El Ojo Tuerto

Horacio Fumero: No Siempre Alcanza

Notorious – Buenos Aires
Martes 21 de junio de 2006 – 21:00 hs.

Horacio FumeroQue los seres humanos somos complejos es prácticamente (diría Guillermo Nimo) una obviedad.
Esa rara mezcla de aprendizaje, raciocinio, sentimientos, experiencia y varias cosas más, pueden inducirnos a errores mayúsculos y también minúsculos; digo… para no andar discriminando…
En la vida en general y en el periodismo en particular (no excluyente) toma fuerzas, a tal efecto, la necesidad de la objetividad. Una de las principales cualidades de la objetividad es la de ver las cosas (¿el universo?) como es y no como queremos que sea.
El hilo es muy delgado, ya que la objetividad cede permanentemente terreno ante la subjetividad; y esto, señores, señoras, es prácticamente irreductible (sí, aunque se baje las tres tacitas de Delgacín).
De lo que hemos enunciado hasta aquí, para un servidor, el principal problema que surge a la hora de intentar ser objetivos es el sentimental.
A la hora de opinar intentamos ensalzar lo bueno y disimular lo malo de las personas que nos son caras y tendemos a realizar exactamente lo contrario cuando se trata de gente despreciada, vilipendiada, aborrecida o envidiada por nosotros.
Por eso es que me cuesta tanto comentar el espectáculo que brindó el contrabajista Horacio Fumero en Notorious el martes 21 de junio.
Ustedes se preguntarán en qué bando ubicamos al nacido en Cañada Rosquín. Sin dudas, en el de los buenos. Siempre me ha unido a Fumero un afecto que, de verdad, no sé de dónde surgió, pero existe.
El tipo me cae bien; en cada encuentro (profesional o no) el saldo siempre es positivo. Y es que (quienes lo conocen, lo saben), Fumero es algo más que un músico notable. Es, además, absolutamente querible y uno siempre quisiera contarlo “entre los nuestros”.
Afortunadamente, este contrabajista que se ha radicado en Barcelona hace una punta de años y que durante dos décadas acompañó ni más ni menos que al gran Tete Montoliú, se está apareciendo por Buenos Aires bastante seguido; ya sea para tocar con el Tango Reflections Trio (que conforma junto con Iaies y Mainetti) como para brindar sus propios conciertos.

Oscar GiuntaEn esta ocasión se presentó acompañado por el baterista Oscar Giunta y el pianista Guillermo Romero, dos de los músicos argentinos más representativos en sus respectivos instrumentos.
A priori, la situación resultaba un tanto extraña, ya que los dos álbumes que Fumero editó durante el 2005, fueron concebidos en base a distintos duetos, nunca un trío.
Pero el Horacio ha tocado en ese formato durante décadas, así que…
A las 21:25 hs. el trío avanza con Straight No Chaser, de Monk; straight-ahead al mango; buen solo de Romero que desemboca en un dueto de Giunta y Fumero; sigue Favela, de Jobim; el pianista repite fraseos en forma casi minimalista, Giunta juega con el aro de su tambor; Fumero hace un solo como corresponde y que nos hace cuestionarnos una vez más: ¿puede ser que viéndolo parezca tan fácil tocar ese instrumento gordo de madera?
Se anuncia que habrá mucho Monk. Un pifie notorio (¿haciendo juego con el lugar?) de Giunta provoca sonrisas entre los músicos. Estamos en Well You Needn’t, el baterista es potente hasta con las escobillas; se suceden In Walked Bud y Rhythm a Ning.
Una intro a cargo del pianista preanuncia I Hear a Rhapsody; luego, el tema de Eladia Blázquez, El corazón al sur.
El final es con Milestones, en versión que no le hace mella a la incluida en Isoca, interpretada por Fumero con Raynald Colom.
Poco más de una hora de concierto.
Como habrán notado, no hemos sido muy descriptivos en referencia a lo ocurrido sobre el escenario.
Y es que no hay mucho para comentar.
Siempre es un placer verlo tocar a Fumero. Pero siempre.
Giunta es una aplanadora pero estuvo, por momentos, errático.
Romero

Romero ha transitado por caminos correctos pero previsibles y le tocó, además, luchar denodadamente contra un piano en estado de coma.
No ha pasado gran cosa. Se notó la escasez de ensayos y una propuesta que tuvo como principal mérito el poder ver a uno de los mejores músicos argentinos sobre un escenario.
Pero (viste cómo son esas cosas…) no dudaremos en ir a ver a Fumero en la próxima ocasión que se presente.


Simplemente porque es un crack.
Y para finalizar y sin considerarme amigo (en la real acepción del término) del contrabajista ni mucho menos, pero con todo el afecto ya descrito, citaremos a Plutarco:
No necesito amigos que cambian cuando yo cambio y asienten cuando yo asiento. Mi sombra lo hace mucho mejor”.
Y vaya esto para alguien a quien, en su instrumento, difícilmente le hagan sombra.

Marcelo Morales

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