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Sylvie Courvoisier: Trio Abaton Live (DVD)

Orodruin, Too Speedy, Tony Delito, Abaton

Músicos:
Sylvie Courvoisier: piano
Anja Lechner: cello
Mark Feldman: violín

La Huit, 2006

Calificación: A la marosca

Trio Abaton Live es un film dirigido por Alain Prosaic que registra una actuación de la pianista suiza Sylvie Courvoisier y su trío, realizada el 9 de marzo de 2004 durante el Festival Banlieues Blues.
En este mediometraje (ahora en formato DVD) conviven varias disciplinas artísticas: la música, la danza, el cine y la animación gráfica.
En origen, Abaton fue un disco doble editado en el 2004 que reunió al matrimonio que conforman la pianista Sylvie Courvoisier, el violinista Mark Feldman y el cellista Erik Friedlander…
Quiero decir… Courvoisier y Feldman son marido y mujer y Erik Friedlander en cello… separado. No, no es que se haya divorciado.
Por un lado piano y violín juntitos (puede ser uno encima del otro) y en un rincón, allá lejos, el cello.
Indeferente a todo… como diciendo… “qué me importa”.
Eso sí, es mejor el violín encima del piano y no al revés…
Se aplasta.
No quedó claro, ¿no? El marido es… Feldman… La mujer de él no es Friedlander, por lo menos no por ahora…
Bueno, cado uno con su violín hace lo que quiere.
Mejor probemos así… Feldman conoció a Friedlander y se casó… pero no con él, con Courvoisier
Para ayudarnos a resolver este intríngulis, Friedlander se fue del trío y lo reemplazó la cellista Anja Lechner, quien por suerte no es la esposa de ninguno de los otros… dos.
A lo mejor es casada y nosotros no lo sabemos.
Manteniendo el hilo de la conversación… porque para mí eso es sagrado, ¿vio? Hablandoooo de sagrado…
Abaton fue un lugar sagrado para los egipcios situado en la isla de Bigeh sobre el río Nilo. Pero también era una palabra comúnmente utilizada en la antigüedad para denominar a lugares considerados inaccesibles.
Trio Abaton Live no es un disco en vivo, es un film sobre una presentación de Sylvie Courvoisier y su trío. Así empezamos, ¿no?

La incorporación de la imagen en su intento de acercamiento a la música  puede en manos inapropiadas resultar un obstáculo para el desarrollo natural de la imaginación. Salvo que esas imágenes acentúen el proceso de abstracción. En ese sentido Alain Prosaic, quien dirige este film, nos ofrecía ciertas garantías. Ha sido guionista de la serie de tv Megamix y dirigió la película “Arte” junto a Stephane Jourdan y Jacques Goldstein. Pero también se ha referido en forma explícita a la música en The Lost String y Morna Blues, filmes sobre Marc Ribot y Cesaria Evora, respectivamente. En el inicio de Trio Abaton Live nos encontramos con breves imágenes que recrean el espíritu de un concierto. La utilización recurrente pero no abusiva del plano detalle (al mejor estilo bergmaniano) nos ofrece un sugerente acceso a los momentos previos del show. Un sutil ejercicio fílmico ubica en primeros planos el ingreso de los músicos al escenario, su relajación, las miradas… El comienzo es con una composición de Courvoisier incluida en el álbum Abaton: Orodruin. Una sucesión de acordes nos sumergen en un clima caótico en donde los líricos fraseos del cello y el violín contrastan con el furioso discurso pianístico de Courvoisier, sobre quien descansa la fuerza expresiva del trío. De esa compleja estructura surge un mensaje claro y simple en el que confluyen nostalgia y misterio. Clima rubricado por el impecable solo de Feldman. La articulación de sonidos recorre un territorio distinto pero conservando una concepción estructural lógica. El frenético final contiene elementos del modernismo y postmodernismo con claras referencias a Shostakovich y Schoenberg. La propuesta del trío incluye una amplia paleta de expresivos colores que nos acercan a la tradición de la música camarística más que a la escena de la música improvisada europea.

Siguen con Too Speedy, tema que fuera incluido en el disco en dueto Music For Violin and Piano de Mark Feldman y Sylvie Courvoisier bajo el título One Too Romantisch, Too Speedy. Aquí se incorporan al contexto musical los bailarines Cyril Davy y Marielle Girard (a quien viéramos brillar en la versión de The Rite of the Spring coreografiada por Lionel Hoche). Un montaje arbitrario y nervioso con abundantes primeros planos fertilizan la interacción de música y danza. Los gestos rítmicos del cuerpo y el movimiento acentúan la naturaleza dinámica de la representación mental-musical desligándose de los códigos objetivos fijados por la partitura. Aquí, la vinculación entre el movimiento y la música resulta comprendido como una suerte de fusión perceptivo-motriz basada en el reconocimiento empático de las coincidencias entre estructuras motrices y musicales y se constituye en una especie de lenguaje intuitivo fundado en la identidad de la experiencia interior, incorporando influencias de dos íconos de la danza contemporánea: el concepto de “pasión interior” expresado por Martha Graham y la improvisación y las formas aleatorias provenientes de Merce Cunningham. Too Speedy se estructura sobre un bajo continuo a cargo de Courvoisier (su mano izquierda es derecha por derecho propio) sobre el que se desliza un irreprochable solo de violín. El interludio tiene reminiscencias melódicas contemporáneas (¿Ravel tal vez?) con un enfoque estético atrapante orientado a la música clásica. En la breve y experimental Tony Delito, a la música y los bailarines se agregan los efectos visuales. La animación grafica utilizada, en un primer momento distrae y confunde; pero, paulatinamente, va adquiriendo el rol de mensaje subliminal. Mientras Courvoisier toca el piano (todo el piano, no solo las teclas), los bailarines ejecutan un discurso gestual cargado de seducción.

Después de todo, una pareja bailando es una frustración vertical de lo que harían si estuviesen en posición horizontal.
Y eso incluye a virtuosos de la danza y también a gente como uno, nacida con dos piernas izquierdas. En todo caso, y como decía Colwyn Trevarthen en Musicae Scientiae: “La musicalidad de los comportamientos motores humanos es descripta como el talento inherente a la manera única en la que los seres humanos se mueven”.

Una ajustada intro de cello y violín abre paso a la brillante interpretación de Abaton, obra que expresa cabalmente el concepto de música clásica contemporánea. Esa definición puede ser objeto de un arduo debate, por eso sólo la utilizaremos como sinónimo de moderno y como concepto apto para describir un marco de tiempo más que un estilo o una idea creativa específica. En Abaton, Sylvie Courvoisier brilla sin recurrir al solo… y cuando hace su solo brilla al cuadrado. La versión ofrecida es dramática tanto en su nivel de expresividad musical como por la intensidad de la coreografía interpretada por Girard y Davy.
Podríamos incluir a Courvoisier en un amplio rótulo que abarca el postmodernismo como ubicación temporal, el conceptualismo por la importancia que le adjudica a lo contextual más que al contenido en sí y en el eclecticismo al que recurren compositores que trabajan combinando estilos y géneros musicales como John Zorn.
Aunque también podría suscribir a lo que últimamente algunos musicólogos, con unas copas de más encima, han comenzado a denominar “la Nueva Complejidad” para referirse a las últimas corrientes surgidas en la escena contemporánea europea.

Esos rótulos no son otra cosa que las huellas que dejó Courvoisier en su trayecto hacia lo inalcanzable, lo inaccesible, hacia su propio abaton.
Y esa utópica búsqueda conmueve, obliga y despierta admiración.
La música es tu propia experiencia, tus conocimientos, tu sabiduría.
Si no la vives, no surgirá de tu instrumento.
Hay un límite para la música. No hay límite para el arte (Charlie Parker)

Sergio Piccirilli

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