Por Los Codos

Julio Santillán

Elliot escribió cierta vez: “¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento, dónde está el conocimiento que hemos perdido en conocer?”. Esa sentencia desde lo poético señala que los caminos del conocimiento y la sabiduría en algún punto se bifurcan. No dudo que el recorrido académico aporta conocimiento pero… ¿hasta qué punto un músico también incorpora sabiduría siguiendo ese camino?

Pienso que uno no va a la escuela para hacerse sabio. Va porque quiere aprender. Sin voluntad de aprendizaje difícilmente se adquiera sabiduría. Las instituciones son útiles. Por lo menos para mí lo fueron en su momento. Aprendí mucho, no sólo de lo que enseñaban, sino también de los compañeros, del trabajo bajo presión, de la disciplina, de lo que no me gustaba, etc. Uno no se hace músico en la escuela, pero eso no significa que la academia nos obstruya el camino. Lo importante es estar atentos y aprender de todo lo que se nos presenta en la vida. En mi caso, yo siempre tuve intriga de cómo escribir para una orquesta. En la escuela me enseñaron cómo se hacía y pude así desmitificar algo que estaba fuera de mi alcance.

Finalmente recalaste en New York. Tucumán-New York no es una ruta frecuente, requiere de tortuosas escalas y es un trayecto extenuante, al menos es lo que aparenta en términos de unión geográfica entre ambos puntos. ¿También tuvo similares dificultades en lo emocional?

Imaginate… (hace una pausa) Dejé todo: mi familia, mis amigos, mi ciudad… pero a la vez estaba bien enfocado en lo que iba a buscar. Llegué con muchas ganas de aprender, de vivir otras cosas. Estaba feliz, con mucha energía; concretando un gran sueño y aparecían otros nuevos. Fue intenso. Por suerte mi familia siempre me apoyó en todo, así que, a pesar de la distancia, me sentí acompañando en todo momento.

Dijo Borges “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es." ¿En qué momento te diste cuenta quien eras?

BorgesUnos días antes de viajar a Boston, iba en el ómnibus 102 conversando con Lucho Hoyos (folclorista de Tucumán). Veníamos hablando sobre el concierto de despedida que yo había hecho hacía unos días en donde había tocado temas propios. Lucho me preguntó: “pero a vos, ¿qué te gusta?” La pregunta hacía referencia a la variedad de estilos que me había escuchado tocar: jazz, pop, rock, clásico, folclore, brasilero, etc… Yo le respondí que “todo”, pensando que si él me estaba insinuando “el que mucho abarca, poco aprieta”, a mí no me interesaba apretar. ¿Para qué limitarse a tocar un solo estilo? Unos meses después estaba en la tierra del jazz estudiando improvisación al lado de los mejores, en una universidad adonde la mitad de los 3000 alumnos eran extranjeros, observando cómo tocaban “samba” los brasileros, como tocaban “ragas” los músicos de la India, etc. Yo entre los 1000 guitarristas, literalmente, no llamaba la menor atención, prácticamente no existía. Hasta que un día, no me acuerdo la razón, hice un rasguido de chacarera. Todos se dieron vuelta y me preguntaron con mezcla de admiración, curiosidad y espanto: “¿qué es ESO?”. En ese momento me di cuenta de que lo que para mí era fácil y natural, para ellos era sorprendente. Haciendo referencia al cuento de Borges que citaste, fue entonces cuando yo, Cruz, me puse a pelear del lado de Martín Fierro. Con el tiempo fui reflexionando más sobre ese hecho. Comencé a buscar adentro mío e intentar descubrir quién era yo realmente. Qué es en realidad lo que Lucho me había preguntado cuando íbamos en el 102.

¿Te resultó fácil adaptarte a Estados Unidos? ¿Cómo se hace para convivir con el hecho de hablar la mayor parte del día en una lengua y pensar o sentir en otra?

Y… claro… no es fácil para nada. Hablando otro idioma se pierde la personalidad. Pero con el tiempo te vas adaptando, incorporando cosas de la cultura ajena que te gustan y reafirmando lo positivo de la propia.

En Estados Unidos (y en otros lugares también) suelen relacionar la música argentina con el tango. ¿Pensás que esa reducción obedece al desconocimiento?

Sin duda. En Argentina hay otras músicas con el mismo nivel armónico, melódico y poético que el tango, que reflejan lo que es nuestro país. El folclore está más ligado a la parte rural, sus paisajes y costumbres; el tango a lo urbano, Buenos Aires. Me parece injusto y parcial que sólo el tango nos represente en el exterior.

¿Por qué el tango obtuvo un privilegio que no logró el folclore?

Ésa es una pregunta que también me hago y todavía no puedo responder. Algunos motivos que se me ocurren: El tango es una música que tradicionalmente se escribe. Se hacen arreglos y partituras. Por lo tanto es más factible que la aprendan y la toquen en otros lados. El folclore se toca “de oído”. Piazzolla y Gardel vivieron en Nueva York. El baile del tango es muy popular internacionalmente…

¿Y cómo reaccionó inicialmente el público al escucharte tocando huaynos, chacareras, zambas, etc.?

Muy bien. En Estados Unidos en general la gente es abierta. Sobre todo en las ciudades más cosmopolitas el público está predispuesto a escuchar cosas nuevas. Tal vez el nivel de vida, sin mayores complicaciones económicas, les da tranquilidad para dirigir su mente hacia otras cosas, como el arte.

Fernando Tarrés nos decía hace poco que en Estados Unidos hay “bloques” y que el músico tiene dos caminos: o se mete en uno o crea uno nuevo. ¿Estás de acuerdo con esa descripción? Te lo pregunto porque Tarrés asegura que crear un espacio propio en Estados Unidos cuesta un huevo y vos lo estás haciendo…

El eje central de Estados Unidos es el sistema capitalista. Todo se mide a través de su poder lucrativo. Todo producto tiene, en menor o mayor medida, un mercado. Para vender ese producto se necesita crear una imagen. Si yo necesito una aspirina me voy a topar con múltiples opciones. Sin tener un conocimiento científico al respecto, seguramente voy a tender a escoger la que esté mejor presentada. Una vez en Cuba entré a una farmacia. Estaba oscura, tenía escasos remedios esparcidos desordenadamente en unas estanterías mal puestas. La persona que me atendió, de mala gana, me acercó la única aspirina que vendían. Nada en ese lugar, desde la falta de pintura en las paredes hasta los tristes frasquitos de medicina con sus nombres escritos a mano, precisaba proyectarme una imagen. Yo no sé si la medicina en sí es mejor en Cuba o en Estados Unidos, pero definitivamente la atención que se pone en exhibirla no existe en el primero y en el segundo cumple un rol fundamental. Una de las cosas que ayuda a crear una imagen, que no se limita sólo a lo visual, es el rótulo. Cuando en música decimos “jazz” o “folclore” estamos describiendo su imagen. Supongo que cuando Tarrés habla de “bloques”, se refiere a eso. Entrar dentro de estos bloques o imágenes creadas te conecta con su mercado. Por eso, si no pertenecés a ninguno… tenés que crearlo. Al parecer, en el sistema que vivimos no queda otra. Yo, sin embargo, reniego contra esa realidad y trato de poner toda mi energía en hacer la mejor medicina posible; que otros se encarguen del frasquito.

Santillan - Sinesi¿Quiénes te ayudaron y alentaron a seguir adelante? Me refiero a tus aliados incondicionales, los que siempre están…

Fundamentalmente mi familia: mis padres, mis hermanos, sobre todo Jero que también es músico, mis tíos y mis primos.

Hablemos de tu instrumento. ¿Qué es para vos la guitarra, una herramienta de trabajo, un escudo, un puente?

Y bueno… hablando de aliados incondicionales… En otra vida me gustaría tocar bandoneón; en ésta, estoy feliz con la guitarra. Amo mi instrumento. Compongo el 90% de mi música con las seis cuerdas.

Cierta vez Silvio Rodríguez dijo que tenía por su guitarra un sentimiento muy parecido al amor que se profesa a una mujer. Desde esa perspectiva: ¿alguna vez te divorciaste de una guitarra? (risas)

No, no me divorcié nunca. Pero sí tomo distancia de vez en cuando. Me tomo mis vacaciones y después vuelvo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *