El Ojo Tuerto

Mariano Otero Orquesta: Hay Equipo

Lo VuoloY en Hentrane enloquecen. Sin buscarlo ahora, Otero mete un riff tremendo sobre el que todos cantan / tararean y guerrillean. Hay mugre. Lo Vuolo, con su corte de pelo a lo Bastía brinda, agachado sobre el piano, una imagen llamativa: algo así como Cecil Taylor + Schroeder (el pianista de Snoopy) dividido por 1,97. Están tocando cosas complejas pero se están divirtiendo también. El solo de Lastra impone respeto por sobre el aluvión percusivo de Taveira (contundente y motor durante todo el show) y el riff monótono, atractivo, potente y casi minimalista de Otero/Tarzia/Lo Vuolo.

Falso final. Los saxos pican en diagonal y atrás van todos. Parece que se termina pero Taveira toca como si Racing hubiera echado buena y Bastía/Lo Vuolo gambetea a indiscreción. Otero está feliz. Todos cantan de nuevo. El tema es un verdadero tour de force.
A las 23:55 el show finaliza.

Hay alargue: Blues for Pepi, composición del contrabajista con arreglos de Urquiza.

Otero: “el tema es una porquería pero los arreglos están buenísimos”.
Bueno… porquería no, pero el riesgo compositivo se tomó vacaciones. Hay velocidad, buenos solos de Canosa y Serra. Cuando parece que están jugando para la tribuna, los bronces te sacuden y ahí queda Loiácono con un solo tremendo en el que incluye citas de (Pfrancing) No Blues, ratificando lo que de él dijéramos hace algunos meses en este site: ojo con él. De volea te agarra Puntoriero con el barítono. ¿Les dije que estamos yendo por caminos transitados? Es un blues, tocado como un blues, previsible como un blues, pero los arreglos son muy buenos. Lo Vuolo se cree Mengelberg y yo también lo creo. Todos se dan vuelta para observarlo en uno de los mejores solos de la noche.

Todos sonríen.
Están felices.
Yo también.

Hay varias cosas para comentar.
En principio, que la propuesta es válida, generosa, atractiva y atrapante.
Otero ha apostado por una tarea ciclópea al menos en este país. Juntar a estos músicos no debe ser tarea fácil. Pero todos parecen sumarse de buen grado y se nota. Todos están compenetradísimos y concentrados. Se divierten, además.

En general (no es difícil deducirlo) se menciona como fuentes de inspiración a Holland, Mingus y tantos otros. Pero hay algunos componentes adicionales que en teoría ayudan a enriquecer la cuestión. Me vienen a la cabeza nombres como Frank Zappa, Maria Schneider, Anthony Braxton y muchos de los momentos me remiten a Bobby Previte (fundamentalmente a Weather Clear, Track Fast) y fundamentalmente a los discos de la New York Composers Orchestra.

Esto está muy bien.
Pero.
Si bien se puede afirmar (sin ser Bucay ni Narosky) que “ya está todo escrito”, Otero y su espíritu inquieto (acompañado por músicos de un notable nivel) están para dar un salto de calidad. Los temas son largos y no siempre se justifica. Se ha tensado, pero queda la sensación de que puede tensarse más aun. Está claro que el combo lleva menos de 10 actuaciones y que el hecho de ofrecer composiciones propias y no recurrir a standards es un mérito enorme.

Pero habría que preguntarse entonces por qué, siendo música original, constantemente nos remite a algo.
Ojo. Estamos exigiendo en función de lo que hay. Porque seguramente la Mariano Otero Orquesta es de lo más atractivo hoy día en la escena musical argentina y no me remito solamente al jazz.
Pero uno exige más a los que tienen con qué.
Y estos trece músicos, sin dudas que lograrán el campeonato.
Y con justicia.
La propuesta es audaz.
El concierto me encantó.
Pero lo que más me seduce es que, con todo, falta para alcanzar el techo.
Y vaticino que, cada vez, estarán más cerca.

Marcelo Morales.

Se agradecen las fotos cedidas gentilmente por Horacio Sbaraglia 

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