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Gabriel Palatchi Band: Diario de Viaje

El Paisa, Éxodo, Cumbia Rabiosa, Por Vos, Inspiración Tulumeña, Tansongo, Mi Realidad, Chilangotango, Electroshock, Raíces

 

Músicos:

Gabriel Palatchi: piano, órgano Hammond, sintetizadores

Gabriel González: bajo eléctrico

Chema González: batería, timbales, bata

Manuel González: congas, bata

Alfredo Pino: trompeta

Rey Alejandre David: trombón

El “Bola”: flauta

Daniel Zlotnik: saxo barítono

Juan Manuel Ledezma: guitarra eléctrica

Camio Nu: guitarra española, percusión árabe en Éxodo

Gerry López: saxo alto

Rafael Pérez: bandoneón

El “Roli”: voz en El Paisa, Cumbia Rabiosa y Tansongo

Gabriel Rivera: voz en Tansongo y Mi Realidad

Bulmaro Borja: voz en Inspiración Tulumeña

Beny Swart: viola en Éxodo

Adrián Challiou: saxo soprano en Raíces

Jorge Brauet: saxo barítono en El Paisa e Inspiración Tulumeña

Alex Guardiola: trompeta en El Paisa e Inspiración Tulumeña

Allan Weitz: scratching, electrónicos, efectos en Electroshock

Ramón Arcos Bouchez: electrónicos, efectos en Chilangotango

 

Sello y año: Gabriel Palatchi, 2011

Calificación: Está muy bien

 

Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos (Fernando Pessoa)

 

La historia nos demuestra que los viajes han sido la piedra basal de infinidad de avances, descubrimientos y progresos de la humanidad. Laimperiosa necesidad de salir a recorrer el mundo en busca de conocimientos fue el impulso esencial que alentó a los pioneros de la exploración en las principales culturas; así lo testimonian -por citar unos pocos ejemplos- los viajes del veneciano Marco Polo a China siguiendo “la ruta de la seda” durante el siglo XIII, los viajes navales de Zhen He desde China al África Oriental realizados en el 1400 o los viajes por el mundo árabe de Domingo Francisco Jordi Badía (más conocido como Alí Bey el-Abbassi) llevados a cabo a comienzos del siglo XIX. Lo cierto es que muchos de los conocimientos acumulados en esos (y otros) viajes se habrían perdido en la memoria de los tiempos si el hombre no hubiese dejado un registro escrito de sus vivencias a través de libros, relatos o diarios de viajes.

Hoy sabemos que Marco Polo fue un explorador insigne de la humanidad gracias al compendio de sus narraciones contenidas en El Libro de las Maravillas del Mundo o podemos apreciar en las aventuras de Domingo Badía uno de los primeros acercamientos documentados entre occidente y el mundo árabe mediante su libro Los Viajes de Alí Bey. La existencia documentada de los viajes –en distintos tiempos y lugares- ha servido para ampliar los horizontes del conocimiento. Desde la primera circunnavegación del planeta realizada por Fernando de Magallanes entre 1519 y 1522 hasta la primera expedición terrestre de este a oeste de Estados Unidos -comandada en los albores del siglo XIX por Meriwether Lewis y William Clark-, pasando por el diario itinerante en los países del Mediterráneo escrito por Pero Tafur en su libro de 1454 Andanças e viajes de un hidalgo español y los registros de viajes al sur de África concretados por el misionero escocés Daniel Livingston a comienzos del 1800.

 

Los libros de viajes también ha sido un género literario que gozó de enorme popularidad durante siglos. Un ejemplo paradigmático es la epopeya homérica del siglo IX antes de Cristo, la Odisea (obra que narra el largo viaje de Odiseo desde Troya hasta Ítaca, su isla natal) pero también ha sido de cardinal importancia para este género un amplio abanico de obras que involucra –entre otros- a Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift publicada en 1726, Viaje al Centro de la Tierra de Julio Verne en 1864 o la novela perteneciente a Jack Kerouac On the Road de 1957. Incluso en ocasiones lo ficcional se transformó en una realidad, tal como ocurriera con el viaje del hombre a la Luna, anticipado literariamente por Luciano de Samosata en el año 160 d.C, por Cyrano de Bergerac en 1656 y por Julio Verne en 1865 y más tarde convertido en realidad cuando la tripulación del Apolo XI pisó suelo selenita en julio de 1969.

En el campo literario, un diario de viaje es un subgénero de la autobiografía en la que su autor combina datos itinerantes, elementos propios de un álbum íntimo y aspectos que pueden conjugar características que van desde los cuadernos de bitácora utilizados históricamente en la navegación hasta los actuales contenidos de un ciberdiario en internet; y su confección no sólo oficia como recordatorio testimonial de las vivencias de su autor sino que además puede servir de guía para futuros viajeros.

Todo esto viene a cuento del álbum debut de Gabriel Palatchi Band: Diario de Viaje.

