos tener acceso a otro tipo de expresiones jazzísticas un tanto más riesgosas, innovadoras, incisivas e, incluso, perturbadoras para el oyente medio. Esto, sin ir en desmedro de lo obtenido. No es usual ni poca cosa que una situación utópica se convierta en un derecho adquirido. Más aún cuando por parte de los organizadores y el Director Artístico, Adrián Iaies, se apuesta a una diversidad que permite la confluencia, en un Festival de Jazz, de referencias a la música brasilera, latinoamericana, el tango y el folclore contemporáneo”.

 

¿Y sabe qué? Si bien hubo alguna que otra propuesta, digamos, por afuera de lo entregado en las tres ediciones anteriores, sigue existiendo (al menos en lo personal) la necesidad de poder acceder a algo de lo mucho (y de notable factura… y nuevo) que se está haciendo dentro de lo que podríamos denominar música creativa. Tal vez pueda decírsenos que “no se trata de jazz”… algo que estamos dispuestos a discutir hasta el agotamiento ajeno. Pero así y todo, desde este site estamos absolutamente convencidos que Mostly Other People Do the Killing, Harris Eisenstadt, John Hollenbeck, Adam Lane, Wadada Leo Smith, The Claudia Quintet, Satoko Fujii, Okkyung Lee, Jessica Pavone, Dawn of Midi, Angles, Ken Vandermark, Darcy James Argue, Todd Sickafoose, Carla Bozulich, Moppa Elliott, Theo Bleckmann, Rudresh Mahanthappa, Seabrook Power Plant y un larguísimo etcétera (incluyendo a los integrantes de los combos mencionados) son mucho más jazz que varias de las propuestas (bienvenidas, desde ya) ofrecidas.

 

Por supuesto que si uno pide, o sugiere, o enuncia, o comenta, o etcétera, es porque considera que hay “chances de” y “razones como para”. En muchos casos nos consta que no se trata de cuestiones económicas y que el deseo de tocar en la Argentina es genuino y hasta un desafío. Pero como probablemente hay cuestiones que se nos escapan o desconocemos, tómese esto como una expresión de deseo. Es que en los últimos años poco (casi nada) jazz de vanguardia ha pisado suelo porteño.

Ahora, si me permite, reseñaremos algunos de los eventos del festival a los que hemos asistido:

 

Kenny Werner Trio

Martes 01 de noviembre de 2011 – 20:30 hs.

Teatro Coliseo

 

El pianista y compositor Kenny Werner (Brooklyn, New York, U.S.A., 1951) goza de gran reputación en el panorama jazzístico contemporáneo. En lo personal recuerdo haber disfrutado, en su momento, sus dos Live at the Maybeck Recital Hall, uno en soledad y el otro en compañía del saxofonista Chris Potter. A su extensa discografía hay que agregarle registros junto a Charles Mingus, Toots Thielemans, Joe Lovano, Eddie Gomez, Roseanne Vitro, Betty Buckley, Lee Konitz, Tom Harrell, Mel Lewis, Peter Erskine y Archie Shepp. Para el concierto de apertura del Festival Buenos Aires Jazz 2011 el pianista se presentó con su trío, que completan el contrabajista alemán Johannes Weidenmueller y el baterista estadounidense Ari Hoenig. Con esta agrupación, conformada en el año 2000, Werner registró tres álbumes; el último de ellos, en 2004.

 

Una introducción en solo piano nos introduce en If I Should Lose You (de Ralph Rainger), tocada con solvencia, que muta de balada a hard bop y que no sorprende con los sucesivos solos de piano y contrabajo; tampoco con los consabidos cortes para el supuesto lucimiento de Ari Hoenig. El inicio es correcto, previsible, amable, sin sorpresas. La larga introducción (también) en solo piano de Siciliana, de Johann Sebastian Bach, preanuncia problemas severos. Aquí debo reconocer que fui sorprendido… cito mis apuntes (textual): “… re-balada, parece el trío de Richard Clayderman”. Disculpe… en el fragor de un concierto a veces uno anota cada cosa… Otro solo de contrabajo, me cito nuevamente: “Hoenig parece estar para más (…) Werner demuestra ser ágil con los dedos, pero… ¿y? (…) Cierto toque latino maquilla un poco la cosa (…) ¿Qué aplaude la gente?” Y sí… uno anota cada cosa…

 

Con The Little Blue Man (del pianista) mejoramos un poco. Hay otra intención, otra energía; nada revolucionario pero algo es algo. Hoenig es bueno de verdad. Pero el tercer (previsible e innecesario) solo de contrabajo y un viraje trillado al straight ahead nos bajan rápidamente los humos. El trío parece tener una particular tendencia a recorrer huellas dejadas por (muchos) otros. A veces, un poco de ripio; pero no demasiado, máxime teniendo en cuenta el abordaje excesivamente respetuoso en piezas como Peace, de Sonny Clark o In Your Own Sweet Way (de Dave Brubeck). En esta última el dueto entre Weidenmueller en contrabajo y Hoenig en batería sacude la modorra, en especial por las bondades del baterista. La (en principio) melosa y (luego) previsible Beauty Secrets deja la sensación de que cuando quieren, pueden. Pero están queriendo poco y esto se acaba… El cierre oficial, con Beat Degeneration, se veía venir por la inclusión del ¿necesario? solo de batería. Que estuvo bien (el solo), pero la cuestión es otra… filosófica si se quiere… ¿Por qué (y no sólo por esto) se recurre sí o sí a patrones pre-establecidos vaya uno a saber por quién o quiénes?

 

El bis… Tears in Heaven, de Eric Clapton. Disculpen pero… además de ofrendar una relectura excesivamente respetuosa del original, sonó edulcorada e incluyó (sí, adivinó) ¡otro solo de contrabajo! Por un momento pensé que bajaría la bandera estadounidense con una gran foto de Clapton. ¿Casi? patético.

 

Kenny Werner Trio abrió oficialmente el Festival Buenos Aires Jazz 2011.

No me emocioné, no me sorprendí, no me incomodé.

Tampoco la pasé mal.

Pero usted me entiende…

(Eso espero).

 

Albert Bover Trío

Arild Andersen Trio

Miércoles 02 de noviembre de 2011 – 21:00 hs.

CCC Teatro 25 de Mayo – Sala Principal

 

El pianista barcelonés Albert Bover nació en 1964 y ha tocado con una cantidad de músicos infinita, de los cuales mencionaremos sólo a algunos: Art Farmer, Seamus Blake, Ed Thigpen, Ralph Moore, Perico Sambeat, Benny Golson, Ken Peplowski, Sonny Fortune, Jerry González, Chano Domínguez, Gary Willis, Al Foster, Randy Brecker, Raynald Colom, Ray Drummond, Idris Muhammad, Mark Turner, Bennie Green, Sheila Jordan y Scott Hamilton. Actualmente conforma un dúo con el contrabajista argentino Horacio Fumero, forma parte de los grupos de Gorka Benítez, Julian Vaughn y Vicente Espí y lidera el trío con el que se presentó en Buenos Aires, que completan el reconocido baterista español David Xirgu (John Abercrombie, Mark Feldman, Fred Hersch, Dave Liebman, Norma Winstone, Ben Monder, Guillermo Klein, Kurt Rosenwinkel, Mulgrew Miller y Art Farmer, entre otros) y el contrabajista japonés Masa Kamaguchi (George Garzone, Tony Malaby, David Murray, Toots Thielemans, Perico Sambeat, Dave Douglas, Frank Kimbrough, Ben Monder, Sonny Simmons, etc.), instalado en Barcelona desde 2006.

 

La verdad que la trayectoria de cada uno es llamativa.

 

Pero, lamentablemente, luego de la actuación que el trío brindara en el Teatro 25 de Mayo, sólo (me) queda afirmar que muy poco de lo sugerido por semejantes currículums se ha visto reflejado sobre el escenario. Y donde dice “muy poco” debe leerse “muy poco”.

Adivinó: intro en solo piano. El tema, Monk’s Dream, de Thelonious Monk. La verdad que hay que esmerarse para que una composición tal, más que despertar algo, provoque los primeros cabezazos en la platea. Primer solo de contrabajo. También tuvo su espacio el baterista. Un grandísimo canto a la obviedad. Cuando comenzó Three Views of a Secret, de Jaco Pastorius… comparto con usted lo anotado en mis apuntes: “esto pinta muy difícil”. El segundo solo de Masa Kamaguchi… permítame tildarlo (benévolamente) de innecesario. Da la sensación que no se escuchan… La escasa imaginación llama poderosamente la atención.

 

Decir (escribir) que un tema de Abdullah Ibrahim suena a “balada sosa” puede implicar un arrebato temerario. Pero eso es lo que ocurrió con la relectura que el Albert Bover Trío realizó en The Wedding. Otra vez mis notas: “todo es un gran ‘¿?’” (incluso el tercer solo de contrabajo). Con un pasaje en solo piano se sucede Old Bottles, New Wine (de Albert Bover). Aquí tenemos dos cosas para decir: la primera, que Kamaguchi tenía unas ganas de tocar tremendas; pero sus solos (van cuatro en cuatro temas) no los entiendo… como si los tocara en japonés (perdón). La segunda, que el aburrimiento reinante desembocó en sonoros ronquidos que provenían de la fila 6. Otro tema del pianista, Raynald’s Doubt, fue de lo mejorcito ofrecido por el trío. Los japoneses son perseverantes: en el quinto tema, Kamaguchi gritó “bingo” de solos.

 

Cuando al promediar la versión del tema de Herbie Hancock The Sorcerer, David Xirgu comenzó su solo de batería (sí… estaba ahí, no era un reemplazo ni un clon, era el mismísimo Xirgu), todos nos dimos cuenta –ante semejante canto a la obviedad- que sería el último tema. Si el trío conformado por Albert Bover, David Xirgu y Masa Kamaguchi tenía pensado quemar las naves en un bis –habida cuenta de que se retiraron del escenario sin saludo alguno-, se han quedado con las ganas. La audiencia pareció no sentir esa necesidad. Y la verdad, lo bien que hizo (el público).

 

Pocos minutos después fue el turno del trío conformado por el contrabajista (y líder) noruego Arild Andersen, el saxofonista y flautista escocés Tommy Smith y el baterista italiano Paolo Vinaccia, es decir, el Arild Andersen Trio.

Mire… no crea que no sé que hasta este momento el comentario es… digamos… un poco áspero. Pero créame que si algo refuerza lo dicho hasta aquí fue la soberbia actuación del Arild Andersen Trio. Que desde el inicio mismo, con la canción folk vienesa Elama Elama, subyugó a propios, extraños y aledaños a fuerza de talento, creatividad, compromiso, humildad… y etcéteras (varios). La introducción a cargo de Andersen en contrabajo con arco fue una delicia. Tommy Smith toma la voz cantante desde su saxo. Y cuando irrumpe el baterista Paolo Vinaccia, una subyugante atmósfera marroquí inunda la sala. Andersen acaricia el contrabajo mientras Vinaccia se muestra inquieto, vigoroso e inventivo. Un comienzo auspicioso y contagiante. Se vislumbra riesgo, concentración, libertad… y ensayo.

El espíritu imperante continúa en Saturday con Smith liderando nuevamente en gran forma. Arild Andersen es un festival dentro del festival y Vinaccia es notable. Gran solo del saxofonista mientras Andersen rockea desde su potencia dúctil. Hacia el final, soberbio contrapunto bajo / batería.

 

De la extensa suite Independency (que el contrabajista compusiera para homenajear el centenario de la independencia de Noruega), el trío interpreta Independency Part 4.  La introdución en este caso está a cargo de Tommy Smith pero en flauta; paulatinamente, va dejando paso a Andersen quien graba loops que luego dispara para que el trío, sobre ellos, avance sutil, reflexiva, camerísticamente. Con un manejo admirable de los climas, Andersen y Smith se trenzan en un feroz dueto, que al irrumpir Vinaccia desemboca en un explosivo pasaje free rayano en la perfección. Que a su vez deriva en un straight ahead (a lo Arild Andersen, claro está) para finalizar épicamente.

 

El altísimo nivel exhibido se mantiene en Dreamhorse, con Vinaccia jugando con las escobillas sobre sus muslos, Andersen soleando sobre una base pre-grabada y, al ingreso de Scott, hace su aparición una pegadiza melodía, contagiosa y cercana al pop. El final oficial es con Outhouse donde el baterista –digámoslo académicamente- le pega a todo lo que tiene cerca. Lo de Andersen es tan bueno que ya aburre… perdón… no aburre para nada (aclaro… por si hay alguno que no entiende la ironía). Nuevamente hay un viraje hacia el straight ahead; pero el del trío viene con free, clásica contemporánea, rock, folk europeo y un par de “a designar”. Hay tiempo para un furioso dueto en saxo y batería, una gran intervención de Tommy Scott, otro dueto pero en este caso de contrabajo y batería (excepcional, veloz, preciso, paralizante) y un breve, atractivo y original solo de Vinaccia que no excluyó elementos lúdicos ni lúcidos.

Un reflexivo blues en slow tempo fue el bonus track en forma de bis que el trío supo regalar sin estridencias ni pirotecnia sonora inútil.

