Javier Malosetti

Vos eras estable de la Halibour y la Kerosén…

Sí… hicimos el disco y la verdad que no sabíamos muy bien cómo seguir, porque en esa época no existía la movida discográfica que hay ahora con la música instrumental. Y no existía ningún distribuidor independiente y lo llevamos a algunas disquerías pero medio nos hinchamos y la cosa quedó ahí. Ahora me están dando ganas de reeditarlo. Lo escucho y le tengo cariño. Sebastián (Peyceré) y Guille (Romero) se tocan todo, está el Mono Fontana en tres temas, mi viejo toca en uno, Alex Acuña con el cajón… ahora lo veo como un disco de otro… además podría incluir música que quedó afuera,porque se grabó en ese formato que nunca me gustó, el ADAT, que era como los súper VHS, eran videocasetes y cada uno albergaba 8 canales. Y tengo todo bien guardado y en perfectas condiciones y me dan ganas de volcarlo a un disco rígido y volver a mezclarlo, porque tenía ese concepto medio antiguo, con el tambor sonando PAAAAA…  como si fuera Vangelis (tararea Carrozas de fuego) y el bajo está chiquito y el hi-hat muy alto por momentos. Y tengo más música y más fotos de esa época… no sé si se justifica, lo haría por mí, en realidad…

Bueno, ahí tenés un justificativo…

Sí, exacto, es como un hijo bobo que tenés en una pieza y no lo querés mostrar, pero es como decir “salga bobo, a la calle” (dirigiéndose a su hijo Julián), no, hijo, a vos no te lo digo, es a otro bobo que no conocés (risas).

Todo lo que uno hace, en principio, lo hace por uno.

Sí, pero en este momento tengo un disco nuevo que es lo que quiero realmente mostrar. Me da orgullo y estoy inquieto por darlo a conocer.

¿Y con los otros qué te pasaba?

Lo mismo… salvo con el primero, que me dio mucha incertidumbre. Era muy chico y quise tirar toda la carne al asador. El segundo, Spaghetti Boogie, lo escucho y me parece que tiene un mejor envejecer.

¿Sos de escuchar tus discos?

No, ni en pedo…

¿Por qué?

Y, lo escuchás tanto mientras lo hacés que después no lo soportás más.

¿Y qué se pone en tu casa?

De todo, clásica, rock, pop, cosas de gospel o del Hot Five o A Love Supreme de Coltrane, hay tanta música que no me da para embanderarme; por eso, cuando me preguntás si soy músico de jazz o si pienso que el jazz es mi música principal, me parece que no, que eso es más para el público. Hay gente a la que le gustan las películas de vaqueros, a otros las cómicas… y por ahí el mismo director te hace eso, o algo en tiempo real y con dos mangos, o una superproducción… y en realidad el tipo es todo eso. Por eso la música es tan grande que ponerte la camiseta de un estilo me parece un error. Es cierto que lo que más me tira es esa cosa afroamericana de principios de siglo hasta los ‘70s, el jazz en todas sus formas, el gospel, el soul, los spirituals, qué sé yo, para mí el gospel es como música clásica negra. Y toco un rock porque también me gusta. Me gusta de todo.

¿Qué creés que se refleja en tus discos que no tienen relación directa con la música?

Mirá qué loco que me preguntes eso… porque siempre comento que lo que me pasa… bah… creo que lo que le pasa a todo el mundo es una sumatoria de cuestiones musicales y extramusicales. Porque el negro que cantaba blues no solamente estaba influenciado por el canto del algodonal sino que también su dolor venía más de los latigazos que de la música en sí; y la música de posguerra, el punk… ahí hay influencias extramusicales. Y en mi caso también, aparecen mis amigos, mi infancia… mi nuevo disco se llama Niño y las referencias a la infancia y a la adolescencia son muchas e inevitables, mi relación con las drogas en un momento de mi vida, el nacimiento de mi hijo, la pérdida de algún ser querido, todo eso seguramente tiene relación directa en el producto final de un artista.

¿Te jode hablar de las drogas?

Estoy completamente afuera; no tengo ningún inconveniente en hablarlo. No significa un trauma para mí ni mucho menos. Todo lo que hice con las drogas fue fumar marihuana y tomar cocaína; nunca me inyecté, ni tomé ácidos, ni nada de eso.

Me refiero a…

Además tuve la posibilidad de dejarlo por las mías; en un momento me dejó de interesar porque me dejó de gustar cómo me ponía y fue un proceso lógico abandonarlo y las dos cosas, junto con el tabaco, fueron abandonadas como un año antes de que naciera Julián. También largué el cigarrillo. Yo tomaba cocaína, fumaba marihuana y muchos cigarrillos, dos atados por día; cuando decidimos seguir adelante con el embarazo, un paracaidismo total, dije bueno… acá no se falopea más nadie ni se fuma más. Seguimos un poco con la marihuana, pero no tomábamos más cocaína. Y un tiempo después, también dejó de interesarme el porro. Y hoy estoy acá, más sorprendido que nadie, porque yo pensé que el porro me iba a acompañar toda mi vida…

Vos estás hablando de esto delante de tu hijo (de unos 15 años) y supongo que ya lo habrás hablado…

Miles de veces.