El Ojo Tuerto

Galactic: La base está

Miércoles 13 de Mayo de 2009 – 21:30 hs.
La Trastienda Club – Buenos Aires

Una galaxia es un conjunto de gran tamaño constituido por numerosísimas estrellas, polvo interestelar, materia oscura, gases y partículas. Todo junto. Las hay enanas y gigantes. Generalmente se las clasifica de acuerdo a su forma aparente: elípticas, espirales e irregulares. Parece que hay más de cien mil millones. O sea, un número uno y once ceros.
La más conocida, y a la que pertenecemos, es la Vía Láctea. Que parece contener entre 200 y 400 mil millones de estrellas. Vía Láctea significa "camino de leche"; esto, gracias a los griegos, quienes sostuvieron (no creo que sigan pensándolo hoy día) que lo observado es ni más ni menos que leche derramada del pecho de la diosa Hera (esposa de Zeus), quien se negaba a amamantar a Hércules porque parece que fue producto (el pequeño) de una de las tantas casquivaneadas de Doña Hera. Cuenta la chusma que en un momento, mientras la fulana dormía, le acercaron a Herculito a uno de sus senos, pero mamá despertó, lo destetó y así fue que se produjo semejante desparramo láctico. Demócrito pensó otra cosa y mucha bolilla no le dieron; pero luego Galileo Galilei, telescopio mediante, le dio la razón unos dos mil años después. Parece que Demócrito aún no se enteró.

Lo comentado desacredita esta costumbre afianzada en los últimos tiempos con respecto a la palabra "galáctico". No nos referimos al animé japonés El Galáctico (SF Saiyuki Starzinger en el original), sino al mote que se utiliza habitualmente como para realzar alguna dote extraordinaria. Más de una vez habrá usted escuchado "equipo galáctico" o "jugador galáctico", como si se tratara realmente de algo fuera de lo común. Pero por los datos aportados, es fácil llegar a la conclusión de que ser galáctico no representa exclusividad alguna. Hay, reiteramos, más de cien mil millones de galaxias; pertenecer a una, ¿supone un mérito?

No sabemos por qué, en 1994 ocho muchachotes titularon a su banda Galactic Prophylactic; pero luego la banda quedó reducida a quinteto (ocasionalmente sexteto cuando formó parte el cantante Theryl DeClouet) y su nombre prescindió de la profilaxis quedando reducido a Galactic. El quinteto galáctico (perdón… se me escapó…) quedó conformado por Jeff Raines (guitarra), Richard Vogel (teclados), Ben Ellman (saxos), Robert Mercurio (bajo) y Stanton Moore (batería).
Desde su debut discográfico en 1996 con Coolin' Off, quedó claro que estábamos en presencia de una banda representativa de lo que podríamos denominar "nuevo funk" pero que adosó, sin esfuerzo, elementos de rock, blues, jazz, soul, a go go y, últimamente, electrónica y hip hop. Luego de cinco álbumes (cuatro en estudio) donde dominaban las composiciones instrumentales (aunque salpicadas por notables intervenciones de DeClouet), Galactic cambió. En From the Corner to the Block el quinteto prescinde de DeClouet, pero convocó a una serie de rappers con la intención de "modernizar el sonido de New Orleans con un toque actual".

El álbum resultó ser el primero de la banda editado en la Argentina. Y cual raro efecto dominó, Galactic desembocó en Buenos Aires para presentarse en La Trastienda.
En la previa pensamos que hubiésemos deseado que vinieran en quinteto; o con DeClouet. Pero los muchachos han sabido darnos muchas satisfacciones y había que confiar, al menos a priori, en ellos. Y celebramos su arribo y fuimos a La Trastienda con suma expectativa, con muchos interrogantes, con cierta ansiedad.
El quinteto titular contaría con el aporte de Chali 2na (esos nombres…), miembro de Jurassic 5, y su acompañante, Laidlaw. A las 22:05 y con cierta saturación de bajos en el sonido, Galactic arremete con una trilogía instrumental. Primero, FEMA, tema que no cuenta con grabación en estudio pero un clásico en sus conciertos. El combo es pura potencia; una composición simpleo donde Stanton Moore ya comienza a hacer de las suyas, que son unas cuantas. Ben Ellman se anima con un solo de armónica y el baterista toca parado por primera vez en la noche mezclando brusquedad con sutilezas.

