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Jon Raskin & Carla Harryman: Open Box

Fish Speech, Open Box Part 1, Open Box Part 2, LA Reactive Meme, Song for Asa, A Sun and Five Decompositions, JS Active Meme

 

Músicos:

 

Carla Harryman: lectura

Jon Raskin: lectura, saxo, voz

Liz Albee: trompeta, electrónicos

Eli Crews: Pro Tools

Aurora Josephson: lectura, voz

Ava Mendoza, John Shiurba: guitarra eléctrica

Gino Robair: batería, electrónicos, percusión, piano

Roham Sheikhani: lectura

 

Sello y año: Tzadik, 2012

Calificación: Dame dos

 

Un enano sobre los hombros de un gigante es capaz de ver más allá que un gigante solo (Isaac Newton)

 

En términos genéricos la colaboración describe al procedimiento que involucra el trabajo de varias personas asociadas con el fin de alcanzar un objetivo que resultaría mucho más difícil de conseguir mediante el esfuerzo individual. La colaboración es un comportamiento taxativo de la sociedad invariablemente relacionado a los principios de cooperación, coordinación e integración que se aplica y desarrolla en diversos contextos. Sin lugar a dudas, el arte es uno de los ámbitos que mejor expresa al concurso simultáneo de circunstancias y voluntades que se suceden durante el ejercicio de la colaboración.

A lo largo de la historia, el arte ha dado muestras claras de su innata fertilidad para el desarrollo de proyectos fundados en la reciprocidad y la concurrencia entre artistas pertenecientes a diferentes disciplinas. Sin embargo, en tiempos recientes, ese espíritu colaborativo ha incrementado exponencialmente tanto su caudal como su frecuencia permitiendo, así, la convergencia de expresiones artísticas de apariencia divergente facilitando la conexión de diferentes metodologías creativas -introduciendo el concepto de “realidades imaginarias” como mecánica de transformación-, capacitando para la libertad de abandonar lo establecido e incitando -al conjuro de lo que el psicólogo social Abraham Moles denominaba como “la filosofía del ¿‘por qué no’?’’– a aventurarse en territorios desconocidos y, fundamentalmente, motivando a este fraternal acercamiento multidisciplinario y multicultural que se observa en el vasto escenario del arte del siglo XXI. Sin perjuicio de su fructífera condición actual, la colaboración -en consonancia con la cita que abre este comentario- ha otorgado históricamente, a quienes se involucran en metodologías cooperativas e integradoras, la capacidad de “ver más allá” de lo que podría observarse desde una perspectiva individual.

Lo cierto es que la mayoría de los elementos esbozadas hasta aquí, si no todos, convergen en el álbum Open Box, proyecto colaborativo que -a diferencia de la frase de Isaac Newton- no suma los esfuerzos y cualidades de un gigante con un enano sino de dos artistas de considerable estatura: el experimentado saxofonista y compositor Jon Raskin y la renombrada poetisa, ensayista y dramaturga Carla Harryman.

 

La actualidad de Jon Raskin –además del álbum que nos ocupa – lo muestra como líder del Jon Raskin Quartet (en compañía de Liz Albee, John Shiurba y Gino Robair) e integrando el afamado ROVA Saxophone Quartet (grupo que completan Larry Ochs, Bruce Ackley y Steve Adams y del cual es miembro fundador) y con participaciones a dúo junto a Kanoko Nishi y en trío con Matthew Goodheart y Vladimir Tarasov. Todo esto sin dejar de mencionar sus aportes en instalaciones artísticas, producciones teatrales, obras comisionadas y los servicios prestados otrora como director musical de Tumbleweed Dance Company y miembro fundador de Blue Dolphin Alternativa Music Space, entre otros roles organizativos librados en el ámbito artístico.

La poetisa estadounidense Carla Harryman es autora de catorce libros (entre los que se cuentan –además de Open Box de 2007- los ensayos conceptuales contenidos en Adorno’s Noise de 2008 y las novelas experimentales Gardener of Stars de 2001 y The Words: After Carl Sandburg’s Rootabaga Stories and Jean-Paul Sartre en 1999); ha escrito para teatro y publicaciones diversas y contribuyó en numerosos proyectos interdisciplinarios. Su prolífica obra -en más de una ocasión asociada al movimiento de vanguardia conocido como Poets Language o Poetas del Lenguaje– hace hincapié en formas poéticas experimentales que incluyen –entre otros innovadores recursos- el abordaje de textos polivocales, bilingüismo, poesía coral e improvisación musical.

