Por Los Codos

Hernán Merlo

Y en función de esos comportamientos, la música llega a un punto en donde fluye… o no…

Totalmente; a veces no fluye nada… En este proyecto actual la mayoría de las veces funciona pero otras veces no. Hay que trabajar… Hay situaciones donde la música entra en una zona donde nadie se quiere hacer cargo de la situación.

Algo que no ocurriría con un arreglo escrito (risas)

Por supuesto… La última vez que tocamos, en el Festival de Jazz, se dio una situación muy particular: porque cuando voy a ver tocar a alguien, detesto que pongan un telonero. Y yo me encontré en ese lugar, tocando antes de Fred Hersch… Esto me tenía muy inquieto… Me dijeron de tocar 50 minutos y yo dije que íbamos a tocar mucho menos. Creo que no llegamos ni a los 30. Y cuando tocamos en los clubes cada tema dura entre 15 y 20 minutos… O sea que deberíamos haber hecho 2 temas o uno y medio (risas); y tocamos cinco. Puse unas pautas más firmes y acotadas en las situaciones y parece que ayudó muchísimo a “enfocar”. Al poner un coto más específico y con la experiencia que ya teníamos, funcionó muy bien. Ahora hay que seguir enfocando eso pero con pautas menos acotadas y formas más abiertas.

¿Y por qué vos querés o pretendés que los temas duren 15, 20 minutos?

No… yo no lo pretendo… Por mí pueden durar un minuto… Te digo lo que estaba pasando… en promedio. Es más, nunca me preocupó eso, pero a la hora de preparar lo del Alvear me puse a trabajar en eso.

¿Adónde termina el goce personal del músico y empieza el disfrute del que está escuchando?

Uno es consecuencia del otro…

Yo a veces noto que hay música que es gozada por la gente que la está tocando y que, del otro lado… no pasa nada… ¿hay manera de percibir eso?

Yo tengo la convicción de que cuanto más goce yo tocando más va a disfrutar el oyente; pero no es una ecuación perfecta, por supuesto.

Ahora… ¿hay generalmente concordancia o se da seguido que vos la pasás fenómeno y al espectador no le pasa nada?

Se pueden dar todas las variables que te puedas imaginar. Pero eso está ya lejos de mi alcance. Me ha ocurrido que tocando la he pasado mal y que al final se me acerque gente para decirme “estuvo increíble”.

¿Y por qué creés que pasa eso?

Yo creo que pasa porque esa gente no fue a escuchar música.

¿Por qué no pensar que el espectador percibió algo que vos tiraste inconscientemente?

Es probable… pero no tengo cómo medirlo…

Estoy intentando ir hacia un lugar similar al “por qué estoy ofrendando esto y qué quiero que se reciba”; a ver… ¿te interesa en la previa o no te importa?

La verdad, no me importa en absoluto. Lo mejor que puedo hacer es tocar, pasarla lo mejor que pueda como para que quien va a escuchar tome eso.

Y en proyectos de otros, ¿la sensación es similar?

Sí, pero porque no toco con quien no me interesa. Si no siento que me voy a involucrar, no me subo. Como no vivo de eso, sino de enseñar, toco con quienes me interesa. Hay, obviamente como en todas las cosas, gente escuchando pero enganchada en otras cosas. Estudiantes que se deslumbran por cierta destreza técnica, por ejemplo…

Con el agregado de que es totalmente subjetivo poder dilucidar qué está bueno o no…

Totalmente. Estoy de acuerdo con lo que decís, pero te comento lo que me pasa a mí…

Vos grabaste ya varios discos; ¿qué te pasa, con el tiempo, cuando escuchás algo tuyo?

En general, cuanto más tiempo pasa, me parece mucho mejor. Y me pregunto cómo puede ser que cinco o diez años atrás tocaba mejor que ahora…

O tal vez reaccionás a distancia…

Puede ser; dicen que (el baterista) Elvin Jones, cuando grababa, dejaba pasar como mínimo un año antes de escucharse. Y es atendible…

Dos cositas… en principio me decís que en tu proyecto actual la improvisación le deja paso a…

No… si es casi todo improvisado…

Pero vos dijiste que una cosa es un desarrollo orgánico que tiene puntos de contacto con la improvisación…

El desarrollo… ¡pero si no hay nada escrito! Es prácticamente todo improvisado…

Uno a cero abajo entonces (risas); vamos a la segunda… Vos decís que no estás componiendo (asiente) y por otro lado uno de los logros que más se resalta en esta actualidad jazzística argentina es, justamente, la cantidad de música original, nueva, de autor. ¿Cómo ves eso de que haya mucha gente componiendo?

