Mark Dresser
Otro de tus discos recientes es “Time Changes” junto a Denman Maroney. ¿Cómo fue la elaboración de ese trabajo?
Denman y yo escribimos juntos un montón de temas en el curso de varios años. La mayoría de ellos proviene del período 2000-2003. Nuestra mayor obsesión era el ritmo. En alguna forma escribimos sobre la base de nuestras debilidades, componiendo en las áreas que buscábamos desarrollar más habilidades y capacidades, con la ilusión de cambiar el tiempo y obtener formas polimétricas.
Vos también hiciste música para películas…
Ralph Gluch, mi agente en Suiza, trabajó muy duro en la agenda del Arcado String Trio. Él sugirió que Arcado compusiera y tocara música para el film Cabinet of Dr. Caligari en la celebración del 75º aniversario. Miramos la película y decidimos que eso no es lo que queríamos hacer. Poco tiempo después quise llevar mi propio grupo a Europa pero Ralph pensó que era difícil encontrar fechas para actuar como líder por mis cuasi-permanentes compromisos como sesionista. Reconsideré la idea y luego de ver la película varias veces, finalmente observé una manera genuina de aproximarme al film. Tenía mi trío integrado por Denman Maroney y Dave Douglas, ambos de una increíble inventiva… y acepté el desafío. Para mi sorpresa, trabajar con una narrativa dramática, no siempre lineal, resultó algo muy rico e inspirador. Después de eso tomé Un Chien Andalou (film de Salvador Dali y Luis Buñuel). Aunque estaba convencido de que los films históricos, desde un punto de vista comercial, brindaban facilidades para convencer a los promotores, siempre pensé que podría ser fantástico colaborar en vivo con artistas visuales. Por eso trabajé en ese campo con Tom Leeser en Subtoniuom y Sonomatopoeia, en ambos casos con mi trío integrado por Matthias Ziegler y Denman Maroney. También lo hice con la creadora de films animados Sarah Jan Lapp en Chronicles of an Asthmatic Stripper, allí tocando yo solo. Además contribuí con la música en el video abiertamente político de Ligorno/Reese, Line Up.
Observo en vos una permanente búsqueda de ampliar los horizontes de tu expresión vocacional; ¿ese convencimiento fue permanente o en algún momento tuviste dudas?
Nunca estuve seguro cuánto podría trabajar en la música, pero siempre tuve la desesperada necesidad de expresarme a mí mismo como músico. Lo quise con tanta fuerza que se resolvió afortunadamente.
Pero supongo que en algún momento de tu carrera deben haber ocurrido cosas que te pusieron a prueba, ¿no?
Probablemente entre 1977 y 1979 cuando dejé New York por primera vez y regresé a San Diego… (hace una pausa). Ahí toqué fondo. Pese a recibir críticas de prensa positivas referidas a mi asociación con David Murray tanto como en el inicio de alianzas musicales con Anthony Davis, Gerry Hemingway y Mark Helias, no podía sobrevivir como músico en New York. No tenía suficientes recursos tanto en lo musical como personalmente, así que retorné a San Diego completamente quebrado y comencé un lento reagrupamiento de fuerzas. Los siguientes dos años fueron decididamente ásperos; hasta que me deshice de u$s 25 y los invertí en el aprendizaje de Tai Chi. Esa disciplina tiene muchos paralelos con mi música y me ayudó a tocar mi instrumento tanto como a desarrollar mi energía interior. También tuve la bendición de conocer a mi esposa, Carol del Signore, en 1979, quien fue un apoyo decisivo en el desarrollo de mi carrera y viceversa.
La charla sufre una breve interrupción. Fuera de micrófono, Dresser, al observar mi equipo portátil de música, pregunta qué estoy escuchando. Le respondo: “Entre otros… tu disco, Time Changes”. Hace un gesto similar al de un padre al encontrarse con su hijo… pero su sorpresa sería doble al darse cuenta que ese ejemplar de “Time Changes” lleva su autógrafo. “¿Cómo ocurrio?”, pregunta. Le relato la anécdota (que él no recordaba, por supuesto): “Tiempo atrás fui a ver un show que ofreciste en dueto con Myra Melford. Al finalizar, sortearon entre el público este disco (todavía no se había editado) y… lo gané. Fue un trámite sencillo.” (ambos soltamos la carcajada) Continuamos…
¿Y a vos qué música te gusta escuchar (risas)?
Lo que escucho es extremadamente ecléctico: desde world music a música clásica contemporánea, de jazz a música electrónica de todas clases, desde nueva a vieja música de concierto. Como profesor (cargo que ejerce desde el 2004 en la Universidad de San Diego, California) uno de mis mayores placeres es escuchar un montón de música diferente y compartirla con mis estudiantes.
¿Considerás que escuchar música es parte del descanso o lo tomás como una disciplina relacionada al trabajo?
Soy estudiante de Tai Chi desde hace mucho tiempo y en ese arte encontré una forma de disciplinar mis pasiones musicales. Aun así, es difícil decir si escucho música durante los períodos de descanso ya que, en sí, son infrecuentes. Si estoy componiendo, no escucho demasiado. Cuando estoy enseñando, lo hago mucho más.
¿Cuáles son tus planes futuros?
Quiero continuar componiendo, prolongar las asociaciones con mis actuales colaboradores y crear nuevas alianzas con otros músicos y artistas interdisciplinarios. Como ahora estoy enseñando, me parece correcto escribir sobre mi comprensión actual para tocar el bajo, ampliando mi investigación iniciada con “A Personal Pedagogy”. Ese escrito fue publicado en el libro Arcana pero ha quedado a casi 10 años de distancia del estado actual de mi trabajo. Hay otras áreas de la investigación personal que quisiera formalizar en forma impresa. Siento que es el momento apropiado para esta clase de reflexiones, tanto por enfoque como por madurez expresiva.
Una última pregunta: ¿cuál es el sueño que quisieras convertir en realidad?
Esto puede sonar banal, pero mi sueño desde que tenía veinte años ha sido estar en condiciones de hacer algún tipo de contribución artística. Quiero que mi mejor trabajo creativo esté siempre adelante de mí. Eso incluye performances, grabaciones, enseñanza y colaboraciones.
Sergio Piccirilli
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