 

Poesía y música han mantenido un vinculo estrecho desde épocas inmemoriales, ya sea mediante la creación de obras en donde una de esas disciplinas aparece subordinada a la otra o bien integrando ambas expresiones del arte en un plano jerárquico equivalente. En este sentido se pueden hallar pistas reveladoras en las motivaciones que llevaron al romanticismo a manifestar “que todo arte debe aspirar a la condición de música”; en la formulación del enlace entre la música, la poesía y el lenguaje primitivo manifestado por el filósofo y crítico literario Johann Gottfried von Herder a partir del ensayo ut música, poesis, en la idea que enunciara el poeta alemán Novalis destinada a comprobar que la naturaleza esencial de la música, las artes visuales y la poesía formarían una unidad y hasta en el imaginario wagneriano expresado en los principios del Gesamtkunstwerk u obra de arte total.

Desde el advenimiento del nuevo milenio la poesía se vio impactada por nuevas formas de manifestación que dieron lugar a la biopoesía, la poesía virtual, la metapoesía y el transrealismo, del mismo modo que en años recientes la música emprendió radicales transformaciones que terminaron jerarquizando los conceptos de aleatoriedad, paisaje sonoro y música no idiomática, incrementando el uso de las técnicas extendidas, los ordenadores y el cut-up y diluyendo definitivamente las fronteras existentes entre composición e improvisación.

 

Open Box es un proyecto en donde el amplio rango musical aportado por Jon Raskin –que abarca del rock al jazz y del heavy metal a la improvisación libre- y los textos de avanzada de Carla Harryman se sumergen en una dinámica interactiva orientada a introducir “realidades imaginarias” que, en lugar de una simple yuxtaposición entre música y poesía, construyen un gran poema sonoro cuya condición artística nunca se reduce a la armonía con la tradición ni busca amoldarse a los hábitos de percepción estética aceptados por las mayorías.

El fascinante proceso de retroalimentación entre ambas disciplinas y el inocultable compromiso afectivo de Jon Raskin y Carla Harryman con el objeto artístico creado, se manifiesta desde la apertura del álbum con la aristada intensidad de Fish Speech. La pieza establece una hibridación inclasificable en la que se dan cita música y poesía, el habla, la lectura y la experimentación sono-verbal, la glosa y lo semántico. La subyacente temática bíblica de los textos (“En el principio no hubo instrucciones y nada fue abstracto. No había nada para identificar. Ni revisión o modificación de las cosas identificadas.”), aquí en las voces de Roham Sheikhani y Aurora Josephson, eluden la lectura declamada o el simple recitado para privilegiar -en comunión con un paisaje sonoro muy próximo al heavy metal las posibilidades expresivas de la oralidad y encontrar en los elementos acústicos un valor estético determinante.

El minucioso entramado sonoro del álbum –cuya elaboración demandó tres años-, aun en sus pasajes más extremos y abstrusos, ofrece una sensación sorprendentemente orgánica que permite albergar -en un mismo plano armónico- las oscuras e inquietantes texturas de las guitarras de John Shiurba y Ava Mendoza, los aquilatados aportes de Liz Albee en trompeta y electrónicos, la multiforme prestación de Eli Crews en Pro Tools y el imaginativo despliegue percusivo impulsado por Gino Robair.

 

En Open Box Part 1 y Open Box Part 2 los textos –aquí leídos por Carla Harryman y Jon Raskin– se funden con las oblicuas pinceladas sonoras que imparte el ensamble instrumental para abrir una red tan compleja como dilemática en la cual se entrecruzan –hasta alcanzar una especie de “metacomunicación”- algunas nociones de poesía coral, ciertos criterios sobre la materialidad del sonido asociados a Schoenberg y Stockhausen y vagas alusiones a las ideas del concretismo sobre “verbivocovisualidad”.

En LA Reactive Meme, el tono exploratorio del encuadre instrumental se acopla al uso no convencional de la voz mediante una especie de canto difónico con lejanas reminiscencias folclóricas del Xöömej tuvano; en tanto que Song for Asa prolonga la tendencia experimental y los contrastes pero privilegiando el empleo de técnicas extendidas, en equidistancia con breves inserciones en formato de canción e infrecuentes movimientos armónicos.

El extenso A Sun and Five Decompositions ofrece un inquietante respaldo sonoro para el desarrollo de una polifonía poética –aquí en las voces de Aurora Josephson, Roham Sheikhani y Carla Harryman– dividida en cinco segmentos (We are Floating Under It; From Writing, Land Living; Just Listening, Concatenations y Decide, Design) que apelan a un oyente creativo y siempre dispuesto a interactuar con la obra.

El álbum concluye con las abrasivas estridencias instrumentales de JS Active Meme.

 

La compleja, sinuosa y atrapante obra pergeñada por Jon Raskin y Carla Harryman tal vez sólo llegue a ser aplaudida y disfrutada cabalmente por una minoría insignificante; pero eso no impide que Open Box alcance las más altas cotas de la expresión del arte y que oficie como un estandarte en la rebelión del hombre contra la frivolidad y la rutina.

 

El arte es la rebelión del hombre ante la malvada estupidez de los sucesos cotidianos (Alejandro Dolina)

 

Sergio Piccirilli

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