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Poncho Sanchez y Terence Blanchard en concierto: Touché!

Amoeba Music – Hollywood, California (USA)

Martes 13 de Septiembre de 2011 – 19:00 hs.

 

En el local de Amoeba Music sito en la ciudad de Hollywood (una de las pocas disquerías de Estados Unidos que ha sobrevivido a los embates de las ventas por internet), se llevó a cabo la presentación oficial de Chano y Dizzy!, álbum en el que el percusionista Poncho Sanchez y el trompetista Terence Blanchard rinden tributo a la sociedad musical que integraran a fines de los años cuarenta los legendarios Chano Pozo y Dizzy Gillespie.

 

El intercambio artístico y cultural entre el trompetista estadounidense John Birks “Dizzy” Gillespie y el percusionista cubano Luciano “Chano” Pozo González duró apenas quince meses (desde mediados de 1947 hasta el asesinato de Pozo ocurrido el 7 de diciembre de 1948 en la ciudad de Nueva York); sin embargo, no fue impedimento para que de esa confluencia naciera -o al menos tomara forma definitiva- el género musical al que hoy conocemos como latin-jazz o jazz latino.

El experimentado conguero, cantante de salsa y líder de banda estadounidense y ascendencia mexicana Idelfonso “Poncho” Sanchez tiene suficiente respaldo para involucrarse en un proyecto de estas características. A modo de ejemplo basta con mencionar que, además de sus recordadas colaboraciones junto a Cal Tjader, Hugh Masekela, Mongo Santamaría, Tower of Power y Clare Fischer, Sanchez ha desarrollado una exitosa y prolífica producción discográfica como solista que le permitió obtener –entre otros galardones- un Premio Grammy en la categoría “Mejor disco de jazz latino” en 2000 por su álbum Latin Soul y la distinción de ser considerado unánimemente como uno de los percusionistas de latin-jazz más importantes e influyentes de las últimas décadas.

 

Por su parte, el trompetista, compositor y arreglista estadounidense Terence Blanchard Oliver no le va en zaga en trayectoria y prestigio; desde su aparición en la escena jazzística en los años ochenta junto a la Lionel Hampton Orchestra y el Art Blakey and the Jazz Messengers ha sabido desarrollar una interesante carrera solista en el campo del mainstream jazz y una destacada labor como compositor de bandas sonoras para cine que incluye a todos los filmes dirigidos por el notable Spike Lee desde 1982 a la fecha (Jungle Fever, Malcom X, She Hate Me, 25th Hours, Inside Man, etc.) y también los soundtracks de películas como Dark Blue, Talk to me, People I Know y Cadillac Records, entre muchas otras. Blanchard es, además, un abonado a los Premios Grammy ya que fue nominado en doce oportunidades y se hizo acreedor del galardón principal en cinco ocasiones. Todo esto sin dejar de mencionar su labor pedagógica como director artístico del afamado Thelonious Monk Institute.

 

Lo concreto es que las carreras de Poncho Sanchez y Terence Blanchard han confluido en el álbum de reciente edición mencionado al comienzo de este comentario y que su avant-premier tuvo lugar en donde ya dijimos que tuvo lugar.

Así fue que el jefe del director en jefe de la jefatura de jefes de editores -con aspiraciones de ser jefes- de El Intruso designó, para cubrir el evento, a dos eximios… ehhh… dos eximios… esteeee… a dos Ex –Simios: Oriolo y Guibaudo.

 

– ¿Cómo le va Oriolo?

– Hasta que me encontré con usted Guibaudo… bien.

– Esta noche tenemos que cubrir el show en el que Poncho Sanchez y Terence Blanchard tocarán música de Chano Pozo y Dizzy Gillespie…

– Pero mire usted… ¿Y por qué no vamos a ver directamente a los originales?

– Y… una buena razón debe ser porque ya fallecieron…

– ¡No me venga con excusas! Cuando no hay voluntad, no hay voluntad.

– Es que usted le quita la voluntad a cualquiera, Oriolo…

 

En el pequeño escenario de Amoeba Music ya se encuentran dispuestos para dar inicio al concierto el trompetista Terence Blanchard, el percusionista y vocalista Poncho Sanchez y su banda integrada por David Torres en piano, Rob Hardt en saxo, Ron Blake en trompeta, Francisco Torres en trombón y voces, Tony Banda en contrabajo, George Ortiz en timbales y Joey De Leon Jr. en percusión.

 

– ¿Sabe una cosa, Guibaudo? No sé por qué pero tengo la idea de que esto me va sorprender.

– ¿Y sabe “otra” cosa, Oriolo? A mí lo que me sorprendería es que usted tenga una idea… Y ya que estamos sincerándonos…  ¿usted conoce algo, tiene una noción o al menos escuchó de carambola alguna vez el término “latin-jazz”?

– ¡Por supuesto, Guibaudo! Si no me equivoco, el jazz era la música que hacían los negros cuando Estados Unidos estaba en África… En cuanto al latín… bueno, no soy un experto pero conozco algunas palabras… curriculum, versiculum… digamos… lo basicum.

– ¿Así que lo basicum? Usted para mí es –y se lo digo en latín- como si me hubiese salido un forunculum contra naturam en el curriculum. En un intento vano por arrancarlo de las garras de la ignorancia eterna le aclaro que el “latin jazz” es una rama del jazz que se nutre de ritmos afrocaribeños; además le cuento que el latín al que usted se refiere es la lengua del Lacio hablada por los antiguos romanos de la cual derivan las actuales lenguas romances; y por las dudas le aviso también que Estados Unidos nunca estuvo, al menos hasta ahora, en el continente africano. ¿Entendió?

– Me quedó una duda: el forunculum contra naturam en el curriculum… ¿duele?

– Sólo cuando me acuerdo de usted.

 

La apertura es con un extenso medley que unifica tres clásicos del repertorio de Chano Pozo y Dizzy Gillespie: Tin Tin Deo, Manteca y Guachi Guaro. Las versiones ofrecidas aquí, aunque algo rutinarias, demuestran la veteranía de la banda en estas lides. La solidez de los arreglos, su ajustada exposición y las aceitadas intervenciones solistas de Terence Blanchard en trompeta y Poncho Sanchez en congas permiten que este popurrí pase con naturalidad y sin sobresaltos de las cadencias rumberas de Tin Tin Teo –en origen incluido en el álbum The Champ de 1947- a esa especie de himno de la fusión entre el mainstream jazz y la música afrocubana que es Manteca –pieza que alude a las tensiones raciales existentes en Estados Unidos- y de allí a los aires de salsa que circundan a Guachi Guaro, la última composición que escribiera Chano Pozo antes de su muerte.

 

– ¿Le gustó, Oriolo?

– Más o menos… La parte del medio me pareció un poco larga… Pero la primera nota y el aplauso final fueron magistrales. Haciendo un balance le diría que está casi bien o al menos –para usar terminología de rigor académico- podría describirlo como algo “no-horrible”. Una preguntita, Guibaudo… ¿esto se va a prolongar mucho más?

– ¿Desde qué punto de vista me lo pregunta?

– No sé… Desde todo punto de vista.

– ¡Ah! Entonces sí…

 

A continuación ofrecen una respetuosa versión del tema de Dizzy Gillespie Con Alma en donde la banda resuelve con frescura los continuos cambios de tonalidad y la concurrencia de be-bop y ritmos antillanos contenidos en el original. En un contexto de ejecución irreprochable sobresalen aquí la depurada intervención solista de Francisco Torres en trombón y los ornamentos aportados por el piano de David Torres.

Uno de los momentos más festejados de la noche llega de la mano de una tórrida recreación del clásico de Dizzy Gillespie Groovin’ High perteneciente al álbum homónimo de 1945, en donde los arreglos transforman las resoluciones en swing del original, en cadencias provenientes del mambo cubano. Esa fortaleza rítmica propicia una previsible sucesión de solos que incluye -entre otros- una más que correcta intervención de Rob Hardt en saxo, un convincente alegato de Ron Blake en trompeta y una enardecida exposición en timbales a cargo de George Ortiz.

 

– Oriolo… lo vi bamboleando las caderas y eso me dice que está empezando a disfrutar de las sabrosas mieles del latin-jazz

– ¿Bamboleo? ¡Nada que ver, Guibaudo! Me estaba acomodando la hernia inguinal… Y eso de las sabrosas mieles… le digo que empalaga como la p…

– Ya entendí, Oriolo. Y, por favor, cálmese que falta poco… Tal vez usted tenga que dejar de escuchar música durante algún tiempo, tomar distancia, darse un respiro y volver a intentarlo –ya más relajado- en, digamos, una o dos… décadas.

– Puede ser pero… ¿por qué tan poco tiempo?

– ¿Qué le parece entre diez y veinte años?

– Ahí me gusta más… ¡Trato hecho!

 

El concierto concluye con la intensa versión del tema de Chano Pozo Ariñañara, con la que también cierra el álbum Chano y Dizzy! que motivó esta presentación. Una lograda convergencia de salsa y jazz moderno que alcanza su clímax musical con un destacado duelo entre las trompetas de Terence Blanchard y Ron Blake y en el portentoso –y festejadísimo- solo de Poncho Sanchez en congas. Final.

 

– Oriolo, no sé qué pensara usted… es más, ni siquiera sé si puede pensar, pero la verdad es que este homenaje en memoria de Chano Pozo y Dizzy Gillespie, además de merecido, me pareció ameno, deleitable, reverente, preciso, respetuoso y…

– …necesario?

Touché!

 

Sergio Piccirilli

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