Por Los Codos

Walter Malosetti

Algo así como “tocá la guitarra pero también laburá…”

Sí… algo así (risas). La cuestión es que el tipo me propuso un laburo formal y yo trabajaba en una oficina del ferrocarril, donde las seis horas no se me pasaban más… y además no podía tocar la guitarra. Entonces le hablé a mi papá y le dije (pone voz grave): “voy a renunciar” (risas). ¿Vos sabés lo que era para un padre en esa época que le dijeran algo así? Pero yo, con la guitarra y tocando tres días por semana ganaba tanto o más que en el ferrocarril, así que no había mucho que pensar… Lo que pasa es que en ese momento la realidad indicaba la estabilidad del ferrocarril y la inestabilidad del músico. Pero… ¡qué me importaba a mí todo eso! ¡Yo quería tocar la guitarra! Y renuncié. Después se abrió el Hot Club de Buenos Aires donde todos los lunes íbamos los músicos de jazz porque era nuestro día “libre”. Y te encontrabas con Oscar Alemán, Horacio Malvicino… iban todos ahí…
Cuando la cosa fue más “formal” me convocaron para tocar con Oscar Alemán; ese concierto se grabó y, a los 17 años, ya aparecía en un disco. Era un pibe, acompañaba a Oscar Alemán… ¿qué más podía pedir en ese entonces?

¿Se acuerda del nombre del disco? Ni a palos, ¿no?

Era El Hot Club de Buenos Aires y había temas de todos los que tocamos esa noche; tendrías que haber visto las máquinas que llevaron para grabar… parecían elefantes (risas). Recuerdo que también tocó con nosotros Hernán Oliva… y esa noche la verdad que me llevé un premio muy grande. Eso me cambió la vida. Pero antes de eso ya nos juntábamos con los López Furst donde tocábamos y aprendíamos unos de otros. Yo de chico tenía facilidad guitarrística; y Baby era un genio que sacaba todo, era tremendo. Y empezamos a tocar en trío con Baby en piano y el Negro González en contrabajo. Tocamos mucho en un lugar que se llamaba Jamaica y que se hizo muy famoso. A todos los músicos extranjeros que pasaban por Buenos Aires los llevaban ahí a escuchar música y algunos incluso tocaban. Por ejemplo fue muchas veces Ella Fitzgerald, que había venido con Jim Hall… otro que me volvía loco…

Jim Hall… el que le regaló un blues…

Bueno… la anécdota ya es más famosa que yo… (risas). La cosa fue muy simple; se ve que dentro de mi inhibición, me animé a pedirle a Jim Hall un ejercicio, pero en realidad lo que quería era acercarme. Yo en esa época tocaba todos los días en el Jamaica, sería por el ’48 más o menos…

Ah… un pibe…

Sí… la cuestión fue que ni bien llegaba yo le pasaba la guitarra o él traía la suya y le dejaba el lugar a él. Una noche le pedí que me escribiera un ejercicio. Y se vino con uno que tardé un tiempito en aprenderlo (risas). Y él lo tituló “Blues for Walter”. Y muchos, pero muchos años después, él volvió a la Argentina y tocó con mi hijo Javier en contrabajo, Baby en piano y creo que en batería Luis Cerávolo. Entonces me acerqué y le di un disco mío que incluía su “ejercicio”.

¿Esos shows no fueron en Oliverio?

Creo que sí…

Porque yo estuve en esos conciertos…

Pero entonces vos tenés más de 18… (risas)

Me tengo que fijar en el documento… (más risas)

Y vos sabés que él recuerda siempre el hecho; hace poco un amigo lo fue a ver a New York y le dio saludos míos; porque para mí, Jim Hall es el guitarrista que toca más “lindo”, parece que siempre eligiera las mejores notas a pesar de no ser un gran virtuoso. Sin ir más lejos, Pat Metheny, que es su discípulo, es más virtuoso. Pero lo que tiene el tipo es esa capacidad para elegir, entre millones de posibilidades, siempre la mejor opción. Y cuando mi amigo le dejó mis saludos, ahí mismo sacó una hoja y me escribió una carta que… para mí esas cosas son medallas… premios, ¿entendés?

Se está hablando de que actualmente hay una explosión del jazz en la Argentina. Suponiendo que así fuera, ¿ocurrió algo parecido antes?

