El Ojo Tuerto

Roberto Rodriguez Septeto: Los Hebreos Postizos

Skirball Center – Los Angeles
26 de mayo de 2005

Roberto RodriguezEl Jueves 26 de mayo cerraba en el Skirball Center de Los Angeles un ciclo dedicado a la corriente denominada World Music. En esa ocasión se presentó el percusionista y compositor cubano Roberto Rodríguez y su septeto integrado por Matt Darriau en clarinete, Curtis Hasselbring en trombón, Meg Okura en violín, Uri Sharlin en acordeón y órgano, Jennifer Vincent en bajo acústico y Mary Wooten en cello.
En este proyecto que ya tiene dos discos, “El Danzon de Moises” y “Baila! Gitano, Baila!” confluyen elementos de música klezmer por un lado y son cubano, danzon y guaguancó por otro. Para ubicarnos en el mapa un poquito mejor, podríamos decir que es música judeocubana. La construcción del sonido de la banda se basa en tomar instrumentos clásicos en la música judía como el clarinete y el violín, agregándole percusión cubana, haciendo que los primeros ejecuten acordes de son o danzon cubanos y sumándole a estructuras de klezmer un instrumento que le es ajeno, como la percusión.
Dicho así, parece fácil.

El Centro Cultural Skirball parecía ser el lugar apropiado para este show ya que es una institución judía en un marco americano, con un enfoque pluralista más cercano al fenómeno histórico y cultural del judaísmo que a su doctrina religiosa; además es un lugar bellísimo ubicado sobre una colina de cara al Valle de San Fernando.
Desde su fundación en 1996, dicen que lo han visitado más de tres millones de personas para participar de las diferentes actividades culturales, educativas y artísticas o simplemente para conocerlo. Allí llegamos sobre la hora del show. Sala llena. No soy bueno para este tipo de cálculos, pero estimo que había unas 400 personas (en cualquier caso el margen de error de ninguna manera excede el 100%).

8 PM en punto aparece sobre el escenario una joven, quien en representacion del ciclo mencionado al comienzo, hace una cálida presentación de los músicos, aunque para mi gusto su alocución resultó un poco larga (léase: me aburrió).

RodriguezEl show dará inicio con una intro en acordeón a cargo del ex-integrante de Anistar y la Smadar Levi Band, Uri Sharlin. Se suma Rodríguez en percusión y arrancan en dueto con “El Polaco” del disco “El Danzon de Moises”. Mientras el público bate palmas, se va sumando el resto del grupo. Aquí resultará sobresaliente Matt Darriau, tanto por su buen gusto para tocar el clarinete como por su coqueto sombrero rosa combinado con un saco bordó.
Desde el vamos queda claro que el líder es Rodríguez. Arengando y haciendo señas, pero sin caer en excesos protagónicos. Se nota a las claras que tiene mucho oficio, que sabe lo que hace. Si bien su carrera como compositor es relativamente reciente, como percusionista tiene una dilatada trayectoria que lo ha llevado a tocar con una amplia gama de músicos que va de John Zorn a Julio Iglesias (¡?), pasando por Joe Jackson, Paquito D’Rivera, Lester Bowie y Paul Simon, entre otros. Además ha participado en distintos proyectos musicales como Los Cubanos Postizos, Anthony Coleman Trio, Susie Ibarra Electric Kulintang y Miami Sound Machine. Antes de concluir este primer tema, habrá tiempo para escuchar una buena intervención del experimentado Curtis Hasselbring en trombón.

Con el tiempo justo para los aplausos, seguirá “El Danzonette Hebreo” también proveniente de "El Danzon de Moises". Seguramente Aniceto Diaz, quien creara el danzonete fusionando el son y el danzon alla por 1929, jamás sospechó que ese estilo, con el tiempo, incorporaría influencias de la música judía. En “El Danzonette Hebreo" (una de las primeras composiciones de Rodríguez para este proyecto), habrá una intro en donde mandan las cuerdas a cargo de Meg Okura en violín y Mary Wooten en cello para luego pasar a un ritmo orientado al danzon, estilo que es heredero natural de la contradanza cubana.

Rodriguez - Meg OkuraSigue “Shvitz”, que incluye un brillante solo de Meg Okura en violín. Su apariencia dulce e inocente con su vestidito entallado y brillitos en los ojos, a la hora de tocar muta en un personaje que parece extractado de Kill Bill. Darriau no pierde el paso y le saca el jugo a su instrumento (¿qué sabor tendrá el jugo de clarinete?); finalmente el cello de Mary Wooten retoma la melodía principal y todo cierra con una espontánea y merecida ovación.
Rodríguez toma el micrófono y saluda con un “¡Buenas Noches!” (así, en castellano) casi como si estuviéramos en pleno corazón de La Habana para luego presentarnos a sus músicos. Continuarán con “Para Perú” de “Baila! Gitano, Baila!”, una fusión de vals peruano con música hebrea y percusión cubana, que servirá de marco para otra brillante intervención de Okura.
Esta violinista japonesa ha grabado con grandes nombres de la música como Lou Reed, David Bowie, Philip Glass, Lee Konitz y Steve Swallow y sus condiciones nos obligan a seguir de cerca sus pasos futuros. “Para Peru” también dará lugar a una sólida intervención de Darriau en irish flute.

Matt DarriauMatt Darriau es un músico fundamental en la escena de la vanguardia. Con "Orange Then Blue" sentó algunas de las bases del jazz orquestal de los últimos quince años; con "Ballin’ the Jack" tomó el swing de los '30 y '40 y le incorporó elementos de klezmer e influencias gitanas; con el "Paradox Trio" acercó al jazz el folk tradicional de los balcanes. Fue uno de los primeros en incorporar al jazz melodías e influencias musicales de Europa del este y medioeste. Esto sin olvidar su activa participación en los populares "Klezmatics" abrevando en las fuentes de la música judía. Su aporte en la estructura del Septeto Rodriguez es poco menos que imprescindible. Luego vendrá “Baila! Gitano, Baila!” , tema que da título al último disco de Rodríguez, con Uri Sharlin ahora en órgano en destacado contrapunto con el cello de Mary Wooten.

“Paseo del Prado”, con su romántica cadencia, invita a los pies a seguir los compases. En el breve “Shron” la banda mostrará su faceta más próxima al klezmer. Con “Dice el Sabio Salomon”, tambien proveniente de “Baila! Gitano Baila!”, mientras un clave persistente nos va indicando cuál es el camino, el resto de los instrumentos adhieren sin oponer resistencia en logrado ensamble. En el tema siguiente, el contundente “Jerusalem Market”, Rodríguez hará su primer solo demostrando su variado arsenal de recursos. También tendrá un gran momento RodriguezCurtis Hasselbring en trombón. No por nada, entre sus antecedentes, figura haber integrado la Satoko Fujii Orchestra, el Matt Wilson Quartet, Club D’ Elf, los Jazz Passangers y la banda de Bobby Previte. En ”Wolfie’s Corner”, uno de los temas que mejor sintetizan la propuesta del septeto, se desarrollarán algunos de los pasajes más exhuberantes del show. Primero se lucirán Rodríguez y Sharlin en un logrado duelo entre percusión y acordeón .Luego las cuerdas alcanzarán protagonismo para confluir en un cierre frenético y con el público decididamente entregado. Aplaudiendo y bailando. Los más hábiles menearán sus caderas. Otros agitarán sus extremidades al son de la música. Y en los casos de menor plasticidad, participarán moviendo sus cabezas como si fuese un metrónomo. Pero nadie se mantuvo indiferente. Ninguno lo intentó.
Final.
La banda regresa para un bis: “Piruli”. Un bolero que según Rodríguez se inspira en recuerdos de su infancia en Cuba y en el que invita al público a bailar apretaditos con quien tuviésemos a nuestro lado. Ganas no me faltaron pero me abstuve de  hacerlo por razones estéticas y vocacionales. Mi vecino de butaca era un morochazo de enormes bigotes (y probablemente con mal aliento). No importa, con lo demás había sido suficiente.

Sergio Piccirilli.

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