Me parece buenísimo. Yo lo hice mucho… Mi primer disco salió en 1994 y con toda música mía… algo que en esa época no era habitual…

Entonces… ¿no estás desandando ahora ese camino?

No sé; lo que necesito ahora es lo que estoy haciendo. No estoy sintiendo que debo agarrarme de la composición. Tengo algunas ideas que no te las voy a decir, por supuesto… (risas)

¿Pero improvisar no es componer acaso?

Sí… pero es otra manera de composición. Es una composición espontánea. De todas maneras, lo que he compuesto ha sido, generalmente, de manera espontánea. No totalmente, pero sí en un alto porcentaje. De hecho, nunca estudié composición al menos en forma metódica y exhaustiva. Me pareció que podía trabarme en algunas cosas que no tenía interés en que se trabaran…

¿Sentís que alguna de tus composiciones podría formar parte, y sin desentonar, de este proyecto que estás realizando con la música de Mingus?

(Piensa) Podría ser, sí… Pasa que yo sentí que había una deuda con Mingus, ya que aquí no se había hecho nada… y no sé en qué puede desembocar. Tal vez incorpore algunas de mis composiciones, no lo sé…

¿Tenés ganas de grabar el proyecto?

(categórico).

¿Cómo viste esta edición del Festival de Jazz?

No por este caso en particular, sino que siempre me queda un sabor raro cuando se producen este tipo de mega eventos. Me parece increíble que vaya tanta gente, que durante una semana los lugares estén repletos y que después, en el resto del año, vaya tan poca gente a los conciertos… Entonces me queda un sabor raro… Lo del Festival… no sé… porque toqué en las dos ediciones pero no tuve tiempo ni posibilidad de ir a ver nada. Lo que sí puedo decir es que nadie me determinó qué tenía que hacer ni mucho menos, con la excepción lógica del “tenés 50 minutos”. Y que encima tocamos mucho menos…

¿Cómo ves al panorama actual, como en una meseta o que va a dispararse para algún lado?

No veo que tenga algún lugar hacia dónde dispararse. Me parece que hay mucha gente interesada en esto pero que no tiene dónde llevar a cabo sus proyectos porque hay muy pocos lugares para tocar.

Los medios tampoco ayudan, ¿no?

No… pero pretender que los medios hagan más sería, justamente, demasiado pretencioso. Tampoco se justificaría. Hay mucha gente involucrada pero no como para que exista un programa de televisión o un programa de jazz en cada emisora de radio… Si bien somos muchos, en realidad somos muy pocos, ¿se entiende?

Y que en general tienen un comportamiento pasivo…

Puede ser… se podría tener otra presencia en los medios pero no mucho más…

¿Notás que los músicos de jazz hoy están tomando riesgos?

¿Riesgos artísticos? (Piensa) No sabría decirte; depende de lo que signifique eso. A mí me parece que no, aunque parezca que sí. Si un músico de Buenos Aires hace una música que a vos te pueda parecer… (piensa). A ver… me parece que hay músicos que copian lo que otros músicos de vanguardia hacen, por ejemplo, en Nueva York. Eso, para mí, no es tomar riesgos. Aunque desde otro lugar alguien pueda pensar “¡mirá la música que hace éste!”. “Tocar como” o “sonar como” es no tomar riesgo alguno. Al menos es como yo lo veo. Porque si hago eso, en realidad estoy copiando y no estoy ofreciendo algo que salga de mí.

¿Por esto que decís es que, tal vez inconscientemente, en el proyecto Mingus te inclinás por la no escritura y el, digamos, “dejarse llevar”?

Es muy probable… Lo que quiero, con esta música, es que los músicos presentes estén presentes y que tomen decisiones y riesgos. Más fácil sería que les diera todo escrito y les dijera “acá va un solo así o asá”. Aquí hay que buscar situaciones musicales, es lo que yo les pido. Son varios solistas a la vez tocando y retroalimentándose unos a otros. Porque para mí, el riesgo es la esencia esta música.

Para vos, además de la improvisación, la esencia de esta música es la de tomar riesgos…

Sí; en diferentes medidas, por supuesto. Porque si voy a cambiar una lamparita el riesgo es mínimo; pero si quiero escalar una montaña sin un arnés que me contenga, el riesgo será muy diferente. No digo que deban ser extremos ni mucho menos. Hay músicos que toman la improvisación desde otro lado pero que en realidad combinan las piezas del rompecabezas de otra manera. Y eso no es tomar riesgos… para nada…

¿Se toca como se vive?

(Luego de un larguísimo silencio) Sí… yo creo que en el fin… sí…

www.myspace.com/hernanmerlo

Marcelo Morales

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