Wayne Shorter: Y Vos… ¿De Qué Lado Estás?

Teatro Gran Rex de Buenos Aires
Miércoles 26 de octubre de 2005 – 21:30 hs.

ShorterLa única actuación que realizó el saxofonista Wayne Shorter en Buenos Aires, se llevó a cabo en un teatro prácticamente repleto y -detalle no menor- con una gran afluencia de músicos de la escena local.
Gracias a la producción, estábamos en inmejorable ubicación.
Estrictamente a horario… diferido, a las 22:00 hs. subió al escenario el bajista Javier Malosetti, quien tenía reservadas algunas sorpresas.
Se esperaba una actuación con el trío, pero se presentó acompañado solamente por Andrés Beeuwsaert, quien interpretó un piano eléctrico cuyos agudos (me) resultarían lo suficientemente molestos como para dejar de mencionarlo.
La otra sorpresa fue que en los dos primeros temas (Noviembre y C.C. Waltz, de su último disco Onyx), Malosetti tocó una guitarra eléctrica; en los dos posteriores (Infant Eyes de Shorter y el enérgico Full Glasses, también de Onyx y dedicado a Horacio Larumbe), recurrió sí al bajo eléctrico. El sonido del piano siguió incólume e impoluto.
Malosetti además cantó. O se acompañó con la voz.
Histriónico y de buen humor, terminó su set 35 minutos después. Los dos músicos se retiraron muy aplaudidos. Punto.
A las 22:45 sube al escenario Wayne Shorter acompañado por Brian Blade en batería, John Patitucci en contrabajo y Danilo Pérez en piano.
El show duró una hora exacta. Pero hubo bises, redondeando casi 90 minutos de espectáculo.
¿Y qué pasó?
Pasó que al final del concierto todos opinaron (músicos, periodistas, entendidos, aficionados, neófitos). Y hubo dos bandos claramente diferenciados.

Shorter sopranoMe voló la cabeza, impresionante lo que tocaron.
Vinieron a robar, insoportable.
¡Cómo arriesgaron! Ni un standard, Shorter vino a hacer la suya.
Se ve que se dio cuenta de que ya no puede tocar los standards como antes.
Me encantó cómo se divertían sobre el escenario, se notó que la pasaban bien.
Entre ellos se divirtieron, aunque parece que se reían de nosotros.
Shorter demostró la sabiduría de los grandes, nada de solos pirotécnicos, las notas justas.
Ya está viejo, ni puede tocar.
Vinieron, tocaron lo suyo y se fueron. Ni abrieron la boca. Súper relajados.
Gracias que Shorter abrió la boca para soplar; se ve que ya no puede ni hablar. ¿No viste que se la pasó recostado sobre el piano?
Siempre yendo para adelante, nada de territorios transitados, así da gusto.
¿Para qué se mete a hacer lo que no sabe ni siente?
Se ve que a Shorter el jazz le quedó chico, ¿viste que por momentos parecía clásica contemporánea?
¿Ahora se la dan de cultos? ¿Por qué no se dedican a tocar lo que saben?
Yo nunca lo había visto a Patitucci con el contrabajo y la verdad que me sorprendió gratamente.
El bajo estaba desafinado, se ve que a Patitucci le falta.
Danilo es el ladero ideal de Shorter. ¿Viste cómo se comunicaban entre sí?
Danilo… con tanta sonrisita para la cámara parecía querer imitar a Louis Armstrong.
El baterista es un fenómeno.
El baterista es un fenómeno.

Wayne Shorter QuartetBueno… les aseguro que todas esas frases fueron escuchadas post concierto.
Y todas después de ver el mismo show. Extraño, ¿no?
Ahora… ¿y usted qué piensa Morales?
Uyuyuyuy.
Es evidente que no hubo uniformidad de criterios y que todos, a su manera, tenían con qué sustentar cada una de las afirmaciones.
Yo recurriría a un viejo dicho: "ni calvo ni con dos pelucas".
En lo personal, agradezco que no se haya recurrido a la fórmula que paga seguro: ir a los clásicos, un par de temas de la época de Miles Davis, solos pirotécnicos y ya está.
Nada de eso. El repertorio se basó en la actualidad musical del saxofonista; hasta en los bises hubo un guiño extraño interpretando Joy Ryder, tema de 1990 y de uno de sus discos más flojos.
Su performance fue económica en notas y pareció sentirse más cómodo con el soprano que con el tenor.
De los otros tres músicos, sin dudas que Brian Blade marcó la diferencia. Un crack.
El sonido fue decididamente extraño: hubo acoples, el piano sonaba "latoso" y todavía estoy buscando los agudos del contrabajo: o eran cuestiones de sonido o a Patitucci le falta Vitina en los garfios. O las dos cosas.
Lo de Danilo Pérez por momentos no lo entendí.
El cuarteto brindó una propuesta con muchos espacios, adentrándose en territorios que no siempre se resolvieron de la mejor manera, aunque se intentara no caer en los lugares comunes.
Es lógico que un sector de la audiencia saliera encantado y que el otro se sintiera defraudado.
Cuando finalizó el concierto, yo estaba más que satisfecho. Más por la intención que por lo demostrado. La propuesta ha sido válida y la prefiero a la fórmula por todos conocida y que siempre paga.
Lo que no (me) quedó muy claro es si los músicos tienen con qué solventarla.
Y no hablo de cuestiones técnicas.
Hablo de la capacidad de emocionar.
Y yo, lo que se dice emoción, no sentí.

Marcelo Morales.

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