Los teclados presagian un desastre sonoro que llega: Doublewide, de Late for the Future (2000). Otra simple melodía pero con febril contundencia. Los graves siguen jugando su papel. Poco importa cuando enganchan con Go Go, de su álbum debut Coolin' Off. Simples, efectistas, efectivos, atractivos, contundentes, contagiosos, potentes. Hasta que se produce el ingreso de Chali 2na y Laidlaw. El flaco y el gordo, si se me permite. Y ahora sí que se complicó la cuestión. Porque la siguiente trilogía tiene que ver con composiciones de Chali 2na como Commin' Thru, Jurras Finish First (clásico de Jurassic 5) y Step Your Game. Chali 2na se hace dueño de la escena, se carga el grupo al hombro y la verdad sea dicha: parecen temas de Galactic. La gente delira, aúlla, salta, danza. Hay ciertas limitaciones instrumentales, es cierto, pero hay una energía (por momentos) desbordante. Think Back (increíble, único tema interpretado de From the Corner to the Block) suena menos tecno que en el álbum aunque se alarga innecesariamente.

Se va el dueto rapper y queda nuevamente el quinteto en soledad (bueno… tanta soledad no… son cinco…). Sunday Araq ofrece un interesante intercambio lúdico entre la guitarra de Raines y el saxo de Ellman por encima de un sólido y monolítico Moore, muy bien acompañado por el bajista Robert Mercurio. Buen solo de Raines, apto para una de Tarantino. Se pega Bongo Joe, de Rukus (2003). Previsible solo de Ellman, Vogel no sale de su mero plan de acompañante y gana terreno Raines con un buen uso del wah wah. Pero lo importante está pasando atrás, en ese tandem indestructible conformado por Robert Mercurio y Stanton Moore. Éste, desatadísimo, mete una base demoledora para una violenta versión de Manic Depression (Hendrix). Incendiario y pirotécnico solo de Raines y un final violento en estado de explosión.

Vuelven Chali 2na y Laidlaw. La fórmula, en los cuatro temas siguientes, es la misma. Ellman propone buenas intenciones con el barítono pero se queda en ellas. Los bajos siguen saturando pero Mercurio y, fundamentalmente, Moore sostienen absolutamente todo. No sé qué cantan estos muchachos, no les entiendo nada, pero nada de verdad. Así pasan Get Focused, International, Watch the Show y What's Golden, ningún tema de Galactic pero, ya lo dijimos, pareciera que sí.
Seguimos (siguen) con dos instrumentales, verdaderos clásicos de la banda: con buen aporte de Vogel esta vez y con un gran Stanton Moore que contagió a Ellman, brindan una inolvidable versión de Crazuhorse Mongoose (del álbum homónimo). Un solo de Mercurio que no opacará a Pastorius pero ni falta que hace. Y en Baker's Dozen, Mercurio sigue encendido. Un filoso Raines lidera un breve momento free. Gobierna el KAOS pero sin perder el CONTROL. Se veía venir aquí el solo de Stanton Moore. Generalmente detesto los solos de batería, pero ha hecho música este hombre con los tambores.

Vuelve el dúo dinámico para el final, que será con enérgicas versiones (como todas, bah) de Look Shit Down y Luvsgonnagetcha. La gente hace palmas acompañando al baterista. Sobre ellos (nosotros) Chali 2na sigue cantando bien. Pero el principal atractivo sigue siendo esa base rítmica indestructible sobre la que podemos cantar o tocar usted, yo, Zulma Lobato y hasta un mudo.

El bis fue una portentosa versión de Inmigrant Song, con el saxo de Ellman jugándola de Robert Plant. Al caos sonoro, las distorsiones y los excesos, se suman Chali 2na y Laidlaw. Y otros dos rappers argentos a los que les entendí exactamente lo mismo que a los morochos: nada. No importó. Nada importaba a esa altura. Había transcurrido una hora 45 minutos de un concierto que, a pesar de algunas limitaciones instrumentales y (por momentos) cierta monotonía estilística, nos dejó exhaustos y felices.

Galactic tiene mucha vida por delante. Sigo prefiriendo su faceta instrumental (a DeClouet te lo negocio sin problemas), a pesar de que está claro que Raines, Vogel y Ellman no son, precisamente, músicos de los más virtuosos. O, para retomar lo del principio, músicos galácticos.
Pero con Robert Mercurio y Stanton Moore podemos afirmar que, sin dudas, "la base está".

Marcelo Morales

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