 

El título de este trabajo establece una apropiada analogía con el ideario estético del pianista y compositor Gabriel Palatchi, debido a que los diez temas contenidos en el álbum actúan a la manera de un relato musical que documenta las experiencias e influencias recogidas en los viajes realizados desde su Argentina natal a la isla de Cuba, el Caribe mexicano y Canadá. Esto se traduce aquí no sólo en la asimilación de las vivencias personales y las diferentes tradiciones inherentes a cada uno de esos destinos, sino también en la orgánica confluencia de un amplio rango de estilos que abarcan –entre otros- desde el jazz al tango, de la salsa al funk, del rock progresivo a la timba, de la cumbia a la música árabe y del klezmer a la música electrónica.

El intento de hacer propio lo ajeno –en el mejor sentido del concepto- le permite a Gabriel Palatchi, en Diario de Viaje, acercarse a una idea o temática en cierta instancia objetiva para transformarla completamente a través del filtro de su mirada.

 

Ese temperamento musical se manifiesta con encomiable autoridad desde la apertura del álbum con El Paisa. Un preludio de aquilatada precisión, en donde se intuyen los contornos perimetrales del rock progresivo, muta en las bamboleantes cadencias caribeñas sobre la que se deslizan los minuciosos ornamentos del trombón de Rey Alejandre David, la trompeta de Alfredo Pino y el saxo alto de Gerry López, una letra de inocultable tono esperanzador -en la voz de El “Roli”- (que incluye frases como “voy en busca de mis sueños…” y “más allá del horizonte llegaré…”) e irreprochables intervenciones solistas de El “Bola” en flauta y de Gabriel Palatchi en piano. La rebosante vitalidad y frescura de Éxodo contrasta ecos lejanos de la música sefardí con un motivo melódico de esencia flamenca acentuado por la luminosa intrusión de la guitarra española de Camio Nu y la viola de Beny Swart.

Cumbia Rabiosa nace de una sorpresiva y atrapante introducción aposentada en los márgenes de la cumbia villera argentina y la tecno cumbia mexicana que, al conjuro del piano, evoluciona en un paisaje musical de aires antillanos que intercala una sucesión de solos -de Alfredo Pino en trompeta, Daniel Zlotnick en saxo barítono y Gabriel Palatchi en teclados- que en todo momento relegan el acrobático ejercicio de virtuosismo para privilegiar un diálogo de fluida naturalidad.

El lánguido Por Vos ofrece una visión más amable y relajada que fluye en una línea melódica y rítmica deliberadamente ligera e impregnada de romanticismo que oscila entre el bolero y la habanera. En tanto que las vibrantes cadencias de Inspiración Tulumeña reúnen un collage de estilos que van desde el impulso rítmico de la música disco a resoluciones armónicas asociadas al afro-rock que recuerdan al Carlos Santana de sus inicios. Todo, montado en un bloque sonoro con punto de apoyo en el tándem percusivo que integran la batería de Chema González y las congas de Manuel González sobre el que se van montando los solos de  Juan Manuel Ledesma en guitarra eléctrica, Jorge Brauet en saxo barítono y Gabriel González en bajo.

 

El contrastante Tansongo se traduce en un guiño de complicidad –levemente forzado- entre tango y mambo. De los nostálgicos aires tangueros del inicio (que evocan tangencialmente el motif principal de la pieza de Ástor Piazzolla Vuelvo al Sur), emerge un enlace entre el bandoneón de Rafael Pérez y una letra de carácter confesional -en las voces de Gabriela Rivera y El Roli– que expresa “Si vuelvo lo haré con la cabeza en alto… tal vez pareceré obstinado pero el sentido de mi vida recién ha comenzado”. El clima luego muta en los efusivos impulsos rítmicos del mambo y de la rumba para, finalmente, regresar a la atmósfera porteña que dio origen a la pieza.

En el ecléctico programa ofrecido por la banda se suceden la fusión de jazz latino, rock progresivo y soul en Mi realidad (con consumados aportes de la batería de Chema González, los teclados de Gabriel Palatchi y la voz de Gabriela Rivera), un cálido acercamiento al tango electrónico en Chilangotango (con protagónicos aportes de Rafael Pérez en bandoneón y Ramón Arcos Bouchez en electrónicos), la unión de funk y latin-jazz en Electroshock (que incluye notables efectos electrónicos a cargo de Allan Weitz) y la enérgica lectura de la música árabe vista desde la perspectiva del jazz-fusión en Raíces.

 

En síntesis: No se puede llegar a destino de un viaje si no se da el primer paso.

Y Diario de Viaje es- justamente- el primer paso discográfico de Gabriel Palatchi hacia un destino que aún se avizora lejano pero tan próspero como prometedor.

 

Un viaje de mil millas comienza con el primer paso (Lao-Tse)

 

Sergio Piccirilli

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