 

Arild Andersen en contrabajo, Tommy Smith en saxo y flauta y Paolo Vinaccia en batería han ofrecido un concierto extraordinario. Con base en el jazz europeo pero incorporando otras sonoridades provenientes de diversos y variopintos estilos y geografías. Más que una bocanada de aire fresco, un verdadero ventarrón.

 

 

Nguyên Lê Trio

Marilyn Mazur Group

Domingo 06 de noviembre de 2011 – 20:30 hs.

Teatro Coliseo

 

La jornada de cierre del festival se llevó a cabo, al igual que la inauguración, en el Teatro Coliseo. En primer lugar se presentó el Nguyên Lê Trio, conformado por su líder (francés, hijo de vietnamitas) en guitarra eléctrica, la japonesa Mieko Miyazaki en koto y voz y el indio Prabhu Edouard en tabla y voz. Para esta ocasión, Nguyên Lê presentó Saiyuki, un combo multicultural que cuenta con un álbum editado en 2009. Saiyuki significa –en japonés- “Viaje al Oeste”, título de una famosa novela china escrita en el siglo XVI (dieciséis, le aclaro, no vaya a leer “equis-ve-i”).

La formación, a priori, está más emparentada con la world music que con el jazz; pero Nguyên Lê ha sabido escapar a los rótulos llevando adelante varios proyectos simultáneos que, para no hacérsela tediosa, diremos simplemente que se mueve con absoluta libertad y pericia entre el folclore vietnamita y la música de Jimi Hendrix.

 

La envolvente atmósfera oriental (no uruguaya) proveniente desde el koto de Mieko Miyazaki en The Magic Constant, es apenas el preámbulo de un concierto rico en sonoridades, climas, libertades y humores. Nguyên Lê suma su sonido prístino y Prabhu Edouard tiene la rara habilidad de hacer que sus tablas parezcan bastante más que elementos percusivos. El trío apela más a las sutilezas y a la ductilidad que a un desarrollo compositivo extremo. El guitarrista se muestra vigoroso pero sin opacar a sus compañeros. A continuación, tras una introducción a cargo de Edouard (modificando intensidades con una facilidad que asombra), el trío se revela como una gema injustamente escondida para esta parte del planeta. Con una atrapante intervención de Miyazaki en koto, exenta de estridencias absurdas e innecesarias, aparece el deseo de contar con un tercer oído para poder apreciarlo todo. Aquí se acomoda en un elegido segundo plano permitiendo el lucimiento de Edouard y,fundamentalmente, Miyazaki.

 

El líder cede el micrófono a Edouard quien se dirige al público –en castellano- para una suerte de ensayo vocal. El momento resulta hilarante. El magnetismo del koto se hace presente nuevamente en Sangam. Se suman, tímidamente, y Edouard. Este último protagoniza, junto a Miyazaki, un momento vocal que precede a un notable solo de sobre una enérgica entrega percusiva; que luego se transforma, más que en un dueto, en una conversación. Miyazaki aporta sonidos graves, monocordes, escasos y precisos. Hay un falso final tras el cual Edouard protagoniza un segmento repleto de sutilezas mientras el público participa con sus voces. Al final, tremenda ovación para tres músicos de excepción que parecen haber dejado sus egos en el placard.

 

Nguyên Lê presenta una tierna canción infantil que le cantaba la madre en su niñez. Una suerte de canción de cuna con la voz líder de Miyazaki. El clima intimista se prolonga sin demasiadas sorpresas pero con una buena dosis de calidez y magnetismo.

Mieko Miyazaki presenta Izanagi Izanami, refiriéndose al hecho de que en Japón (parece) hay dioses por todas partes (le juro). Por lo escuchado al comenzar la composición de la nipona, estamos ante la presencia de uno potente, con elementos provenientes del rock pero también de la clásica contemporánea. Las voces de Edouard y Miyazaki reflejan que alguna fuerza superior (tal vez no del todo amable) nos gobierna. La japonesa exprime su garganta sobre un denso colchón sonoro. Inclasificable, profundo, con un que sale a combatir con pericia sobre los alaridos desgarradores de Miyazaki. El trío explota luego en formidable contraste hasta el épico final.

 

Nuevamente Edouard toma la palabra para explicar (con singular simpatía y humildad) la existencia en India de un dios particular, con cuerpo humano y cabeza de elefante, dios de la protección y transmisor del saber. Luego de que la audiencia se dejara convencer (sin oponer resistencia alguna) de que “la tabla, habla”, anuncia que Sweet Ganesh será interpretada en un estilo antiguo: el rap.

Y si hacía falta algo para confirmar que estábamos en presencia de uno de los mejores conciertos del año, el trío se encargó de eliminar toda duda con la extensa interpretación de Sweet Ganesh. Que incluyó, entre otras cosas, un impactante dueto vocal, extraordinarias intervenciones solistas (con acordándose, entre otras cosas, de Jimi Hendrix), complicidad, humor, soltura, la activa participación de la audiencia y la ausencia de previsibilidad.

 

Nguyên Lê, Prabhu Edouard y Mieko Miyazaki entregaron un espectáculo soberbio, que remite (aunque con diferencias, claro está) a Shakti, John McLaughlin Trio, Oregon, Zakir Hussain, Sheila Chandra… pero con una propuesta que suena innovadora, riesgosa, honesta, creativa, adictiva, extraordinaria.

Con talento, entrega, respeto, humildad y armonía (lamentablemente) infrecuentes.

 

Y faltaba aún el postre, el cierre del festival a cargo del Marilyn Mazur Group. La percusionista, baterista y compositora nació en New York en 1965 pero se considera danesa ya que la mayor parte de su vida la pasó, justamente, en Dinamarca. De su extenso currículum bastará con mencionar que durante cuatro años formó parte de la banda de Miles Davis. El grupo con el que se presentó en Buenos Aires lo completan Klavs Hovman (bajo eléctrico), Krister Jonsson (guitarra) y Fredrik Lundin (saxo y flauta), todos nacidos en Dinamarca.

Supongo que más de una vez le habrá pasado que luego de una opípara comida se pidió un postrecito y… para qué, ¿no?

A ver… ¿cómo le explico?

 

Lo del Marilyn Mazur Group fue como entrar de la mano de Tony y Douglas en El Túnel del Tiempo. Donde había un guitarrista con algunas buenas intenciones (más allá de su gorro “alla Daniel Boone”), por momentos cercano al sonido del primer Bill Frisell o el de David Torn (de hace 25 años), un saxofonista/flautista (con un aspecto muy similar a Ken, el novio o algo así de Barbie) que muy probablemente tenga en su colección de discos mucho material de Yellowjackets, Spyro Gyra, Fourplay, David Sanborn y Eric Marienthal; y un bajista (algo así como el posible o probable padre de Ken) que interpreta el mismo instrumento que Jaco Pastorius, Steve Swallow y Victor Wooten. Allí terminan las coincidencias.

Y Mazur… nació en New York en 1965 pero se considera danesa.

 

Cuando la percusionista presentó, a los 40 minutos de concierto presentó el quinto tema diciendo: “Voy a hacer un tema viejo”, sorprendió a diestra y siniestra. Es que todo, hasta ese momento, había sido viejo… o sonado a viejo… o… bueno, eso…

Se la hago corta transcribiendo fragmentos de lo apuntado durante el show (sí señor, me ha gustado el recurso): “insulso”, “remanido”, “insoportablemente amable”, “meloso”, “inconsistente”, “trillado”, “vetusto”, “Flora Purim hace 40 años”, “insípido”, “previsible”, “monocorde”, “pastiche”… bueno, creo que la idea está, ¿no?

 

El Festival Buenos Aires Jazz 2011 merecía otro final.

Bueno… cualquier otro festival lo hubiera merecido…

 

No obstante y mucho más allá de apetencias, preferencias o incluso necesidades personales, es una gran noticia la existencia de un evento que en esta oportunidad se llevó a cabo durante seis días, y –como dijimos al inicio de esta nota- con la presencia de aproximadamente 250 artistas, unos 50.000 asistentes, con muchos espectáculos gratuitos, los otros a valores muy accesibles, con una cuidada organización y que brinda momentos de satisfacción plena y también de los otros, claro está. Pero a los que de otra manera no tendríamos acceso. Músicos de Francia, Dinamarca, España, Colombia, Uruguay, Brasil, Estados Unidos, Italia, Japón, Alemania, India, Noruega, Escocia, Chile, Holanda, Ecuador y, por supuesto, Argentina, han convivido, compartido experiencias y escenarios, aprendido, aprehendido y ofrecido sus propuestas.

El público (y nosotros) deberíamos estar agradecidos ante la existencia de este festival.

Al que puede exigírsele ir a más, simplemente, porque hay a quién exigirle.

Y ese quién, tiene con qué.

“Vivimos nuevos tiempos que hay que compartir” (Miguel Abuelo)

Marcelo Morales

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *