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Scott Amendola Band: Believe

Believe, Oladipo, Shady, If Only Once, Buffalo Bird Woman, Smarty Pants, Valentine, Resistance, Cesar Chavez
Scott Amendola

Músicos:
Scott Amendola (batería, percusión, loops, tratamientos, mbira eléctrica, melódica, electronics)
Nels Cline (guitarras de 6 y 12 cuerdas, lap steel guitar)
Jeff Parker (guitarra)
J Shifflett (bajo)
Jenny Scheinman (violín)
Cryptogramophone, 2005

Calificación: A la marosca.

El primer contacto musical serio con Scott Amendola lo tuve hace aproximadamente una década con la agrupación T.J. Kirk, un cuarteto de batería y tres guitarras, liderado por Charlie Hunter y en el que también estaban John Schott y Will Bernard.
El combo interpretaba exclusivamente temas de Thelonious Monk (de ahí la T), James Brown (de acá la J) y Roland Kirk (bueno…).
Ante la casi ausencia de bajo (ocasionales aportes de Hunter ya sea desde ese instrumento o desde 3 de las cuerdas de su guitarra, que tiene 8) el peso del groove recaía en el bueno de Scott. Y para qué dilatarlo: la gastaba. Fueron sólo dos discos en estudio, impecables, (en especial el álbum debut) pero que bastaron para seguir de cerca a cada uno de los integrantes.
El primer disco del baterista, titulado simplemente Scott Amendola Band y editado en el 2000 incluía al guitarrista Dave McNab; para el siguiente disco, Cry, reclutó a Nels Cline, a quien conocía por haber trabajado en la banda del guitarrista, la Nels Cline Singers.
Por si queda alguna duda de su inclinación violerística (¿algún resabio de la infancia?), para la grabación de su tercer álbum, el que nos ocupa, no sólo mantuvo a Cline, sino que cambió al saxofonista Eric Crystal por otro guitarrista, Jeff Parker. A estos tres, sumemos al bajista John Shifflett y a la violinista Jenny Scheinman y tenemos al quinteto en pleno.
Pero por si queda otra duda o simplemente por si hace falta, aclaremos que Amendola ha estado tocando (como integrante fijo, invitado, colaborador o lo que fuere) con muchísimos músicos de extraordinario nivel y (más importante aún) de estilos bien disímiles: Bill Frisell, Dave Liebman, John Zorn, Wadada Leo Smith, Jacky Terrasson, Shweta Jhaveri, Larry Goldings, Sex Mob, Robin Holcomb, Wayne Horvitz, Johnny Griffin, Viktor Krauss, Paul Plimley, Tony Furtado, Jack Walrath, Julian Priester, Sonny Simmons, ROVA Saxophone Quartet, Pat Martino, Peter Apfelbaum, Paul McCandless, Ben Goldberg, Mark Turner, Michael Franti, Primus y… Nina Hagen.
Actualmente está de gira con la cantante Madeleine Peyroux.

Hecha la presentación de rigor (¿ah?), entrémosle a Believe, que abre con el tema que titula al álbum (o al revés, nunca se sabe; ¿por qué nunca se dice que un álbum titula un tema?). Pequeñísima intro guitarrística a la "frippertronics" y a los pocos segundos ya tenemos en claro que el sonido del disco será espacial, amplio, casi etéreo y con lugar para que los músicos puedan explayarse con total libertad. Sí, en apenas unos segundos, ésa es la sensación; con una base sólida pero no apabullante que permite claramente percibir los juegos sonoros a los que nos someten entrando y saliendo, Parker, Cline y Scheinman. Los instrumentos se confunden, se fusionan, se habilitan, nunca tropiezan. El sonido es excelente, se percibe todo, las sutilezas (mágicas) de la Scheinman y los aportes casi minimalísticos (y a veces un tanto sucios) del gran Cline.
Abrupto final y Oladipo que tiene todo para ser el hit-single del disco (bueno… eso de hit-single tómenlo con pinzas). Scott no intenta sobresalir y por eso lo hace, Schifflett lleva el peso del tema, las guitarras se confunden allá, bien atrás, el violín pinta una melodía y subís el volumen y comprobás que todo es prístino, clarísimo, con Amendola pegando los golpes justos en los momentos adecuados y entonces ya tenemos la certeza de que estamos ante algo grande, pero grande en serio.

El quinteto suena monolítico a pesar de lo apuntado con respecto a los espacios y hasta ciertos silencios. El solo de Cline es… digámoslo sin exagerar… perfecto, con Sheinman haciendo de ¿violín rítmico? y ahora sí el combo desatado, pero con una suficiencia que no apabulla, simplemente asombra.
No teman, no haremos una descripción lineal tema por tema; el disco es lo suficientemente diverso como para sorprender y a pesar de ello, absolutamente homogéneo. Si fuera un disco de vinilo (aquellos viejos y queridos LP's o Larga Duración), uno podría revolear la púa en un surco al azar y no habría dudas de que seguimos en Believe, un disco repleto de matices, de ideas, de virtuosismo controlado, de música plena.

Amendola cede protagonismo y permite el lucimiento… no… mejor digamos… el aporte de los demás, que jamás desentonan y que parecen estar absolutamente inmersos y comprometidos con la propuesta del líder.
Las cuerdas toman protagonismo en Shady y If Only Once (qué brava es la Scheinman…); y de pronto en Buffalo Bird Woman arrancan con un (casi) estruendoso efecto que desemboca en una suerte de country blues a la que sólo parece faltarle la voz de Neil Young. La melodía (llevada a cabo nuevamente por el violín) tiene un soporte magnífico en la lap steel de Cline.
Y siguen los contrapuntos de Smarty Pants (soberbio trabajo de escobillas), el pseudo calypso de Valentine con la Scheinman gastándola de nuevo y el noise que aparece nuevamente en Resistance (¡grande Cline!), que nos hace pensar nuevamente adónde quedó la furia de un tal Bill Frisell; y el final con Cesar Chavez, donde Schifflett aumenta el peso de las cuerdas utilizando su contrabajo con arco para que el final del disco sea reposado, brillante, magnífico.
La presentación del compacto es maravillosa; una vez más, el sello Cryptogramophone se esmera en entregar algo más que una simple portada. Y el sonido (ya lo hemos acotado, pero vale la reiteración) es notable.
La Scott Amendola Band ha entregado un disco extraordinario, y (me animo a decirlo a esta altura) una de las ediciones más interesantes del 2005.

Sólido, serio, atractivo, comprometido, como para desterrar esa costumbre de la mayoría de los bateristas, que en sus discos intentan demostrar cuánto pueden hacer o tocar, sabiendo ya de antemano que esos discos poseen fecha de vencimiento.
Y no hay que olvidarse que Amendola es baterista.
Pero antes que eso, es músico.
Y de los (muy) buenos.

Marcelo Morales.

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