El Ojo Tuerto

Jessica Lurie Ensamble: Noche de Sastre

Tangier Restaurante- Los Angeles (USA)
Miércoles 21 de Febrero de 2007 – 20:00 hs.

Tangier RestauranteEl 21 de febrero, como parte de su gira por la costa oeste de Estados Unidos, se presentó en el Tangier Restaurante de Los Angeles, el Jessica Lurie Ensamble integrado por Scott Amendola en batería, Todd Sickafoose en bajo acústico, Steve Moore en Wurlitzer y trombón y Jessica Lurie en saxo, acordeón y voz.
El nivel de expectativa era muy alto. Razones para concurrir al show abundaban, pero haciendo gala de mi poder de síntesis intentaré expresarlo en la forma más económica posible: fui.
La saxofonista, compositora, artista multimedia y ahora cantante Jessica Lurie, ha liderado o integrado bandas fundantes de la escena de la nueva música creativa como The Living Daylights, La Buya o el Tiptons Sax Quartet, recorriendo un amplio rango musical que abarca jazz, folk, klezmer, libre improvisación, funk, música del este europeo, groove, rock y un par de etcéteras más.

Lurie JessicaSu último proyecto, el Jessica Lurie Ensamble, tomó forma definitiva con el álbum Licorice & Smoke, trabajo en el que Lurie pretende contener todas las influencias recolectadas a lo largo de su carrera pero expresándolas en un contexto próximo al formato canción, con el objeto de propiciar el desarrollo de su nueva faceta como vocalista.
No conocíamos mucho sobre el lugar del evento. Se comenta que entre los habitués del Tangier Restaurante se encuentran Robert Plant, Christina Aguilera, Danny De Vito, Kiefer Sutherland, Carmen Electra y Stevie Wonder. Pero lo más parecido al mundo del espectáculo que veríamos en aquella fatídica noche, serían algunos gatos (como Silvestre, Félix y Garfield… pero con otra tarifa), El Zorro y un par de E.T.’s.
Tangier es una ciudad del norte de Marruecos situada en las costas del Estrecho de Gibraltar. Fue fundada con ese nombre por los fenicios pero a lo largo de la historia iría recibiendo distintas denominaciones. Los cartagineses la llamaron Tangis. Bajo el dominio griego fue denominada Tinga. Los romanos optaron por Titga, Tenga prefirieron los moros y durante una breve invasión argentina la ciudad se llamó toma. Aunque en verdad, de esto último no estamos muy seguros… ni de nada. Salvo que Tangier fue construida por Sufax, hijo de Tinjis y el héroe bereber Antaius. Para no confundirse, tómese dos tinjis por día, un sufax cada seis horas y el antaius sólo cuando le duela.
Eso sí, se recomienda bereber con agua.

El Tangier Restaurante ofrece una cocina con ecos del viejo imperio británico en el marco de una ambientación de estilo marroquí.
Está ubicado en la coqueta zona conocida como Los Feliz (¡?), lugar al que acuden las hombres lujuriosas en búsqueda de los mujeres del noche. ¿Y el show? Bueno… esteee… seré prudente.
La primera palabra que viene a mi mente es… Desastre.
No quiero ser tan terminante, así que en un acto de extrema flexibilidad y cautela también puede utilizarse la palabra… Catástrofe.
Sargento GarciaEl vocablo “desastre” viene del griego y significa mala estrella.
Un desastre es un hecho natural o provocado por el hombre, que afecta negativamente a una o más personas. Los desastres ponen de manifiesto la vulnerabilidad del equilibrio necesario para sobrevivir y prosperar. Y cuando el desastre prospera, sobreviene la catástrofe.
Aunque duela, intentaré explicar lo sucedido (si duele mucho, me tomo un antius y listo). Con todo respeto y delicadeza, empezare por atrás… quiero decir… por el final. Después del show del Jessica Lurie Ensamble (que duró apenas 45 minutos) se presentó fuera de programa (y de toda lógica) un dueto integrado por una correcta vocalista de artificial sencillez (al mejor estilo Norah Jones) y un guitarrista y tecladista disfrazado de El Zorro pero con la apariencia y el comportamiento del Sargento García. Sus canciones tienen el mismo impacto que un dardo con cloroformo. Baladas que transitan diferentes territorios expresivos que van desde lo intrascendente a lo monocorde, pasando por lo reiterativo, la monotonía y el más puro aburrimiento.
Luego llegaría una ignota banda de rock alternativo que parece imitar, repetir y/o copiar (y muy bien) a Pearl Jam. En cambio, el cantante hace todo lo contrario… copia, repite y/o imita a Eddie Vedder.
Juro que todo lo relatado ocurrió en el mismo escenario en que momentos antes había actuado el Jessica Lurie Ensamble.

