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The Nels Cline Singers: Macroscope

 

macroscopeCompanion Piece, Canales’ Cabeza, Respira, Red Before Orange, The Wedding Band, Macroscopic, Climb Down, Seven Zed Heaven, Hairy Mother, Sacha’s Book of Frogs

 

Músicos:

Nels Cline: guitarra, efectos, voz, quintronics drumbuddy

Scott Amendola: batería, percusión, electrónicos/loops, mbira

Trevor Dunn: contrabajo, bajo eléctrico, efectos

Músicos Invitados:

Yuka Honda: piano eléctrico, OP-1

Cyro Baptista: percusión

Josh Jones: congas, percusión

Zeena Parkins: arpa eléctrica

 

Sello y año: Mack Avenue Records, 2014

Calificación: Dame dos

 

Lo que sientas encontrará por sí solo su estilo (Jack Kerouac)

 

En la esencia más profunda del arte musical subyace la aspiración por abarcar todo lo conocido y describir la realidad en su conjunto. Sin embargo, la música no pretende convertirse per se en una presentación de la realidad misma sino en una representación artística de una realidad en donde el autor de la obra vincula la experiencia, el saber adquirido y su forma de ver el mundo para luego develarlos en términos estéticos. En tal sentido puede colegirse –aun en la supuesta universalidad conceptual de la música- que existirán tantas representaciones de la realidad como artistas hayan intentado representarla a través de su arte.

El hombre, en su afán por comprender el complejo entramado de las múltiples formas estéticas de expresión -pero también aupado en lo que Sigmund Freud señalaba como “la necesidad de nombrar las cosas para hacerlas presentes en su ausencia”-, siempre buscó clasificar a la música con el ánimo de conceptualizarla, distinguirla y, en cierto modo, definirla más claramente. La adjudicación de rótulos y el intento por agrupar la música en géneros o estilos es un proceso tan subjetivo como la música misma pero, bien aplicada, puede ayudar a manifestar tendencias, permite encontrar características comunes y faculta a fijar horizontes de expectativas para la audiencia y modelos de expresión para los músicos.

Muchos piensan –no sin argumentos- que la noción de estilos y la categorización de la música en géneros se basan más en motivos comerciales y de mercadotecnia que en criterios propiamente artísticos; pero lo cierto es que las clasificaciones académicas han existido siempre. En todo caso, lo que la industria discográfica se encargó de diluir fue la distinción entre género (noción en origen reservada a la clasificación de la música de acuerdo a su finalidad) y estilo (entendido como el conjunto de características que individualizan la música), haciendo que ambos criterios se vuelvan tan ambiguos y confusos como equivalentes y sinonímicos.

En épocas de acelerada globalización resulta de importancia vital distinguir que el descubrimiento de  los nuevos -y en ocasiones sinuosos- ámbitos del arte sonoro implican adoptar una visión amplia, abarcadora e incluyente y obligan a entender que, en el actual contexto, algunas metas no pueden alcanzarse por el camino más estrecho, recto y transitado. En los tiempos que corren, la mezcla de géneros encuentra su hábitat más privilegiado en el espacio de la música, incluso hasta el punto de llegar a concebir la idea de género como algo perimido, negar la institucionalización de clasificaciones que determinen su forma o rechazar la existencia nominal de un intermediario entre la obra singular y la música en su totalidad. Este nuevo perfil no vuelve inexistentes a los géneros –en última instancia los que han desaparecido son los “géneros del pasado”-  pero parece querer desobedecerlos y transgredirlos para reemplazarlos por una especie de “no–género” que todo lo incluye y en donde el detalle microscópico y parcial aparece relegado ante una visión macroscópica, completa e integradora.

Todo esto nos viene como anillo al dedo para hablar de Macroscope, el nuevo álbum de The Nels Cline Singers.

 

El guitarrista estadounidense Nels Cline, durante el extenso periplo de su trayectoria musical, ha frecuentado géneros y corrientes disímiles sin llegar nunca a suscribir de manera definitiva a alguna de ellas en particular. Esa indeleble vocación por transitar diferentes territorios musicales ha permitido la convivencia, en su ideario artístico, de un amplio rango expresivo cohabitado por una superposición de estéticas compartidas entre el indie-rock de Wilco, los proyectos multidisciplinarios como Dirty Baby (sobre poemas de David Breskin) o Stained Radiance (junto al pintor Norton Wisdom), el personal acercamiento a la improvisación libre materializada en BB&C (junto a Jim Black y Tim Berne), las exploraciones con epicentro en las posibilidades sonoras de la guitarra (recientemente manifestadas con Elliott Sharp en Open the Door de 2012 y en Racy de 2013, asociado a Julian Lage) y sus sustanciales aportes realizados a favor de Mike Watts en Floored by Four de 2010, Thollem McDonnas en Gowanus Session de 2012 y Ben Goldberg en Unfold Ordinary Mind de 2013, entre otros.

Esa visión polivalente y macroscópica que reside en su imaginario estético, aparece exaltada en la audaz propuesta de The Nels Cline Singers. Esta agrupación –en donde se dan cita el free jazz, la experimentación electrónica, el krautrock, la libre improvisación, la música folk, el blues y todo lo que usted pueda imaginar- en origen integrada por su líder en guitarra, Scott Amendola en batería y Devin Hoff en bajo, ha logrado constituirse en una de las propuestas más emblemáticas de la voraz amplitud que caracteriza a la avanzada musical del nuevo milenio. Las cualidades de la banda –y su permanente evolución- están debidamente documentadas en los álbumes Instrumentals de 2002, The Giant Pin de 2004, Draw Breath en 2007 y en el doble Initiate de 2010. Ahora en Macroscope –además de que esa diversidad estética embrionaria se magnifica y expande en múltiples direcciones- hallamos algunos cambios sustanciales en relación a su discografía previa que incluyen: la incorporación de Trevor Dunn en reemplazo de Hoff, las participaciones en carácter de invitados de Yuka Honda en teclados, Josh Jones y Cyro Baptista en percusión y Zeena Parkins en arpa eléctrica, la edición a través del sello discográfico Mack Avenue (en lugar del Cryptogramophone) y los inéditos aportes de Nels Cline como vocalista.

 

El álbum abre con la pieza a trío Companion Piece. La calma inicial se sustenta en una narrativa llana, sin asperezas y con precisas cadencias –apropiadamente subrayadas por Trevor Dunn en contrabajo con arco- para luego evolucionar en un sostenido ascenso que alcanza su clímax en la abrasiva intervención solista de Nels Cline en guitarra y la fortaleza percusiva que imparte la batería de Scott Amendola.

En Canales Cabeza (tema dedicado a Paul Canales, chef de uno los clubes de jazz más importantes del área de la bahía de San Francisco) se manifiesta un enunciado sonoro que –sin perder identidad– ofrece inocultables referencias al jazz fusión.

El arsenal percusivo de Cyro Baptista y las congas de Josh Jones unen fuerzas para dar forma al preludio afro-brasilero de Respira. Una composición que en su primera parte transmite claras influencias de estilo heredadas de Baden Powell –con Nels Cline usando su voz para reforzar la línea melódica- y que en su faz conclusiva entrega un emotivo pasaje ornamental donde convergen el teclado de Yuka Honda, múltiples efectos electrónicos y los instrumentos de percusión.

Los juegos de contraste también hacen pie en Red Before Orange al yuxtaponer una dinámica emparentada al lounge jazz a la manera de George Benson con la crudeza de una resolución –exaltada en el solo de Nels Cline– que parece remitir a Jimi Hendrix.

Los opuestos también se dan cita en The Wedding Band, al insertar variados adornos en percusión y electrónica experimental sobre una melodía visiblemente enraizada en la música country del oeste estadounidense.

En el introspectivo Macroscopic –compuesto en tributo a la artista visual japonesa Yayoi Kusama- se superponen la voz y la guitarra acústica de Nels Cline para crear un paisaje ascético y espacioso. En tanto que Climb Down, a partir de una jam session con epicentro en el arpa eléctrica de Zeena Parkins y las infinitas sonoridades de la guitarra de NelsCline, edifica una atmósfera envolvente que oscila entre el krautrock y la psicodelia.

El épico Seven Zed Heaven integra un amplio segmento vinculado estructuralmente a la primera época de Weather Report –pensemos en los álbumes Weather Report, I Sing the Body Electric o Sweetnighter– con un sorpresivo desenlace gobernado por un clúster tonal sostenido a la manera de la música drone.

En el final empalman el adictivo e impagable Hairy Mother –una especie de danza “electro-punk” que por momentos (me) recuerda a Declare Independence de Bjork- con el carácter lúdico, los tensos silencios y las monumentales aportaciones de Nels Cline, Trevor Dunn y Scott Amendola en el episódico Sacha’s Book of Frogs.

 

The Nels Cline Singers, en Macroscope, ratifica su innato aperturismo en un viaje musical sin fronteras ni límites y cuyo único destino son las propias convicciones.

 

Cuando creas en ti, ni el cielo será tu límite (Miles Davis)

 

Sergio Piccirilli

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