Por Los Codos

Adrián Iaies

¿Vos en órgano?

Sí… (sonríe).

Renan¿Cuánto hace que no tocás un teclado?

Muchos años. Muchísimos. Pero acá la idea era clara. Es un blues en un momento en el que Mónica Ayos realiza un streap tease en un cabarute de pueblo. Y la música tenía que sonar por otro lado. Lo que menos tenía que haber era un piano. Renán me ayudó mucho. Porque cada acotación que hacía era pertinente.

Un académico

Un capo. Yo quedé tan contento…

A ver, ayudame a hacer memoria, Las cosas tienen movimiento lo grabaste en…

En el 2002. Te cuento cómo fue la secuencia: en enero grabé Las cosas…, en febrero Round Midnight y otros tangos, en julio murió Viviana (su esposa), en octubre firmé con EMI y en noviembre se editó Las cosas… Y hasta el 2005 no salió ningún disco nuevo mío; decidimos sacar los que había editado en España pero no en la Argentina (Tango Reflections y Nocturna) y después reeditamos Una módica plenitud y Nostalgias y otros vicios que, originalmente, habían salido por Acqua.
En el 2005 salió Astor Changes (con Horacio Fumero y Pablo Mainetti).

Esto fue paralelo a la creación de S’Jazz, ¿no?

Sí.

¿Qué te dio y qué te quitó S’Jazz? (nota: Iaies es el productor artístico de los discos editados).

Lo que me quitó fue… tiempo. Y mucha energía. El tiempo que le dediqué al sello fue mucho mayor al que imaginaba. Me equivoqué al pensar que podía hacerlo más “de taquito”. Y aún hoy me sigue quitando tiempo. Un tiempo que no guarda relación proporcional con el dinero que gané. Bastante tiempo le dedico a mi carrera como para, además, dedicarle otro tiempo excesivo a una actividad que no es rentable. Para que te des una idea, yo llevo ganado en S’Jazz no más del 50 % de lo que cobro por una actuación mía en el interior del país. Y pasaron años… Y también he tenido algunos pequeños y muy contados disgustos con algunos músicos a los que tenía que decirles que no. Al abocarme al sello, tenía en claro que además de ser honesto tenía que parecerlo. Para que te des una idea, la primera condición que puse fue que se editara exclusivamente material que me gustara. Yo tengo el monopolio de decidir qué se edita y qué no. Muchas veces te mandan cosas que no podés sacarlas por cuestiones de tiempos y porque tanto no se podía editar. Y ahora que somos “independientes”… menos. Y por otro lado también me quedé con las ganas de editar algunas cosas que por una cosa o por otra no pudimos. Por ejemplo, el disco de Marcelo Mayor por suerte fue sacado por el BAU. Y era un CD que quería sacar yo porque merecía ser editado. Lo mismo con Sergio Gruz, que terminó saliendo por MDR. Yo lo hubiese sacado porque es un pianista que toca del carajo y además el disco está buenísimo.
Hay tipos que tienen la humildad de agradecerte, con toda lógica, que vos distraigas parte de tu tiempo en escuchar lo que hacen. Porque no todos lo hacen… se sabe…  Y cuando por ahí me tocó decir no… bueno… me comí algunos garrones tremendos y no viene al caso dar nombres.
De todos modos, lo positivo es más que lo negativo por lejos. A mí me gusta producir, me doy cuenta que me gusta eso. Y también me doy cuenta que estoy formando parte de una especie en extinción porque, como van las cosas, en 5 años no va a haber más discos. También me permitió hacer amigos, relacionarme con músicos desde otro lugar y con los que hay un respeto mutuo muy grande. Cuando lo llamé a Mariano (Otero), nunca había hablado con él ni lo conocía personalmente. Solamente había escuchado el disco que sacó por BAU (A través). Y lo llamé y le dije “grabá lo que quieras”. Cuando me senté a charlar con Pepi (Taveira), fue un café de 20 minutos y si bien nos habíamos cruzado un par de veces, nunca habíamos charlado. Con Cavalli ya había tocado y lo i-TR Trio.jpgconocía, pero se trata del que para mí es uno de los músicos de jazz más importantes de la Argentina… si no el más. Juan Cruz (de Urquiza) no tenía discos solistas. Y a partir de estas cosas empezás a relacionarte de otra manera. Y por otro lado está la experiencia de hacer algo con los que no son mis amigos. Por ejemplo, con Ernesto (Jodos) nos juntamos y le dije “hagamos algo”. Y estoy feliz no sólo de los discos que sacamos sino de haber podido arriesgar; y en este punto mis reverencias a (Alejandro) Varela, que se embarcó en esto sabiendo que se iba a vender poco. O ahora, que vamos a sacar el disco de Natalio Sued; y yo le dije a Natalio que vamos a vender poco, que es una música rarísima pero a mí me encanta y el disco está bárbaro, ¿entendés? Siempre estar haciendo cosas es positivo…

¿S’Jazz ahora es S-Music?

No. S’Jazz continúa. Cuando Varela se va de EMI arregla llevarse S’Jazz, pero la compañía le entrega la marca, el stock y los contratos varios meses después de lo acordado. Y ya nos habíamos comprometido con Mariano (Otero) a editar el disco con la Orquesta. Ahí es donde surge S-Music, para permitir la edición de ese disco y después los de Roxana (Amed) y Javier (Malosetti). Igualmente algo así iba a ocurrir porque ya la idea estaba. Yo soy el productor de S’Jazz pero mis discos no salen por ahí. Lo que sí se va a editar por S’Jazz van a ser los próximos discos de Cavalli, Sued, Juan Cruz de Urquiza, Pepi Taveira… y S-Music queda para otras cosas. Es un sello un poco más “abarcativo”.

En el medio de todo esto vos tenés listo un disco… ¡triple!

El cortito… (risas)

Yo estaba pensando con cierta malicia lo de S’Jazz porque en este disco triple aparece gente con la que nunca habías grabado antes y que tiene que ver con S’Jazz…

Eso tiene estricta lógica. Vos dijiste dos cosas que son muy ciertas y que vienen de una raíz diferente. En el disco no sólo participan todos músicos con los que yo nunca había grabado, sino algunos con los que ni siquiera había tocado, por ejemplo, Miguel (Tarzia) o Pepi (Taveira). A la hora de grabar había hecho un par de ensayos con cada uno, nada más. Con los demás sí había tocado; con algunos más que con otros. Ahora… no sólo eso es nuevo, sino que además el 85 ó 90 % del material incluido se trata de composiciones mías, algo inhabitual en mis discos.

Desde la época de “La lluvia es sagrada”, ¿no?

Exactamente. Que, hablando de eso, al tema acabo de grabarlo nuevamente. Tampoco hay tangos, ni bandoneón. Grabé en estudios en los que jamás había grabado. El de solo piano fue en una casa particular con un Steinway tremendo, el mejor que vi en mi vida. Nunca había grabado en el estudio de (Lito) Vitale. Ni conocía el piano, con un técnico con el que tampoco había trabajado como Gustavo Segal. Volví a grabar con (Carlos) Melero, con quien no laburaba desde “Una módica plenitud”. Un sello independiente. O sea… todo es nuevo; una manera de forzar que las cosas fueran distintas. Yo jodía con eso diciendo “a ver si de una buena vez dejan de afirmar que soy un músico de tango” (risas). Aunque no va a faltar el que diga que soy un músico de tango que ahora toca jazz (más risas).
Lo otro que decís también es cierto (uno acá se pregunta cómo puede ser que Iaies, hablando tanto, retenga de manera que asusta lo que uno le pregunta y de qué manera); es lógico que participen músicos de S’Jazz. Porque cuando lo convoqué a Mariano (Otero), no fue especulando para que un día toque conmigo. Fue porque me encanta cómo toca. Cavalli es, de los locales, mi músico de jazz preferido. Siempre digo que cuando sea grande quiero ser como Cavalli (risas). A mí me hablaban de lo bravo que era Pepi (Taveira); y acordamos lo de su disco en menos de media hora. Entonces yo pensé que un tipo tan sencillo, no podía no serlo a la hora de tocar. Y me rompió la cabeza. Y es maleable; no pierde personalidad pero está permanentemente atento. Cuando todos me decían que Pepi me iba a matar a palazos, terminó grabando tres temas en trío con escobillas. Y después hicimos dos dúos. Juan Cruz (de Urquiza) me encanta cómo toca (piensa)… cierto es que me gusta también esa idea de ponerlos en situaciones diferentes. A Juan Cruz todos lo tienen tocando bien arriba y con él grabé una balada en dúo y la tocó del carajo. Con Cavalli… lo único que me sorprende… a ver… para el proyecto de la película le pedí que tocara flauta; y para mí es un orgullo que me diga ahora que, a partir de esa experiencia, empezó a escribir cosas para tocar la flauta en su nuevo disco. No hay especulación de mi parte. Como también es lógico que Fernando (Tarrés, responsable del sello BAU) convoque para sus discos a músicos que pertenecen al sello. Porque si están en BAU es porque a él le gustan.
O sea, yo le saco discos a tipos a los que admiro. Algunos pasan a ser amigos y con otros la relación es de respeto mutuo. Pero independientemente de afinidades personales, se trata de músicos de los que admiro su rigor, su lenguaje, sus conocimientos… que superan al mío. Porque yo soy un intuitivo. Me pasó que a Juan Cruz, de tanto que sugirió, terminé pidiéndole que después me contara cómo es mi tema… (risas).
Para mí es un lujazo trabajar con ellos y me da mucho placer. Y también (y vos sabés que esto no es nuevo para mí), me encanta forzar la situación. Llevarlas a un punto en el que no quede otra alternativa de que resulte algo nuevo.

¿Te estás apurando a sacar discos triples porque se viene la era del “sin disco”?

No… (sonríe). La idea del disco triple sale de dos cosas: de un ciclo que hice en Notorious, que era un dúo con Arturo (Puertas) y siempre había un invitado diferente (Cavalli, Juan Cruz, Mariana Baraj) y me di cuenta de que me sentía muy cómodo. Yo empezaba solo, luego se sumaba Arturo y finalmente el invitado. Después de la primera fecha, Horacio (Sbaraglia, fotógrafo de cabecera) me mostró una foto de ese primer concierto y me rompió la cabeza. Fue verla y pensar “ésta tiene que ser la tapa de un disco”. Me cerraba completamente.

Ahora bien, ¿por qué no editarlos por separado?

No sé si la palabra es homogeneidad… pero sí creo que los tres discos conforman una unidad. Hay versiones en dúo y trío del mismo tema, me gustó la idea de que en su casa la gente pueda escucharlas y comparar… esa idea que tengo de que un tema siempre tiene lecturas muy diferentes. Y además no pensé solamente en esta caja sino también en la otra, la del año que viene, que es “Cuartetos, quintetos y sextetos”, con el mismo plan.

Y sigue sin haber cantantes…

Así es; música instrumental.

Iaies - Herrero¿Por qué? Porque salvo los dos temas que cantó Liliana (Herrero) en “Las cosas tienen movimiento”…

A ver… (se acomoda, carraspea, se agazapa y me cuido). Yo ya tengo un proyecto que es con Liliana. Hace poco hicimos presentaciones en La Trastienda, eso se grabó, se filmó y probablemente salga algo de esos conciertos. Pero sacando a Liliana…
Hay dos cuestiones: en principio, lo que implica editar un disco cantado; y después… quién puede cantarlo…

Yo no me refería tanto a un disco con un/una cantante, sino a la inclusión en alguno de los dúos o tríos de este nuevo proyecto.

A eso iba, hay una cuestión conceptual. Yo creo que la voz humana es un instrumento tan preponderante y, en el mejor de los sentidos, tan “invasivo”, que te desbalancea un disco instrumental. Yo escucho “Las cosas tienen movimiento” y más allá de que me gusta el repertorio y cómo está tocado y lo que hace Liliana (Herrero), cuando aparece la voz hay un desbalance, porque la voz como instrumento pesa mucho más que cualquier otro, ¿entendés? Y además esta música surgió de origen que iba a ser instrumental. A decir verdad pensé en incluir a alguien, pero me parece que así es más homogéneo y yo me quedo más tranquilo. Así como creo que cierto gado de heterogeneidad está fenómeno para un concierto, en el disco voy por la homogeneidad. Porque son situaciones diferentes. 

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