Retrocedamos en el tiempo:
8:00 PM en punto. Ya están sobre el escenario, de izquierda a derecha, Jessica Lurie, Todd Sickafoose, Scott Amendola y Steve Moore.
Una secuencia de efectos deriva en la decadente melodía de Mexico, tema incluido en Licorice & Smoke. La partitura es liviana. De hecho un pentagrama pesa, como la palabra lo indica, 5 gramos. Lurie canta con enjundia (no, no es un dúo). En su estilo hallamos rastros de Eddie Brickell, Meredith Monk y Patti Smith. Pero esos rastros están esparcidos, diseminados, en ruinas y no parecen conducir a ninguna parte. Como vocalista no tiene problemas de afinación. Sus problemas son de desafinación. Mientras tanto, el resto de la banda hace lo puede. El trombonista y tecladista Steve Moore (Skerik’s Syncopated Taint Septet) debe asumir el rol que ocupara la guitarra de Nels Cline en Amendolala versión original, tarea que oscila entre lo inalcanzable y lo imposible. El tandem que constituyen Amendola y Sickafoose pertenece a otro show, casi a otro mundo. Una delicia. Pero en este contexto resulta como si nos sirvieran caviar en un plato descartable. Para las estrofas finales, Lurie toma un megáfono… Si fuese su abogado defensor le recomendaría que se declare culpable. El auditorio, en ese momento integrado por cuatro personas resuelve, de común acuerdo, que quien saque el palito más corto aplauda en nombre de todos; pero fraude mediante, todos se quedan con palitos largos. Se produce un silencio sobrecogedor.
Los desastres provocados por el hombre son aquellos que tienen un elemento humano, negligencia o error, tales como mareas negras, vertidos tóxicos, accidentes nucleares, crímenes, guerras, incendios provocados, pérdida de datos, terrorismo y… ¡no! Mejor no lo digo… (me resisto a incluir a un show como éste en la lista).

SickafooseSiguen con 70% Bittersweet. Una melodía distante de ecléctica textura y ondulantes matices es precedida por una encendida intervención de Sickafoose en contrabajo. La versión va creciendo en intensidad hasta desembocar en un brillante solo de Amendola. Moore deja el Wurlitzer para pasar al trombón. Su solo es correcto dentro de un orden de magnitud (¿léase incorrecto?). El cierre estará a cargo del saxo de Lurie. No quedan dudas de que los temas instrumentales y con espacio para la libre improvisación son los más interesantes… y los que menos abundan.
A continuación hacen Ha-Ha, tema que incluye referencias a la música de los Balcanes en comunión con el folk estadounidense.
Steve MooreLurie alterna acordeón y voz en un logrado contrapunto con el contrabajo. Allí, Sickafoose aprovecha su larga experiencia secundando a Ani Di Franco, aun cuando entre ambas vocalistas haya un mundo de distancia. Buen solo de Moore en piano eléctrico y sutil intervención de Amendola en escobillas.
En Strong Coffee, Lurie insiste con el acordeón. Una típica canzonetta italiana en la que aprovecha para cantar algunas frases en dialecto siciliano. Luego desarrollan un interludio free, en el que la improvisación alcanza el nivel esperado; o sea, muy improvisado.
El auditorio ha aumentado considerablemente. Ese aumento es proporcional al incremento de la indiferencia. Lurie presenta a los músicos y anuncia que harán un tema más. En pleno monólogo se escucha una voz en off que dice: Le quedan seis minutos
Me siento mal. Me paro y sigo igual. Estoy indignado, avergonzado, molesto. Lurie suelta una risita nerviosa, pide disculpas y ataca (en sentido figurado) con Patzer. Versión que conjuga jazz con música klezmer, territorio en el que Lurie habitualmente se mueve con comodidad a excepción de… hoy.
Final para una trágica noche.
Es innegable que Lurie ha diseñado una trayectoria de alto nivel.
Así que no hay por qué preocuparse. Después de todo…
¿Qué diseñador no tuvo alguna vez su Noche de Sastre?

Sergio Piccirilli

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