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Jordan Rudess: The Road Home

Dance on a Volcano, Sound Chaser, Just the Same, JR piano medley, Piece of the Pi, Tarkus.

Músicos:
Jordan Rudess: teclados
Rod Morgenstein: batería
Invitados: Steven Wilson, Ed Wynne, Bumblefoot, Neal Morse, Kip Winger, Marco Sfogli, Nick D´Virgilio, Ricky García

Constellation, 2007

Calificación: Está bien

Jordan Rudess es un prodigio de los teclados que viene dando vueltas desde hace algún tiempo. Actualmente, y desde fines de los noventa, es parte de Dream Theater y su anexo Liquid Tension Experiment. Este buen hombre entró a Julliard a una edad menor a la que el resto de los mortales aprendemos a atarnos los cordones. Ha participado de proyectos junto a figuras como el baterista Rod Morgenstein y el guitarrista Steve Morse.

Empezando por el final, cabe decir que es un disco desparejo. Comencemos por los temas y motivos que lo vuelven menos interesante. Piece of the Pi es una suerte de medio camino entre los solos de Rick Wakeman y los de Keith Emerson, con muchísima técnica para mucho ruido y pocas nueces. El piano medley está bien, nada más, se toca todo pero dice casi nada. No hay huellas del todo personal y no hace nada interesante con los temas clásicos del progresivo que visita. Ambos encajan en la propuesta pero definitivamente son lo menos interesante.

¿Qué es lo que hace interesante a este disco? Simple y sencillo: los inteligentes arreglos de temas para los que hay que tocar en serio para animárseles; y como ése es el sentido del disco desde su título, es lo que lo salva. Dance on a Volcano, de Genesis, no es precisamente un tour de force para un tecladista más o menos entrenado; sin embargo lo complicado es buscarle la vuelta, es un tema redondo y cerrado. Lo toca tal cual con interesantes licencias y, promediando el tema, lo estira con muy inteligentes arreglos y nuevos pasajes instrumentales, los cuales a lo largo del disco incluirán solos tanto de Rudess como de guitarra. La idea, si bien no es del todo original, es lo que las bandas de progresivo suelen hacer con su propio material en vivo; pero una cosa es que lo hagan los autores y otra que lo haga un tercero… y que lo haga bien. Siempre es mucho más fácil trabajar sobre lo propio que sobre lo ajeno. Seguramente a Tony Banks le quedaría cómoda la armonía que usaba o era su preferida para tocar, pero distinta es la historia para los “otros”.

Luego va por un tema de Yes que en su versión original nunca me gustó, logrando aquí no sólo que me guste sino que sea para mí lo mejor del disco. A la intro solamente le da una pequeña vuelta de tuerca a la figuración y a la interacción entre piano eléctrico y bajo, ambos tocados en este caso por él, que le da exactamente lo que le faltaba. Le da un swing y un dinamismo que no tenían originalmente, sonando crudo y casi torpe. Esto es lo que hace con todo el esqueleto del tema, limita las partes vocales en pos de nuevos e interesantes arreglos instrumentales.

Lo que sigue sí es raro, pero está muy bueno. Just the Same, de Gentle Giant. Lo da vuelta y lo hace menos intrincado sonoramente que el original, pero sin perder detalle y resolviendo con pericia el laberinto que el tema propone de manera sencilla y elegante. Eso sí, le redondea las puntas, sobre todo en la parte vocal.

La frutilla de la torta es Tarkus, completo. Una decisión muy inteligente teniendo en cuenta que se trata del tema extenso y relevante de Keith Emerson menos florido. Esto le da el espacio necesario para construir sobre el mismo sin dejar da tocar los complejos arreglos originales. Aprovecha los compases más despojados, convirtiendo algunos de ellos en nuevos arreglos o espacios para los solos. Esta versión es más asimilable a las incompletas en vivo de ELP que a la original.

La base del disco es en dúo con Morgenstein, salvo en el solo piano y Piece of the Pi, y por la colaboración de distintos cantantes y guitarristas que contribuyeron con sus solos. Ed Wynne, líder de Ozric Tentacles, hace un excelente trabajo en Sound Chaser. Los cantantes cumplen y es más que suficiente.

El álbum es interesante porque se diferencia de los discos tributo que, en general, son entre impresentables e intrascendentes; aquí se aborda el material como standards del género y me parece bien que así sea. Es un repertorio que en general sólo es tocado por los intérpretes y que no tiene por qué quedar sólo en discos. Por este motivo celebro la iniciativa tanto de Rudess como en general de Dream Theater de revivir todo este material a un alto nivel de calidad y hasta con vueltas de tuerca interesantes. El problema es que para hacerlo bien, hay que tocar en serio y no solamente tener las ganas.

Rudess deja en claro que son obras atemporales y de elevado nivel. Muchos suelen meterse con este tipo de material de forma liviana y diría hasta irrespetuosa e irresponsable. En general tienen mil vueltas para hacerlos sonar bien, además soy de los que creen que para poder meterles mano primero hay que poder tocarlos tal y como fueron escritos. Adicionalmente, muchos de los arreglos o de las partes suenan por los timbres elegidos y por la calidad de sonido; entonces, pretender tocar ciertas cosas sólo con sonidos básicos de contrabajo, piano y batería es kamikaze, por no decir tonto. En esto radica la diferencia fundamental con el repertorio de jazz; aquí los arreglos, los timbres y el sonido son imprescindibles.

El repertorio también demuestra quién es quién a la hora de tocar y arreglar, no de componer.

Federico Larroca

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