Por Los Codos

Juan Cruz De Urquiza

¿Hubo situaciones desgraciantes?

Juan Cruz De UrquizaY… hay laburos que podría haberlos evitado. En algunos casos los solos los hacen los productores, pero en esos casos hay que laburar y listo. Es más, a veces los quías se mueren con la primera toma pero te van diciendo y acotando y ahí entonces se pierde toda la magia. Porque… yo sé que en un tema de rock no va un solo a lo Freddie Hubbard; sé de que se trata, me gusta, escucho, tengo en cuenta la estética… pero si toco yo, es lógico que tengas mi sonido…
También tuve una muy buena experiencia con Los Piojos. En el tema “Sólo y en paz”, de “Máquina de sangre”, querían un solo de flugelhorn. Estaban el productor Alfredo Toth y el cantante
(Andrés Ciro Martínez) y me dijeron “Tocá lo que quieras”. Lo del Indio también fue muy grosso porque tiraba pautas muy clavadas sin restringirme; en ambas sesiones confiaron en mí; yo sentí esa confianza y una responsabilidad que me hizo sentir bárbaro.

Aquí hablamos de Diego Torres, de Cachorro López, de Los Abuelos de la Nada, de Arturo Sandoval, de Ed Calle… y del Quinteto Urbano…

Creo que no le encontramos la vuelta al desgaste, aunque nada es eterno. Íntimamente creo que el grupo no fue reconocido como debía. Veo cualidades muy puntuales del Quinteto que pasaban de largo. No creo que hayamos inventado nada, pero logramos un sonido de banda pesado que acá en la Argentina por ahí no se valoró como esperábamos.
El hecho de consensuarlo todo juega a favor y en contra; potencia por un lado, pero traba por el otro. Surgían ideas que a veces al consensuarlas perdían fuerza; ahora en esta etapa digo “vamos por acá” y no hay tanto debate. En un grupo se maneja otro concepto. Me cuesta encontrarle cosas negativas; te diría que, junto con mi estadía en Estados Unidos, la experiencia con el Quinteto fue lo que más me hizo crecer. Además nos llevamos fenómeno. El desgaste personal fue mínimo; para no hacer macanas, decidimos parar.

Vos a los Estados Unidos fuiste a estudiar…

Básicamente sí. Estudié en la Berklee, con Bergonzi, pero además en el ’91 la realidad jazzística en la Argentina era muy otra. Hoy el que entra se encuentra con otra efervescencia.

¿Por qué creés que se da “este” momento en el jazz argentino?

Modestamente creo que el Quinteto tuvo algo que ver. También tipos como Jodos; Adrián (Iaies) tiene una cuota de responsabilidad de que se haya armado una movida seria. Aparecieron pibes muy talentosos, los boliches son más serios. Ahora tenés lugares a los que le podés encontrar defectos pero sabés a qué atenerte. Hay publicidad, gente, te tratan bien, hay shows todos los días… comparado con lo anterior… es un abismo.
Creo que es un proceso que tiene para mucho más.

¿Hay músicos que estén diciendo algo distinto?

Mariano(Piensa. Mucho.) La pregunta es muy fuerte… Guillermo Klein es uno. Otra propuesta interesante es la de Richard Nant. Hay muchos que aportan lo suyo, bandas como Escalandrum; ahora… no veo una figura que esté pateando el tablero, creo que lo fuerte es la movida.
Jodos hace cosas muy piolas, el Colo Arredondo apunta fenómeno. Otero tira cosas tremendas, es un buscador, un laburador… un talentoso y que además está en el circuito jazzero desde hace poco. Y si el tipo está donde está es porque es un lanzado, un kamikaze y eso me encanta.
Me estoy olvidando de varios, seguramente. Siento que la propuesta es grossa, incluso a nivel mundial; me cuesta individualizar, pero la movida en sí se está tornando en algo serio, con propuestas nuevas, gente que muestra su música, que arriesga… vos vas a España por ejemplo y vas a ver un nivel interpretativo tremendo, pero es difícil encontrar composiciones que se alejen de lo convencional. Acá eso se está logrando seriamente, pero en conjunto. No tenemos el nivel interpretativo que hay en Europa, ni en pedo; pero ya lo vamos a adquirir.
Vos fijáte que en el 90% de las ediciones locales de jazz, se trata de composiciones propias… de repente no todo es de gran nivel, pero en general todos van con lo suyo y eso no ocurre en cualquier lado.

Vos ahora grabaste para EMI; ¿tuviste algún tipo de diferencia, de presión, te trataron bien…?

En mi caso, Adrián (Iaies) me dijo “hacé lo que quieras”. Y me encantó. Me llamó y me dijo “mirá, en algunos casos yo trato de sugerir alguna idea, pero en tu caso no sé bien qué vas a hacer pero confío, así que hacé lo que quieras”. Le agradecí y me puse a laburar.

Vos ya habías tocado con él, ¿no?

Sí, claro… nos conocemos de hace mucho y también estaba muy al tanto de la historia con el Quinteto. Sé que nos fue a escuchar en vivo y parece que le gustó; no sé si esperaba eso; y si bien me lo planteé, lo que privó fue mi necesidad. Lo de los efectos empezó como chiquito y después fue adquiriendo más lugar, un proceso natural.

Hablamos de Tim Hagans, el proyecto Animation-Reanimation y..

BandaMirá, yo lo tenía reperdido; me estoy desayunando con vos que anduvo en esa movida más moderna y justamente ayer Gustavo Bergalli me lo trajo en una charla. Nos pusimos a hablar de Ingrid Jensen, que toca fenómeno aunque su propuesta no sea súper original. Coincidíamos en que merecía más reconocimiento y fue cuando me dijo “otro que tampoco está valorado como corresponde es Tim Hagans”. Y la verdad que hace rato que no sé nada de él. Y ahora quiero saber en qué anda.

¿No hay invitados en el disco por algo?

Eso es algo que heredé del Quinteto. Preferí priorizar la cuestión grupal. Llamar a un invitado hubiese sido como meterlo en un partido ya definido. 

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