Antes todo era mucho más underground. Éramos muy pocos. A cualquiera que vos le comentaras que tocabas jazz te miraba raro, como diciendo “¿qué es eso?” Porque las orquestas que eran denominadas “la jazz” tocaban de todo: rumba, bolero, mambo, vals, pasodoble… y por ahí un foxtrot, que pagaba la cuota de jazz. Después vino un auge del rock, del blues… pero esto que pasa ahora con el jazz… nunca. Ahora se puede hablar de algo masivo, que nunca ocurrió. Hoy por hoy cualquier joven tiene idea de lo que es el jazz, probablemente por la irrupción de músicos de jazz en otros proyectos más populares. Si vamos al caso que ya hablamos, Pat Metheny es discípulo de Jim Hall pero muchísimo más popular. Jim Hall parece un extraterrestre porque todo lo que toca parece ser lo ideal. Metheny tiene un estilo más… extrovertido. Y no me parece mal ni mucho menos. Acá lo tenemos a Luis Salinas que también es extrovertido, y que toca recontrabien. Pero a mí me seduce más otro estilo, el que está más…

Más cercano a la síntesis…

Sí… la síntesis… está el pianista ése Bill Evans… (risas)

Pero ése recién está empezando… (risas)

¿Ves? No es un virtuoso que te deslumbra como por ejemplo… Oscar Peterson. Que además toca fenómeno, pero yo me siento más cerca de lo otro. Son distintos. El problema es el que se queda exclusivamente en el virtuosismo. A veces se dan las dos cosas, pero yo prefiero una buena frase a la rapidez. A mí me encanta tocar rápido… pero no puedo (risas).

Me quedé pensando en algo que dijo antes. Si el jazz era una minoría de minorías, ¿cómo sobrevivían, se grababan discos…?

Bueno, hay que diferenciar a las orquestas de las que hablamos de los músicos. Y no es peyorativo, sino que se trataba de mundos distintos. Las orquestas hacían música popular y tocaban un poco de cada estilo. Distinto era el caso de músicos como Oscar Alemán. Y el que manejaba la guitarra jazzera bien, pero bien en serio fue Horacio Malvicino.

O Alain Debray…

Es que encontró una manera de que la música, para él, fuera redituable. Desde Piazzolla a boleros, tocando jazz te rompía la cabeza como cualquier norteamericano de entonces. Hacía arreglos a una velocidad impresionante y esto lo pude comprobar yo mismo en una sesión donde, mientras esperábamos para grabar, el tipo hizo el arreglo del tema ahí, en el momento, sobre la consola.
Y, volviendo a tu pregunta, no se grababan tantos discos; en las orquestas había muy buenos valores pero a la gente les llegaba un mensaje distorsionado porque eso no era jazz. Y acá me animo a decir, porque lo creo así, que lo que mantuvo vivo al jazz en la Argentina fue el Hot Club, que funcionaba en el Teatro La Máscara, que funcionaba en la esquina de Paseo Colón y Belgrano; como los lunes no había función, nos juntábamos ahí y se creó el Hot Club de Buenos Aires. E íbamos todos y había músicos buenísimos pero que los conocíamos nosotros, nada más.

Era como una gran jam session

Claro… y también algunos grupos en los que toqué, como la Georgians Jazz Band o Swing 39. Y creéme que fue gracias a eso que se sostuvo todo, porque con la radio tampoco podíamos contar. Pero a las jam iban incluso músicos de las orquestas a los que les gustaba el jazz. Y también contribuyeron otros estilos a que la gente no creyera que la música eran sólo cuestiones de mal gusto. Yo creo que The Beatles aportaron lo suyo; el blues también, ahí lo tenés a Ray Charles, por ejemplo. Que sin ser músico de jazz, alguna relación tenía. Estaba bastante cerca.

Otro elemento que acercó a los jóvenes al jazz pudo haber sido el jazz rock de los 70’s…

Y sí, sin duda… y también están los músicos de jazz que aportan lo suyo a otros estilos. Pero no creo que el jazz se esté consolidando solamente acá. Bueno… en Estados Unidos siempre está… no para, progresa… (hace una mueca) o sigue adelante… pero en lugares como España, por ejemplo, voy allá a tocar y me encuentro con algo similar a lo que ocurre acá. No voy seguido porque me queda lejos (risas). Empecé a ir porque mi hija y mis nietos están allá; y cada vez que voy me la paso tocando. Incluso participé de un festival de la guitarra en Barcelona que duró dos semanas y los lugares se llenaban. Ya no es más raro el jazz, parece…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *