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Madeleine Peyroux: Bare Bones

Instead, Bare Bones, Damn the Circumstances, River of Tears, You Can't Do Me, Love and Treachery, Our Lady of Pigalle, Homeless Happiness, To Love You All Over Again, I Must Be Saved, Somethin' Grand

Músicos:
Madeleine Peyroux: voz, guitarra acústica
Larry Klein: bajo, percusión, Estey
Vinnie Colaiuta: batería, percusión
Dean Parks: guitarras, mandolina, clarinete
Jim Beard: piano, teclados, Estey
Larry Goldings: órgano Hammond, Estey
Carla Kihlstedt: violín, arpa de níquel
Luciana Souza, Rebecca Pidgeon: voces

Decca, 2009

Calificación: Buena gente

La expectativa es la posibilidad viable de que algo suceda; al menos eso es lo que dictamina la Real Academia Española.
Por supuesto que la cuestión no finaliza allí. Una expectativa puede ser desmedida, acotada, nula, depende del caso y del sujeto, por supuesto.
En el año 1996 llegó a mis manos Dreamland; un álbum que, entre el personal, contaba a: James Carter, Charlie Giordano, Greg Cohen, Kenny Wollesen, Marc Ribot, Regina Carter, Marcus Printup, Cyrus Chestnut, Steve Kirby, Leon Parker y Vernon Reid.
Pero no pertenecía a ninguno de ellos, sino a la por entonces ignota cantante Madeleine Peyroux.
El disco contenía una docena de gemas que lo transformaron en adictivo. El registro de la cantante (que algunos asociaron, asocian y asociarán a Billie Holiday) sobresalía en cada entrega en una rara mezcla de sensualidad, timidez y personalidad poco habituales en en un álbum debut.
Nos enamoramos.
De Dreamland.
Y de Madeleine Peyroux.

Necesitábamos imperiosamente una segunda muestra para comprobar si nos subyugaba el arte de la cantante o bien que, con semejante pléyade de músicos, no había manera de que un disco no fuera, por lo menos, atrapante.
Pero Peyroux se hizo desear. Y mucho.
Tuvimos que esperar ocho años para tener noticias discográficas de la nacida en Georgia (Estados Unidos).
Y el reencuentro se dio por partida doble.
Por un lado, Got You on my Mind, del armoniquista (y guitarrista y dobrista) William Galison, en ese momento pareja de Peyroux. En el CD (orientado al bluegrass y al country), Madeleine aporta su voz en 7 de los 11 temas. Al no ser un estilo que nos diga demasiado, decidimos no obviarlo pero sí darle relativa importancia. Al que nos tiramos de cabeza fue a su segundo disco de verdad: Careless Love. Aquí ya no había un desfile incesante de luminarias del jazz, sino que fue acompañada por un grupo estable entre los que se encontraban Scott Amendola, David Piltch y Larry Goldings.

Careless Love no nos sorprendió tan gratamente como el debut, pero tenía algunas cosas que lo hacían interesante. Y además se sabe que la segunda entrega de todo artista (y más aún si la diferencia entre una y otra es de 8 años) generalmente no alcanza a satisfacer tanto. Y si además el debut fue tan bueno…
Tuvimos la posibilidad de presenciarla en el Teatro Coliseo de Buenos Aires en noviembre de 2005. Al concierto lo titulamos "¡Otra oportunidad!" No hace falta que sea usted un erudito para comprender que salimos un tanto decepcionados.
Pero como algunos meses antes Piccirilli había presenciado un buen concierto de la estadounidense en Los Angeles, nos aferramos a lo que declarara uno de sus músicos: "se trata aún de una banda nueva que está en sus inicios".
Su tercer álbum, Half the Perfect World (2006), debía hacer las veces de, digamos, desempate.
Perdimos.

Madeleine Peyroux nació en 1973. Comenzó a cantar a los 15 años y se formó musicalmente en París. Durante muchos años participó en Europa del proyecto "The Lost Wandering Blues & Jazz Band". Luego, con claras intenciones de iniciar su propio camino, fue que se instaló en U.S.A.
El tiempo pasó, contamos lo que contamos y en Buenos Aires acaba de editarse su cuarto disco como solista: Bare Bones.
Y renovamos las expectativas, no pregunten por qué.
Pero parece ser cierto aquello de que la primera impresión es la que vale.
Y Dreamland fue un sopapo memorable.

Bare Bones
fue producido por Larry Klein; y en todas las composiciones tiene activa participación Madeleine Peyroux; con las letras siempre, con la música a veces.
No sé cómo empezar…

En la vida uno puede optar por infinitos caminos. La tendencia natural es, generalmente, optar por el menos ríspido, el menos peligroso, el menos riesgoso, el más seguro, el más cómodo, el más previsible.
Por supuesto que así como cada acción genera una reacción, cada una de nuestras decisiones conlleva una consecuencia. El objetivo planteado puede ser el mismo; lo que difiere, principalmente, es la manera de llegar al mismo.
Supongamos que usted desea fervientemente algo, no sé… un trabajo, una casa, un amor correspondido, un buen pasar económico, que Racing no se vaya al descenso… todos objetivos nobles (especialmente este último). Si usted llega a esos fines mágicamente, sin esfuerzo, porque alguien se lo otorgó sin más ni más o porque tuvo la fortuna de encontrarse con la lámpara de Aladino y ésta funcionara correctamente, seguramente que el disfrute no será igual que si le costó a usted, aunque sea, una porción de la consabida frase "sangre, sudor y lágrimas". Ojo… no pretendemos que para conquistar algo usted ande por la vida ponéndose garbanzos en los zapatos o arrodillándose cada noche sobre granos de maíz, pero confío en que usted (con un enorme dejo de buena voluntad, eso sí…) sabrá interpretar lo que estoy tratando de decirle.
Que me está costando bastante… dicho sea de paso.

Pero estábamos en que Madeleine Peyroux tiene ya en las calles su cuarto álbum como líder; el mismo se titula Bare Bones, contiene once canciones y participan en él músicos que han realizado más de un par de buenas cosas en el pasado.
Y eso es todo.
Muchas gracias.

Bueno… está bien…
En lugar de analizar al tema que ocupa el disco… disculpen… son once temas.
Es que Bare Bones es homogéneo. Tanto, que por momentos cuesta diferenciar un tema de otro. Peyroux interpreta bien, las canciones son lindas, los músicos… ya se ha dicho… pero la cantante ha optado ir por el camino más corto, calmo, acomodaticio, donde el compromiso, la búsqueda y el riesgo parecen quimeras.
No puede decirse que estemos en presencia de un mal disco (aunque You Can't Do Me, River of Tears y Somethin' Grand hagan lo suyo como para que revea esta afirmación/negación); hay momentos muy agradables, dulces y también empalagosos.
Tuve expectativas; luego me mantuve a la expectativa; finalmente, lamento no haberle hecho caso a cierto rumano en eso de "cero expectativa, cero frustración".
No me pone contento, en verdad les digo, escribir esto; pero Madeleine Peyroux ha realizado un álbum para escuchar en días de lluvia; pero una lluvia torrencial, de ésas que hacen casi imposible la audición.
Uno de los temas de Bare Bones se titula I Must Be Saved (debo ser salvada).
Querida Madeleine, ojalá no esperes que lo hagan y hagas algo por tu cuenta.
Y por tu bien.

Marcelo Morales

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